25

—☁️—



Las iglesias nunca fueron del agrado de Beth, quizá era por su educación católica durante la primera y secundaria o quizá por la combinación de música con el arte gótico del edificio. No lo sabía, pero eso no era impedimento para caminar a paso lento tomando la mano de Bruce al dichoso funeral del alcalde donde todo tipo de personas habían acudido. Juraba haber visto a una de las ex novias de Marcos cerca del coro.



—Bruce Wayne—le llamó una voz femenina acercándose por su lado libre—¿porqué no me ha llamado?



—¿Disculpe?—ambos se detuvieron.



—Soy Bella Reál—se presentó dándole la mano, después a la chica—y supongo que usted debe ser su pareja...



Ella asintió con una pequeña sonrisa, contrario a Bruce. Desde hace unos meses atrás, que el príncipe de Gótica tuviera a su princesa era un rumor que pasaba de boca en boca.



—Si, Beth Walker—añadió a su amable gesto.



—No quisiera molestarlos aquí pero su personal siempre dice que no está disponible. ¿Podría hablar con usted?—miró a Beth dando a entender que era un asunto a solas.



Sin embargo, la mirada seria del hombre y que no soltase su mano respondía a aquella petición: Beth se quedaba. Esto no era mucho problema para Bella así que comenzaron a caminar hacia las sillas destinadas para los invitados especiales.



—¿Sabe? Podría hacer más por la ciudad. Su familia tiene un historial de altruismo pero hasta donde sé, usted no hace nada...quiero que eso cambie.



Beth negó suspirando ante ese comentario. Claro que le molestaba que la gente pensara que Bruce sólo era un niño rico más que gastaba la fortuna familiar egoístamente, pero no podía decir nada respecto a su dedicación hacia Gótica.



Finalmente se detuvieron casi al final del pasillo central formado a base de las sillas de madera. No era porque iban a tomar asiento, si no porque la atención de Bruce se dirigió al niño sentado hasta delante, cerca de la foto de su padre fallecido.



—Dios mío...voy a dar el pésame. ¿Me espera aquí? Quiero continuar con esto—dijo Bella antes de separarse de ellos.



Podía ver esa nostalgia en sus ojos cuando el niño giró la cabeza, más no sabía qué hacer al respecto. Había hablado con Alfred al respecto y era obvio que parte de su terquedad con el caso era por el pequeño en quien se reflejaba aunque no dijera nada al respecto. Beth, sin soltarle, llevó su otra mano al brazo de Bruce acariciándole. Eso pareció sacarlo del trance pues le miró e incluso trató de curvear los labios un poco.



No obstante, el momento fue interrumpido por la voz de Jim Gordon a un par de metros de distancia donde la cabeza del GCPD se encontraba. Ella bajó la cabeza para no ser tan obvia al escuchar la conversación ajena, ¿él? no lo fue tanto y les miró directamente.



—Colson desapareció—habló Jim—nadie lo ha visto desde anoche.



—No es cierto, otra vez no...



—¡Hola!—exclamó alegremente uno de los oficiales, Beth le miró reconociéndolo de las grabaciones de noches anteriores—¡señor Wayne!



Sonrió divertida ante su intento de saludo, no le agradaba nada Batman ¿pero Bruce? Parecía que tenía competencia. El mencionado se giró un poco ignorándolo, cómo era de esperarse. La conversación entre ambos hombres sobre la desaparición siguió, al parecer había un grupo de la policía buscándolo ya que ni siquiera su esposa tenía idea de lo que sucedía.



Un estruendo que se volvía cada vez más cercano llamó la atención de casi todos en el lugar, gritos desde el exterior también podían apreciarse. La gente poco a poco se levantaba de sus asientos para curiosear. Bruce lo sabía, Beth lo sabía.



—Beth, quiero que permanezcas detrás de mí—dijo con la mirada en las amplias puertas.



Asintió obedeciéndole. Bruce giró la cabeza para observar al hijo del alcalde y su expresión de miedo. Fue cuando su novia tocó su hombro para que viese a donde ella; una silueta les observaba fijamente desde la altura. Estaba a contra luz y no podían apreciar sus rasgos faciales pero era él.



Una camioneta a alta velocidad entró al lugar arrasando con todo en su camino, pero eso no era lo que puso a ambos en alerta si no que iba en dirección al niño.



Sin perder tiempo Bruce corrió hacia él para apartarlo del peligro, cayendo al suelo consigo. El fuerte ruido del choque hizo a Beth volver en sí, para ir hacia ellos y ayudarles a levantar. Ahora la misteriosa silueta había desaparecido. Primero tomó al pequeño a quien su madre arrebató de los brazos de la castaña, después a Bruce.



—¿Estás bien?—preguntó llevando una de sus manos al cansado rostro de su novio.



Él asintió mirándole por unos segundos. Un buen porcentaje de gente a su alrededor corría despavorida a la salida, otros permanecían por mera curiosidad.



La puerta se abrió ante la insistencia de Gordon y su equipo que ya rodeaban la camioneta decorada por símbolos. El mismísimo Colson fue quien bajó con las manos en alto, aunque no precisamente vacías; sangre caía desde su cabeza, cinta tapaba su boca y un celular que sonaba estaba adherido a su mano.



Nada de eso causó un efecto en Beth, ni siquiera el dispositivo que tenía en el cuello. No, fue la carta pegada en su pecho con esa dedicatoria la que le hizo sentir una fría corriente eléctrica por todo su cuerpo.



—Salgamos de aquí—susurró él.



Les fue fácil escabullirse entre el caos, así como llegar al auto aparcado en la calle de al lado. Bruce abrió el maletero de su Corvette sacando la mochila donde guardaba el traje que usaba por las noches.



—Ve a un lugar seguro—lo cerró y le entregó las llaves.



—No mueras por favor—rogó mirándole a los ojos.



Negó encorvándose un poco para darle un corto beso en los labios antes de desaparecer con prisa entre el caos. Beth suspiró ¿qué otra cosa podía hacer?

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