Capitulum septem.


Antigua Grecia, 1200 a.c

En la antigua Grecia existían los doce dioses olímpicos que eran los principales dioses del panteón griego que moraban en la cima del monte Olimpo, el más alto de Grecia.

Dentro de los doce dioses olímpicos se encontraba Apolo; Dios de la luz, el sol, el conocimiento, la música, la poesía, la profecía y el tiro con arco. También considerado el dios de la medicina y de las profecías.

Apolo era el antiguo nombre de Simon, que antes de haberse convertido en un ángel guardián superior, había sido un Dios griego. Desde los altos de los cielos, cuidaba a la tierra y a los humanos que habitaban en ella, su perfección en cuanto a la belleza física era solo conocida por sus padres y por los demás dioses olímpicos.

Como cualquier otro día, el sol irradiaba luz a la tierra y la naturaleza crecía con fervor. No obstante, aquel día Apolo diviso desde los cielos la silueta de una damisela; había visto a muchas mujeres humanas hermosas,  pero no como aquella con tez blanca, pómulos y labios rojizos como una rosa, manos y pies delgados y finos, y su piel que aunque no la había acariciado, percibía que era mórbida.

Sin pensarlo, rápidamente bajo del cielo y en segundos se encontró tocando con sus pies desnudos, el pasto fresco de aquella tarde en el pequeño pueblo de Grecia. Se escondió entre los árboles observando con detenimiento aquella hermosa mujer que había captado su atención. La joven se encontraba recogiendo frutos del suelo que los árboles habían creado y arrojado; y de pronto, una hoja crujir se escuchó en el sereno bosque. La fina mujer volteó su cabeza hacia atrás tratando de averiguar de dónde provenía aquel sonido.

—«Maldición»—se dijo para sí mismo el Dios de la luz.

— ¿Hay alguien por aquí? —Indagó y agregó—: puedo proporcionarte frutos si lo deseas —esbozo una pequeña sonrisa.

Tratando de evitar la situación, Apolo dio un paso más para irse nuevamente a los cielos. Sin embargo, nuevamente se descuidó y volvió a pisar otra hoja seca.

— ¿Espiando a una dama? Es irrespetuoso hacerlo ¿lo sabías? —espetó.

—No era mi intensión hacerlo, señorita...—observó su rostro y admiro aquellos preciosos ojos color avellana.

—Aikaterine, ese es mi nombre —finalizó la oración que Apolo no pudo acabar.

Y desde ese momento, una conexión hubo entre ellos. Los días, semanas y meses pasaron desde que Apolo y Aikaterine se habían conocido en una insólita situación. Ambos demostraban el amor que sentían a escondidas, pese a que, tanto los Dioses como los humanos no estaban de acuerdo que un ser divino y una mundana se relacionaran de forma afectiva. El respeto hacia los Dioses, era sagrado para los humanos.

Los jóvenes enamorados demostraban su amor de forma física en aquella cálida tarde, besaban mórbidamente sus cuerpos y Apolo entre besos y susurros; le expresaba poesía a la damisela de ojos color avellana. Pero aquella misma tarde, fueron descubiertos por Hermes; mensajero de los dioses.

Y desde ese suceso, Apolo y Aikaterine tuvieron una escisión. El Dios de la luz fue encerrado en los cielos, prohibiéndole salir a la tierra.

La joven dama quedó dolida y destrozada; desde aquel entonces, no volvió a ver su amado...

Conoció a un joven hombre que practicaba magia negra. La curiosidad de la joven mujer la llevo a adentrarse a una situación sin salida.

El tiempo pasó y el dolor se ocultó, Aikaterine fue consumida por la oscuridad de su raza. Apolo le había prometido volver hacia ella, pero esas palabras quedaron en el viento; y un rencor creció dentro de ella.

«Se enamoró del joven varón», creyó ella. Por consiguiente, se casó.

Ambos humanos empezaron a utilizar magia negra en actos inhumanos.

Y aquí no termina la historia; finalmente Apolo fue liberado de los cielos y de inmediato bajo a la tierra a la búsqueda de su amada, y cuando volvió a la tierra ya era muy tarde. Su amada estaba en las manos de otro hombre, de un humano.

Apolo fue traicionado por su amada. Y desde ese momento, prometió no enamorarse de una humana, ya que los humanos eran frágiles, manipuladores y sobre todo: seres sin humanidad.

***

Y el dios Apolo se enamoró

de una bella humana. Sin embargo,

la oscuridad la consumió

y la llevo a la perdición.

Traicionando a Apolo y llevándose

consigo magia negra

y piezas rotas de su corazón.

***

Simon ensimismado, guardaba un tenso silencio y parecía hundido en un antiguo dolor.

—Señor ¿necesita algo más? Estamos por cerrar —comunicó un joven bartender.

Y velozmente, Simon volvió a la realidad.

— ¿Se encuentra Alexis? —inquirió.

—No sé de quién hablar señor —se inquietó.

—Sabes muy bien de quien hablo —cogió la camisa del joven con fuerza y lo aproximo hacia su rostro. Agregó —: Dile que soy Simon Morgan.

—Y he aquí a mi antiguo enemigo, ¿has traicionado a tu raza tan pronto? —formó una sonrisa maligna.

—He venido a negociar contigo, Alexis —dictaminó Simon.









Nota de autora:  ¿que les ha parecido? ¿les ha gustado la revelación del pasado de Simon? Por cierto, estoy pensando en cambiar el nombre de Niall y por consiguiente, a Niall en sí, ¿aún así seguirían leyéndola? 

Gracias por leer.

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