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           Hubieron momentos durante la ceremonia en la que Bruce sentía que desaparecía, que no estaba presente y de no ser por Beth sosteniendo su mano y mirándole de vez en vez, todo sería mucho peor. Los recuerdos de cuando estuvo en el lugar del niño pelinegro a unos metros suyos le mareaban. Suspiró aliviado cuando concluyó.




No obstante permanecieron en su lugar, algo alejado del grupo al no sentirse completamente bienvenidos, no conocían a nadie —Bruce sólo había hablado con algunos de ellos, pero no sabían que era él— y les parecía mejor así para no interrumpir. Ante esto, el hombre que acompañaba a Dick Grayson a todas partes al ser el más cercano a su familia, decidió que era prudente presentarse ante la pareja y agradecer el apoyo dado. Bruce fue el primero en darse cuenta que el par venía en su dirección.




—Usted debe ser el señor Wayne—dijo una vez enfrente suyo. Él asintió.




—Y ella es mi pareja. La señorita Walker—miró a la mencionada quien saludó agitando la mano.




—Un gusto. Mi nombre es Dante, hablé con su representante y quiero decirle que fue muy amable de su parte todo esto. No sabría como agradecerle no sólo de mi parte si no de todo el circo. John y Mary eran parte muy importante de la familia, así como lo es Dick.





El mencionado levantó la cabeza tímidamente hacia la pareja. Sus grandes ojos azules tenían esa misma tristeza que los de Bruce, cosa que le hizo a Beth sentir el impulso de abrazarlo y protegerlo de todo. Pensó en su novio, a esa corta edad en el mismo cementerio junto a Alfred. Un pequeño Bruce con el mundo derrumbándose encima suyo.




—Muchas gracias por el apoyo, señor Wayne—habló con su tierna voz infantil.




Él asintió sin tener ganas de hablar, cosa que ella notó y trató de hacerle saber que estaba bien acariciando su brazo. Le devolvió la mirada apenas curveando la comisura de sus labios.




—¿Porqué tiene esa cicatriz?—preguntó Dick con curiosidad.



—Dick—le reprendió el hombre que le acompañaba.



—No, está bien—sonrió llevándose la mano a esa línea rojiza que marcaba su cuello. No le daba vergüenza mostrarla si no lo contrario, era una memoria. Bajó la mirada hacia el niño—un tipo me atacó, pero Batman me salvó.



—¿El Batman?—abrió los ojos sorprendido y fascinado.




Había escuchado historias acerca del vigilante nocturno y la noche anterior tuvo la suerte de verle, aunque hubiese deseado que fuera en otra ocasión menos desafortunada.



—Sip. Ese mismo.




—En realidad, ella primero salvó a Batman—comentó Bruce entrando a la conversación.




—¿Usted también estaba allí?




—Algo así—intentó sonreírle por un segundo.




—Bueno—miraron a Dante—supongo que son personas muy ocupadas y tienen cosas más importantes que hacer, así que gracias una vez más. Hasta luego.




Bruce y Beth se despidieron con la mano ante la repentina acción. Ninguno de los dos quería dejar de hablar con el niño, incluso la castaña estaba lista para contarle todas las anécdotas de Batman en los últimos meses con lujo de detalles. Pero en vez de eso le vieron alejarse hacia el grupo de artistas que charlaban en la otra esquina. Algo decepcionados se dieron la vuelta en dirección al auto para finalmente volver a casa, pero un par de ojos azules bajo un flequillo oscuro no les perdía de vista.




Por la tarde, el programa de fantasmas favorito de Beth era lo que proyectaba la televisión de la sala. Era uno de los pocos momentos del día en el que Bruce lograba relajarse y despejar su mente de todo, allí recostado en el sofá; Beth acostada a lo largo del mueble con parte de él encima suyo, con la cabeza descansando en su pecho. Era curioso como es que ninguno de los dos había recibido suficiente contacto físico a lo largo de su infancia, pero ahora parecía que nunca se separaban del otro.




—Debo darles crédito por lo bien que actúan—dijo él, luego de que los dos investigadores principales gritaran al escuchar un ruido en el edificio abandonado—pero ni así me convencen de que eso es real.




—¿De qué hablas? Claro que los fantasmas son reales. Probablemente no todos los de este programa en específico, pero de que hay algo allí afuera, lo hay.




—¿Alguna vez te has topado con uno?—preguntó divertido.




—No tal cual...pero tampoco hemos visto un dinosaurio frente a frente.




—Touché—sonrió. Entonces Bruce tomó su mano, la cual descansaba en su pecho, para entrelazarla con la suya. Podía apreciar la diferencia de tamaño entre ambas y el esmalte negro brilloso en sus uñas—gracias por no dejarme solo hoy.




—No tienes que agradecerlo—mantenía la mirada en el televisor pero su atención en lo que Bruce decía—nunca lo haría. Y ese niño parecía ser muy dulce, es una lástima que no lo dejaran permanecer en el circo.




—¿No lo harán?




—Jim y yo hablamos un poco antes de que llegaras y me contó que el gobierno de Gótica se hará cargo de él. Es injusto, si me lo preguntas.





Injusto. Esa fue la palabra clave que hizo a Bruce caer por un tobogán de pensamientos. Él había tenido la suerte —si es que podía llamársele así— de que Alfred permaneciera a su lado y aunque las cosas pudieron haber sido mejores, el inglés lo intentó con todo su ser. Sabía mejor que nadie lo que era perder a ambos padres de esa manera y podía...no, era una decisión que no debía tomarse a la ligera.




—Lo es, sobretodo porque hace poco entendí lo importante que es tener a alguien luego de pasar por eso...—Beth frunció un poco el ceño tratando de entender el punto de Bruce con la mención de ese punto—¿recuerdas lo que te dije cuando me preguntaste el porqué decidí ser Batman?




—Si, por supuesto...—él se levantó de su posición para sentarse, haciendo que ella imitara su gesto para poder hablar frente a frente, dándole seriedad al asunto. Sus recuerdos con Bruce eran los únicos que permanecían en su memoria con más nitidez. "Me convertí en la persona que necesité en aquellos momentos", le dijo frente al paisaje que era Gótica desde lo alto—¿acaso estás pensando en lo que yo creo que piensas?




—¿Sería una mala idea?—preguntó encontrándose con sus ojos cafés.




—Entiendo que me lo preguntes porque también soy tu mejor amiga pero creo que Alfie te sería más útil al decidir si quieres...—entonces cayó en cuenta de a lo que se refería al hablarlo con ella, así que procedió a murmurar su descubrimiento—adoptar un niño conmigo.




Asintió sonriendo por un momento.




—Sé que es una gran responsabilidad pero creo que juntos podemos darle una mejor vida que la que pudiera llegar a tener si permanece en el orfanato...¿qué dices?

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