Capítulo 2

Serim ingresó al auditorio con las piernas temblando, podía escuchar el corazón desbocado en aquel cuerpo desconocido pero ahora perteneciente a él. La gente pasaba a un lado suyo en manada y chocaba contra su cuerpo causándole escalofríos, y más terrorífico era que volteaban a pedirle perdón y le ofrecían amables sonrisas.

Pero solo porque era Yang Jeongin...si hubiera sido aquel patético gordo lo hubieran empujado para que caiga por las escaleras.

Subió los escalones del auditorio buscando un lugar solitario mientras intentaba ignorar los miles de alumnos gritando y creando escándalo mientras tomaban asiento, él fue en el extremo más alejado en la primera hilera de los asientos, siendo capaz de ver el panorama completo de todo el auditorio desde su puesto. Observando el escenario prepararse con un micrófono y los distinguidos profesores formar fila llenando sus presencias como pocas veces se había visto en el instituto.

Solo ocurría en noticias imprevistas y de urgente importancia.

Mientras los últimos alumnos iban tomando asiento, pudo apreciar al director del instituto subir al escenario. Volteando a ver a las personas faltantes sintió una sensación quemar contra su rostro, como si algo estuviera sobre él.

Volteando a buscar la fuente se encontró con los ojos oscuros llenos de una emoción de confusión y expectativa al otro lado del auditorio. Los pelos se le pusieron de punta al notar que se trataba de Nam Keeho, quien lo comía vivo con la mirada como si estuviera puesto a hacerlo añicos.

Y casi se evaporó en el asiento al verlo avanzar entre los asientos, subiendo los escalones en zancadas, alterando su pulso, secando su garganta, sus dedos rasguñaron su propia ropa en pánico mientras podía escuchar su propia respiración errática torturar sus tímpanos.

Quería llorar, maldecir, tanto parecían amar a este ser diabólico a quien controlaba pero nadie se había atrevido a sentarse a su lado.

Pero lo sabía, ¿desde cuando alguien había siquiera intentado ocupar el puesto que siempre le perteneció a Nam Keeho?. Nadie nunca había tentado a la suerte, así que cuando aquel hombre de tenebroso semblante llegó hasta él, nadie ocupo el asiento a su lado hasta que Nam Keeho lo hizo con una dura expresión.

No tenía voz en ese momento, una montaña de arena estaba abarrotado en su garganta, a punto de ahogarse al comenzar a contener la respiración y sentir la boca seca como un desierto.

Los ojos calculadores del contrario lo escanearon con dureza, ambos mirándose con distintas emociones. Serim en un trance aterrado y pensando de que manera Nam Keeho le cobraría el comportamiento anterior, ¿tal vez lo golpearla?, ¿sería capaz de golpear a su mejor amigo también?.

Bueno, de que se sorprendía, ese dúo de amigos eran más monstruos que humanos, si debían imponer algo sería a los golpes, sin importar quién sea su oponente.

Cuando finalmente Nam Keeho abrió la boca para hablar el estruendo del micrófono siendo manejado silenció a todo el establecimiento incluyendo a lo que sea que hubiera dicho el mayor. Serim inconscientemente dejó escapar aire derritiéndose en su asiento cayendo en que un poco más y se hubiera meado en sus pantalones.

Fue valiente una vez. Pero no creía que pudiera tentar de nuevo a la suerte y enfrentar a Nam Keeho, la próxima podría sufrir un infarto.

Sintió la mirada del monstruo quemar unos segundos más sobre él hasta que lo sintió incorporarse y apartar la atención con un chasquido de lengua.

Finalmente Serim pudo concentrarse en el escenario, el director llevaba puesto un estilizado traje azul eléctrico muy exagerado, su cabello siempre peinado y brillante estaba ligeramente parado y desordenado como si un tornado hubiera pasado encima. Los profesores detrás suyo estaban con la mirada gacha y cargaban con una expresión de tristeza que le dieron ganas de vomitar.

Hipócritas, todos los son. Tenia unas terribles ganas de vomitar ahora.

El director finalmente carraspeó contra el micrófono y habló.

-Buenos días queridos estudiantes de esta orgullosa institución -saludó como un presidente empezando su campaña para ganarse los favores del público. Y el público respondió en unísono con un saludo de respeto y obediencia-. Sé que este repentino llamado los tomó de sorpresa, y se sienten confundidos. Más agradezco que se hayan tomado el tiempo de llegar hasta aquí sin armar alboroto- agradeció.

Nadie respondió, todos estaban expectantes, incluyendo a Serim. No siempre veías a tu recto director parado sobre el escenario con un aspecto desfavorable, aunque a Serim no le sorprendería que haya hecho su cabello un nido apropósito, solo para dar muestra su afligidez ante una reciente noticia, debía dar la apariencia correcta.

-Los hemos citado aquí, en presencia de todos sus profesores, con una noticia que hemos recibido...una desgarradora. Aún con el corazón en la garganta, he decidido ser quien dé la cara para poder enfrentar esto con ustedes, como el director y responsable de su querida institución -Serim se sintió en una penumbra.

Estaba usando su muerte para engrandecerse, ¿pero de qué se sorprendía?. Nunca podría deberse a que en serio su fallecimiento haya causado un poco de lástima, a nadie podría causarle, ni siquiera le importaba lo suficiente a su abuela. ¿Qué podría importarle al director de su institución que nunca volteó a mirarlo?, cuando notaba a Yang Jeongin torturarlo en su misma institución educativa.

-Hace tan solo unos 30 minutos atrás, el familiar de un compañero, un alumno y amigo, un importante integrante de esta casa, nos ha visitado con una terrible noticia -ya todos sospecharon de golpe, con eso los murmullos crecieron mientras el director bajaba la cabeza mostrando un semblante destrozado al igual que los profesores.

A Serim no le sorprendió, actuaban tan bien que ya no podía causarle más que gracia, más no se permitió reír, solo se mostró impasible al escuchar los rumores contra su oído de personas que ya suponían que se trataba de él. Claro, nadie sabía que Yang Jeongin le hacía pasar un infierno, ellos solo supondrían rápidamente que acabó con su vida porque todo el instituto era causante de cada uno de sus desgracias, ¿así que a quien culparían primero?.

Pero primero le echarían la culpa al fallecido antes de hacerse responsables.

-Lamentamos darles la noticia de que el alumno, Jung Serim de la clase B perteneciente al segundo año, ha fallecido la noche anterior -hubo un momento de silencio como suspenso mientras el auditorio soltaba un jadeo en unísono y se volvía un lío, todos se movieron en sus asientos compartiendo sus opiniones como en un debate mientras el director asentía con solemnidad.

A un lado suyo Nam Keeho volteó a mirarlo de golpe, escudriñando su expresión en un ráfaga de viento en donde le gritaba mudamente de que era el culpable, se lo estaba diciendo sin palabras. Con justa razón. ¿Pero era Yang Jeongin el único culpable?.

Claro que no, y Nam Keeho era tan hipócrita como los demás para fingir que estaba saldado de toda culpa. Mientras se erguía a su lado y volvía a una expresión inocente y tranquila, nada afectado pero tampoco dando paso a la indiferencia, nadie debía sospechar de él.

-Un terrible suceso, sabemos que será difícil digerirlo, para quienes lo conocían, de seguro un gran amigo, los profesores se lamentan, hablan de lo amable que era, sentimos tanto su ida y la perdida de esta institución, que hemos tomado la decisión de cancelar las clases por hoy, mientras nosotros nos encargamos de realizar un merecido adiós a un hijo que ha ayudado a esta casa institucional como cada uno de ustedes -Serim suspiró profundamente, él siquiera tenía buenas notas, ni estaba unido a ningún club, ¿de que mierda estaba hablando el director?. No podía entender como podía inventar tantas palabras que no eran, sólo para verse bien.

El director siguió soltando palabras motivadoras y llenos de fingidos pésames, comenzando casi una charla para su campaña de no ser por los profesores que le recordaron de que había cancelado las clases por ese día.

-Para finalizar, sabemos que están conmocionados, pero tomen como un último favor a este alumno que nos ha dejado, y eviten fluir rumores acerca de la causa de fallecimiento. Su familia ha querido dejarlo en privado y nosotros como un honorable instituto decidimos respetar el pedido. Sepan que estamos aquí para ustedes y si desean hacernos llegar sus pesares la sala de profesores y la oficina directiva están abiertas para ustedes.

Todo acabó en cuestión de minutos, la orden para poder retirarse del instituto por aquel día se acató. Y mientras el auditorio iba vaciándose con ellos Serim se escabullía como sombra escapando de Nam Keeho y su intento de querer entablar una conversación poca amistosa con él.

Se negaba a correr peligro de encontrarse con ese monstruo. Así que por un lapso de diez minutos esperó en el baño de hombres dentro de un cubículo. Cuando creyó que fue tiempo suficiente salió soltando un suspiro exhausto, se quedó paralizado frente al enorme y rectangular espejo sobre el lavado. Su corazón se apretujó aterrado cuando volvió a encontrarse de frente con aquel rostro.

Seguía sin despertar, debía olvidar de una vez la idea de que se trataba de un sueño.

El rostro pálido estaba cubierto de un fuerte rubor causado por los nervios de pensar que aún podía encontrarse con Nam Keeho. Y en aquellos rasgados ojos había un brillo peculiar que resaltaba el rostro completo, mostrándole que había vida en ese cuerpo, que estaba más vivo que nunca pero el cielo estaba en su contra porque había reencarnado en el cuerpo de un demonio vestido de ángel. Se estremeció de solo recordar la cantidad de veces que ese rostro apareció en sus pesadillas, la infinidad de veces que ese cuerpo lo humilló con sus propias manos, ¿en serio necesitaba pasar por aquello para poder tener paz consigo mismo?, ¿no podía simplemente morir?. Él sentía que con cada paso de los minutos que caía en cuenta cada vez más loco se volvía.

Exhausto se acercó al lavado para lavarse el rostro, se frotó la piel con rencor y se restregó los ojos hasta sentirlos arder, quería ver si con aquello por fin podía dejar de ver una ilusión que no era real.

Pero lamentablemente, al volver a mirarse en el reflejo seguía allí ese monstruo, Yang Jeongin lo miraba con la expresión más vulnerable que alguna vez había visto, y no le sorprendía que tuvo que cambiar de cuerpo antes de que el verdadero monstruo le hubiera enseñado ese lado de él, esa mueca lamentable nunca antes visto.

Pestañeó y apartó la mirada temblando con impotencia, lo que más jodía era que ese rostro le pertenecía a él ahora, y ni siquiera poseía un defecto pero para Serim le era imposible poder mantener la mirada en su reflejo.

Era irónico, algunas cosas nunca cambiarían sin importar como podía verse en el exterior.

Volteando salió sin mirar atrás, no podía observarse un segundo más.

El pasillo del instituto estaba técnicamente vacío más que murmullos en alguna de las dos plantas. Se dirigió a su salón que para su alivio estaba vacío y tomó su mochila para poder finalmente ir a casa, ni siquiera sabía como lo haría, tal vez debía llamar a alguien, ni siquiera le importaba, tal vez buscaría algún sitio desolado para poder ordenar sus pensamientos e intentar darle explicación a aquella fatídica situación.

Bajó a la segunda planta, no sabía porque su clase debía estar en la última, siempre lo había odiado. Más de una vez en horas de educación física los pasillos estaban desolados, recordaba lúcidamente cada una de las veces en que Yang Jeongin o Nam Keeho lo habían empujado por las escaleras haciéndolo rodar en cada planta sin permitirle ponerse de pie. Y lo que le colmaba el vaso era recibir castigos por llegar a la clase sucio y ensangrentado por lo que el profesor decretaba, se debía a su propia torpeza.

Era por eso que sus peores notas eran en esa materia, por siempre estar en la enfermería. Por eso y porque simplemente era un inútil y pobre gordo que no podía correr más de cinco minutos sin desmayarse a causa de la falta de oxígeno.

Soltó un suspiro cuando llegó a la última planta. El pasillo estaba más que desolado y podía escuchar a los últimos alumnos murmurando a lo lejos de la salida. De seguro debía apresurarse si quería salir antes de que cierren las rejas.

Tal vez podía buscar entre las pertenecía de Yang Jeongin y ver si poseía alguna tarjeta para ir en una cafetería. Podía comer por primera vez algún pastel sin tener que sentirse culpable por las calorías, eso sería un sueño hecho realidad.

Sí, podía hacer eso, no tenía porque temer aprovecharse de lo que Yang Jeongin poseía, se lo merecía. Y no creía que un pastel haga daño.

Inflando el pecho con aire asintió con decisión y se acercó en zancadas a la salida dispuesto a ser un chico malo.

Pero en ese momento, como infinitos déjà vu. Sintió como algo se repetía, como si hubiera vuelto al pasado, todo su cuerpo se tensó y el pánico creció en su pecho cuando una mano lo tomó del cuello de su camisa, y con una fuerza espeluznante lo mandó hacia atrás como si fuera una ligera porquería con lo que pudieran jugar. Sus sentidos perdieron coordinación al sentir su cuerpo estrellarse contra los casilleros en un fuerte estruendo. Gimió ante el impacto y el dolor que atravesó su espalda y cabeza mientras intentaba no caer al suelo.

Sus ojos se cerraron con fuerza totalmente aterrado, temblando violentamente cuando las manos de su atacante tomaron el cuello de su camisa y fue empujado con una misma brusquedad cargado de intenciones poco amables, y su cuerpo volvió a protestar del dolor ante ser golpeado contra el metal detrás suyo más de una vez. Sus manos las cuales temblaban patéticamente intentaron aunque sea contener los puños que se aferraban contra su cuello y deseaban contra todo pronóstico ahogarlo y privarlo de respirar.

¿Qué estaba pasando?. Tan repentinamente....¿por qué alguien lo atacaba?. Poseía otra apariencia, ¿así que por qué seguían queriendo lastimarlo?, es que no importaba cuanto cambie exteriormente, ¿se debía a su interior patético y horroroso que seguiría sufriendo aquello?. Él no podía salvarse, entonces no entendía aquel cambio si el resultado seguía siendo el mismo.

Sus piernas parecieron querer fallar cuando el cuerpo lleno de tensión y dureza se pegó al suyo y una respiración errática golpeó contra su rostro y quiso al instante liberarse aterrado, desesperado cuando el aire comenzó a faltarle y las lágrimas se arremolinaron en sus ojos.

-¡¿Fuiste tú, cierto?! -una voz llena de rabia escupió a su dirección, y pareció que el agarre tomó fuerza cuando no recibió una inmediata respuesta-. ¡Abre tus malditos ojos, Yang!. No actúes como la asquerosa víctima -el desconocido gruñó contra su rostro y algo se prendió en la mente de Serim.

Se quedó pasmado por un momento, dejando de intentar apartar al hombre que lo aprisionaba cuando un pensamiento cruzó por su mente. Su corazón pareció aletear correspondiendo a sus pensamientos, su respiración salió entre cortada aún con temor cuando comenzó a tomar valor para abrir los ojos que ya se encontraban húmedos del susto.

Pestañeó torpemente, con la vista nublada solo podía pensar en una cosa: conocía esa voz. ¿Podía ser qué...?.

-¿Fuiste tú?, no...no necesito que me lo confirmes, sé que lo hiciste, un monstruo como tú sería capaz de mucho más -la rabia y tensión en la voz le ofreció escalofríos a su cuerpo, y cuando enfocó la mirada pudo chocar de frente con unos ojos grandes y oscuros, dilatados y llenos de un odio que erizó cada parte de él, de su piel.

Se quedó estático, no tenía forma de responder ni empezar, su mente hecho un lío maquinó como un desquiciado el porqué podría estar sucediendo esa situación. Tiritando bajo la mirada frívola llena de un odio que nunca en su vida había recibido de esa persona, de él no.

Se quedó repasando su rostro, la suave piel, los labios rojos y carnosos, la perfecta nariz y el tierno y especial lunar debajo del ojo izquierdo. El hombre más hermoso que había pisado la tierra y tal vez el único que había llevado el título de su amigo como Jung Serim. Ese hombre era él, Hwang Hyunjin.

Aquella persona a quien pudo considerar incluso especial algún momento, por primera vez le estaba ofreciendo una mirada llena de una frialdad y odio más allá de una expresión, el agarre, la presión y el calor que emanaba, todo le indicaba cuanto rencor traía sobre él en ese momento.

Pero no era sobre Jung Serim. Él estaba colérico debido a Yang Jeongin. ¿Por qué?. ¿Se conocían?. Él no estaba enterado de eso, nunca en los años que lleva sufriendo aquel infierno junto a Yang Jeongin lo había visto entablar una conversación con Hwang Hyunjin. Entonces por qué en ese momento, con aquella confianza como si hubieran cruzado más de una historia juntos lo arremetía contra los casilleros y le decía palabras tan crudas.

Por un momento quedó en trance, su corazón se desbocó porque por un momento sintió que no estaría solo, que tenía a Hyunjin, él nunca lo golpeó, ni lo llamó con apodos denigrantes, nunca intentó hacerlo sentir mal y sobre todo jamás lo ignoró. Ambos compartieron más de un encuentro en el pasado, hasta incluso una semana atrás, se habían encontrado en la terraza pasando el receso juntos luego de que Serim se refugió allí y encontró al mayor durmiendo sobre unas mesas viejas y desmanteladas. Hyunjin apenas despertó y lo encontró allí le entabló una conversación amigable preguntando por él, por cómo se encontraba, por lo que le interesaba.

Hwang Hyunjin no sabía pero para él se trataba del único ser humano que veía como un ser de luz en ese podrido mundo de oscuridad.

-Me prometiste que no harías nada, cumplí cada una de tus repugnantes peticiones. Y aún así... -Serim creyó que el corazón le saltaría del pecho.

Observó las pupilas temblar, como la mandíbula contraria se tensaba hasta endurecer su expresión, y todos sus sentidos se derritieron al captar los ojos brillantes como nunca antes.

No puede ser, él en serio...¿Estaba reteniendo sus lágrimas?. ¿Por qué estaba tan enojado?. ¿Qué era lo que lo tenía tan colérico?. ¿Y esa forma tan dolorosa de retener las lágrimas?. Serim tenía la respiración inestable para cuando pudo llegar a una conclusión, a una poco creíble pero la única que se le ocurría.

Podía ser qué, ¿Hwang Hyunjin estaba actuando de esa forma por su fallecimiento?. Sonaba tan loco que no sería capaz de decirlo en voz alta, pero, ¿y si era así?. ¿En serio habría alguien en ese mundo que pudiera llorar por su ida?, ¿no fue tan lamentable entonces?.

Tal vez si fue importante para alguien, debía ser que Hwang Hyunjin después de todo lo consideraba su amigo.

Serim inconscientemente levantó los dedos temblorosos, sin ponerse a pensar en qué esa no era una situación favorable. Sólo quería tomar el rostro de la única persona que estaba mostrando una verdadera rabia y tristeza porque él ya no estaba, por el único que estaba a borde de las lágrimas por caer en cuenta de que se había ido. Sintiéndose al borde de llorar él también al ver los ojos brillar en una emoción de dolor y frustración que calo profundo en él.

Aún así, de forma dura cayó en la realidad cuando Hyunjin vio sus intenciones y con un fuerte y rudo golpe alejó sus manos como si fueran pestes apartándose de golpe, de forma súbita la expresión de odio volvió en su rostro y como si fuera lo más abominable habló escupiendo palabra tras palabra.

-Nuestro trato se rompió, Yang. No importa si me cuesta la vida también, no me iré de este mundo sin destruirte, y no intentes amenazarme -Serim amplió los ojos cuando fue observado con una frialdad que heló sus extremidades-. Ya no funcionará en mí, tu única arma contra mí ya no esta, así que espera mientras ves como tu preciada posesión deja de moverse a tu antojo.

Con una última mirada de desprecio Hwang Hyunjin volteó sin volver a mirarlo y salió en grandes zancadas dejándolo en su sitio totalmente pasmado, con las piernas temblando hasta que la tensión abandonó su cuerpo dejándolo ceder ante el cansancio, resbalando contra los casilleros hasta caer al suelo sin aliento. Se sentía mareado, sonrojado y alterado, con el rostro ardiendo y sus manos temblando. Le había superado demasiado haber tenido un encuentro tan...diferente con Hyunjin.

Hyunjin...Hwang Hyunjin. Mierda. ¿Qué haría ahora?. ¿Estaba hablando en serio con todas esas amenazas?. ¡Pero si lo destruía que sería de él en un futuro!. Sabía que Yang Jeongin debía pagar por sus crímenes pero no deseaba que lo haga con él dentro de su cuerpo, terminaría perjudicado totalmente.

¿Entonces que haría?. Solo tenía que ir y decirle: "Hey, Ha pasado un tiempo, hyung. Oh, por cierto soy Jung Serim, por si no me reconoces por la falta de grasa y fealdad, solo por si acaso". Exacto, probablemente Hwang Hyunjin llame a un psiquiátrico.

Entonces...¿tendría que intentar decírselo?. ¡¿Pero quien en su sano juicio le creería que había cambiado de cuerpo milagrosamente de la noche a la mañana?!. Además que era más que evidente que por alguna extraña razón la relación de Hyunjin y Jeongin estaba en un término algo espeluznante.

Si se atrevía a querer decir una verdad tan absurda en ese cuerpo...

¿Hwang Hyunjin no iba a intentar matarlo, cierto?. No creía que podía llegar a ese extremo.

No, claro que no. Después de todo él no era como Nam Keeho o Yang Jeongin. Estaba más que seguro dentro suyo que su hyung era la persona más normal que había conocido, amable casi como un ángel. Un adolescente normal con quien querrías crear una amistad. Aunque era algo solitario estaba seguro que si le diera oportunidad a las personas Hwang Hyunjin podía ser increíblemente popular en el instituto. Más de lo que ya era por su increíble apariencia.

Así que, aunque será misión casi imposible, podrá cumplir el objetivo de poner a Hwang Hyunjin de su lado, ¿cierto?.

Nada estaba claro aún, además de las mil dudas que poseía. Pero volteando a observar por el camino en que Hyunjin se había ido sintió su corazón aletear, ilusionado por la esperanza de no estar solo en ese tétrico mundo al que había entrado.

Tal vez podría por fin entablar una conversación normal con el mayor frente a todo el instituto sin ser la burla colectiva por ver a un príncipe hablando con un ogro. Eso sería magnífico para él.

De alguna manera, podría tener un amigo.

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