xxvi. tercer ojo


LAS DESTRUCTORAS,
capitulo veintiséis: tercer ojo!



          IRINA MORGAN SE MOSTRÓ EMOCIONADA AL SABER QUE CASI LLEGARÍAN A SU DESTINO. Encontrarse con aquel hombre de piel morena en el callejón donde Stephen Strange y el pequeño equipo de Irina Morgan se habían conocido fue algo que simplificó muchísimo las cosas. Ahora, los cinco caminaban entre los nepalíes para llegar al ansiado destino, el cual se llamaba: Kamar-Taj. Tatiana soltó un suspiro de frustración ante el calor sofocante que había impregnado en el aire, mojando su frente con sudor y poniéndole de mal humor.

          —Me pregunto cómo harán los nepalíes para soportar tanto calor, ugh.

          Irina sonrió—Están adaptados tanto al frío como al calor, Tat.

          —De todas formas, estoy con tu amiga—murmuró Stephen mirando de reojo al grupo, luego miró a Irina—. ¿Por qué buscas Kamar-Taj?

          —Tengo que solucionar algunos problemas—respondió ella mirando hacia el frente—. Problemas con mis poderes, algo...algo malo les está afectando—movió un poco sus dedos, mostrando aquella aura color celeste, la cual oscureció – convirtiéndose en una mancha negra—. Es como si se hubieran corrompido u algo. Pensé que las artes místicas me ayudarían y por eso estoy aquí.

          —¿Y cómo surgió eso?¿Cómo...Cómo supiste quién era?

          Irina sonrió de manera cálida—Algo me conectó contigo y me mostró tu problema. Perder la herramienta que te hace poderoso es algo que conecta a todos y es duro. Pero siempre hay una solución.

          El hombre de la túnica les indicó que girasen y el equipo pasó por entre la gente, siguiendo a aquel hombre. Caminaron por un callejón y fueron conducidos hacia una puerta – una normal, cosa que a Irina no le importó. Pero a Stephen si—¿En serio?¿Seguro de que es acá?—señaló el lugar paralelo a la puerta—. Ese luce un poco más como Kamar-Tajey.

          El hombre de piel morena soltó un suspiro y miró a Strange—Una vez estuve en tu lugar. Y tampoco fui respetuoso. Así que, ¿puedo darles un consejo?—le preguntó a todo el equipo—. Olviden todo lo que creen saber—el resto asintió y él les abrió la puerta.

          El equipo entró, subiendo un par de escaleras. Los tres criminales miraron como las paredes pasaban de ser simple ladrillo a formar estructuras con huecos, dejando formas perfectas en sus paredes – así demostrando algo similar a un templo. Irina tocó la superficie, sintiendo como una especie de energía pura y limpia se encontraba rodeando el lugar. Ella soltó un suspiro de alivio y siguió al hombre de la túnica. Él los condujo por unos pasillos que daban a una habitación central, Irina observó maravillada el lugar.

          —Pareces emocionada—murmuró Stephen.

          —Lo está—replicó Tatiana sonriendo—. Es algo que ha estado buscando hace meses. Y no ha venido sola.

          El hombre de la túnica sonrió—Este lugar es algo sagrado. El santuario de quien nos enseña. La llaman el ancestral.

          —¿El ancestral?—preguntó Kyle intentando no reír, sin embargo, su hermana le pegó en el hombro y le susurró un: "compórtate". Los cinco giraron hacia la habitación y el hombre de la túnica le indicó que pasasen—. ¿Cuál es su nombre verdadero?

          Irina y Stephen le lanzaron una mirada de advertencia y él levantó las manos. Al pasar a la habitación, había varias personas que se encontraban acomodando cosas, un hombre viejo leyendo un libro sosteniéndolo con una mano y una mujer calva. Irina sabía que ella era el Ancestral. Irina se inclinó a modo de saludo y se quitó toda cosa que llevaba encima, dejándola con una simple remera y sus pantalones negros. Sus compañeros le imitaron pero Stephen no lo hizo y dos hombres le quitaron sus cosas para mantenerlo cómodo. Él agradeció mediante tartamudeos, luego se le fue entregado una taza – como a Irina y a los demás. Luego se le fue servido un té a todos e Irina supo que Stephen no sabía de quien realmente se trataba el Ancestral. De todas formas, agradeció.

          La mujer calva que le sirvió el té le sonrió—No fue nada.

          Stephen, Tatiana y Kyle miraron al hombre de la túnica, él les sonrió y señaló con su mano—La Ancestral.

          —Gracias, maestro Mordo—añadió ella sin romper su sonrisa y miró al hombre que sostenía el libro irse—. Gracias, maestro Hamir—fijó su mirada en Strange y Morgan—. Señorita Morgan.

          La rubia se inclinó—Es todo un placer conocerla.

          —El placer es mío, Irina—replicó ella—. He esperado mucho tiempo para verte aquí, finalmente. Y con compañía—miró a los hermanos Belkova, quienes alzaron sus manos a modo de saludo y luego miró a Stephen—. Señor Strange.

          —Doctor, en todo caso.

          —No, ya no, seguramente. ¿No es por eso que estás aquí?—replicó la mujer Ancestral con un poco de ironía—. Fuiste sometido a muchas operaciones. Siete ¿no?

          —Sí, así fue—murmuró Irina dándole un sorbo al té—. Debo decir que este té está delicioso. ¿Verdad, chicos?

          Los hermanos Belkova se dieron vuelta, intentando de esconder la tetera entre sus cuerpos – dando a saber que el té era exquisito. Irina no tardó en palmearse el rostro antes de soltar una ligera carcajada. La mujer Ancestral sonrió mientras asentía mientras dejaba su taza en la mesa. Stephen se le acercó—¿Sanaste a un hombre llamado Pangborn, un paralítico?

          —En cierta manera—respondió ella, vertiendo más té en su taza.

          —Lo ayudaste a volver a caminar.

          La Anciana le miró—Sí.

          —¿Cómo sanaste una lesión completa de médula entre las vértebras C7 y C8?—preguntó Strange intentando de creer lo que la mujer decía.

          —Yo no lo sané—replicó la Anciana—. Él no podía caminar. Lo convencí de que podía.

           Irina se cruzó de brazos—Entonces fue algo psicológico. Algo que lo convenció en su mente.

           La Anciana miró a la rubia mientras revolvía su té—Cuando unes un nervio dañado, ¿eres tú el que hace que se unan o es el cuerpo?

          —Específicamente, son las células pero...

          —Las células están programadas para que vuelvan a unirse de cierta manera, Irina—respondió la mujer intentando de entrar más a su cabeza—. ¿Y si les dijera que a sus cuerpos se los puede convencer?

          Kyle frunció el ceño—¿Convencer...a qué manera?

          —De que sane de muy diversas maneras.

          —Hablas de regeneración celular—replicó Stephen intentando buscar una respuesta—. Eso es tecnología médica de vanguardia. ¿Por eso trabajas aquí?¿Sin un consejo médico de administración?¿Que tan experimentales son sus experimentos?

          La Anciana caminó hacia el maestro Mordo, entregándole una taza de té y se giró hacia el doctor—Bastante—replicó ella, sonriendo.

          —¿Así que descubriste una forma para reprogramar las células nerviosas para que se curen?—insistió Stephen.

          —No, señor Strange—murmuró ella mirándolo de manera deliberada, acercándose al hombre con barba—. Sé como reorientar el espíritu para curar mejor el cuerpo.

          Irina tomó otro sorbo y asintió—Eso tiene sentido.

          Tatiana y Kyle alzaron una ceja—¿Curar el cuerpo con el espíritu?

          Ella asintió mientras caminaba de nuevo hacia una mesita baja. Strange balbuceó un par de cosas sobre el tratamiento pero la Anciana se limitó a mostrarle un libro. Los tres criminales se acercaron, encontrándose con la figura de un cuerpo que mostraba puntos importantes. Irina miró a Stephen, quien miraba a la mujer calva con cara de pocos amigos. Ella sonrió—¿No te gusta ese mapa?

          Tatiana sonrió de lado—Es muy oriental.

          —No, no. Es muy bueno. Solo que ya lo vi antes—replicó Stephen asintiendo—. En tiendas de regalos.

          La Anciana sonrió con astucia y cambió la página, ahora colocándose entre Stephen e Irina—¿Y que hay de este?

          —Acupuntura, grandioso—murmuró la rubia—. No creo que eso fuese tan malo, Stephen.

          Él asintió, intentando de no tomárselo a mal. La Anciana volvió a cambiar la página, mostrando otra foto, donde Stephen resopló de aburrimiento y decidió alejarse del grupo. La mujer calva dejó el libro en su lugar y caminó hacia Stephen—Cada uno de esos mapas fue dibujado por alguien que podía ver una parte, pero no el todo.

          Stephen se agarró la cabeza, exasperado—Gasté todo viniendo aquí, billete de ida y me hablas de la curación por la fe.

          —Estás mirando el mundo por el agujero de la cerradura—anunció la Anciana, pasando por alto las protestas de Strange—. Pasaste toda tu vida tratando de agrandar ese agujero para ver más, para conocer más. Ahora, al oír que tu campo de visión puede ensancharse de una manera que ni te imaginas rechazas la posibilidad.

          —La rechazo porque no creo en cuentos de hadas, ni en chakras ni en energía ni en el poder de la fé.

          Kyle asintió—Ouch.

          —Creo que esa idea es incorrecta—replicó Irina antes de apretar sus labios luego de que la Anciana alzase la mano para detenerla y luego le indicó que se acercase.

          —¡El espíritu no existe!—continuó Stephen, ya molesto con todas las palabras que aquella mujer espetó—. Estamos compuestos de matera y nada más que eso. Eres otra pequeña mancha, en un universo indiferente.

          —Te crees menos de lo que eres—declaró la Anciana y tomó la mano de Irina para posarla sobre la de Stephen—. Agárrala fuerte.

          —Piensas que puedes ver a través de mí, ¿no?—respondió Stephen enojado—. Pero no puedes. ¡Suéltame la mano!—intentó zafarse del agarre pero no tuvo éxito—. ¡Pero yo veo a través de ti!

          Cuando punteó cada palabra, movió su dedo índice y cuando soltó la última palabra, tocó el pecho de la mujer – pero ella lo tomó como un reto. Movió su muñeca y con su otra mano produjo un golpe que desorbitó a Stephen. Irina podía ver como una silueta de él salía de su cuerpo, como si realmente fuese un fantasma. Pero no lo era. Aquello era increíble y solo Irina pudo verlo al tocar su mano. Observó cómo Stephen se miraba las manos y como a su alrededor ocurría en cámara lenta, también vio a Irina con él. Allí estaban solamente ellos dos y nadie más, todo estaba congelado. Irina miró a la Anciana, quien hizo un movimiento con su mano, atrayendo el alma de Stephen de vuelta a su cuerpo.

          Repentinamente, todo volvió a su lugar. Irina soltó un respingo, echándose hacia atrás y cayendo de bruces al suelo. La Anciana le miró con una sonrisa de lado. Por otro lado, Stephen se mostraba confundido e impresionado al mismo tiempo—¿Qué me acabas de hacer?

          —Extraje tu forma astral de tu forma física—respondió la mujer calva y luego miró a Irina—. Ella, al ser una telepata, pudo sentirte con solo tocar tu mano.

          —¿Forma astral?—preguntó Tatiana y miró a Kyle—. Podemos intentarlo, ¿no?

          Irina y Kyle rodaron los ojos mientras que Stephen intentaba deducir qué fue lo que sucedió en aquel momento—¿Qué había en ese té?¿Psilocibina?¿LSD?

          —Es simplemente té—replicó Irina levantándose alternando su mirada entre la Anciana y Strange—. Con un poco de miel, ¿no?

          Stephen suspiró—¿Qué acaba de pasar?

          —Por un momento, Irina y tú entraron a la dimensión astral—respondió la Anciana, caminando hacia Irina, Stephen preguntó:"¿A qué?"—. Un lugar donde existe el espíritu separado del cuerpo. Ven aquí, Stephen. Tatiana y Kyle, también.

          —¿Por qué me haces esto?—preguntó Strange abrumado.

          —Para mostrarte cuanto desconoces. No te atrevas a soltar la mano de Irina—replicó ella y colocó su pulgar en la frente de Strange—. Abre tu tercer ojo.

          Con solo tocarlo, los cuatro salieron disparados hacia afuera, como si estuviesen volando – como si el universo infinito se los tragara de manera completa. Irina soltó un chillido, mientras que Stephen gritaba del terror y la confusión. El pequeño grupo no sabía hacia donde se dirigían. Pero el cielo azul desaparecía, convirtiéndose en negro. Ya no estaban en la tierra, estaban fuera de ella. Repentinamente, se detuvieron y una pequeña mariposa volaba frente a ellos. Irina la tocó y eso los envió a un ambiente cubierto de colores, cosas imaginables y ellos viajaban a toda velocidad. Irina sabía que esto era el nivel máximo de su realidad y sintió como sus sentidos se intensificaban más – junto a su poder. Pasaban por dimensiones y diferentes mundos, universos, los cuales se adecuaban de diferentes maneras – explorando lo que el ojo humano convencional no podía ver.

          —Esto es increíble...—exclamó Irina maravillada.

          —Creo que me estoy volviendo loca—murmuró Tatiana comenzando a flotar.

          Los cuatro se detuvieron, observando el multiverso con sus propios ojos, hasta que algo les atrajo y salieron disparados por un tubo que cambiaba de dimensiones, afectaba sus colores y los movía con gran velocidad. El grupo gritó al ver que se acercaba el final y cayeron en seco contra el suelo. Tatiana y Kyle se levantaron de manera rápida, sintiéndose mareados por el rápido viaje. Irina se levantó lentamente, mirando a la mujer calva con sus ojos ahora azules.

          —¿Qué fue lo que sentí allí dentro?

          La Anciana sonrió—Tu poder amplificándose, curándose y evolucionando de la oscuridad—miró a Stephen—. ¿Ya habías visto eso antes en una tienda de regalos?

          Stephen jadeó, levantándose del suelo, de rodillas. Él miró sus manos, las cuales tumbaban y luego miró a la Anciana—Enséñame.

          —No.

          En cuestión de segundos, Stephen Strange estaba fuera del Santuario mientras que los tres criminales más buscados estaban frente a la Anciana. Ella les sonrió—Ustedes aprenderán aquí lo necesario para recuperarse de heridas abiertas. Deberán ayudarse entre ustedes y más a Irina.

          —¿Y que ocurrirá con Stephen?—preguntó Irina—. Él también podría aprender. Solo hay que darle tiempo.

          —Tal vez, pero no ahora—replicó ella y miró a Mordo, quien acababa de regresar de la entrada—. Maestro Mordo, ¿podría escoltar a nuestros nuevos estudiantes a sus habitaciones?

          Irina sintió a Stephen en todo momento, no solo durante la demostración de poder que tenía el universo, si no también afuera del templo. Sabía que pronto lograría entrar y se uniría a ellos, pero por el momento, siguieron al maestro Mordo hacia las habitaciones. Él los hizo entrar a todos en una e Irina pudo ver la simpleza de la misma. Dos literas y una cama individual, suficiente espacio para los tres.

          —¿Estarán cómodos así?—preguntó Mordo y los tres criminales asintieron.

          —¡Yo quiero la litera de arriba!—exclamó Kyle, como un niño de diez años, mientras que su hermana protestaba.

           Irina miró a Mordo—Estaremos bien. Gracias, maestro Mordo—el hombre asintió y le entregó una tarjeta que decía "shamballa"—. ¿Qué es esto?¿Un dios?¿Un mantra?¿Un nombre clave?

          Mordo alzó una ceja—No, es la clave de wi-fi.

          —Oh.




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