Capítulo 2


Afrodita se sentía a morir cuando sonó su alarma para ir al instituto.

Sabía que jamás debió seguir a Apolo y Hermes a Dangerous, ese par por separado eran problemas, pero juntos eran un caos. Un caos que ahora ella estaba pagando.

La alarma se apagó por si sola, pero segundos después volvió a sonar molestándola por completo y haciendo que se despertara aunque sea para quejarse y estirar su brazo buscando su celular para terminar con el sonido; sin embargo, lo que vio cuando tuvo el móvil entre sus manos la asustó; ya que, no era por su alarma que el celular sonaba, no, era una llamada. Una llamada de Hera.

Cualquiera diría que para tener la misma edad tenerle miedo a la chica era ilógico, pero cuando era una de las pocas personas junto a Deméter que la cuidaban cuando lo necesitaba la hacía sentirse como una niña al hacer algo con lo que no estaban de acuerdo.

La llamada se cortó y una nueva entró poniéndola aún más nerviosa.

—Ok. Solo contesta y di que estas en camino —se dijo deslizando su pulgar sobre el icono de contestar llamada— Aló...

—Agradece que tengo que ayudar a Zeus con su hermano porque de lo contrario ya estuvieras con litros de agua fría sobre ti —respondió la chica a su saludo.

Afrodita no respondió relamiéndose sus labios, su cabeza le palpitaba y aunque Hera no había gritado su tono indicaba que estaba molesta, muy molesta.

—Deméter esta en tu casa para ayudarte en lo que necesites con tu resaca —le continuo hablando— Nos vemos en clases —y colgó.

La pelirroja suspiro cansada tirándose de vuelta en su cama hasta que recordó algo que la hizo sentarse de golpe divirtiendo en la persona dentro de su cuarto que se rio de ella, por lo que volvió a acostarse tapándose con su colcha hasta la cabeza.

—Vamos no me hagas ser la mala, para eso llamé a Hera —le dijo la chica en su cuarto acercándose a ella y sentándose en su cama— Vamos, levántate —insistió moviéndola— Afrodita, levanta —pidió la chica con el tono dulce que siempre solía utilizar cuando cualquiera de los de su grupo estaba siendo terco.

Afrodita se sentó nuevamente y miró a su amiga con un puchero— No seas niña. Anda, vamos, levántate—volvió a pedirle— Preparé todo lo necesario para curar esa resaca que traes.

Ni estaba tan borracha, pensó, pero obviamente no iba a decirlo y menos cuando tenía a alguien como Deméter para consentirla.

Ribollita —dijo la pelirroja acercándose a su amiga que rodo los ojos por su acción; sin embargo, no se alejó, por el contrario le acaricio el hombro.

—Tu favorito. Te espero en la cocina —le aviso antes de salir de su habitación.

Afrodita se quejó un poco, pero obedeció y se fue a ducharse.

El agua fría que caía sobre ella empezó a relajarla y hacerla sentirse mucho mejor. A diferencia de otras personas la pelirroja apreciaba una buena ducha con agua fría; no solo la hacía despejarse sino también sentir que podía con un nuevo día más como si parte de ella se renovara al hacer eso.

Cuando termino fue directo a su closet y eligió su atuendo para ese día, algo en lo que era muy buena. Cualquiera que la viera pensaría que era quisquillosa y le tomaba horas elegir que ponerse, pero en realidad no era así. Ella tenía un talento natural para escoger sus atuendo y lucirlos mejor que nadie, y no era altanería, simplemente era un hecho que todos habían admitido a esas alturas.

Afrodita se miró al espejo y quedando satisfecha bajo a la cocina donde la esperaba Deméter.

—Eres una diosa —le dijo acercándose a ella besándole la mejilla.

—Al igual que tú —confirmo la chica con una risa mirándola de pies a cabeza— No parece que tuvieras resaca.

—Lo que un buen atuendo y maquillaje logran —le señalo Afrodita con un guiño sentándose en la isla de la cocina mientras su amiga ponía un plato de sopa delante de ella.

—Te adoro —le dijo a su amiga empezando a comer junto a ella.

Deméter a diferencia de ella y Hera, la chica era bastante humilde a pesar de ser una de las personas más ricas del pueblo. Tenía el pelo castaño claro dorado cenizo, ojos color miel y una piel de tono caramelo, además de que su cuerpo a pesar de no ser delgado era esbelto de una manera que lograba resaltar todas y cada una de sus características.

Tal y como una diosa, pero ¿No lo eran todas? Claro que sí.

Haber crecido en un pueblo donde tienes el nombre de un dios griego en muchos aspectos había sido una desgracia para cada uno de ellos, pero también una ventaja para el ego con el que crecieron, un ego que en muchas oportunidades les sirvió como escudo para no dejarse pisotear, utilizar o ser atacados, aunque lo último era muy raro pasaba en especial cuando había personas que llevaban el nombre de los enemigos de los dioses por los que llevaban el nombre.

Ilusos.

Llamarse como un dios griego, o cualquier otro personaje de la mitología, estaba bien, pero creer que en realidad era ellos estaba mal, era una locura de la que muchos eran parte y por la cual ellos habían tenido que aprender a defenderse de una u otra manera.

***

Afrodita y Deméter llegaron juntas al instituto atrayendo como siempre todas las miradas de los chicos, y algunas chicas, del instituto; ya sea para bien o para mal siempre eran el centro de atención y ese día no era la excepción.

Fueron junto a Hera que estaba junto a Zeus hablando con Poseidón en voz baja, bastante molestos al parecer.

—Tierra trágame —escuchó susurrar a Deméter con frustración mientras avanzaban.

Quedarse en su lugar o esquivar no era una opción; ya que, eso solo serviría para que los demás piensen que se estaban dividendo, otra vez, y aquello no era algo que quisieran no en ese momento.

—Tranquila, se centrara en mí —le dijo Afrodita a su amiga tratando de calmarla.

Además era cierto, últimamente siempre tenía la atención de Hera sobre ella, en especial cuando se trataba de cualquier cosa relacionada a Athenea.

Demonios, pensó la chica recordando que había sido precisamente la castaña quien la había ayudado la noche anterior, y si Hera supo que tenía resaca también sabía que llamó a Athenea.

Estoy muerta se dijo mientras llegaban junto a los demás.

Dionisio fue el primero en verlas y sonrió con su llegada— Hola chicas —las saludo acercándose a ellas.

—¿Qué tan grave es? —le preguntó Deméter a su amigo.

—Le está costando aceptarlo —le respondió el chico con una mueca y Afrodita rodo los ojos.

¿Le está costando aceptarlo? Era una muy mala broma decir eso en la situación que se encontraba su amigo, aunque no era el único.

Mirando a Deméter supo que ella no estaba más feliz con el tema que el hermano de Zeus.

¿Y con lo estaría? Si había algo que todos tenían en común era que no tenían padres, era totalmente huérfanos y a algunos les toco quedarse con la peor parte de la familia.

Hera con la hermana de su madre que no vio hasta el día del funeral y que solo regreso al pueblo por la herencia que había obtenido su hermana y que pasaba a sus manos hasta que su amiga cumpliera veintiún años.

A Zeus, Hades y Poseidón no les fue diferente, su familia, como todas las de su grupo, era adinerada y sus padres habían sido dueños de una flota de barcos que manejaban desde Nuevo Agrigento y que desde su muerte paso a manos de uno de los accionistas que también se había hecho "responsable" de ellos, que para ellos era tener una sirvienta y chismosos por toda la ciudad vigilándolos.

Deméter tuvo un poco más de suerte. Cuando sus padres murieron su tío se hizo cargo de ella y aunque no vivían juntos su amiga pasaba mucho tiempo con su nueva esposa, que a sus palabras era la mejor que había tenido; sin embargo, el hombre resultó ser un manipulador y lo había demostrado con creces cuando chantajeaba a su amiga para que siguiera sus pasos y estudiara derecho dejando de lado lo que ella quería.

Dionisio no fue tan complaciente. Desde que la pelirroja podía recordar, siempre y sin excepción, su amigo había luchado a cada paso del camino con su tutor, un amigo de la familia de sus padres. Además que desde muy joven se quiso involucrar en los asuntos de Dangerous, porque él no iba a dejar el negocio de sus padres y herencia en manos de un desconocido que solo se dedicaba a pasarlo de largo.

Por último estaba ella. Afrodita al igual que Zeus y sus hermanos quedo bajo la tutela de un familiar que solo buscaba su dinero, pero para beneficio de la pelirroja su tío no podía tocar ningún centavo de ello a menos que ella estuviera presente y fuera exclusivamente para sus gastos. Eso había originado que el hombre la abandonara presentándose solo cuando era necesario, por supuesto que no la había dejado sin supervisión, de ello se encaraba la tía de Hera, por lo que era también uno de los motivos por lo que Afrodita sabía que debía responder ante su amiga; ya que, Hera respondía por ella ante Calliope, su tía.

El timbre de ingreso sonó y Afrodita vio el alivio en Poseidón de que por fin su hermano y cuñada lo dejaran en paz.

—Esto no ha terminado —escuchó decir a Zeus antes de irse a su salón bastante molesto.

Hera miró al ojiverde con frustración— Tu hermano hace lo mejor que puede por ustedes, no causes más problemas que arruinen lo que tiene en mente para salvarte —le advirtió al chico antes de girarse hacia ella— Y tú agradece que fui yo quien atendió el teléfono que llevaba el chisme de tu borrachera —le dijo bastante molesta.

—Gracias —susurro la pelirroja mordiéndose un labio con nerviosismo.

Hera estaba emitiendo un aura que no le gustaba; es decir, normalmente su amiga si tenía ese aire a su alrededor que era amenazante, pero en ese momento parecía que era mucho más, por lo que se acercó a ella y le toco el brazo con cautela.

—Cálmate, todo saldrá bien. Tú siempre encuentras una solución —le dijo segura de cada palabra y esperando que su amiga sintiera lo mismo para relajarse un poco.

La rubia la miro confundida por un segundo antes de suspirar y darle una mirada extraña— No vuelvas a llamar a Athenea —le advirtió entre dientes antes de seguir los mismos pasos que Zeus.

Afrodita miró a su amiga marcharse y se sintió mal por no haber confiado en ella cuando siempre había estado ahí para apoyarla.

—Se le pasará —le dijo Poseidón llegando a su lado.

Lo dudo pensó la pelirroja, pero era imposible cambiar la molestia que Hera sentía por Athenea al igual que solucionar el problema en el que se encontraban Poseidón y Deméter, que se miraban con resignación.

¿Por qué diablos querían comprometerlos y hacer sus vidas miserables? El dinero no lo era todo y Afrodita quería que sus tutores se dieran cuenta de ello.

***

Y conocemos un poco más acerca del grupo de Hera. Este libro nos dará una perspectiva más amplia de como es su mecánica y papel desempeña cada uno de ellos además de los propios problemas que enfrentan.

Cuéntenme que piensan de ellos, cuales son sus teorías ¡Los leo!

Nos leemos pronto.

Au revoir!! 

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