FRAGMENTOS,
capitulo dieciocho: fugitivos!

          IRINA MORGAN RECORDABA LOS GOLPES COMO SI FUESEN REALES. Cada golpe, una herida que se abría, cada golpe y sentía que la vida se alejaba de su cuerpo rápidamente. El sonido agudo que retumbaba en sus oídos le aturdía de manera inmediata. Recordó ver la muerte de sus padres, recordó ver a Tony ver la muerte de sus propios padres, recordó que él quería matar a Bucky después. La pelea...todo había sido un caos que perdía completamente el control. Su cuerpo estaba encendido con furia y dolor, sentía que cada extremo dolía, que cada golpe que lanzaba a Tony dolía como mil infiernos. Sus ojos negros con furia tan nefasta, con furia tan amarga y ella simplemente perdió el control – rompiendo el traje de metal poco a poco. Recordó caer, Bucky observaba sus ojos negros – o al menos era lo que ella recordaba – y ella se perdía en la oscuridad, esperando una muerte que nunca llegó.

          Deseó pararse y continuar luchando, no rendirse – pero algo ocurrió con ella, algo que finalmente le indicaba que debía detenerse. Y, finalmente, ella se detuvo. Los flashes de memorias que pensó que no volvería a ver volvieron: Erika, los hermanos Belkova, la doctora Krostov. Cada recuerdo era aún más amargo, ambiguo y oscuro al mismo tiempo. Ella lo vio todo y sin embargo, no pudo hacer nada al respecto. Sintió que al golpear a Tony era otra persona; que ya no era Irina Morgan, la vengadora más fuerte de la tierra, si no que resultaba que Ultraviolent había tomado su lugar, una asesina despiadada, aún con hilos de un títere y a merced de HYDRA, a merced del Soldado del Invierno. No era ella. Al menos, ese era el verdadero monstruo que ella intentaba ocultar o al menos controlar. No pudo.

          Quería alejarse, quería desaparecer por un momento y olvidar todo lo que había sucedido. Sin embargo, solo estaba ella. Ella y sus pensamientos. La oscuridad aún rondaba en su mente, sin embargo todo era calmo y eso de alguna forma terminó aliviándola. Escuchaba voces, eran lejanas, pero sabía que eran voces. No pudo identificarlas de manera inmediata pero ella esperaba que fuese la de Steve, al menos eso le sacaría una sonrisa. Verlo también le subiría el ánimo, pero...¿dónde estaba? Cada vez escuchaba voces que retumbaban en sus oídos, cada vez más claros, más firmes. ¿Acaso esa voz era la de...Steve?

          —Ella me lo ha dicho todo, T'Challa.

          —Y lo lamento mucho, capitán. Fue un momento de debilidad...y digamos que ella ya me lo ha dejado muy claro.

          Irina abrió los ojos, encontrándose con T'Challa y su rubio favorito: Steve Rogers. Sin embargo, recordó sus situación con T'Challa y recordó también la conversación que Steve y ella tuvieron. Ahora, los dos estaban juntos en la misma habitación. E Irina deseó que viniera Thor y la partiese a la mitad con un rayo o que la tierra le tragase muy profundo. Esta situación no podía ser más incómoda.

          Irina apretó los ojos—Thor, si es que me escuchas, solamente necesito un rayo para que me parta en dos.

          —No hay necesidad de eso, señori...digo Irina—replicó T'Challa e Irina abrió los ojos otra vez, reincorporándose, sin embargo, ambos hombres la detuvieron para que la rubia volviese a apoyar su espalda en el colchón—. Creo que estás actuando muy rápido, tómatelo con calma.

          Irina rodó los ojos—Estoy bien.

          Steve sonrió de lado y se cruzó de brazos—¿Realmente piensas eso? Porque la última vez estabas a punto de quedarte sin respirar y con un par de huesos rotos.

          —La regeneración de tus huesos fue lo que más impresionó a mi hermana—declaró T'Challa y sonrió a Morgan—. Está emocionada por conocerte.

          Morgan frunció el ceño, mirando a Steve de manera preocupada. ¿Dónde se encontraba?¿Cuánto tiempo había llevado dormida? Irina volvió a incorporarse y Steve no se movió para detenerla, al menos hasta ver que ella quería ponerse de pie. Steve pasó un brazo por su cintura y la mantuvo sentada en la cama. Irina intentaba forcejear pero al ver que estaba muy débil como para intentar moverse, se rindió y terminó recostándose en el pecho de Steve.

          —¿Dónde estamos?—preguntó Morgan mirando a T'Challa—. ¿Dónde está el resto del equipo?

          Udaku suspiró—Estás en Wakanda, Irina. Al menos es un lugar seguro—miró a Steve y apretó los labios—. Tu amigo, el Soldado, se encuentra en otra habitación, siendo examinado. Pero el resto del equipo...debo decirte que se han entregado y están en una cárcel de máxima seguridad en el medio del océano.

          —¿Y Erika?¿Qué ocurrió con el cuerpo de Erika?

          Steve miró a Irina—El cuerpo de Erika desapareció luego de que nosotros saliéramos volando en el quinjet.

          Irina miró al suelo, recordando que su mejor amiga le había dicho que tenía una cuenta pendiente en el campo de batalla. Sin embargo, recordó el favor que Erika les había pedido a ambas. Capaz...Erika estaba a salvo. Pero nadie debe saberlo. Irina apretó los labios—Hubiese querido enterrar su cuerpo de una manera justa y heroica.

          —Lo sé—replicó Rogers de manera suave—. Pero nuestro problema ahora es rescatar al equipo que está encerrado en el medio del océano.

          —Y la boda para después, ¿verdad?—preguntó T'Challa.

          Irina se atragantó con su saliva y comenzó a toser descontroladamente, sintiendo que sus músculos se retraían y dolían mucho. No creía que el rey de Wakanda supiese que Steve y Morgan se habían comprometido. La rubia enfocó sus ojos verdes con los de T'Challa—¿Cómo sabes eso?

          —Steve me dijo que necesitaba un anillo y me sorprende que no te hayas dado cuenta de que lo tienes—respondió él e Irina se miró el dedo anular. Este tenía un anillo en forma de alianza de oro, era algo muy simple – pero ella lo encontró como algo muy hermoso. Miró las manos de Steve y se preocupó al no ver el suyo—. Tranquila. Steve tendrá el suyo cuando hagamos la ceremonia.

          Steve Rogers sonrió—Ese anillo se le ve muy bien, señorita Rogers—Irina iba a replicar algo pero Steve le besó antes de que ella hablara. Al separarse, Steve le soltó y se puso de pie—. Bien, tendré que prepararme para la misión.

          —¿Cuál misión?—preguntó Morgan—. No irás a buscarlos, ¿o sí?—al ver que Steve no respondía, Irina le miró con rostro molesto—. Yo también iré.

          —Moción denegada—exclamaron T'Challa y Steve al mismo tiempo.

          —¡Tengo el derecho de ir!

          El rey de Wakanda alzó las manos, intentando calmarla—Irina, si sales de Wakanda, estarás cometiendo un acto suicida. El secretario Ross está buscándote. A ti y a Steve. Aquí estarán a salvo, ambos. Steve podrá hacer esto solo, pero tú debes quedarte. No has sanado al cien por ciento y estarás en riesgo. Ambos son fugitivos ahora.

          —Estoy mejor que bien, T'Challa—replicó Irina poniéndose de pie lentamente.

          —¡Irina!—Steve la detuvo—. Aún debes sanar y aquí en Wakanda puedes hacerlo. Debo hacer esto solo.

          Irina apretó los labios, al ver que no tenía otra opción y asintió. Steve rodeó a Irina con sus brazos, abrazándola e Irina no podía estar más asustada. Diablos, sí que estaba asustada. El ver a Steve partir en un quinjet hacia el medio del océano fue algo que hizo contraer a su corazón, queriendo ir también para cuidarle la espalda. Sin embargo, primero debería pasar por un montón de soldados que en realidad resultaba ser un ejército de mujeres muy habilidosas y también debería sobrepasar al propio rey de Wakanda: T'Challa Udaku. Pero no lo haría.

          Irina miraba como la lluvia mojaba los edificios de la gran nación de Wakanda y no sintió la presencia de Bucky Barnes detrás de ella. Él se sentó silenciosamente, mirando lo mismo que ella veía.

          —Creo que ya han terminado contigo, ¿no?—preguntó Irina a Barnes, sin hacer contacto visual.

          —Sí, eso creo—respondió él enfocando sus orbes azules con el rostro de Irina—. ¿Dónde está Steve?

          —Ha ido a buscar al equipo—replicó ella y alzó su mano derecha, encontrándose con la alianza dorada en su dedo—. Nunca pensé que esto pasaría...

          —¿Qué?¿Que Steve te pidiera matrimonio?—añadió Barnes, sonriendo de lado—. Me sorprende de él, pero siempre supe que él quería esto. Esposa, hijos...—miró hacia el frente—. Tú eres la afortunada. Y, para ser sincero, él no te dejará ir.

          Morgan sonrió—Eso espero.

          Y sin embargo, ella nunca dejó de mirar el anillo que llevaba en su dedo.

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