xxviii. viajes en el multiverso


LAS DESTRUCTORAS,
capitulo veintiocho: viajes en el multiverso!



          MORGAN BOSTEZÓ SIN TAPARSE LA BOCA, caminando junto a Stephen por el Templo del Santuario. Tatiana y Kyle ya se habían levantado gracias a que ambos le hicieron una pequeña broma inocente a Wong. Los dos estudiantes cruzaron un arco de ruinas y se encontraron en el patio más grande, donde varios estudiantes más se encontraban formando cinco filas. Ellos se unieron rápidamente, esperando a que el maestro Hamir apareciese. En cuento lo hizo, comenzó a dictar el ejercicio y todos los estudiantes lo comprendieron, él dio órdenes para moverse de tal forma y terminar de tal manera. Cada movimiento era medido por Wong y Mordo. Cada vez que lanzaban un golpe, se debía gritar.

          Irina lanzó un golpe y gritó junto al resto, cambió de posición como todos e imitó los movimientos de sus compañeros, creando una franja y moviendo sus manos creando un círculo. Al crearlo por completo, tocó su centro y el círculo se disolvió en el aire. Dejándola para hacer una última pose antes de inclinar su cabeza. Wong se detuvo al ver que la muchacha tenía ojos azules y ella le sonrió de manera nerviosa—¿Estoy haciendo algo mal?

          Wong sonrió de lado—No, Irina. En absoluto, lo has hecho perfecto—miró a los hermanos Belkova—. Necesitaré tu ayuda después para vengarme de tus compañeros.

          La rubia miró de reojo a los hermanos Belkova y luego asintió—Trato hecho.

          Él asintió y continuó con su camino. Irina escuchó al maestro Mordo decir algo pero ella se concentró en Stephen, quien realmente se mostraba frustrado. Ella se acercó a él y posó una mano en su hombro—Tranquilo, Stephen. Ya lo conseguirás.

          Irina siguió a todos los estudiantes y Mordo les indicó que agarrasen los anillos ubicados en una mesa en la esquina. Cada estudiante agarró uno y todos volvieron al centro, formando filas separadas. Mordo pasó por entre las filas y enseñó cómo realizar el ejercicio. Irina se puso firme y comenzó a mover sus manos en círculos.

          —Dominar los anillos es esencial en las artes místicas—declaró Mordo, pasando por detrás de Irina—. Ellos nos permiten viajar a través del Multiverso. Deben concentrarse. Visualizar. Ver en sus mentes hacia donde quieren ir. Miren más allá del mundo que está frente a ustedes. Imaginen cada detalle.

          Irina no cesó en dibujar un círculo imaginario y una pequeña chispa azul comenzó a aparecer. Morgan visualizó a Nueva York, cerca de la base de los Vengadores. Ella sonrió ante su avance y el maestro Mordo palmeó su hombro con delicadeza – indicándole que hacía un muy buen trabajo. Tatiana y Kyle lo habían conseguido y estaban a punto de abandonar el lugar pero Wong los detuvo antes de hacer tal acto. Mordo continuó haciendo su camino y observó que Stephen no estaba teniendo éxito. Irina miró hacia adelante y se encontró con la Hechicera Suprema junto al maestro Hamir.

          —Y deténganse—ordenó Mordo.

          La mujer calva caminó hacia el centro, mirando fijamente a Stephen—Quisiera estar un momento a solas con el señor Strange—el resto de los estudiantes asintió e Irina comenzó a alejarse junto a ellos con sus compañeros pero la voz de la hechicera resonó como un barítono—. Morgan, hermanos Belkova, acérquense, por favor.

          Ellos se acercaron al mismo tiempo que Strange se acercaba a la hechicera y este decía—Mis manos.

          —No se trata de tus manos.

          Strange suspiró—¿Cómo que no se trata de mis manos?

          La hechicera se giró, mirando al maestro Hamir, quien tomó eso como una invitación y se acercó a ellos. Se arremangó una de las mangas de su túnica, mostrando que esta no poseía una mano – que, seguramente, fue amputada – he hizo los mismos movimientos que Irina había hecho la noche anterior. La muchacha rubia se mostró maravillada al ver como aquel hombre dominaba las artes místicas sin una mano – era algo digno de admirar.

          —Gracias, maestro Hamir—agradeció la Hechicera Suprema y miró a Stephen—. No puedes someter a un río. Tienes que rendirte ante su corriente y usar su poder.

          —¿Controlar transfiriendo el control? No tiene sentido.

          —Últimamente, no todo tiene sentido. No todo lo debería tener—replicó Tatiana—. Hemos logrado vivir en un mundo del cual no todo debe tener un sentido.

          —Exacto, señorita Belkova—respondió la mujer calva—. Tu inteligencia te hizo llegar lejos en la vida pero no te llevará más lejos. Ríndete, Stephen—alzó una mano—. Calla tu ego...—comenzó a girar su mano y un portal se abrió—. Y tu poder ascenderá. Vengan conmigo.

          Irina sintió el fuerte frío calar sus huesos. Sintió la nieve en sus mejillas, como si una tormenta golpease su rostro con una bofetada. Stephen y el resto del grupo observaron la vista que tenía el paraíso para darles. Kyle se frotó los brazos y miró a su alrededor—¿Dónde estamos?

          —En el Monte Everest—anunció la hechicera—. Es hermoso.

          Kyle soltó un grito de alegría—¡Esto es fantástico!

          —Sí, tienes razón, es hermoso—replicó Stephen.

          —Helado, pero hermoso—añadió Tatiana.

          —A esta temperatura, una persona puede estar 30 minutos antes de sufrir daño permanente—anunció la mujer calva mirando al grupo y Kyle exclamó: "Grandioso. Espera, ¿qué?"—. Pero probablemente entrarán en shock en los primeros dos minutos.

          Irina miró a la mujer—¿Qué?

          —Ríndete, Stephen—dijo ella antes de dejarlos allí solos.

          La Hechicera Suprema los abandonó allí, con Stephen Strange siendo el único con el anillo para transportarlos. Kyle miró a su hermana y ella alzó las manos, dando a entender que ella no tría sus cristales violetas con ella. Irina se mordió el labio y luego miró a Stephen, quien intentaba buscar alguna forma de salir. La rubia caminó hacia él y lo tomó por los hombros.

          —Stephen, tú puedes hacerlo—dijo ella, animándolo a intentar—. Llévanos al Santuario otra vez. Haz como ella te dijo: ríndete.

          Stephen Strange asintió e Irina se hizo a un lado, sentándose contra una piedra, sus compañeros la imitaron – observando como Stephen intentaba abrir el portal. Pasaron cinco minutos, luego diez y Stephen estaba frustrándose. Él soltó un gruñido y se tocó la cabeza, para luego respirar hondo y calmarse. Volvió a intentarlo otra vez con más confianza. Irina sonrió al ver que las chispas se hacían más grandes y que creaban un círculo. Los tres criminales aplaudieron de forma deliberada y al otro lado se encontraron con el maestro Mordo y la hechicera. Ellos tomaron a Strange en sus manos y cruzaron el portal, cayendo al suelo frente a ellos.

          La hechicera y Mordo sonrieron en triunfo por la hazaña del ex doctor Stephen Strange y él solo se desplomó en el suelo.

          Esa misma tarde, Irina caminaba por los pasillos, dirigiéndose a su dormitorio pero se encontró a Stephen esperando en su puerta. Ella le sonrió de manera cordial alzó su mano—Dame esos cinco.

          Stephen chocó su mano contra la de ella y sonrió—He estado buscándote.

          —¿Y eso es para...?

          —Para que me ayudaras a solucionar un problema—respondió él e Irina le miró con preocupación—. Yo no ayudé a los Belkova a molestar a Wong, lo juro—se rascó la nuca—. ¿Podrías ayudarme a cortarme el cabello y afeitarme? No creo que mis manos ayuden en eso por el momento.

          Irina asintió—Claro que puedo, Stephen.

          Ambos entraron en la habitación de Strange, Irina le ordenó que lavase su rostro y su cabello para luego peinarlo y cortarlo de manera lenta. Stephen no había dicho ninguna palabra durante la sesión de corte, solamente se mantenía observando como las habilidosas manos de su compañera manipulaban las tijeras con astucia. Al estar satisfecha con el corte, prosiguió a secar el cabello y a peinarlo para que quedase bien. Luego buscó una máquina, la cual cortó la barba de Stephen de manera lenta.

          —Supongo que esto se lo haces a tu esposo—dijo él e Irina soltó una risotada.

          —Steve no ha necesitado un corte de cabello desde que nos comprometimos—respondió ella ahora colocando crema para los pequeños cabellos de la barba—. Ni siquiera tiene barba. Esta es la primera vez que lo hago.

          —¿Cómo se conocieron? Steve y tú—preguntó él, mirando a Irina a través del espejo.

          —Cuando escapé de HYDRA en Siberia, me topé con dos agentes de SHIELD: Natasha Romanoff y Erika Barton—declaró la rubia, pasando la cuchilla de manera precisa por la mejilla, quitando el resto de cabello—. Fui entregada a SHIELD y me convertí en una agente. Allí conocí a Steve. Fue una historia bastante loca pero terminé enamorándome de él. Ahora somos marido y mujer.

          —Es bueno saberlo—murmuró Strange y alzó un poco su rostro para permitir que irina pasase la cuchilla por su mandíbula—. ¿Ya no están con los Vengadores?

          —Luego de los Acuerdos de Sokovia, el equipo se separó en bandos—respondió Morgan mirando a Stephen—. El equipo se fragmentó y perdimos cosas, familia y una vieja amiga. Pero lo hicimos porque era lo correcto y ahora...ahora soy una criminal buscada, otra vez—limpió lo último que quedaba de crema y buscó una toalla para secar el rostro de Stephen—. Ahora te ves mucho mejor. Hasta podría decir unos años más joven.

          Él sonrió—Gracias—miró la puerta—. Entonces...¿podemos ir a pedir libros a Wong?

          Irina rodó los ojos y dejó la cuchilla en su lugar, antes de lanzarle la toalla a Stephen. A pesar de que Wong no les permitió pedir más libros, ellos mismos se encargaron de obtenerlos mientras que él escuchaba a Beyoncé




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