❣ ️Epílogo
No. Yo no estoy Loca.
Pero tengo un corazón aquí encerrado. Salvaje.
Qué piensa que la cordura
Es una palabra demasiado parecida
a las cuerdas que le atan.
Strabebi
~ ❤ ~
Si hay algo que Catherine sabía, era soñar.
Y desde que tenía memoria, ella había soñado con pasteles de mil sabores, y todo Corazones deleitándose con ellos.
Ella Jamás quiso ser Reina.
Tan solo soñaba con enamorarse.
Más nadie le dijo que su corazón era tan frágil, que podría ser roto, o tan valiente, cómo podría ser robado.
Conoció a Jest, el misterioso chico de los ojos color miel, en un sueño, en un jardín de rosas; y descubrió lo que era enamorarse más allá de aquellos sueños.
Después de él, sus sueños se tornaron pesadillas, y deshacerse de su corazón herido fué la única manera de olvidarlo, o al menos, eso intento.
Las historias olvidadas, siempre terminarán en el mismo lugar donde iniciaron.
~ ❤ ~
Catherine abrió los ojos lentamente, permitiéndose sentir la calidez de sol sobre su cuerpo adormecido. Escuchó el murmurllo del agua, y sintió las frías gotas de rocío resbalar sobre su piel, mientras aspiraba el embriagador aroma de las rosas al amanecer.
Se incorporó, y eso fue precisamente lo que vió. Rosas.
Habían rosas blancas por todos lados, y más allá, un estanque. Catherine gateó hasta el, y observó su reflejo en el agua mientras se ponía de pie. Era el espejo natural más impresionante que había visto en su vida.
Gimió.
Llevó inmediatamente su mano contra su pecho, y esperó. Y espero. Y nada.
El silencio la arrullo, y nada se movió a su alrededor. Al igual que en la cañada, parecía que el tiempo jamás había puesto un pie en aquel jardín.
Pero el tiempo no te visita en sueños, ¿O si?, porque aquel lugar pertenecía a los sueños de Cath; aquel era el lugar dónde se enamoró de él, de su mirada y de sus besos.
Jest.
–Catherine.
Cath se sorprendió una voz decir su nombre, y sus ojos se empañaron de lagrimas mientras de daba la vuelta.
¿No te han dicho, Cath, que son los cuerpos los que mueren, y las almas las que sobreviven?
Él iba vestido de negro y tenía una rosa en su mano. Él estaba ahí, y cuando Cath lo abrazó, aferrandose a él, está vez, no se esfumó.
Ellas siempre volverán a encontrarse querida, talvez no en vida, pero lo haran igualmente.
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