12
—🌥—
La esperanza de ver a Bruce en su pórtico se iba esfumando poco a poco. La emoción de ser correspondida fue reemplazada por una especie de arrepentimiento, uno al haber abierto su corazón.
Había pasado casi una semana desde que le dejó la carta con Alfred y comenzaba a creer que eligió la opción de quemarla. ¿Lo peor? Es que se lo imaginó y no se veía mal haciéndolo. Pero si ese era el caso no había mucho qué hacer.
Se despidió de Agatha para luego salir del local sujetando los cordones su mochila. Entrecerró un poco los ojos al recibir la luz del sol que aunque apenas salía, fue un cambio brusco de iluminación. Parpadeó repetidamente para acostumbrarse y entonces allí estaba.
Sobre la acera apareció Bruce bajando de su motocicleta y dejando el casco colgado del manubrio. Ella se quedó inmóvil al verle caminar en su dirección.
—Hola.
—Hola—le respondió cruzándose de brazos, nerviosa.
—Recibí tu carta—hizo una pausa antes de seguir—¿sientes todo eso de verdad?
Asintió bajando la mirada. Sentía su corazón latir a mil por hora, era como si en cualquier momento saldría de su pecho y huiría.
—Lo entiendo. Lo hago porque me siento de la misma manera—sus ojos cafés se detuvieron en los suyos al escuchar esa última oración.
—Pero...—murmuró.
—No creo poder encontrar el equilibrio entre tú y...mi trabajo.
Ni siquiera podía describir la sensación que tenía, pero tristeza no era. ¿Decepción? Tampoco. Era más una especie de nudo en la garganta que le pedía a gritos decir algo en vez de tragarse las palabras y verle irse. Como siempre hacía.
—Bruce, tú dijiste que había algo entre nosotros que no podía pasar desapercibido. Que podíamos aprender juntos—dijo con la voz algo temblorosa al inicio—dime, no puedes ¿o no quieres?
Bruce le miraba sin expresión alguna. Ella comenzó a dudar de si había hablado o sólo fue producto de su imaginación. Sentía los nervios quemándole, comiéndole viva e incluso náuseas junto a una respiración algo agitada.
—Es un riesgo que estés conmigo—finalmente respondió, bajando la mirada.
¿De verdad era esa su excusa? Era increíble para Beth. Si ya había hablado anteriormente, estaba segura de que podría hacerlo otra vez.
—Uno que desde el principio he estado decidida a tomar. Como el sonreírle a un desconocido—levantó de nuevo la cabeza lentamente—o el curar a un extraño en la cocina de la cafetería a la mitad de la noche. Subir a una motocicleta con alguien que sólo he visto dos veces antes. Escribir mis sentimientos y entregarlos...responder justo ahora aunque esté muriendo de nervios.
Sus ojos se cristalizaron pero no por estar triste si no por que decía lo que en verdad sentía, hablaba directo del corazón. Algo que nunca había hecho antes y que probablemente se arrepentirá al llegar a casa. Él frunció un poco el ceño analizando sus expresiones, sin tener claro lo que sucedía dentro suyo.
—Pero Beth, ¿y si termino lastimándote? Es lo último que necesitas—avanzó un paso más hacia ella—que ambos necesitamos.
La mencionada dirigió su vista por unos segundos a su pecho cubierto por la chaqueta de aviador café, subiendo a su cuello donde pudo ver la sudadera gris y finalmente regresó a su rostro.
—¿Y si termina siendo algo que nos libere?—el volumen de su voz bajó—¿que reescribirá las cosas?
Un silencio apareció. Uno que no fue tan abrumador por el contacto visual que mantenían, Beth nunca había permanecido mirando a alguien de esa manera antes. Su pecho subía y bajaba notoriamente gracias a las emociones del momento. Le parecía una eternidad lo que Bruce tardaba en darle respuesta pero aún así no le presionó.
No le presionó pues sabía que era difícil tomar un riesgo, uno que no se comparaba con salir cada noche a atrapar criminales. Allí sabía con más exactitud lo que podría pasar, las posibilidades que tenía y alternativas a tomar; lo que pasaba con Beth era un futuro incierto al cual se resistía pero sabía que quería.
—¿Te llevo a casa?
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Beth. No lo dijo directamente pero de cierta forma era una metáfora a lo que había mencionado antes de los riesgos, Bruce sabía que ella lo sabría. Asintió, dándole paso a que ambos se dirigieran a su motocicleta negra.
Para sorpresa de Beth, le ofreció su casco con una sonrisa de lado.
—Si venías a terminar todo, ¿porqué lo trajiste?—preguntó tomándolo de sus manos.
No recibió respuesta más lo vio en su rostro antes de que lo cubriera.
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