xxvii. nuevas enseñanzas


LAS DESTRUCTORAS,
capitulo veintisiete: nuevas enseñanzas!



          LA MAÑANA SIGUIENTE FUE UN DESAFÍO PARA LOS TRES CRIMINALES. Irina se dio cuenta que Stephen había logrado entrar al Santuario la noche anterior y que sería un alumno más en aprender las Artes Místicas junto a ellos. El pequeño grupo de cuatro caminó hacia el centro del Santuario, Irina y Stephen se vieron inundados en la pequeña pelea empezada por Kyle Belkova, quien fue tirado de su litera anoche gracias a su hermana menor – quien, por ser más rápida, se metió en el lugar de Kyle; así obligándolo a dormir debajo de su hermana. Stephen, por otro lado, se encontraba escuchando todo el movimiento de los hermanos en la habitación contigua. Irina rodó los ojos al ver que sus compañeros comenzaban a discutir desde temprano. Strange le miró—¿Ellos son tus amigos?

          Morgan asintió—Ajá. Lamentablemente. Tatiana es como una hermana para mi, crecimos juntas. Kyle es un desconocido pero llegué a agradarle. Ambos me agobian algunas veces.

          —Creo que estoy empezando a comprenderte—respondió Stephen mientras miraba hacia atrás—. Por eso agradezco dormir solo.

          —Yo extraño dormir acompañada—dijo Irina sonriendo con tristeza—. Dejé a mi esposo en Wakanda.

          —¿Tú esposo...?—preguntó Stephen intentando recordar algo más sobre la ex-asesina de HYDRA—. ¿Tienes un esposo?

          —Steve Rogers—replicó ella mirando a Strange—. Nuestra boda fue hace un mes. No fue algo público, claro, porque somos criminales pero...

          —Felicidades, Irina—el doctor le cortó, agarrando su mano y mirando la alianza—. No toda fiesta debe celebrarse a lo grande. Si es algo íntimo, eso significa mucho.

          Ella sonrió con una genuina sinceridad y asintió, retomando su camino otra vez hacia el centro del Santuario. Allí se encontraron con la Anciana, quien les recibió con una sonrisa abierta. Los invitó a sentarse a su alrededor y los cuatro estudiantes se sentaron frente a ella – esperando a empezar con una de sus primeras lecciones.

          —El lenguaje de las artes místicas es tan antiguo como la civilización—dijo ella mirando fijamente a cada uno de sus estudiantes—. Los hechiceros de la antigüedad llamaban al uso de este lenguaje como: "hechizos".

          —No pensarás sacar un conejo de esa tetera, ¿verdad?—preguntó Kyle, llevándose una mirada asesina de Irina y Tatiana.

          —No, Kyle—replicó la Anciana—. Pero si esa palabra no les parece moderna, pueden llamarlo "programa". El código fuente que le da forma a la realidad—los cuatro estudiantes asintieron y observaron como la mujer calva juntaba sus brazos de manera perpendicular y subía uno de ellos formando una franja anaranjada—. Aprovechamos la energía—comenzó a girar sus manos junto a sus brazos, así creando dos círculos – uno dentro del otro – para conseguir un símbolo—. Energía extraída de otras dimensiones del multiverso—puso sus brazos de manera paralela y luego los separó, creando un cuadrado que contenía aquellos círculos—. Para lanzar hechizos—chasqueó sus dedos y giró sus manos, creando otro cuadrado el cual inclinó – terminando ser un rombo, dibujando más figuras dentro de los círculos—. Para conjurar escudos...y armas—giró sus manos otras veces más, creando nuevos círculos—. Para crear magia—y lanzó su creación hacia sus estudiantes.

          De aquella obra maestra salieron chispas, como si fuesen de fuego y todo el esquema que la Anciana había hecho se disipó en el ambiente. Irina aplaudió con entusiasmo mientras que Stephen intentaba pensar con claridad las cosas—Pero aunque mis dedos pudieran hacerlo...mis manos solo se estarían agitando en el aire. ¿Cómo llego de aquí hasta allí?

          —¿Con paciencia y tiempo?—preguntó Tatiana.

          —Eso es un paso muy importante—respondió la Anciana y miró a Stephen—. ¿Cómo lograste volver a unir nervios dañados y volver a poner en su lugar una médula espinal?

          Stephen asintió—Con años de estudio y práctica.

          Irina miró a la Anciana y preguntó—¿Hay libros que podremos leer?

          Los siguientes cinco días, los estudiantes de Kamar-Taj leyeron cada párrafo de cada libro que la Anciana les entregó. Reglas básicas, utilización de diferentes términos, historia sobre las artes místicas y la astrofísica, un poco de astronomía y teorías de otros universos al principio de los tiempos. Irina nunca se había sentido tan agobiada con tanta información en su cabeza, pero eso alimentaba su espíritu que por las noches estudiaba los libros en su forma astral. Su rutina se dedicaba al estudio de libros de hechicería, meditación y clases de tai-chi con un poco de artes marciales orientales.

          Aunque fuese una asesina entrenada por HYDRA en combate, no significaba que ella pudiera mejorar sus tácticas. Todo lo contrario, ella junto a los hermanos Belkova tomaron eso como una enseñanza más para mejorar sus habilidades. Toda enseñanza era algo bueno para ellos. Sin embargo, a Stephen le costaba aprender esos movimientos – más por sus manos ya que casi todo enmarcaba la postura y el pulso de sus manos. Pero él era quien leía los libros junto a Morgan todas las noches – algo que también disfrutaba Irina: su compañía. Durante aquellos días, la relación entre Irina y Stephen crecía de manera lenta, pero se basaba en la lectura y estudio de las artes místicas – además de ayudar al otro. Stephen se sentía muy como alrededor del pequeño grupo, como si fuese un miembro más y todos se encontraban satisfechos con él.

          Aquella misma mañana, el pequeño grupo caminaba hacia la biblioteca para poder devolver los libros y conseguir otros para continuar aprendiendo y aplicar más practicas a sus hechizos. Caminaron por un patio del Santuario donde otros estudiantes practicaban combate o simplemente decidían meditar. Cruzaron un umbral hecho por ruinas del templo y entraron a un lugar que se encontraba oscuro y fresco. Este estaba tenuemente iluminado con luces y se mantenía en silencio absoluto. Aquella habitación estaba repleta de libros por doquier, otros acomodados en bibliotecas y otros se encontraban en una mesa, desparramados.

          Allí dentro se encontraron con un hombre vestido en una túnica oscura, color bordó y sus rasgos eran más que orientales. Además de que su rostro era demasiado serio y estaba calvo.

          —Hola—saludaron todos, dejando los libros sobre la mesa, aquel hombre se acercó a ellos y asintió.

          —Señorita Morgan, Strange—declaró él y miró a los hermanos—. Belkova.

          —Llámanos por nuestros nombres, por favor—replicó Irina siendo cordial—. ¿Y tú eres...?

          —Wong.

          —Wong—repitió Stephen y luego miró al hombre de la túnica—. ¿Solo Wong?¿Como Adele?—Wong le miró de manera seria y Stephen tomó eso como algo extraño—. O Aristóteles.

          Al ver que Wong no comprendía las cosas, Tatiana le miró—Drake, Bono, Eminem...

          Wong no respondió y se limitó a atraer los libros que los cuatro estudiantes habían llevado para devolver—El libro del Sol Invisible, Astronomia Nova, Codex Imperium, La Llave del Rey Salomón—miró a los estudiantes—. ¿Ya se leyeron todos?

          —Aunque parezca extraño, sí—respondió Kyle sonriendo de lado—. No fue nada sencillo, pero sí.

          Wong asintió—Vengan conmigo.

          Los cuatro estudiantes asintieron y caminaron hacia él, siguiendo sus pasos aún más adentro de la biblioteca. Aquella habitación contenía más libros de los que Irina podría imaginar y eso que era una sola biblioteca. Wong los condujo hacia un pasillo, el cual tenía puertas abiertas y Wong giró en una – la cual revelaba más libros a su alrededor en bibliotecas de forma más abstracta.

          —Esta sección es solo para maestros—declaró él bajando las pequeñas escaleras que daban la entrada a la sección—. Pero con mi permiso, otros pueden usarla.

          Tatiana sonrió—Increíble. Aquí debe haber todo secreto de un maestro.

          —Aquí los llaman Hechiceros Supremos—murmuró Irina inclinando su cabeza hacia su amiga.

          Wong caminó hacia un costado—Deberían empezar con el Manual de Reglas Básicas—dijo él buscando un par de libros en las bibliotecas con candados, mirando otros títulos—. ¿Cómo van con el sánscrito?—preguntó mirando al grupo.

          —Yo ya estoy empezando a comprenderlo mejor—respondió Irina y señaló a sus tres compañeros—. Ellos aún utilizan el Traductor de Google.

          Wong caminó hacia ella y le entregó tres libros—Védico, sánscrito clásico. Te servirán luego—luego caminó hacia otro lado.

          Stephen, al ver tanta cantidad de libros, observó unos que estaban en otra sección y sus tapas eran alucinantes—¿Esos que son?—preguntó caminando hacia allí.

          —La colección privada de Ancestral—respondió Wong agarrando más libros y luego él preguntó: "¿Están prohibidos?"—. Ningún conocimiento lo está en Kamar-Taj. Solo algunas prácticas—él le entregó otro libro a Irina—. Esos libros son muy avanzados salvo para la Hechicera Suprema.

          Stephen tomó un libro y le quitó las cadenas, Irina se acercó – sin antes entregarle los libros a Kyle. La rubia se acercó y observó la tapa: era oscura y con algo resplandeciente en su centro, su símbolo era muy diferente a los otros. Ambos comenzaron a ojear las páginas pero algo les sorprendió – faltaban dos. Irina miró a Wong—A este libro le faltan páginas.

          —Ese es El Libro del Cagliostro—respondió Wong—. Un estudio del tiempo. Uno de los rituales fue robado por un ex maestro.

          Tatiana se acercó a mirarlo—¿Robado?

          —Exactamente—replicó Wong mirando entre los libros—. El Fanático, Kaecilius—miró la tapa de un libro que tenía en mano—. Luego de ahorcar al anterior bibliotecario y cortarle la cabeza—se acercó a Morgan y a Strange—. Ahora soy el guardián de estos libros. Si un volumen de esta colección fuera robado otra vez...—miró a los hermanos Belkova—. Lo sabría. Y estarían muertos antes de dejar el Santuario—con eso, agarró el libro de las manos de Stephen y lo cerró emitiendo un sonido seco.

          Stephen le miró—¿Y si solo me retrasara en devolverlo?¿Hay multas por entregarlos tarde?¿Por dañarlos?—Wong le entregó los libros mirándolo con ojos entrecerrados, como si fuese una amenaza. Stephen suspiró—. La gente solía pensar que yo era gracioso.

          —¿Trabajaban para ti?—preguntó Irina alzando una ceja.

          —Siempre es un placer hablar contigo, Irina Morgan—respondió Stephen antes de caminar en dirección contraria, hacia la puerta.

          Irina soltó una carcajada y se inclinó hacia Wong a modo de gratitud, sus compañeros la imitaron y salieron junto a ella de la habitación. La mañana y la tarde transcurrieron de manera lenta, pero Irina no despegó su mirada de los libros. De alguna manera intentaba recordar como era un simple movimiento para realizar una franja naranja como la que hizo la hechicera suprema.

          Irina permaneció sentada, juntando sus manos y brazos hacia el centro, abriendo sus ojos ahora negros. Ella deslizó uno de sus brazos hacia arriba y creó una franja, la cual se encontraba recubierta de aura negra. Giró sus manos y brazos, creando un círculo y este repentinamente se mostró de un color celeste – tal cual como sus poderes. Ella sonrió y puso sus manos de manera paralela abriendo un cuadrado. Y chasqueó los dedos antes de mover sus manos hacia delante. La figura se desintegró segundos después.

          —Has mejorado muchísimo, Irina—la rubia escuchó una voz femenina a sus espaldas, ella se giró, encontrándose con la mujer calva – quien decidió caminar hacia ella—. Tus poderes están mejorando. Están sanando.

          —Lo sé—murmuró Irina levantándose—. He estado un buen tiempo intentando buscar una solución y...la he encontrado aquí.

          —Eso es magnífico, no todos poseen el poder que tienes—respondió la Anciana tocando su mano—. Un poder proveniente de una Gema del Infinito. La gema de la Mente.

          Irina miró a la mujer calva—No es un lindo regalo, pero gracias a esa gema soy lo que soy ahora.

          —Y por eso debes aprender a protegerte a ti y a los que más amas—dijo ella dándole un fuerte apretón—. Porque el enemigo que venga aquí no tendrá piedad—Irina asintió y se separó de ella, inclinándose a modo de reverencia antes de dejar el recinto.




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