♣️ ️Capítulo 4
La superficie del espejo era una mentira. Nadie podía brillar tanto, estando tan hueca por dentro.
Catherine contempló se reflejó en el cristal, dónde la corona relucía majestuosa sobre su maldita cabeza. Un recordatorio constante de su maldición.
Cómo odiaba esa corona.
Acercandose al espejo, canalizó cada gota de su desesperación, de odio y descontento, y sus dedos, pálidos cómo los de un fantasma, rozaron la superficie fría.
La corte de corazones se desintegró en un segundo, y a su alrededor el esplendor se convirtió en lodo, las cortinas en un largo cerco de madera, y cada corazón en una calabaza.
-¿El huerto de Sir Peter?- masculló Cath, confundida.
Ella miró a su alrededor. El huerto, las calabazas destrozadas, la vieja cerca, la choza de Sir Peter, y en el lodo... el cuerpo sin vida de Jest. Todo era como lo había dejado.
Apartó inmediatamente la mirada, con añeja resignación, y al instante sintio un cortante y gélido frío ascender por su mano derecha; con su empuñadura de hueso y su hoja manchada de sangre, la espada Vorpal estaba aferrada en el puño de Catherine.
"La venganza no trae felicidad, Catherine, y tampoco paz, no es lo que imaginas".
«No es felicidad ni paz lo que busco».
"Tampoco buscabas la corona, y ahora eres reina. Lo serás por siempre".
Ella avanzó unos pocos pasos, acercandose a Jest. El lodo seguía mezclado con su sangre, y algunas flores amarillas de calabaza crecían salvajes, enredándose a su alrededor, y él permanecía intacto, sereno, como si nada más estuviese durmiendo; ella quería tocarlo, acariciar su mejilla, hacer que abriera sus ojos, y despertará por fin...
Pero su cabeza, desprendida de su cuerpo, yacía lejos de él, estropeando cualquier ilusa fantasía.
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