24
—☁️—
—Es muy bonita.
La voz de Beth le hizo girar al instante, ella había aparecido detrás suyo cuando reproducía el material de la noche anterior. Estaba cruzada de brazos y usaba un vestido negro con detalles de encaje junto a su cabello oscuro arreglado en una coleta, no pudo evitar mirarle de arriba a abajo.
—¿No es una de las chicas del Iceberg Lounge? Creo que Iris trató de coquetear con ella—continuó.
Trataba de no pensar mucho ni de sacar conclusiones apresuradas, en vez de eso se acercó un poco más a él quien usaba un elegante traje negro. Aunque el ambiente era un poco incómodo por la tarde anterior, lo único que quería hacer era besarle porque cuando le miraba de esa manera...
—Si, me está ayudando a investigar dentro del lugar.
—Cool—dijo deteniéndose a su izquierda.
—¿Te molesta? Porque puedo...
—No, no. Es tu trabajo—le sonrió ligeramente—es sólo por cosas del trabajo ¿no?
Asintió girándose para verle de frente ahora dejando sin atención las pantallas.
—Creí que no vendrías luego de la discusión de ayer.
—Bueno, quizá exageré un poco. Esto del Acertijo obsesionado contigo me tiene...—se encogió de hombros bajando la mirada por un momento—sé lo mal que la pasas en este tipo de cosas, la gente mirándote y murmurando. No te dejaría solo por nada del mundo.
Bruce no sabía cómo responder, eso sólo le hacía tener aún más miedo de perderla. Moría por decirle lo hermosa que se veía en ese vestido, por decirle lo tonto que fue la tarde anterior y que su intención nunca fue herirla. Pero nada salió de su boca al tenerle enfrente con esos bonitos y brillantes ojos sobre los suyos.
—Oh, wow...—ambos miraron a Alfred quien recién se unía—¿debería tomar esto como una buena señal?
—¿Qué cosa?—preguntó Bruce nervioso, esperaba que no notara la pequeña distancia entre ambos.
—Sus atuendos. ¿Será que por fin saldrán como una pareja normal?—Beth sonrió divertida ante el comentario de Alfred.
—En realidad es por el funeral público del alcalde. A los asesinos les gusta ver la reacción a sus crímenes. El Acertijo tal vez no se resista.
—¡Oh! Eso me recuerda—extendió la hoja hacia el par—me tomé la libertad de continuar descifrando el mensaje. Me temo que no es perfecto pero, creo que dice "tú eres el rata alada".
Bruce tomó el papel para observar las notas de Alfred mientras Beth se asomaba por su hombro para asegurarse de lo que decía.
—Está mal escrita—él le miró curioso—en español sería "la", no "el".
—Entonces puede que sea a propósito—murmuró—rata alada...¿rata con alas?
—Así les dicen a las palomas. ¿Le ve algún otro significado?
—Si, es un soplón—respondió entregándole el papel a Beth quien curioseaba los símbolos. Estaba segura de que los había visto antes—creo que es hora de irnos.
—No, no lo creo—interrumpió de nuevo el hombre inglés—sus mancuernillas.
—No las encontré—Alfred comenzó a quitarse las suyas—no quiero tus mancuernillas.
—Debe guardar las apariencias—ella dejaba el mensaje sobre la mesa para observar a los dos—después de todo, es un Wayne.
A Bruce no le gustaba encajar en el típico estereotipo de heredero rico que todos creían que era, le cansaba tener que seguir esas reglas y Beth lo sabía. Era la única persona que nunca le exigió nada, que nunca juzgó su manera de ser. Sonrió por la ironía, el par de adornos tenían una "W" en ellos.
—¿Y qué hay de ti? ¿Eres un Wayne?
—Su padre me las dio—su postura cambió al escuchar aquello, la nostalgia le invadió.
Mismo sentimiento que permanecía cuando manejaba a través de la ciudad con su novia en el asiento del pasajero. El cielo era gris y le daba un toque específico a los edificios del centro, uno que Beth no se cansaba de admirar por la ventanilla.
—¿Está todo bien entre nosotros?—habló rompiendo el silencio.
—Sólo fue una pequeña discusión, amor mío—le miró girando la cabeza—conozco a personas que se han quedado juntos por mucho más...
—No debí tratarte de esa manera—admitió con ambas manos en el volante—perderte es lo último que necesito en este momento...en la vida, si te soy honesto.
Ella sonrió sintiendo esa calidez en su pecho.
—Si, ninguno de los dos necesita eso.
Le miró por un momento antes de quitar una mano del volante para ponerla sobre su pierna, la chica aprovechó esto para entrelazar sus dedos y observar sus nudillos lastimados que pese a usar vendas y guantes quedaban marcas rojizas en ellos.
El ruido exterior llamó su atención conforme más se acercaban a la principal iglesia de Gótica. Bruce disminuyó la velocidad entrando al área transitada donde la policía montada también estaba presente.
—¡No más mentiras!—gritaban a coro sosteniendo letreros con el enigmático signo de interrogación.
—O eso—dijo acercándose un poco al asiento de él sin darse cuenta—Dios, me dan escalofríos. Ese tipo si que supo cómo llegar a la gente.
—El hambre de justicia nos hace actuar de manera muy diferente a todos, bonita—respondió casi en un murmuro.
"El día del juicio ha llegado" leyó en un cartón. Definitivamente miedo era lo que sentía. Sin darse cuenta el auto se detuvo casi en la entrada donde la prensa esperaba ansiosa verles. Bruce fue quien bajó primero para abrirle la puerta a Beth.
Los flashes de las cámaras hicieron que él entrecerrara los ojos con disgusto, su nombre era gritado una y otra vez; la castaña sostenía su mano sin intención de soltarla. Tras pagarle a un chico y recibir el boleto del auto emprendieron su camino a las escaleras...pero entonces la atención de Bruce fue robada.
Carmine Falcone había llegado y estaba rodeado de sus matones, así como de una mujer que recién bajaba del lujoso auto. Poco a poco se abrieron paso entre la gente hasta acercarse al grupo, quizá siendo demasiado ya que el tan dichoso Pingüino detuvo a su novio bruscamente, dándole una sonrisa extraña en el acto. Su reacción fue fruncir el ceño mientras que la de Bruce fue mantenerla detrás de su hombro.
—Mantén tu distancia, galán—exclamó Oswald.
Esas palabras hicieron a los demás mirarles.
—Oigan, cuidado muchachos. Es el príncipe de la ciudad...y su princesa—Carmine se acercó un poco al par, Beth pudo sentir a Bruce tensarse—vaya evento ¿no? Hizo salir al hombre más recluido de Gótica, incluso más que yo.
—Creí que no salía de Shoreline—contestó—¿no teme que alguien le ataque?
—¿Porqué? ¿Porque tu padre no está aquí?—miró a uno de sus acompañantes—Oz, ¿conoces a Bruce Wayne? Y a quien supongo es...
—Mi pareja.
—Oh...—observó de arriba a abajo a Beth antes de continuar dirigiéndose a ella—¿sabías que su padre me salvó la vida? Me dispararon en el pecho. Aquí—señaló el lugar—no podía ir al hospital y aparecí en su puerta. Me operó en la mesa del comedor. Tu novio, él lo vio todo, parado arriba en la escalera. Nunca olvidaré su rostro...—ahora pasó su atención a Bruce, Beth finalmente pudo respirar tranquila sin su mirar encima—¿no crees que significa mucho lo que hizo?
—Hizo el juramento de Hipócrates.
—¿De Hipócrates?—sonrió, causando en Beth ese raro sentimiento de incomodidad—que curioso...
Bruce la miró, no hizo falta decirle nada para poder alejarse tras susurrar un "con permiso". La risa burlesca de Falcone fue lo último que escucharon antes de entrar, siendo reemplazada por la música de la iglesia. Era un alivio pese a que ella odiaba todo lo relacionado a la religión, había escuchado historias acerca de Falcone y lo aterrador que era, esa vez pudo confirmarlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top