Único
El sonido del viento susurraba entre los árboles, llevando consigo el aroma de la noche. La luna, llena y brillante, bañaba el paisaje con su luz plateada, transformando todo lo que tocaba en un mundo de sombras y misterio. Para aquellos que creían en los poderes del universo, esta noche era especial. Era la noche en que los destinos se entrelazaban bajo la mirada silenciosa de la luna, guiando a las almas perdidas hacia su verdadero camino.
Jimin caminaba por un sendero en el bosque, sus pasos suaves sobre la hierba húmeda. El bosque, en el límite de la ciudad, era su refugio, aquí, lejos de las luces y el ruido, podía pensar con claridad, dejando que sus pensamientos fluyeran libremente bajo la luz de la luna. A lo lejos, el canto de un pájaro nocturno se mezclaba con el crujido de las ramas, creando una sinfonía natural que parecía acompañar cada uno de sus movimientos.
A pesar de la tranquilidad que lo rodeaba, Jimin no podía sacudirse la sensación de que algo estaba a punto de cambiar. Había sentido esta inquietud durante días, una especie de tensión en el aire que no lograba identificar. Era como si una fuerza invisible lo estuviera empujando hacia algo, o alguien que aún no comprendía. Detuvo su caminar cuando alcanzó un claro en el bosque, un lugar donde la luna se reflejaba en un pequeño lago, creando un espejo de luz que parecía conectar el cielo con la tierra. Jimin se acercó al borde del agua, observando su propio reflejo en la superficie tranquila. Su rostro, bañado por la luz lunar, mostraba una expresión que él mismo no reconocía del todo. Había algo en sus ojos, una mezcla de anhelo y confusión que no sabía cómo resolver.
Mientras observaba su reflejo, los fragmentos de una melodía comenzaron a resonar en su mente, una canción que había escuchado hace mucho tiempo. Era «After moon» de Twice, una canción que hablaba de amor, destino y las conexiones que perduran más allá del tiempo y el espacio. La melodía suave y melancólica lo envolvió, y las palabras de la canción comenzaron a fluir a través de él como si fueran un eco lejano de sus propios pensamientos.
«The moon is shining so bright, and it’s leading us tonight…»
Las palabras flotaron en su mente, haciéndole recordar momentos de su pasado de las personas que habían pasado por su vida y se habían ido, dejándolo solo con sus recuerdos. Pero esta noche, bajo la luz de la luna, Jimin sentía que no estaba tan solo como solía creer. Había algo, o alguien, que lo esperaba, y esa sensación lo llenaba de una extraña mezcla de miedo y esperanza.
Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta y regresar por el mismo camino, un sonido en la distancia llamó su atención. Era un crujido leve, apenas perceptible, pero suficiente para alertarlo. Giró sobre sus talones, sus ojos verdes esmeralda escudriñando la oscuridad. Por un momento, pensó que se trataba de su imaginación, hasta que una figura emergió de entre las sombras.
El hombre que apareció ante él tenía una presencia que parecía tan fuera de lugar como él mismo en ese bosque. Era más alto que Jimin, con una figura esbelta pero fuerte. Su cabello, negro como la noche, caía en suaves ondas alrededor de su rostro y sus ojos, oscuros y profundos, brillaban con una intensidad que Jimin no había visto antes. Había algo familiar en él, aunque Jimin no lograba precisar qué era.
Ambos hombres se miraron en silencio durante lo que pareció una eternidad, como si la luna hubiera detenido el tiempo solo para ellos. Finalmente, el extraño dio un paso adelante y cuando lo hizo, Jimin sintió que todo su ser se tensaba.
—¿Quién eres? —preguntó Jimin, su voz firme, pero curiosa, el hombre sonrió ligeramente, un gesto que no llegó a sus ojos.
—Eso debería preguntarte yo, considerando que este es mi lugar. —respondió, su tono suave, pero con un toque de desafío.
—Este bosque no le pertenece a nadie. Replicó. —Jimin frunció el ceño, pero no se movió. —Es un lugar libre.
—Tal vez. —concedió el extraño. —pero he estado viniendo aquí por años y nunca antes te había visto.
Jimin no respondió de inmediato. Algo en el tono del hombre le hizo sentir que no era un simple extraño. Había una conexión, algo que iba más allá de lo que podían ver o entender y entonces, de repente, lo recordó.
«You and I, under the same moon…»
Las palabras de la canción volvieron a su mente, y en un instante, lo supo. Había visto a este hombre antes, no en persona, sino en sus sueños, en esos momentos fugaces entre la vigilia y el sueño profundo, cuando las barreras entre la realidad y la fantasía se desvanecen. En esos sueños, este hombre había estado allí, observándolo, esperando.
—No puede ser. —murmuró Jimin para sí mismo, pero el hombre escuchó.
—¿Qué no puede ser? —preguntó, dando otro paso hacia él.
Jimin lo miró fijamente, sus ojos buscando respuestas en los del otro.
—Te conozco. —dijo finalmente. —No sé cómo, pero te conozco.
—También te conozco, Jimin. —El hombre asintió lentamente, como si entendiera lo que Jimin estaba sintiendo. —Desde hace mucho tiempo.
—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Jimin sintió que su corazón se detenía por un momento, el hombre lo miró con una intensidad que hizo que Jimin se sintiera expuesto, vulnerable de una manera que no había sentido en mucho tiempo.
—Porque estás destinado a encontrarme. —respondió. —Porque la luna y el destino nos han entrelazado.
Las palabras del hombre resonaron en Jimin como un trueno en una noche despejada. Destino, era una palabra que siempre había evitado, una idea que no quería aceptar. Había pasado su vida tratando de controlar su propio destino, de ser el amo de su camino. Pero ahora, en esta noche mágica bajo la luz de la luna, no podía ignorar la verdad que sentía en lo más profundo de su ser.
«You and I, we’re meant to be, even if it’s just a dream…»
El silencio entre ellos se llenó con la melodía de “After moon” que seguía resonando en la mente de Jimin. Había algo más grande en juego, algo que iba más allá de ellos dos. La luna brillaba con más intensidad, como si quisiera asegurarse de que no perdieran el rumbo. Finalmente, el hombre habló de nuevo.
—Mi nombre es Yoongi. —dijo, rompiendo el silencio. —Y he estado buscándote.
Jimin se sintió atrapado en el momento, como si el tiempo realmente se hubiera detenido.
—¿Por qué? —preguntó, su voz mostrando la mezcla de confusión y curiosidad que lo invadía.
—Porque tú y yo estamos conectados, Jimin, nuestras almas han estado entrelazadas desde antes de que naciéramos. —Yoongi sonrió de nuevo, pero esta vez, fue una sonrisa más cálida, más sincera. —Y ahora, finalmente nos hemos encontrado.
El mundo pareció inclinarse bajo los pies de Jimin mientras trataba de asimilar lo que Yoongi decía. No era una persona que creyera en el destino, pero en ese momento, bajo la luz de la luna, no podía negar la verdad que sentía en lo más profundo de su ser. Todo en su vida lo había llevado a este momento, a este encuentro. Todo lo que había experimentado, cada decisión que había tomado, lo había traído hasta aquí.
—¿Y ahora qué? —preguntó Jimin, su voz suave, pero llena de determinación.
—Ahora, seguimos el camino que el destino ha trazado para nosotros. Juntos. —Yoongi extendió una mano hacia él, un gesto que parecía simple, pero que llevaba un peso inmenso.
Jimin miró la mano extendida frente a él y por un instante, todo lo que había sido, todo lo que había conocido, pasó ante sus ojos. Sabía que si tomaba esa mano, nada volvería a ser igual. Pero también sabía que no podía retroceder, no después de todo lo que había sentido, lo que había recordado.
Con un suspiro profundo, Jimin extendió su mano y tomó la de Yoongi. En el momento en que sus dedos se tocaron, una sensación de paz y certeza lo envolvió. Era como si finalmente hubiera encontrado el lugar al que pertenecía, la otra mitad de su alma.
«Even after this night ends, we’ll find each other again… after moon…»
Las palabras de la canción llenaron su mente mientras Yoongi lo guiaba más allá del claro, adentrándose en el bosque una vez más. Caminaban en silencio, pero el silencio no era incómodo. Era el tipo de silencio que se compartía entre dos almas que se entendían a un nivel más profundo, más allá de las palabras.
El camino que siguieron los llevó a un punto más alto en el bosque, donde los árboles se abrían para revelar una vista impresionante de la ciudad a lo lejos. Las luces parpadeaban en la distancia, pero allí, en lo alto, Jimin y Yoongi estaban en su propio mundo, lejos del bullicio y las preocupaciones del día a día.
Después de ese primer encuentro, sus vidas se entrelazaron de una manera que ambos jamás habrían imaginado. La conexión que habían sentido bajo la luz de la luna no era solo un capricho del destino, sino la primera chispa de un fuego que ardería por el resto de sus vidas.
Los días que siguieron fueron un remolino de descubrimientos y crecimiento conjunto. Jimin, quien siempre había sido reservado y calculador, se encontró abriéndose de una manera que nunca antes había creído posible. Con Yoongi a su lado, compartió no solo sus esperanzas y sueños, sino también sus miedos y cicatrices. Esa cicatriz en su cintura, que siempre había sido un recordatorio doloroso de su pasado, se transformó en un símbolo de lo lejos que había llegado y de cómo había encontrado la paz en los brazos de Yoongi.
Yoongi, por su parte, era el ancla que Jimin necesitaba con su presencia calmada y segura, Yoongi le enseñó a Jimin que el amor no era una debilidad, sino una fuerza poderosa que podía impulsarlo a ser la mejor versión de sí mismo. Juntos, exploraron no solo el bosque que los había unido, sino también los rincones más profundos de sus almas.
Pasaron noches enteras bajo el cielo estrellado, hablando de sus sueños y de cómo se habían sentido incompletos antes de encontrarse. En una de esas noches, mientras estaban acurrucados bajo una manta, Yoongi tarareaba suavemente la melodía de “After moon”, la canción que había guiado a Jimin hacia él. Jimin se unió a él, y juntos cantaron los versos que habían marcado el comienzo de su historia. La letra de la canción ahora tenía un nuevo significado para ambos, un reflejo de su amor y del destino que los había unido.
«Even after this night ends, we’ll find each other again… after moon…»
Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Lo que comenzó como una conexión bajo la luna se transformó en una vida compartida, llena de amor, comprensión y aventuras. Construyeron un hogar juntos, un lugar donde ambos podían ser ellos mismos sin temor ni reservas. Cada rincón de su hogar reflejaba su amor por el universo y las galaxias, con decoraciones que Jimin había comprado en uno de sus viajes impulsivos, y que resultaron ser las piezas perfectas para su vida juntos.
El pequeño tigre de Jimin, que siempre había sido un símbolo de su independencia y fortaleza, se convirtió en un miembro más de su pequeña familia. Yoongi se encariñó con el majestuoso animal, y juntos, cuidaban de él como una extensión de su amor y compromiso.
En los momentos de tranquilidad, cuando el día daba paso a la noche, Jimin y Yoongi se sentaban en su jardín, mirando las estrellas que tanto amaban. A menudo, se encontraban hablando de lo que les había traído hasta allí, de cómo sus vidas se habían cruzado en el momento justo. Jimin solía pensar en la ironía de cómo alguien que siempre había evitado el destino había terminado siendo guiado por él hacia el amor de su vida.
“The moon is shining so bright, and it’s leading us tonight…”
La luna, que había sido testigo de su primer encuentro, seguía siendo su guardiana silenciosa. Bajo su luz, Jimin y Yoongi renovaban su amor cada noche, protegiéndose mutuamente que, sin importar lo que el futuro les preparaba estarían juntos. Su amor se volvió una constante, un refugio en medio de las incertidumbres de la vida.
Vivieron felices, no en el sentido de una vida sin problemas, sino en la certeza de que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro. La luz de la luna que los había unido siguió iluminando su camino, recordándoles que, aunque la vida puede ser impredecible, el amor verdadero es eterno.
Y así, Jimin y Yoongi vivieron sus días juntos, enfrentando los retos y celebrando las alegrías, siempre con la luna brillando sobre ellos, recordándoles que su amor era un regalo del destino, un lazo que nunca se rompería.
Fin.
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