Capítulo 20
Capítulo dedicado a @LarissArt3 y jimenezestefanymateo
***
Afrodita estaba sentada en su sala con Athenea y Hera, que habían empezado a atenderla desde que Hefesto y Artemisa se fueron como si fuera de cristal, situación que la frustra a, pero a su vez le resultaba hilarante al verlas actuar así, sin agarrarse a las greñas estando en la misma habitación. Sin embargo, el silencio que había gracias a eso era el mismo que evitará que tocarán el tema la estaba preocupando.
—Gracias —les dijo atrayendo la atención de ambas chicas— Gracias por estar para mí.
Lo decía de corazón. Sabía que podía confiar en muchos de su grupo, pero ellas dos eran como las guías y tenerlas a su lado era reconfortante.
—Te dije que siempre que me necesites estaré para ti —le recordó Hera.
—Y yo te dije que podías contar conmigo para lo que necesites —esa fue Athenea.
Afrodita asintió lentamente y jugando con la taza de chocolate en sus manos se armó de valor para hacer la pregunta que le hacía un nudo el estómago.
—¿Ustedes nunca me mentirían, verdad?
El silencio en su sala se hizo más pesado y una sonrisa triste se expandió por su rostro entendiendo q la perfección lo que significaba.
—¿A qué te refieres? —le preguntó Hera y ella le dio una sonrisa triste.
—¿Hay algo en lo que me hayas mentido u ocultado? —la pregunta fue casual, pero ella pudo ver como su amiga se ponía nerviosa— Sé que sabes que ya lo sé todo —soltó— Se que soy la diosa Afrodita, la verdadera diosa griega. No tienen porque fingir más.
Tanto Hera como Athenea se miraron y todo en sus rostros dejaba en claro que el que ella no supiera la verdad no era algo que hubieran planeado. Siendo sincera se lo esperaba de su amiga rubia, pero por parte de la castaña no sabía que pensar, po lo que, decidió no darle mucha importancia. Después de todo apenas la estaba conociendo, a esta Athenea, a la que consideraba una amiga y no quería pensar mal de ella por su pasado, sabía como se sentía tener una cruz por ello.
—¿Cómo? —la pregunta fue por parte de Hera y aunque la respuesta era sencilla, las palabras no lograban salir de ella.
Afrodita miró sus manos y su abdomen. No sabía cómo, pero la bruja había logrado no matarla en el proceso de recuperar sus recuerdos y la había curado a una velocidad increíble tal y como Apolo había hecho con Hefesto.
—¿Cómo lo hicieron ustedes?
—¿A qué te refieres? —le preguntó Athenea.
—A sus recuerdos ¿Cómo los recuperaron?
—Hay un ritual liderado por las hermanas Destino, así fue cómo —le respondió la castaña y Hera asintió ligeramente mirándola preocupada acercándose a ella.
Fue por eso que la pelirroja cayó en cuenta que había estado temblando.
—¿Qué fue lo que te hicieron, Afrodita? Dime, ¿qué te hicieron? —preguntó su amiga y ella negó, no queriendo hablar de ello.
Un ritual. Un maldito ritual les había hecho la vida más fáciles a sus amigas mientras que ella tuvo que sufrir y estar al borde de la muerte para que pudiera hacerlo. Claro, no era su culpa, pero eso no quitaba el dolor que le toco pasar para obtener lo mismo que ellas.
La pelirroja sintió el momento exacto en el que Hera la refugio en su pecho, meciéndola para calmarla. No estaba llorando, pero estaba entrando en pánico. Las palabras que su amiga susurraba no podía comprenderlas del todo y eso la desesperaba aún más.
Afrodita solo se veía encerrada con Apolo siendo torturada y de pronto la imagen pasaba a ella en el cuarto oscuro oliendo hierbas y siendo apuñalada, luego sus recuerdos y así se repetía el ciclo en su mente.
Cada segundo parecía ser peor que el anterior y no supo cuanto tiempo tardó hasta que todo empezó a calmarse en su mente. Poco a poco su respiración se hizo más acompasada permitiéndole relajarse y respirar mejor.
Cuando vio a su alrededor y observó que Athenea tenía el atrapa sueños de su cuarto en sus manos sobre las de ella.
—Lamento que hayas pasado por todo eso —susurró la castaña con lágrimas en los ojos— Perdón por no haberte podido rescatar antes de que sufrieras tanto.
—¿Qué? —jadeó, no estaba entendiendo.
—Nos contaste todo en tu ataque de pánico —le explico Athenea— No se supone que pasarás por eso. No se supone que ninguno pasará por eso —dijo, pero Afrodita sintió que eso último fue más para sí misma que para la ella.
Hera se quedó abrazándola y dándole confort en completo silencio y eso la preocupaba, porque aunque el mensaje de no te voy a abandonar, no pasarás por eso de nuevo, que quería creer, en serio quería hacerlo, después de todo no podía. Además su amiga nunca era de las que se quedaban de brazos cruzados y le daba miedo lo que fuera a hacer.
Estuvieron en así unos minutos más hasta que el sueño empezó a vencer a Afrodita, por lo que, ambas la acompañaron hasta su cuarto como si necesitara ser cuidada, y una parte de la pelirroja quería exactamente eso, sentirse protegida y saber que no la dejarían sola otra vez; sin embargo,no quería parecer débil.
—No es necesario que se queden —les dijo— Estaré bien.
—Yo lo sé, pero quiero quedarme —le respondió Hera bastante seria colocando el atrapa sueños en su sitio habitual— No quiero dejarte sola.
Y eso se traducía en, no insistas en que me vaya o me voy a molestar.
—Gracias.
—Descansa —le dijo la rubia y Afrodita asintió cerrando sus ojos.
El sueño estaba a punto de vencerla y la pelirroja sabía que ninguna de las dos chicas había abandonado la habitación, por la conversación que escuchaba.
—¿Crees qué pueda superarlo? —escuchó preguntar a Athenea con un tono bajo, seguro tratando de no despertarla.
—Sé que lo hará, es fuerte —le respondió Hera y la seguridad en sus palabras fue ten contagiosa que por un momento Afrodita se vio creyéndolas.
—Sabes por un momento pensé que estaba hablando de Hefesto.
¿Qué?
—Me dio miedo que hubiera descubierto su relación, con todo esto pasando la hubiera destruido —dijo Athenea y la pelirroja sintió un pinchazo en su corazón.
¿Athenea lo sabía?
—Te dije que no hablarás de eso —gruño Hera y el dolor se intensifico en Afrodita— Ella no debe saber de esa relación.
Tú no, pensó queriendo llorar, otra vez, pero por un motivo muy distinto.
—Lo sé. Ocultarle eso es lo mejor que podemos hacer por ahora. No es momento para que se descontrole, su poder es peligroso —le dijo Athenea a Hera que no le dio una respuesta verbal.
Afrodita escuchó la puerta de su cuarto cerrarse con cuidado, pero ella no se movió.
¿Desde cuando lo sabían? ¿Desde cuando sabían que Hefesto estaba saliendo con otra persona? ¿Por qué no se lo habían dicho? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Se preguntó con desesperación.
Tiene que ser una maldita broma. Tiene que ser una maldita broma se repitió, pero sabía que no lo era y no podía hacerse la ciega.
Ella no debe saber de esa relación.
Ocultarle eso es lo mejor que podemos hacer por ahora
¿Es que acaso pensaban que iba a ir contra la chica? Si hubiera tenido sus recuerdos antes lo entendería, pero era una humana más, no recordaba nada ¡Ni siquiera tenía que ver con él tema de ser dioses! Y no confiaron en que pudiera con ello. No iban a decirle nada acerca de eso aún sabiendo cuales eran sus sentimientos.
Te voy a demostrar que te mienten. Te voy a demostrar que no confían en ti.
Las palabras de la bruja resonaron en su mente con fuerza metiendo más leña al fuego y Afrodita no quería, pero estaba cansada de estar en la oscuridad y que nadie se molestará en sacarla de ahí siempre relegándola al final.
Su poder es peligroso. Le tenían miedo, cuando ella no había hecho un demonio para dañarlos aún así le tenían miedo.
La furia empezó a invadirla y Afrodita se juró que esa era la última vez que le veían la cara de estúpida. Querían juzgarla y temerle, pues ella les daría motivos para hacerlo.
***
Ok. No podía hacer nada contra sus amigas. No cuando al despertase e ir a su cocina se encuentra con Hera preparándole su jugo favorito.
Sí, estaba molesta de que le hubieran ocultado lo de Hefesto y la noche anterior pensó mil cosas para demostrarles de lo que era capaz, pero se dio cuenta de que no podía hacerlo, no cuando habían dado mucho por ella; por lo que dudaba que cualquier decisión que hubieran tomado lo hubieran hecho en pro de hacerle daño. Sin embargo, eso no quería decir que no estuviera un poco molesta con ellas.
—Buenos días —saludó Hera sobresaltando a la pelirroja.
—Buenos días —le respondió Afrodita un poco cortada— ¿Athenea no se quedó?
—No. Dijo que tenía que ir a verificar a su mamá.
Cierto, Mina. ¡Mina! Tendría que hablar con Athenea y preguntarle que fue lo que le pasó a su mamá, después de todo estaba segura que lo mismo que el peligro que todos ellos corrían se extendía a las personas a su alrededor y más queridos.
—No tenías que hacerlo —le dijo a Hera cuando puso su jugo de fresa con leche con carne tostada y papas fritas frente a ella.
—No tengo, pero quiero. Ahora come —ordenó su amiga rubia sonriendo.
Afrodita solo podía imaginar el alivio que sentía Hera viéndola por su mirada, pero sentirlo era muy diferente. A diferencia de ella, la pelirroja jamás tuvo que proteger a ese nivel a alguien y dudaba que en algún momento fuera a hacerlo.
—Te dije que eras fuerte y podías con todo. Estoy orgullosa de ti —le dijo su amiga y el corazón de Afrodita se derritió con esas palabras— Sé que puedes con mucho, pero no con todo —continúo y aquello le daba mala vibra a la pelirroja— Y no ibas a poder con la noticia de Hefesto saliendo con otra —le soltó.
Afrodita casi se ahoga con jugo ante lo que le había dicho su amiga ¿Como diablos lo sabía?
—¿En serio creíste que estando a tu lado no iba a saber que estabas despierta? —le preguntó con una ceja arqueada y la pelirroja hizo una mueca.
Ok, ese era un punto en su contra y bastante tonto de haber creído.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —le preguntó Afrodita a Hera.
—Por la misma razón por la que te oculte quien eras, no quería que la Afrodita que ha crecido en este pueblo desapareciera.
—Un corazón roto no me iba a derrumbar —se quejó. Ese momento era la prueba de ello.
—En ese entonces no lo sabía. Ahora lo sé —le respondió.
—Yo ya lo sabía —admitió Afrodita desviando un momento la mirada recordando la noche de su secuestro— Cuando me liberaron después de obtener mis recuerdos me dejaron cerca a su casa —que al principio no había reconocido— Y lo vi con ella. Se veía feliz —susurró.
—Por eso no querías hablar con ellos —dijo Hera sin un ápice de duda y la pelirroja asintió— Tú también mereces ser feliz, vas a ser feliz.
—Como tú, y aún así sigues sacrificándote por nosotros —le recordó Afrodita.
—No me hagas ver altruista, no lo soy —le dijo la rubia con una risa— Tengo mis propios motivos para hacer todo lo que hago.
La pelirroja se rio porque sabía que en la vida su amiga iba a aceptar que era una buena persona y, porque no, algo altruista.
—¿Prometes no volver a mentirme? —le preguntó Afrodita a su amiga y cuando esta solo la miro sin responder supo que esa era una promesa imposible en la situación en la que se encontraban— Quiero tiempo —le dijo sorprendiendo a Hera— Ha pasado tanto en tan pocos días que quiero estar un tiempo sola antes de ver y, solo es complicado con tantos recuerdos.
Hera asintió y soltó un suspiro resignado.
—Te doy hasta el lunes para que ordenes todo y sino puedes no dudes en llamarme, siempre estaré disponible para ti.
Y luego dice que no es altruista pensó Afrodita viendo como su amiga se marchaba.
Tenía tres días para poner sus pensamientos en orden y llegar a un acuerdo con todo. No era fácil asimilar quien había sido y quien era, no cuando, y siendo sincera consigo misma, era consiente que se había acostado con casi todos los olímpicos.
Pero eso es pasado se dijo.
—Es pasado y no pueden condenarme por él, no puedo condenarme por él —susurró a la nada mientras terminaba su comida.
Afrodita casi podría decir que su primer día había sido un éxito enfocándose en lo que debía y ordenando sus pensamientos, poniendo las cosas donde debían ir sin sobrecargarse de todas las emociones que la abrumaban, pero era solo eso, un casi que nunca llegó a ser todo.
El timbre de su puerta la sobresaltó un poco pensando que volvían por ella para secuestrar la mientras veía la televisión.
—Ningún secuestrador llama a tu puerta —se dijo molesta, pero de todas maneras se dirigió tomó un palo de escoba.
Viendo por la mirilla se sorprendió de la persona que estaba al otro lado.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó al chico tirando de él al abrir su puerta.
Afrodita no era tonta, sabía que Hera había mandado a Ares a vigilarla, por lo que sospechaba que el chico también tenía sus recuerdos.
Lo que explicaría muchas cosas.
—Te tengo una propuesta —le dijo su invitado inesperado y ella rodó los ojos.
—Mi respuesta es no... A lo que sea —agregó viendo que el chico iba a replicar.
—Solo escúchame y si después de escucharme no quieres aceptar me iré y todo seguirá como si nada.
—¿Sabes que puedo manipularte para que te vayas y no me molestes?
—Sé que puedes hacer Afrodita, no soy estúpido —le respondió el chico— Pero ambos sabemos que no lo harás.
—¿Por qué?
—Te lo dije antes, ambos tenemos un corazón roto y debemos mantenernos unidos —le recordó y aunque era una excusa pobre para lo que pedía y lo que su presencia representaba termino aceptándola.
Tenía curiosidad sobre lo que Orión quería hablar con ella y la había ayudado con anterioridad, además podía defenderse si decidía atacarla. Solo esperaba no arrepentirse de haber haber aceptar.
—Te estaré vigilando —le advirtió señalándole el sillón para que tomará asiento antes de que empezará a decirle lo que quería.
Adiós días de paz pensó, pero no supo cuan real se haría ese pensamiento hasta que escuchó lo que Orión quería de ella.
***
Solo tengo una pregunta ¿Amaron a esta Afrodita?
Orion está a punto de cambiar todo para todos en especial para nuestra protagonista.
Espero que les haya gustado el cap, no olviden dejar sus votos, comentarios y compartir para seguir creciendo juntos!!! Cada día somos más y es gracias a ustedes! Los quiero!!!
AU REVOIR!!!
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