xvi. siberia, dulce hogar
FRAGMENTOS,
capitulo dieciséis: siberia, dulce hogar!
IRINA Y TATIANA SE ESCABULLERON DEL CAMPO DE BATALLA RÁPIDAMENTE, CORRIERON HASTA LLEGAR AL QUINTO HANGAR DONDE SE ENCONTRABA EL QUINJET. Morgan no había parado de llorar y prefirió no hablar al respecto. A pesar de que la pelea aún no acababa, Irina sentía el dolor en su boca, como si intentase salir. Era tan fuerte e inevitable, que ya no pudiese ver los ojos azules de Erika Barton jamás, que todo había acabado – posiblemente – en su relación con Steve Rogers, que el conflicto era cada vez más violento. No podía. Ella no podía hacerlo.
Ella caminó hacia el quinjet, siendo acompañada por Tatiana Belkova y ambas subieron. Tatiana se sentó en el asiento del piloto y tocó un par de botones, encendiendo los motores del quinjet. Irina, a pesar de sus lagrimas, no sabía que estaba pasando a su alrededor. Y no lo sabría. Ella se recostó en la pared y miró atentamente a Belkova.
—¿Qué estás haciendo?—preguntó ella intentando de recomponerse.
—Steve y Bucky deben ir a Siberia, el psiquiatra que nos evaluó sabe dónde está la base de HYDRA—replicó Belkova y miró a Irina—. Él quiere despertar a la Élite de la Muerte—Irina se había olvidado completamente de aquello y abrió los ojos.
—¿Dónde están ellos ahora?—se apresuró a decir—. Debemos ayudarlos.
—Están cerca, Scott está haciendo una distracción para que ellos vengan—declaró Tatiana sonriendo y miró a Irina—. Tú irás con ellos.
Irina casi se atraganta con saliva—¿Q-Qué?¿Y qué pasará contigo?
Tatiana sonrió de lado—Aún tengo una cuenta pendiente, Morgan, en cuanto la termine...me entregaré como los demás.
—Tat, yo-
Belkova negó—Ya cállate. Debes enmendar las cosas con Steve, ambos tienen que solucionar sus problemas—Irina alzó una ceja—. No me mires con esa cara, sé que has visto en su mente el beso que tuvo con Sharon—Irina desvió la mirada pero Tatiana tomó su mentón para mirarla a los ojos—. Irina, Steve te ama de manera incondicional. Sé que hiciste lo que necesario para protegerlo, sé que ambos están dentro de una pelea que no tiene punto de retorno...pero ustedes dos merecen estar juntos, para siempre.
Irina sonrió con tristeza, escuchando esas mismas palabras que fueron dichas por Tony Stark hace un día. Belkova sonrió y le abrazó con fuerza, brindándole fuerza a su compañera de vida. Irina hundió su cabeza en su hombro, sintiéndose aliviada y feliz – al menos por una vez.
—Te quiero, ¿lo sabes?—murmuró Irina.
—Lo sé, hermana—respondió ella y se separó de ella—. Yo también te quiero. Y quiero verte feliz, después de todo lo que hemos pasado.
Morgan asintió y miró que los dos hombres aparecían por detrás de un desastre. Miró de vuelta a Tatiana y dijo—Ve y salva al mundo.
Tatiana asintió y salió corriendo por la compuerta. Irina miró al suelo, enterrándose en su propio agujero negro, sus pensamientos tan desordenados como una tormenta, ella intentó buscar una excusa. Una excusa para que vivir. Pero ya la había encontrado antes y cuando volvió a buscar tan adentro de su sistema, era la misma razón. ¿Y Steve que era? Steve Rogers la había cambiado de una y mil maneras, sacando lo mejor de ella. Pero...¿Steve que era para ella? A pesar de los conflictos, a pesar de que el caos ya se había desatado en la tierra, ella encontró una respuesta en sus recuerdos. ¿Steve que era para ella? Steve no era solo una excusa, si no que era algo por lo cual valía la pena morir.
Escuchó un par de pisadas y al levantar la mirada, se encontró con el capitán mirándole atentamente. Ella, por su parte, lo miraba de manera seria y decidió dar un par de pasos—La bitácora de vuelo está lista, capitán, ya podemos ir al destino—lo dijo de manera tan fría que Steve no habló al respecto. Irina se sentó en uno de los asientos y se puso el cinturón. Steve tocó un par de comandos más antes de levantar vuelo y salir disparado hacia el cielo.
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El quinjet se encontraba en completo silencio. Ninguno de los tres decidió hablar. Irina permaneció en el mismo lugar donde se sentó en un principio, su cabeza absorta en pensamientos. Bucky le miró de reojo, notando que sus mejillas estaban rojas porque estuvo llorando previamente. Supo por qué estaba así, Steve también lo sabía, pero ambos decidieron que era mejor no hablar al respecto. Bucky se preguntaba si realmente su compañera los había traicionado realmente, si siempre fue leal a lo que tuviese en su mente. No lo sabía. Le aterraba saberlo, en realidad. Pero sabía que la conexión que tenían Steve y ella era demasiado fuerte como para romperse. Ellos terminarían juntos de una manera u otra, aunque el mundo decida arder en llamas.
Steve, por un lado, pensaba lo sucedido en el aeropuerto. En como vio a Irina luego de perderla en el edificio de las Fuerzas Conjuntas alemanas. Al enterarse por Sharon que Irina había firmado los acuerdos...no sabía en quién confiar. Se había sentido...traicionado. No entendía como Irina Morgan, su amada, por sobre todo, había accedido a firmar los Acuerdos de Sokovia. No entendía por qué estaba del lado de Stark cuando en realidad debía estar a su lado. No sabía qué decir. Y, en el campo de batalla, fue lo más difícil pelear contra ella. Fue lo más difícil herirla con tan solo unas palabras – las cuales lo hicieron arrepentirse de manera instantánea – y lo que más lo hirió, fue verla en ese estado: perder a Erika Barton en sus propias manos y engulléndose en el profundo dolor. Él no sabría lo que sería de ella si él hubiese estado en el lugar de Erika. Ni lo pensó.
Finalmente, Bucky Barnes decidió romper el silencio—¿Qué va a pasar con tus amigos?
Steve miró hacia abajo antes de suspirar—Sea lo que sea...lidiaré con eso—miró a Morgan de reojo—. Irina y yo lidiaremos con eso.
—Cierra la boca—murmuró Irina quitándose el cinturón.
—No sé si valgo todo esto, Steve—replicó Barnes.
—Lo que hiciste todos estos años...no eras tú—Steve miró a Bucky—. No tuviste opción. Irina tampoco tuvo opción.
—Lo sé—respondió Morgan y esbozó una sonrisa amarga para mirar a Steve—. Pero lo hice, después de todo.
Steve miró hacia arriba, buscando el botón del piloto automático, encontrándolo en cuestión de segundos para presionarlo y quitarse el cinturón. Se levantó de su asiento y su mirada se dirigió a Irina, con el coraje suficiente para enfrentar lo que se le venía encima. Steve, a pesar de todo lo que ocurrió, seguía amando a Irina como nunca y nada, absolutamente nada, lo detendría.
—¿Por qué estás aquí exactamente, Irina?—preguntó él.
Irina no borró su sonrisa—Eso es lo que me estoy preguntando ahora mismo. ¿Y quieres saber la respuesta? Estoy aquí por ti—respondió y no pensó que eso agarraría a Rogers con la guardia baja, sin embargo, procedió—. Por encima de todo, aunque el mundo esté en una catástrofe, estoy aquí por ti. Inclusive si me consideras el enemigo en este momento, inclusive si me consideras la persona que más odias en este mundo. Estoy aquí por ti.
—¿Por qué lo hiciste?—la voz de Steve...¿tembló? Eso era algo que hasta él se sorprendió—. ¿Por qué decidiste traicionarme de esa manera? Pensé...pensé que estarías conmigo. Que estaríamos juntos.
—Tú lo llamas traición, pero yo lo llamo protección—respondió Irina, sintiendo que su voz se quebraba cada vez más, casi rompiéndose en pequeños cristales de angustia—. Lo hice para protegerte. Thaddeus Ross iba a ejecutarme frente a ti y luego te matarían a ti. No tuve opción, ¿de acuerdo? No quería perderte...y esa era la única opción que tenía.
—Y aún así lo hiciste—la voz de Steve se quebró—. Sin saber lo que podía pasarte a ti o a mí. Decidiste elegir su lado.
—¡Steve, ya deja de decir tonterías!—Morgan sollozó, intentando de mantener la poca compostura que le quedaba, con cada palabra que decía se acercaba más al capitán—. ¡Yo no quería esto!¡Yo hice esto por ti!¡Yo hice esto por amor!—golpeó su pecho con furia, soltando lágrimas de frustración por sus mejillas—. ¡Yo no quería perder a Erika!¡Yo no quería perderte a ti!¡No quería renunciar a ti! No quería...
Morgan, al ver que no salían más palabras de su boca, supo que todo ya estaba perdido en aquel agujero negro. Ella cayó de rodillas, tapándose la cara con ambas manos, comenzando a sollozar de manera silenciosa.
—No quería perder algo por lo que vale la pena morir—dijo entre sollozos.
Steve Rogers dejó que una lágrima rodara por su mejilla de manera silenciosa. Supo que ambos tenían la misma misión: morir por el otro, sin importar qué. Steve se encontraba dolido por las acciones de Irina, pero supo que ella, de alguna manera, estaba diciendo la verdad. Después de todo, él aún la amaba con toda su alma. Y, diablos, él aún seguía enamorado luego de aquel beso en el Triskelion. Pero verla así...lo rompía por dentro y más si era por su culpa. Él amaba a Irina Morgan, ¿y qué era Irina para él? Irina era algo por lo cual valía la pena morir también.
Él se arrodilló junto a ella, quitando las manos de Irina de su hermoso rostro, Irina levantó la mirada y Steve tomó su mejilla – mirándole con la misma adoración de antes. Irina estaba más que confundida, ni sus poderes podrían determinar qué era lo que Steve estaba pensando en ese momento. Rogers se inclinó para besar los labios de Irina con fuerza, dejándole en claro a la rubia de que aún la amaba. Irina respondió con la misma intensidad y abrazó a Steve con fuerza, sintiéndose aliviada y feliz al saber que nada había cambiado entre ellos. Ambos se separaron y juntaron sus frentes, entrelazaron sus dedos e Irina miró a Steve.
—Sabes que te amo, ¿verdad?
Steve sonrió—Por supuesto que lo sé. Con amor y con locura. Yo también te amo, livvy—y le abrazó, acariciando su cabello corto. Después de un largo silencio, él susurró contra sus cabellos rubios—. Yo tampoco quería perder algo por lo que vale la pena morir.
Media hora después, Steve junto con Irina y Bucky observaron la entrada de la base que HYDRA tenía antes de caer. Rogers aterrizó el quinjet con sumo cuidado mientras que Irina caminaba hacia un deposito de armas con el nombre de "Romanoff". Ella quitó el seguro y corrió hacia adelante un panel donde se encontraban varias armas. Ella tomó una y le tendió una a Bucky.
Steve abrió la compuerta y Bucky se puso a su lado mientras que Irina observaba si tenía balas en el cartucho. Rogers miró a Bucky para luego decir—¿Recuerdas cuando volvimos de Rockaway Beach en un camión frigorífico?
—¿Fue cuando usamos el dinero del tren en hot dogs?
—Gastaste tres dólares para ganar ese oso de peluche para la pelirroja—declaró Steve sonriendo.
—¿Cómo era que se llamaba?
—Dolores. Tú le decías Dot.
Bucky miró a Steve—Ella debe tener como cien años ahora.
—Aquí estamos, amigo—replicó Steve posando una mano en su hombro.
Bucky sonrió y comenzó a caminar hacia fuera del quinjet, Irina se acercó a Steve y él le sonrió con ternura. Morgan se había olvidado completamente de decirle lo que había ocurrido entre T'Challa Udaku y ella, pero estaba preparada.
—Antes de que entremos allí...debo confesarte algo—murmuró Irina y Steve frunció el ceño—. T'Challa me besó en Berlín—Steve se quedó con la boca abierta, sin saber que decir. Primero que nada, estaba molesto, y segundo, su lado posesivo comenzaba a cobrar vida—. Sé que es complicado pero puedo explicarl-
Steve no perdió tiempo en pasar un brazo por la cintura de Morgan y atraerla a su cuerpo, besándole de manera intensa y posesiva. Morgan no se quejó ante eso, pero no pensaba que la reacción de Steve sería de esa forma – posesiva. Al separarse sus ojos azules miraron fijamente a Irina.
—No volverás a recordar su nombre para cuando termine contigo—dijo él, Irina tomando en cuenta de que estaba celoso.
Morgan sonrió—Primero debemos terminar esto, luego puedes hacerme lo que tú quieras.
—¿Lo que yo quiera?—preguntó él alzando una ceja—. Bien. Cuando todo esto termine, tú te convertirás en mi esposa—Irina abrió sus ojos como platos—. Si es que aceptas, claro.
Irina no tenía palabras para expresar como se sentía. Después de todo, saber que Steve quería estar con ella por siempre era lo mejor. La rubia asintió rápidamente, para besar a Steve de manera dulce y lenta. Ambos se separaron y juntaron sus frentes.
—Por supuesto que acepto.
—No tengo un anillo aquí conmigo pero...
—Eso no me importa ahora, me importas tú—dijo ella y miró hacia afuera—. Hogar, horrible hogar...aquí vamos—y los dos salieron por la compuerta.
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