Capítulo 6: Ares
Ares estaba en una esquina alejada del Dangerous observando a los demás, bueno, a dos personas en específico, Athenea y Afrodita.
La primera era su encargo a seguir, su tarea por parte de Hera mientras que la segunda era la mujer que quería, aquella que había buscado por años y por la cual nunca se sintió completo con nadie en esa miserable vida mortal que estaban viviendo.
¿Lo peor de todo? Fue que al encontrarla se enteró de que estaba enamorada de quien fue su marido cuando era una diosa.
¿No era eso gracioso?
Tantos milenios siendo el amante y creyendo que solo entre ellos se complementaban para al final saber que el cuernudo de Hefesto se ganó su corazón en esa vida ¿Y para qué? Para lastimarla.
Eso era lo único que Hefesto y Artemisa habían hecho con Afrodita desde que los conoció, y eso lo mataba.
¿Cómo una persona que fue tan vanidosa como Afrodita aguantaba tanto?
La pelirroja había aguantado desplante tras desplante por parte de quien supo fueron sus mejores amigos ¿Y no era eso la ironía de la vida? Su marido cuernudo y su némesis siendo las personas más importantes para ella.
Pero eso debe acabar pensó disfrutando el momento que presenciaba.
No le gustaba herir a la chica que tenía su corazón, pero sentía que debía hacerlo para que reaccione. Por lo que ideo un plan que sabía tendría resultados inmediatos.
Engaño a Hefesto diciéndole que se encontraría con Afrodita en el bar. El efecto fue inmediato, el chico se molestó como nunca lo había visto mientras él se regodeaba de su mentira.
Fue tan fácil hacerlo caer en su trampa y Ares sabía que solo había dos opciones para el moreno. La primera era que el chico no hiciera nada y la segunda era que llegará molesto y les reclamará algo, pero vaya sorpresa que se llevó. Jamás en su vida pensó que el moreno llegaría con una chica y bailara como un poseso con ella frente a Afrodita.
Se rio tomando su trago.
La vida humana era tan impredecible, y eso lo confirmo cuando vio a Artemisa unirse a ello con sus perritos falderos antes de ver el show que estaba montando su amigo.
¿Qué vas a hacer? Se preguntó Ares en su mente, era difícil saber que harían cada uno de ellos.
Si bien habían conservado cierta parte de su esencia, no eran del todo los mismos que fueron antes.
La cazadora tomo a Hefesto alejándolo de la preciosura con la que bailaba y sacándolo del bar por la parte lateral.
Fin de la diversión.
Afrodita seguía bebiendo mientras los demás a su alrededor la miraban preocupados.
Era curioso ver como la diosa más envidiada y dejada de lado por ser ella misma ahora era la protegida del grupo de dioses más poderosos, en su mayoría.
Ares casi podía sentir el dolor de la pelirroja; sin embargo, no estaba dispuesto a ser nada.
Él quería que Afrodita reparará en su persona y le diera una oportunidad que le estaba negando desde que se habían conocido.
Dejando su vaso se acercó a la mesa de la pelirroja cuando vio a Athenea dejarlos.
Oportunidades solo una en la vida y no había que desaprovechar la que tenían.
—Hola —saludo cuando llegó frente a ellos— ¿Les molesta si me uno a ustedes? —les preguntó por simple cordialidad sabiendo que así los comprometía.
Mañas humanas que había adquirido y que encontró muy útiles.
—Claro, siéntate —le dijo Deméter siendo la mediadora entre todos ellos.
Ares sonrió y fue a sentarse junto a Afrodita, pero Apolo y Hermes fueron más rápidos y se corrieron a su lada frustrando sus planes.
Respira, Ares. Respira. Se dijo controlando sus impulsos para evitar matar a las pequeñas molestias. Son importantes para Afrodita se recordó, y también para Hera le dijo su inconsciente traidor.
—Pensé que Hera no te soltaba la correa —comentó Poseidón en bramo.
—¿Eso deberías preguntarle a tu hermano, no? —le cuestionó un poco picado en su orgullo.
Ares no era estúpido, sabía perfectamente lo que se decía de él por las calles.
—Mi hermano es un idiota —gruñó el chico.
—¿Y qué te trae esta noche a mi bar? —le preguntó Dionisio mirándolo con sospecha por lo que rodo los ojos.
Ares entendía que la mayoría de veces que había ido al bar era para buscar información que iban de la mano con problemas.
—Hoy vengo solo por un buen trago —le respondió con una sonrisa ladina antes de fijar su vista en Afrodita— ¿Cómo...
—Creo que necesito un poco de aire —dijo la pelirroja cortando cualquier intento de interacción con él— ¿Poseidón me acompañas? —pidió al chico que se separó de Deméter rápidamente y se acercó a ella para ayudarla a caminar.
—Yo iré a ver a mi hermana —dijo Apolo.
—Te acompaño —agrego Hermes dejándolos solos en un ambiente incómodo.
—No es...
—No te molestes, Deméter. Sé de qué pie cojean cada uno de ellos —le dijo Ares a la chica cortando cualquier intento de excusa que diera para justificar a sus amigos— De hecho también me debo ir. Nos vemos pronto Dionisio —agregó al final para el chico marchándose.
Dionisio era una fuente de información fidedigna de temas humanos que lo ayudaban a moverse por el pueblo sin problemas, pero Ares deseaba que fuera mejor obteniendo información sobre su asunto siendo humanos; sin embargo, el chico aun no recuperaba sus recuerdos lo que se interponía en sus planes.
Ares salió por el lado contrario a los demás para despistarlos y salvar un poco de su orgullo, pero aun no iba a irse, no podía, no mientras Athenea siguiera ahí por lo que la busco no sorprendiéndose para nada cuando la encontró en problemas, otra vez y como cada día desde que recupero la memoria al igual que él, Hera y el líder de la banda fantasma del pueblo, alguien que había decido ser el as bajo la manga si algo salía mal en los planes de la rubia.
Todo parecía marchar bien hasta que Afrodita, Poseidón, Hermes y Apolo aparecieron complicándolo todo, en especial cuando la pelirroja intento coaccionar a Calisto para decirle la verdad.
—No —le ordenó Athenea a Afrodita que se veía realmente molesta y Ares culpaba a Hefesto de eso.
—Estábamos conversando cuando aparecieron esos tres y empezaron a atacarnos —que fuera Artemisa la que respondiera sorprendió a Ares y a todos si las miradas que le daban a la pelinegra era una indicación.
—Van a pagar caro esto —amenazó Calisto.
¿Cuántas veces había escuchado él la misma amenaza desde que llegó al pueblo?
—Fallaste hoy y fallarás de nuevo, detén esta locura tienes una nueva oportunidad —escuchó responderle Athenea a chica que se rio de sus palabras.
—Hoy tuviste suerte porque estuvieron juntos y se apoyaron, pero cuanto tiempo podrás mantener esta frágil relación.
Y ese era el mayor temor que tenía Hera.
La rubia le había explicado que dividió a los grupos para evitar ser un solo blanco, pero eso jamás significo que los desprotegiera o abandonara a su suerte. Claro, ella no quería que recuperen sus recuerdos, pero no por eso significaba que iba a dejarlos en peligro.
Irónico.
—Alguno de los míos sufre un solo daño y te juró que haré mi misión personal torturarte —dijo Artemisa acercándose a Calliope siendo apenas separada por Athenea.
—¿Amenazándome?
¿No era obvio?
—No, solo advirtiéndote —le respondió la pelinegra alejándose un poco de la chica antes de que una flecha cayera sobre ellos.
Demonios, los problemas iban a empeorar. Eran un blanco fácil donde estaban y esa flecha había sido una advertencia, por lo que Ares decidió hacer acto de presencia
—Tienen que irse —les dijo antes de mirar a Athenea y agregar— Tú no.
—Por supuesto que yo no —le respondió la castaña con ironía.
Ares sabía que el momento de hablar entre ambos llegaría tarde o temprano.
Espero unos segundos a que se fueran y cuando no lo hicieron saco su teléfono.
—Comisaría local ¿En qué puedo ayudarle?
—Quiero reportar una pelea de pandillas en el Bar Dangerous, parece que hay muertos —dijo mirando a los demás antes de colgar; sin embargo no se movieron.
¿Acoso era sordos y no se había dado cuenta?
—¡Váyanse! —les gritó Athenea.
—Pero...
—¡Váyanse ahora! —gritó la castaña de nuevo hasta que al final todos lo hicieron.
— Tienes que dejar de seguirme —le dijo Athenea; sin embargo, la ignoro y se acercó al chico que Poseidón había derribado.
—Ya no eres tan valiente ¿Verdad? —le señaló Ares haciendo que el chico retrocediera.
Él lo reconocía del grupo de los escorpiones, un pobre y simple humano que le gustaba meterse en problemas más de lo que se podía decir que apreciaba su vida.
Ares no apartó la mirada del chico; sin embargo, y gracias a sus habilidades que habían ido apareciendo desde que recordó que era un dios sintió el momento exacto en el que el otro chico cargó contra él por la espalda, por lo que sin pensarlo dos veces se giró lo apuñalo en el pecho.
—¿Por qué no se hace polvo? —le preguntó Athenea un poco asustada al ver que el chico se desangraba y no desaparecía.
—No todos son reencarnaciones míticas demoniacas —le respondió Ares mirando al chico que daba su último suspiro con una mueca— Hay algunos muertos que tienen su segunda oportunidad en esta tierra y otros... Bueno, hay otros que solo son humanos y quieren causar daños sin importar a quién o por qué —agregó girándose al otro chico para apuñalarlo como al anterior.
Esas pequeñas batallas le daban una satisfacción retorcida a su parte que recordaba ser un dios, pero a su moral humana, bueno, a su moral humana tenía que controlarla para no sentir nada. No podía permitirse eso en una guerra.
—Lastima, pudo tener una mejor vida. Te toca ella —dijo agregando lo último para Athenea.
—No soy una asesina —le dijo antes de volverse a chica debajo de ella— ¿Por qué no los ayudaste?
¿Enserio? Se cuestionó Ares rodando los ojos.
—Yo no le suplico a un olímpico —le respondió la chica en un gruñido.
Al menos tenía carácter.
—Te pediría perdón, pero no te lo mereces —y diciendo eso le rompió el cuello a la chica.
Al menos fue rápida y tal como Ares dijo no se desvaneció en polvo. El sonido de las sirenas llegó más pronto de lo que pensó.
—No creo que me hayas hecho quedar porque querías ayuda en esto —le dijo Athenea señalando los cuerpos— ¿Qué quieres?
—Nada, pero Hera quiere hablar contigo —le respondió con facilidad, era una mentira, pero Ares tenía que llevar a la castaña con Hera.
—¿Qué quiere Hera conmigo?
—No lo sé, yo solo soy su socio —le dijo sin dudar.
—Está bien, vamos —le respondió la chica después de unos segundos de duda y Ares la guio hasta el final del callejón donde le hizo patita de gallo para ayudarla a subir la pared— ¿Es broma, verdad? —le cuestionó, pero él se quedó ahí hincado en una rodilla con sus manos formando un soporte para su pie sin decirle nada hasta que hizo lo que le quería.
Athenea subió sin problemas y Ares se impulsó en un salto que Spiderman envidiaría antes de caminar sobre el techo y abrir una trampilla.
—Esto nos lleva a la bodega trasera del bar que es por donde saldremos, luego buscaremos mi moto y te llevaré a Hera —le explicó a la castaña que frunció el ceño ante lo que hacía.
Ares bajo primero observando el lugar y caminando a la salida con Athenea detrás de él.
Subió a su moto con la chica detrás de él y arrancó rogando no estarse equivocando con lo que iba a hacer.
***
Cuando llegaron a la casa de Hera, Ares se estacionó y esperó que la chica bajara para que hiciera lo mismo.
Dejó a Athenea admirar el lugar mientras el sacaba su teléfono para llamar a la rubia.
—Estoy afuera, tengo una visita para ti —le dijo cuándo respondió la llamada.
—¿Quién? —le preguntó la chica con un gruñido.
—Es Athenea —le respondió y colgó antes de que Hera empezara con sus reclamos.
—Ella no sabía que me estabas trayendo —le señaló con seguridad la castaña y Ares rodo los ojos.
Le corto a Hera para evitar el drama, no lo tendría con Athenea.
Cuando la reja se abrió Ares ingreso y guio a Athenea hasta la parte de la cocina que era por donde normalmente ingresaba al verse con Hera en su casa.
—¿Qué se supone que es esto? —le preguntó Hera a Ares cuando lo vio.
—Pienso que debes hablar con Athenea —le respondió sin dudar e inmutarse ante su tono.
Tenía una meta y no daría su brazo a torcer esa vez.
—Yo no te tengo para que pienses, te tengo para que obedezcas —le recalcó la rubia con un tono molesto.
Ares resoplo frustrado golpeando sus manos sobre la mesa— Estas perdiendo terreno, Hera —le dijo antes de señalar a Athenea y agregar— Y ella es la única que te puede ayudar a recuperarlo.
—No quiero ni necesito su ayuda.
Claro que sí.
—Sabes que a necesitas, Afrodita está perdiendo el control —le dijo y eso obtuvo una reacción de Hera.
—¿Qué quieres decir? —le preguntó preocupada.
Algo que agradecía era que fuera la rubia quien cuidaba de la mujer que amaba, Athenea también podría hacerlo, pero la chica sería capaz de sacrificar a Afrodita si era necesario y estaba seguro que Hera no haría eso, o al menos quería creerlo así.
—Hoy atacaron a Athenea, Artemisa y Hefesto en el callejón del bar —empezó diciendo— Ellos se estaban defendiendo bien y a la larga hubieran ganado. Después llegaron Poseidón, Afrodita, Hermes y Apolo sumándose a la pelea y ayudándolos a reducirlos de manera más rápida.
—¿Qué demonios hacía Poseidón ahí? Es mocoso, Zeus lo va a matar —gruñó Hera para sí misma— ¿Apolo está bien? —le preguntó y asintió.
—El chico estaba furioso por su hermana siendo atacada que junto a Hermes la defendieron —le dijo y eso pareció calmarla un poco mientras se piñizcaba el puente de su nariz.
—¿Y qué es lo que pasó con Afrodita?
—Casi pierde el control de su poder de persuasión —le informó preocupado— Sino fuera porque Athenea la detuvo de usar su poder sobre Calisto, uno que estoy seguro hubiera desatado mucho más que lo que quería de la chica.
Hera miró a Athenea reparando en ella por primera vez antes de mirar a Ares— Vete —le ordenó y él estuvo a punto de replicar, pero la rubia alzó una mano deteniéndolo— Voy a hablar con ella, pero lo haré a solas. Lo tomas o lo dejas —le dijo y Ares salió molesto de la cocina.
Sabía que de nada servía quedarse a escuchar, Hera era astuta y lo mataría si descubría que no le había obedecido luego de hacerla hacer algo que no quería.
Al menos ya están hablando se dijo y rogo porque ambas chicas llegaran a un acuerdo que beneficiara a Afrodita.
***
Ares observó a Athenea salir de la mansión de la rubia hecha una furia.
¿Qué demonios había dicho Hera para molestarla? se cuestionó mientras observaba a la castaña acercarse.
—¿Te llevo? —le preguntó Ares cuando estuvo cerca mirándola con cautela,
—Directo a mi casa —le respondiendo subiendo detrás de él.
Ares hizo lo que le pidió, pero cuando la dejo en su hogar la detuvo— ¿Ayudarás?
Athenea lo miro de una manera extraña antes de responderle— Lo haré por ella, pero no pienses que esto cambia algo.
O sea que no quería que Afrodita estuviera con él. Mensaje captado.
—Me conformo con eso —le respondió antes de ponerse el casco y macharse, aun había mucho que debía hacer y poco tiempo para ello.
***
FELIZ AÑO NUEVO!!! Espero que lo estén pasando muy bien y disfruten de este día 😉
Aquí un especial desde el punto de vista de Ares ¿Ahora que piensan de él? ¡Los leo!
No olviden dejar sus comentarios y su estrellita.
Los quiero!
Au revoir!!!!
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