Capítulo 3
Para su mala suerte a Yang Jeongin lo esperaba fuera del instituto el mismo chófer que lo había traído. Serim comprendió entonces que ese hombre se quedaba allí todo el día, quería saber porqué perder el tiempo tantas horas pero sabía que si preguntaba algo así se vería sospechoso.
Así que solo subió al auto y se dejó trasportar sin sentir desgana porque al final ahora tenía un nuevo objetivo además de averiguar que mierda había pasado en su intento de suicidio.
Ahora tenía la misión de poner a Hwang Hyunjin de su lado.
Fácil, ¡yei!. (Se estaba cagando en sus pantalones).
Era inevitable, la apariencia de Hwang Hyunjin era intimidante, además de enigmático y digno de apreciar. Se sentía un pecado hablar con él sin pedir permiso primero, se debía a su aura de oscuridad y superioridad que pareciera imposible tratar con él. Aunque Serim ya había tenido más de un encuentro con el mayor, temía por su vida ahora que se presentaba como Yang Jeongin.
Ya no sabía si alegrarle o no que la relación de Hwang y Yang no era la mejor de todas en la actualidad. Ahora temía por su vida.
Y también, le daba una ligera tristeza y susto que Hyunjin lo vuelva a mirar de la forma en que lo había hecho momento atrás. Se le erizaba la piel y le daban escalofríos con solo recordarlo.
Por eso debía idear el mejor plan para convencerlo de que él era Jung Serim. Misión imposible pero lo iba a intentar.
Serim llegó nuevamente al hogar de la familia Yang. Rendido al volver a encontrarse con el mismo panorama ingresó a la casa temeroso. Más en ningún extremo halló rastro de Yang Dongsik o la extraña mujer que parecía guardar rencor a su receptor.
Solo se encontró con la misma mujer que pertenecía al personal y había visto horas antes.
No supo como actuar, temía cualquier movimiento ahora, incluso la mujer lo observaba cautelosa, como si lo estuviera detallando en busca del verdadero Yang Jeongin. Era increíble como con unas simples acciones podías captar la gran diferencia del monstruo del día anterior y él, el patético y temeroso Jung Serim.
—Su padre está al tanto de lo ocurrido en su instituto. Quiere verlo a la hora de la cena, le hace saber que si se atreve a huir desde ya tenemos autorización de hacerle las maletas para mandarlo a un internado —diablos, ¿que clase de relación de padre e hijo era esa?.
Ya tenía claro que incluso en su hogar Yang Jeongin no era ningún santo. Aunque se preguntaba hasta que punto era de transparente con las personas que lo rodeaban.
Solo dio un ligero asentimiento. Quiso arrancarse los pelos cuando la mujer levantó las cejas descolocada. Joder Yang Jeongin, si que eras un maldito rebelde y grano en el culo con todos. Pensó y sacudió la cabeza para ir de una vez en zancadas hasta la habitación perteneciente al diablo que portaba.
Al ingresar todo estaba ordenado de forma pulcra. La cama ya estaba hecha y al entrar al armario las prendas que había arrojado ya estaban devueltas en su lugar dejando el pasillo totalmente despejado. Se quedó paralizado en su sitio por eternos segundos.
Finalmente se puso a procesar lo que estaba ocurriendo en aquella realidad indiscutible.
No murió. Pero además de no morir fue concedido la oportunidad de portar el cuerpo del alumno con más poder de toda la ciudad, del hombre que le destruyó la vida y que tantas heridas le había producido con ese mismo cuerpo.
Jung Serim estaba vivo y Yang Jeongin muerto.
Pero Nam Keeho no, ni todo el círculo social de ese dúo de amigos que él conocía tan bien.
Su corazón bombeó, con fiereza, volviéndose loco con un pensamiento en clavó en su punto exacto. Con una idea que se incrustó en su mente como una filosa daga, y tembló de la anticipación, su respiración se volvió errática y lo único que tuvo para pensar era que:
Si Dios le concedió esa oportunidad, le habrá pasado el cargo al Diablo. Porque lo que menos hará ahora es vivir la vida de un Santo.
¿Por qué lo haría ahora que tenía el poder?.
No iba a ser posible, no sería el mismo estúpido niño gordo temeroso y asustadizo que lloriqueaba con cada suceso lamentable en su vida, no con todas las piezas en la alcance de su mano.
No cuando Nam Keeho seguía respirando correctamente luego de haberlo hecho rodar por las escaleras.
De haberlo ahogado con comida hasta que lo dejó escapar hasta por la nariz.
No luego de haberlo hecho comer excremento de toda clase.
De haberlo orinado encima.
De haberle escupido.
De haberle quemado la piel.
De haberle quebrado los huesos y obligarlo a recibir atención en el hospital para volver a repetir las mismas torturas con él en una pieza.
Nam Keeho y varios más. A todos...
No los dejaría escapar ahora.
Debía darle una sola razón al porqué había recibido esa oportunidad. Y si era su elección adivinarlo, solo podía pensar que se trataba del destino ayudando para voltear los papeles y tomar la justicia por sus propias manos. Si debía hacerlo, ¿por qué no usando como herramienta a la cabecilla que lo inició todo?.
Al que creó ese circulo de monstruos sin corazón ni remordimiento.
Iba a utilizar hasta el último aliento de Yang Jeongin, hasta completar su venganza.
El día pasó sin absolutamente ningún avance, Serim aunque omitió incluso el almuerzo para buscar pista por toda la habitación de Yang Jeongin no halló ninguna migaja positiva. Y lo mismo fue con su teléfono, al menos en galería, no había absolutamente nada.
Hasta que encontró un aplicación de carpeta bloqueada. Todo se le vino abajo. ¡La carpeta tenía pin!. Era evidente que allí dentro había algo clasificado de su absoluto interés. Y cuando intentó eliminar la aplicación para desenterrar cualquier archivo que se encontraba dentro, la notificación de advertencia llegó en donde preguntaba si estaba seguro de querer eliminar la aplicación porque los archivos clasificados se eliminarían con este. Se rindió al instante.
Así que ahora volvía al punto de partida. Jalándose los pelos por no obtener nada beneficioso de Yang Jeongin.
Pero se calmó, reunió paciencia e infló el pecho. Apenas iba siendo el primer día, no podía volverse loco en tan poco tiempo, podría hallar más, incluso de sus seres cercanos.
Aunque, se preguntaba cuanto podría tolerar acercarse a Nam Keeho sin vomitar al poco tiempo.
Ahora, luego de armar un desastre en el cuerpo de Yang Jeongin se encontraba sentado en el frío suelo, en medio del silencio sepulcral, con las piernas cruzadas frente al espejo de cuerpo completo de la habitación. Una vez más observándose.
Seguía esperando que esa noche al cerrar los ojos despierte de la pesadilla en que se encontraba. Pareciera estar experimentando algo efímero como experiencia de que se sentiría vivir en el cuerpo de un hombre con apariencia atractiva. Aunque Serim no podía disfrutarlo del todo al tratarse este del cuerpo del ser humano que más odiaba.
Más era increíble, mientras los minutos en que se observaba eran más largos, más hermoso era su reflejo, al ver aquella expresión ajena de alguna malicia o crueldad se le hacia mil veces más irreal. La piel de porcelana, los labios rosados y abultados en su punto justo y aquella complexión de perfecta delgadez, incluso la altura estaba hecha a la medida para que ese cuerpo sea perfecto.
Si se ponía a pensar que lo horrendo y atroz estaba en la personalidad y ser de Yang Jeongin, ¿no podía considerar sentirse a gusto en ese cuerpo?. Después de todo la belleza ahora le pertenecía a él. Aquel cuerpo no tenía la culpa de que su antiguo portador era un monstruo.
Aún así, era imposible disfrutarlo en demasía mientras siga recordando que ese mismo rostro lo atormentó en sus pesadillas. Era un desperdicio pero mientras tanto, un rechazo sin retorno estaba instalado en su corazón, por más impecable que se vea al exterior.
Unos toques a la puerta lo estremecieron. Volteando a observar con cautela preguntándose si debía responder en caso de que se trate del señor de la casa.
—Joven Yang, la cena está lista. Su padre lo está esperando —sintió un ligero escalofrío.
Volviendo hasta el espejo infló su cuerpo llenando de oxígeno armándose de valor para encarar a Yang Dongshik. Había algo de lo que ese hombre quería tratar con él y se preguntaba si saldría ileso esta vez, considerando lo poco que conocía la actitud de Jeongin en esa casa.
—¡Voy! —se pusó de pie de una buena vez y cruzando todo el cuarto salió a encuentro de la señora de esa mañana quien lo observó con la misma cautela que estaba siendo característico.
—Yo esperaba que... —Serim esperó que complete lo que quería decir pero la mujer pareció sacudir la cabeza y recomponerse—. Oh nada, lamento murmurar tonterías, sígame por favor.
Suspirando Serim entendió que de alguna manera la mujer esperaba otra actitud que de seguro tendría Yang Jeongin, pero no había nada que hacer. Lo mejor que podía esperar es que piense que el primogénito de la casa había cambiado de la noche a la mañana, por más alocado que parezca en su cabeza.
La siguió hasta el comedor que ya había podido conocer. Al ingresar halló de nuevo a Yang Dongsik con ropa de casa, esta vez vestido con un suéter azul y pantalones del mismo color, sentado en la cabeza de la mesa. Ningún rastro de la mujer de esa mañana.
El hombre no volteó a mirarlo, ya estaba digiriendo de su porción de comida sin dignarse a dar un saludo.
Así que sin muchas opciones tomó asiento a su lado totalmente tenso. Se sentía tan fuera de lugar por la tensión en el aire que se le era imposible incluso agarrar un tenedor y ponerse a comer como si nada estuviera pasando.
A Yang Dongsik eso pareció importarle menos, siguió comiendo con él a su lado totalmente congelado con la vista gacha, apuntó de entrar en pánico y vomitar. Era asfixiante la presencia, se sentía como un ser superior situado al lado suyo, no tenía fuerzas siquiera de mirarlo.
Cuando transcurrió los minutos y el hombre pareció acabar su cena se movió para tomar una servilleta y limpiarse la boca, pareció que moriría por el estrés cuando lo vio de reojo beber de su vaso de agua sin acotar nada. Estaba esperando que realmente deje el vaso y se vaya sin decir nada al notar tanto silencio.
Pero no fue así, se exaltó cuando el hombre dejó caer el vaso de vidrio sobre el cristal de la mesa y carraspeó para hablar, finalmente volteando a verlo.
—¿Ya estás contento? —una pregunta vaga. Serim no estaba ni de cerca enterado a que se refería.
No tuvo alternativa, subió la cabeza y cuando se encontró con la cruda y vacía mirada del hombre a su lado temió por un momento, algo picó en su pecho advirtiendo que estaba por valer mierda totalmente.
Pasando saliva con dureza sintió sus dedos temblar antes de responder.
—¿Por qué lo estaría? —se atrevió a hablar, con la voz ahogada.
Por un momento tuvo una guerra de miradas con el contrario. Lo observó con dureza, escudriñándolo como si buscara algo que tenga sentido en su rostro. Hasta que finalmente lo hizo saltar de su sitio y endurecerse con temor cuando golpeó la mesa con fuerza haciendo temblar los utensilios, haciéndolo temblar a él. Los ojos del hombre se volvieron furiosos y su corazón golpeó contra sus tímpanos en peligro de perder la estabilidad cuando pareció que Dongsik se levantaría a golpearlo.
—No juegues, Jeongin. Solamente me estoy conteniendo porque eres mi hijo, pero si actúas forma tan repugnante no voy a tolarte más —Serim imploró poder salir vivo de ese comedor, porque de otra forma no tenía escapatoria.
No entendía lo que ocurría, ¿cómo podía hacerlo?, si aquel hombre estaba hablando con palabras claves. Suplicaba interiormente qué le diga que lo tenía furioso, que se lo diga directamente para él poder comprender al menos un porcentaje de lo que estaba sucediendo. Nuevamente pareciera que Yang Jeongin era un sin fin de problemas incluso en su casa y ahora estaba recibiendo las consecuencias cuando su alma ya ni siquiera se encontraba allí.
—Sabes de lo que hablo, no pongas esa repugnante expresión de inocencia. ¿Estás intentando librarte ahora que lo lograste?. No me digas que por eso ha cambiado tu actuar desde esta mañana, no te libraras si eso es lo que piensas conseguir con este repugnante cambio repentino —más perdido que nunca Serim decidió actuar de una vez, debía usar la cabeza, no podía evidenciarse de alguna manera y que su nuevo padre termine metiéndolo en un internado como había sido amenazado.
—Sí sabes que estoy contento, ¿para qué me lo preguntas? —improvisó, fue una respuesta igual de vaga. Y dio en el clavo porque al parecer el hombre si se esperaba algo como eso viniendo de él.
Lo observó con un asco repentino, como si le doliera estar viéndolo, pareciendo desear que desaparezca de su vista. Serim simplemente pestañeó a espera de algo, no tenía algo más que aportar en su defensa cuando el hombre soltó aire con cansancio, encorvándose en su asiento mientras se apoyaba en la mesa y sostenía su frente meditando, de seguro pensando que hacer con él y con la desconocida rebeldía que había cometido.
—Lamento estar diciéndole esto a mi propio hijo... —murmuró sin levantar la cabeza, el tono se escuchó abatido y Serim supo que era mejor callar y escuchar lo que tenía que decir—...Pero si existe un infierno, tú no estarás librado de él.
Los ojos de Serim se ampliaron, pestañeó desconcertado, algo finalmente se le fue confirmado, mientras su pulso se aceleraba procesó las palabras de Yang Dongsik y una de sus dudas se le fue resuelto en ese efímero segundo.
Ese padre sabía que había criado un monstruo. Lo sabía más que nadie.
Entonces si lo sabía...sabía absolutamente todos los crímenes que había cometido. No habría otra razón por la que lo condenara al infierno con una derrota en su tono y posición. Yang Dongsik estaba al tanto de todo y ya no veía remedio en él.
Entonces esa pregunta se debía a que se había enterado de lo ocurrido en el instituto. Le había preguntando si estaba contento porque claro, quien más contento debería de estarlo sería Yang Jeongin luego de que su mayor juguete se había quebrado luego de tanto uso.
Sus pulsaciones se podían sentir hasta sus tímpanos, la saliva pasando por su garganta. Sentía su boca secarse ante esa nueva información. Ante esa realidad tan confusa y espeluznante.
—¿Estás hablando de la muerte de Jung Serim? —preguntó sin más, necesitaba confirmarlo por más que reciba sospechas por posiblemente errar.
Pero no, cuando aquel padre volteó a mirar con crudeza y ningún ápice de sorpresa a su hijo todo fue confirmado.
—Sí, estoy hablando del niño a quien tú mataste.
Serim pestañeó y el grito, el llanto y todo tipo de preguntas que querían rasgar su garganta se quedaron allí, en la punta de su lengua, abarrotadas en el nudo en su garganta. En las gotas saladas aremolinadas en sus ojos. En el temblor de sus labios, simplemente aunque quiso gritar que era él, que no había muerto pero casi lo había logrado, que Yang Jeongin casi logró destruirlo por completo pero que estaba más vivo que nunca.
No pudo hacerlo. Porque eso arruinaría todos sus planes, y solo conseguiría ser privado de la oportunidad de destruir todo aquel ser vivo que le había hecho daño.
Así que tragando la piedra estancada en su garganta solo pudo formular una pregunta.
—¿Y qué hacías tú, mientras yo buscaba destruirlo cada día? —la expresión del mayor se contrajo a una llena de estupefacción, su rostro pareció un poema de terror y sorpresa que le causó repulsión—. En este cuarto, hay dos asesinos, no solo uno. Que hipocresía culpar al menor de edad cuando un adulto tenía el ojo en toda la situación.
Poniéndose de pie de golpe creó un chirrido con la silla a causa de la brusquedad y no se quedó a observar un poco más a aquel repulsivo ser. Volteó y echó a andar con rapidez fuera del comedor y se apresuró a subir las escaleras, con los nervios a flor de piel y el latir desmesurado de su corazón por el arrebatamiento que había tenido con el hombre que podía encerrarlo en cuatro paredes blancas sin escape si quisiera.
Pero fue inevitable, no podía irse de allí sin haberle mostrado la realidad a Yang Dongsik, no podía creer que aquel hombre de supuesto moral y poder estaba al tanto de las crueles acciones de su hijo, e intentar saldarse de toda culpa. Que repulsivo y vomitivo, quería gritarle lo nauseabundo que era, pero sabía que no era beneficioso.
Llegando a su nueva habitación estampó la puerta y le puso seguro con las manos temblorosas. Rápidamente corrió y se refugió dejajo de las sábanas con la respiración agitada. No se había dado cuenta que cargaba con tanta adrenalina hasta que comenzó a relajar sus extremidades y sentir como la tensión dejaba ir su cuerpo hasta producir un cansancio físico devastador, sumando con el estómago vacío luego de no haber comido por más de doce horas. Su cabeza le palpitó y pareció que los objetos a su al rededor le daban vueltas.
Mientras intentaba estabilizar su respiración las preguntas no paraban de reproducirse en su mente. Si Yang Dongsik sabía sobre las atrocidades que cometía su hijo...él debía saber la razón por las cuales lo hacía, ¿cierto?.
Siempre ese fue su mayor incógnita, ¿por qué Yang Jeongin se había empeñado a causarle tanto daño?. Su mayor pecado era haber nacido feo, también que le gustara comer, debido a eso siempre había tenido muchos kilos de más. ¿Era esa razón suficiente para ni siquiera poder mirar a alguien?. Yang Jeongin ni siquiera podía dejar pasar un día sin buscarlo en persona para crear una nueva herida en él, interior o exteriormente.
Entonces que era, ¿un problema psicológico?, ¿algún fetiche?, ¿simple diversión enfermiza?. Aunque no sabía que podía diferenciarse esos tres de un problema mental.
Debía haber una razón, si Yang Dongsik lo sabía, había probabilidades de que tarde o temprano se enteraría de la verdad oculta que siempre había suplicado saber.
Incorporándose más calmado se quedó en su sitio con una expresión más determinada que nunca.
Desde mañana debía buscar todas las maneras posibles de conocer quien era realmente Yang Jeongin. Y debía empezar desde la pieza más indispensable.
Nam Kehoo y...
Hwang Hyunjin.
Nuevamente allí estaba, plantado frente a la institución que días atrás era una prisión para él. No había mucho cambio pero esta vez él se trataba del recluso más favorecido. No había alumno o profesor que no se volteaba a saludarlo, a sonreírle tan radiantes como si fuera él el rey y todos ellos sus seguidores.
No le quedó de otra que actuar, se había decidido que desde ese día debía moverse como la gente esperaba que lo hiciera Yang Jeongin cotidianamente. Claro que no actuaría ni de cerca como era Jeongin cuando se encontraba con sus amigos haciendo sus crueldades, jamás se atrevería a imitar esas acciones repulsivas e inhumanas.
Pero debía cooperar un poco, mucho más después de haberse salvado milagrosamente de Yang Dongsik y que este siquiera se hubiera cruzado en el desayuno frente suyo. Incluso pudo disfrutar de la comida totalmente solo porque una vez más, la mujer que había conocido el día anterior no se encontraba, había considerado ya que solo se trataba de una amante pasajera. Pero no le dio tantas vueltas a algo tan banal.
Inflando su pecho avanzó con los pasos más casuales que pudo, portando una sonrisa e intentando lo más posible no caminar con la cabeza gacha como estaba costumbrado. Ahora se trataba de Yang Jeongin, nadie intentaría empujarlo o chocarlo hasta hacerlo caer en medio del pasillo, ni lo llamarían por apodos repulsivos por su apariencia, debía meterse eso bien en la cabeza.
Cuando ingresó a su clase saltaron sobre él a saludarlo. Más su atención cayó sobre su habitual asiento. Quedándose entumecido al hallar una cantidad increíble de flores y cartas con el nombre "Jung Serim" plasmadas en el papel sobre su asiento y pupitre.
No podía creer cuanta hipocresía había en el mundo. ¿Cómo eran capaces?.
Ellos lo odiaban, a ellos le causaban repulsión aquel gordo que siempre empujaban y repudiaban sin compasión. ¿En serio se habían tomado el tiempo de comprar flores para él solo por quedar bien?.
—Jeonginnie, ¿puedes creer cómo es el destino?, justo cuando ayer nos preguntamos si la maldición de Serim terminaría —Sooae mencionó con inocencia logrando que todos asientan de acuerdo.
Observándola impasible solo se dijo a sí mismo que debía tolerarlo, y sonrió con la boca cerrada.
Y se decidió a usar el poder que ahora tenía en manos.
—No digas eso, es irrespetuoso para el recién fallecido, no sabía que podías decir algo tan cruel, Sooae —pusó una fingida expresión de decepción y se alejó de ella satisfecho, una vez vio su rostro enrojecer y como sus ojos se llenaban de vergüenza y terror mientras todos comenzaban a murmurar en su contra.
No tardaron ni un segundo en darle la espada.
Tal vez podía intentar acostumbrarse al poder que tenía Yang Jeongin.
Procurando no dejar caer ningún pétalo de esas rosas se deslizó hasta la silla junto a la ventana y tomó asiento, cautelosamente observando de reojo las cartas esparcidas por la mesa. Había nombres grabados de los receptores que él apenas había llegado a toparse en su vida. Entonces, ¿qué tonterías le habrían plasmado en los papeles?.
Se decidió a que no iba a leer ninguna, sería una pérdida de tiempo.
Más al pasar la mirada por la última carta ubicado en un extremo, sintió su pulso acelerarse al ver el nombre del receptor.
Hwang Hyunjin. Para Serima~♡
Pareció que todo su al rededor tomó color, se le iluminó la expresión y los dedos le temblaron de anticipación por querer tomar la carta y leer su contenido de una vez. Le fue casi imposible poder contenerse de tomarlo y verse sospechoso para toda la clase.
Su corazón bombeó como loco, ¿qué le había escrito?. Suponía que palabras de despedida, palabras bonitas.
Además, ¿Serima~♡?. De forma inconsciente sus mejillas se volvieron calientes y de seguro rojas. Sintiéndose tímido ante el apodo cariñoso.
En serio era posible, ¿le agradaba tanto a Hwang Hyunjin?.
Las horas de clase parecieron eternos ese día, los ojos de Serim se encontraban clavados en el papel mientras la palabra "Serima" se repetía en su cerebro con un chip incrustado. Impaciente como el infierno de leer su contenido de una vez por toda.
Por eso cuando el timbre golpeó las paredes aprovechó el mínimo descuido de emoción de sus compañeros y arrebató la carta de su sitio de golpe y huyó del salón como viento que se deslizaba en los pasillos.
No sabía porque le asustaba la mínima presencia pero no quería arriesgarse que por ningún motivo la carta se le sea arrebatada antes de que pueda leerlo. Así que corrió hasta bajar todos los pisos y salir hasta el patio detrás del instituto. Ya había considerables alumnos recorriendo cada lado quienes le echaban más de una mirada, siguió corriendo y cruzó las gradas donde ya descansaban alumnos hasta llegar hasta una fila de árboles al otro extremo del terreno, cruzando la pista que se utilizaba para educación física. Así de extremista fue que al caer contra un árbol ya estaba con la respiración inestable por haber corrido sin parar.
Al menos no se sentía al borde de desmayarse con ese cuerpo.
Tomando un respiro por alguna razón tenía los dedos temblorosos. Apenas podía sostener el papel en manos. Así que cerrando sus ojos intentó sentir calma para poder concentrarse absolutamente en lo que iba a leer. Con el corazón bombeando sin compasión se acomodó mejor en su sitio y observó a todos los lados cerciorándose que ningún intruso arruine su momento.
Entre esos Nam Keeho y compañía. Con el solo pensamiento le dio escalofríos.
Finalmente abrió el papel en manos, rendido al temblor de sus dedos, lo extendió frente suyo, había un texto considerablemente largo. Escrito en tinta roja, incluso eso le supo especial.
"Hola, Jung Serim. No estaba seguro de hacer esto. No es propio de mí.
Pero me carcome, la última vez que hablamos, siquiera te dije un adiós. Ahora mi corazón pesa por no haber podido despedirme correctamente de ti.
Y ya nunca podré hacerlo. Lo siento.
Lo siento tanto. Aunque quiero entenderte, ¿por qué lo hiciste?. Pienso que debí haberme acercado más, si te hubiera acompañado con más fuerza...¿no te hubieras ido?, ¿no hubieras tomado esa decisión?.
Si yo hubiera sido tu razón de vida, ¿seguirías aquí?.
Nunca pude contarte la verdad. Y no estoy seguro de que puedas ver lo que plasmo en este papel, así que ya nunca podré saberlo.
Pero algo que tienes que saber es que lo supe desde un principio, y lo siento, me arrepiento, me come vivo haber sido consciente de lo que pasabas y no haber intentado al menos hacer algo.
Que Yang Jeongin sea un monstruo, esa no es una excusa, ¿cierto?. Debí haber intervenido incluso si él me mataba. Preferiría haber muerto en vez de ti. No lo merecías.
Y ya es tarde. Joder que lo es. ¿Valdrá algo si intento resolverlo ahora?. Sé que no, al menos no será lo mismo de si hubiera agarrado el valor antes de que hayas tomado esa decisión.
Así que, lamento todo. Y al menos una pizca, un pequeño destello de tranquilidad te lo daré, para que puedas irte en paz. No descansaré, voy a tomar acciones.
A cada ser despreciable que se ha cruzado frente a ti y te ha hecho daño.
Pero principalmente a ellos. Nam Keeho y Yang Jeongin. Sé cuanto causaron, lo sé más que nadie.
Si alguna vez me consideraste tu amigo...este amigo se despide incorrectamente con la promesa de resolver lo que debí desde hace mucho tiempo.
Yo te vengaré.
Descansa en paz, mi ángel Serima~."
Serim dejó caer la hoja a un lado. Sus dedos totalmente temblorosos intentaron inútilmente limpiar las lágrimas que sin contenciones caían de sus ojos, como cascadas. Fue imposible porque sin ser consciente las lágrimas aumentaba y se hacían infinitas y el hipido chocó contra su garganta hasta explotar en un llanto desolador, lleno de tristeza y frustración.
Molesto con Yang Jeongin. Furioso. Lloraba porque estaba más que seguro ahora que a él no fue al único que atormentó. Jeongin debió haber estado apuntando hacia Hwang Hyunjin también. ¿Por esa razón su hyung no pudo hacer más que darle su preciada amistad?. Fue preciado, sin Hyunjin probablemente la decisión de su muerte ya se hubiera establecido meses atrás.
Pero aún así. Hyunjin podía seguir adelante, intentar huir al ser consciente de lo que Yang Jeongin pudo lograr con ese lamentable amigo que tenía. Pero al contrario, Hyunjin estaba decidido a tomar acciones, él en serio pensaba vengarse...por él.
Volvió a observar la última oración en el papel, entre lo borroso de su visión lo volvió a leer. "Mi ángel Serima". Sorbiendo su nariz tomó la carta y lo abrazó contra su pecho totalmente decidido. Ya nada podía hacerlo dudar, si tenía a Hyunjin, a su amigo Hyunjin. Él podía con todo.
Aunque bueno, primero tenía que poder acercarse a Hwang sin ser asesinado en el proceso.
Iba a decidirse a quedarse en ese sitio por lo que restaba del receso pero todo decayó al ver a lo lejos la ya conocida silueta volteado a su dirección.
Nam Keeho. Era imposible que pudiera verlo en una repasada. Todo apuntaba que estaba buscándolo específicamente a él. Y ya lo había localizado.
Su primera reacción es prepararse para huir. Iba a hacerlo.
Más supo que no debía, si seguía huyendo solo retrasaría lo inevitable. Y necesitaba encontrarse con él, Nam Keeho era una de las piezas y aunque no quiera, aunque le repudie, tenía que tenerlo cerca.
Así que se quedó tenso en su sitio, doblando como pudo el papel en sus manos, sus dedos seguían temblando horriblemente y eso lo asustaba. Aún así se apresuró a guardar la carta el bolsillo de su saco y limpiar su rostro con resto de lagrimas y se enderezó expectante al ver a Keeho cruzar todo el camino que los separaba, el semblante y su caminar le mostraba que venía irritado, y aunque eso lo alertó simplemente esperó con fingida paciencia.
Hasta que se detuvo frente suyo. Por un momento se arrepintió de no ponerse de pie. Ahora temía que de una patada a su rostro lo noquee como venganza. Porque se le veía molesto, irritado e incluso apretaba las manos en puños como si se estuviera conteniendo de golpearlo.
—Llevo dos días intentando comunicarme contigo, Yang —Serim no dijo nada, ¿qué diría?, aún le amenazaba con temblarle la voz al interactuar con el hombre frente suyo.
Serim se encogió ligeramente nervioso cuando lentamente Keeho se acuclilló a su altura, ladeando su cabeza mirándolo con una terrorífica atención, sus ojos tan sombríos y rígidos, sin temblar al tenerlo en su visión al contrario de él que su alma se derretía del temor inevitable.
Intentó no pasar saliva pero la garganta lo sentía seca. Era sorprendente que siga conteniendo la mirada ajena aunque su ser se estremecía.
—¿Me vas a decir que diablos te ocurrió conmigo el otro día? —bufó a su dirección —. He estado intentado entenderte, pero me estas sacando de quicio mientras huyes de mí como si fuera peste.
Lo eres. Aunque eso se lo guardó para él.
Se decidió a improvisar, no tenía de otra. Necesitaba salvarse de esa situación.
—Estaba molesto, contigo —soltó sin fundamento. Keeho le arqueó la ceja más que interrogante.
—Molesto...¿y por qué carajos lo estarías? —parecía más irritado con la estúpida mentira.
—Solo...¿por qué sí? —su voz salió dudosa y baja, se escuchó terriblemente patético pero al menos Keeho no pareció querer fijarse en eso.
—¿Porque sí? —Serim estuvo apunto de asentir pero el contrario continuó —. ¿Quieres morir, Yang?.
Bueno, técnicamente...
—¿Tengo prohibido sentirme molesto? —fue a la defensiva sin aliento. Queriendo que todo acabe de una vez. Que esa presencia se aleje de él varios kilómetros para sentirse en paz y respirar con normalidad.
Keeho bufó una vez más pero esta vez pareció menos irritado.
—Pues si es sin razón debería considerarse prohibido. Estaba apunto de ir a tu casa y echar la puerta de tu habitación, imbécil —finalmente suspiró y Serim se quedó congelado cuando moviéndose a su lado tomó asiento cerca suyo hasta tener sus hombros rozando y el aroma a perfume caro chocó contra su rostro con más fuerza.
Intentó mantener la calma. Todo estaría bien. Nam Keeho estaba de su lado, cuestionablemente de su lado.
—¿Sabes lo aburrido que han sido estos dos últimos días?. Joder, pareciera que estamos de verdadero luto —Serim no se alteró, de alguna manera la conversación debía darse —. A nadie le importaba el cerdo de Jung Serim. ¿En serio le compraron flores?. Que fastidiosa hipocresía.
Serim repiqueteó su rodilla con ansiedad, impaciente por querer irse.
—¿Qué harás ahora? —volvió a hablar —. Tu juguete más preciado ya no esta, ¿no morirás del aburrimiento?.
Aburrimiento. Sí...la maldad de Yang Jeongin hacía él empezaba por mera diversión.
Abrazando su estómago se sintió desprotegido, como si Keeho en cualquier momento voltearía a mirarlo y diría, "¿eras tú, el gordo Serim?". Y lo molería a golpes sin compasión.
Sería difícil acostumbrarse a la compañía de Keeho. Y no pensaba hacerlo, jamás.
—No. Tengo nueva diversión planeada —contó vagamente y sintió la mirada contraria quemar en su rostro.
—¿Se trata de Hwang, cierto? —indagó llamando su atención. Serim volteó a mirarlo de la misma manera.
—¿Cómo lo sabes? —fingió que era la respuesta acertada, suplicando mudamente con esa conversación que algo se le sea rebelado.
—Mierda Yang, esa es la parte que no entiendo de ti —negó con el ceño fruncido hacia su dirección, juzgándolo con la mirada sin ocultarlo—. Que te guste ese idiota, mierda que te guste un jodido chico. Puaj en serio, tienes que agradecer que aún tienes mi amistad.
Serim hizo corto circuito también. No muy alejado de la incredulidad de Keeho hacia él. Serim estaba igual de incrédulo. Volteó a mirar algún punto en el suelo totalmente impactado y descolocado.
A Yang Jeongin...¿le gustaba Hwang Hyunjin?.
¿Le gustaba amorosamente? Como...¿novios?.
No supo que pensar, que a Yang Jeongin le gustaran los hombres era sorpresivo...no tenía ningún juicio sobre eso. Aún así, gustar de Hwang Hyunjin...
A decir verdad, eso era lo menos sorpresivo. Si se ponía a pensar...cualquiera podría gustar de él, era absolutamente guapo, encantador, amable pero reservado. Era del tipo perfecto.
Cualquiera podía gustar de él, incluso...
—Harás que te de una golpiza. Mira como te pones rojo con su mención, a veces das asco, joder —Keeho se alejó varios centímetros gruñendo con molestia hacia él.
—¿Q-qué?...no...y-yo... —guardó silencio de una vez aterrado con su tartamudeo.
Pero por alguna razón, Keeho pareció acostumbrado a ese lado de él porque no le tomó importancia y se puso de pie como si nada.
—Mejor volvamos de una vez, pronto terminará el receso —a rastras Serim también se puso de pie, teniendo que seguir obligadamente a Keeho a una distancia prudente aunque no le duró mucho —. Vamos apúrate—le reprochó y tomando su muñeca comenzó a jalar de él causando una sensación caliente y ácida en el sitio donde lo sostenía.
Tuvo que tolerarlo. Tenía que hacerlo. Solo por un tiempo.
Las clases siguieron transcurriendo igual de lentas. Serim solo podía pensar en la carta, en Hwang Hyunjin y en el enamoramiento de su mayor pesadilla hacia él. Y en que su mente no podía pensar que no lo culpaba. Dentro suyo sabía que lo imposible sería que Hyunjin no le guste a alguien.
Aunque se preguntaba. ¿Cómo a Jeongin podía gustarle Hyunjin si el mayor parecía tenerle pavor?. ¿Es que acaso era un amor masoquista y unilateral?.
Ya estaba especialmente curioso. Sólo que estaba estancado en como comenzar a acercarse a Hyunjin.
Si su hyung ahora solo quería matarlo. Que desesperante, cuando por fin podrían mantener una conversación decente frente al mundo, el mismo Hyunjin no quería verlo ni en pintura. Además que debía estar planeando en algún rincón como destruirlo.
¡Pero él no era Yang Jeongin!
En serio debía comenzar a planear como aliarse con Hyunjin o terminaría muerto antes de siquiera intentarlo.
Cuando el timbre que daba el final de las clases golpeó las paredes se alegró en demasía. Arrojando sus materiales a la mochila y poniéndose de pie de una vez. Corrió hasta la puerta buscando su libertad pero todo se volvió oscuro cuando la dominante presencia del presidente del último año se plantó en el umbral de la puerta.
—Hong Eunchae, Park Minkyu, Han Jisung y Yang Jeongin. Son unos de los encargados de la limpieza de hoy. No se retiran aún — oh no, se había olvidado por completo de la limpieza quincenal, mierda.
Serim retrocedió sin fuerzas, mirando con añoranza a sus compañeros salir mientras bitoreaban de felicidad al no ser uno de los encargados.
—¡Nos vemos, Jeonginnie!, suerte —sus compañeros fueron pasando palmando su hombro como consuelo hasta que el salón estuvo vacío a excepción claro, de los que estaban de servicio.
Se quedó en su sitio, congelado. Los conocía a todos. Eunchae era una de las que mejores notas tenía de su salón, Minkyu era un idiota que más de una vez lo había molestado y Han Jisung solo era un compañero con quien había coincidido un par de veces.
Como Serim, claro.
—Bueno, iré a buscar los productos de limpieza, ¿alguien quiere acompañarme? —Minkyu no tardó en saltar cuando Eunchae habló y se ofreció como voluntario, con eso ambos desapareciendo del salón en una charla que se fue apagando a medida que se alejaban.
Serim se movió nervioso observando de reojo a Han Jisung seguir guardando sus cosas como si la lentitud fuera su mejor amigo y tuviera todo el tiempo del mundo.
Repasando a su compañero, Jisung era bastante especial, era alguien que tenía uno que otro amigo pero al final del día lo veías solo. Hablaba lo necesario y ni siquiera recuerda haberlo visto sonreír alguna vez. Tenía una apariencia absurdamente tierna, al menos para Serim. Sus antiguos mofletes gordos y secos no se comparaban con las mejillas grandes y rosadas de Han Jisung. Su cabello castaño caía sobre su frente y nuca, también poseía un pequeño y entrañable cuerpo que lo hacía pasar desapercibido.
Era adorable.
Intentando no mirarlo de más e incomodar se dirigió a su silla volviendo a dejar la mochila sobre este. La clase poseía casilleros personales para esos casos pero lastimosamente el no conocía el código del candado de Yang Jeongin. Otra cosa que debía solucionar. Así que el cambio de ropa al uniforme de educación física no podía realizarse.
Serim se percató que eran más de tres cursos los encargados de la limpieza ese día. Era claro ya que el instituto era enorme. En el pasado cada que él se encargaba de la limpieza lo pasaba más que obvio de la peor manera.
Porque siempre hacía equipo con Yang Jeongin. Y siempre terminaba encargado de limpiar todos los baños mientras Jeongin lo observaba arrojado en el lavamanos disfrutando de su sufrimiento mientras tarareaba, su maldito canto seguía incrustado en su cerebro.
—Yang Jeongin —el llamado lo despertó. Girando hacía la puerta volvió a encontrarse con el presidente del último año—. Te tocan los baños.
Genial.
Debía ser porque estaban acostumbrados de que de alguna manera Yang Jeongin siempre terminaba en la sección de los baños, y porque siempre estos terminaban impecables gracias a su "arduo" trabajo.
Será el trabajo no acreditado de Jung Serim lo que los tiene maravillados.
Se resignó a la idea. Arrastrando los pies hasta las escaleras para poder empezar con el baño de la planta baja. Apenas tenía ánimos para saludar a los alumnos que pasaban por su lado y levantaban la mano eufóricos de felicidad por verlo.
El pasillo de la planta baja estaba casi desierto a excepción de los que volvían de ir a tomar sus materiales de limpieza. El baño estaba en el extremo de todos los salones. La de mujeres y hombres uno frente a otro.
Ingresó a la de hombres solo para hallar que los productos se habían vaciado. Doble genial, si no encontraba al menos un trapo en el otro baño tendría que ir a buscarlo a los baños del patio de recreación al otro lado del instituto.
Suplicó que el universo esté de su lado yendo hasta el cuarto de baño de mujeres. Al ingresar también notó el estante de productos vacíos, quiso arrancarse los pelos más se contuvo de hacer un escándalo al notar la silueta frente al lavamanos.
Limpiando con un trapo húmedo el espejo frente a él se hallaba Hwang Hyunjin. Quien apenas sus ojos se conectaron en el reflejo detuvo sus movimientos y se quedó congelado al igual que él.
Y mientras él se ponía rojo de los nervios y el susto. Los ojos de Hwang Hyunjin se oscurecían del odio y el rencor.
Estaba muerto, estaba claro.
¡Felices Pascuas! 💓
Ya me andaba tardando de nuevo. En fin, ¿cómo están?, ¿cómo les trató la semana santa?. No hicieron ninguna puercada, ¿verdad? 🤨.
Espero les haya gustado el capítulo y estén emocionados al igual que yo juju.
Muchas gracias por el apoyo, los tqm ❤️🩹.
Nos vemos, chao~💓
lloré😭😭😭😭❤️🩹❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹😭😭❤️🩹😭❤️🩹😭❤️🩹❤️🩹😭😭❤️🩹😭❤️🩹❤️🩹😭❤️🩹❤️🩹❤️🩹😭
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