Capítulo 15

Ella lo supo. No tuvo que espabilar como la primera vez o esperar a que alguna pista a su alrededor le hiciera saber que estaba secuestrada, otra vez.

Dos veces en dos días. Eso debía ser todo un récord para cualquiera.

¿Acaso el mundo tenía algo en su contra? Parecía que sí, aunque lo único bueno que encontró en ese momento fue que estaba sola, que no había nadie con ella que pasara su mismo infierno. Triste, pero al menos para Afrodita eso era bueno.

Por favor, que Hera este bien rogó recordando la última imagen que tenía de su amiga luchando contra varias personas que la habían rodeado utilizando magia al igual que ella. 

Aun no podía creer aquello de todas maneras. Hera parecía una experta usando magia que no entendía como era que no la había visto utilizarla antes; sin embargo, dudaba que eso fuera suficiente para luchar contra todos los que se enfrentó en su casa. Afrodita le había mandado ayuda, pero la habían noqueado a la mala al golpearla, por suerte para ella no tenía ningún dolor en ese momento y tampoco compañía lo que empezó a desesperarla después de unos momentos.

Afrodita estaba en un cuarto oscuro con poca iluminación tal y como la primera vez, pero en este caso la poca luz que se filtraba al lugar donde estaba era natural y gracias a ella podía observar la podredumbre del lugar en el que se encontraba. Las paredes estaban rodeadas de una planta que por ratos le causaba mareos; sin embargo, luchaba por no volver a desmayarse, eso era lo que menos quería hacer.

Su cuerpo empezaba a dolerle al estar sentada, atada y amordaza en una silla quien sabe por cuantas horas que la hacían torturarse.

¿Vendrán por mí? se preguntó cuando el sol llegó a su punto más alto preocupada de no salir viva en esa oportunidad, pero también sabía que estaba siendo injusta con los demás. Todos habían ido a rescatarla cuando estuvo con secuestrada con Apolo y muchos de los suyos habían salido heridos, ella misma se había desmayado en un ataque de pánico, patético.

¿Por qué me quieren? ¿Por qué volvieron a secuéstrame? Se preguntó la pelirroja.

Tenía la leve sospecha que la habilidad que había descubierto recientemente de Hera podrían ser un factor, pero no tenía algo más con lo que enlazarlo para descubrir el verdadero motivo; es decir, ella no hacia magia. Ok, tenía una habilidad espectacular para convencer a las personas de hacer y confesarle lo que ella quisiera, pero eso de lejos no era tan genial como lo que hacía su amiga.

Una habilidad humana le había dicho; sin embargo, Afrodita dudaba que todos pudieran tener esa capacidad para desarrollarla.

Su estomago rugió de hambre recordándole que llevaba más de un día sin comer.

Debería estar muriéndome ahora se dijo con molestia. A ella le gustaba comer más de lo que otros creían y no haber tenido una comida en más de veinticuatro horas la estaba poniendo de mal humor. Eso combinado con el dolor y la desesperación sacaba a flote sus parte masoquista rogaba que fuera quien fuera que la tuviera secuestrada se apareciera para que decida de una vez que hacer con ella, dejarla vivir o morir, pero que lo hiciera ya sacándola de su miseria.

***

Afrodita falló en su misión de mantenerse despierta. El olor de las hierbas a su alrededor y el cansancio al final terminaron venciéndola logrando que se duerma. ¿Lo peor de todo? Es que tuvo pesadillas.

Los malos sueños que había tenido antes de volver a colocar el atrapa sueños en su cama volvieron siendo aun peores, porque no solo había soñado con Ares, no. La pelirroja se había visto y sentido envuelta en el mismo sueño con varios hombres en cuestión de segundos.

Ok. No es que se escandalizara por ello, cada mujer tenía el derecho de hacer con su cuerpo lo que quisiera y con quien quisiera, nadie juzgaba a un hombre cuando hacia los mismo, pero el problema era ella. Afrodita se había mantenido virgen creyendo en la estupidez del verdadero amor, creyendo en que su amor con Hefesto con el tiempo vencería todo el pasado, de hecho, aun lo creía y era por eso que el solo soñar con lo que había hecho, sentirse esa mujer la hacía decepcionarse de si misma.

Ella quería una historia como la de sus padres, que fueron sus primeros en todo.

La puerta se abrió sorprendiendo y asustando a Afrodita que había supuesto que nadie iría por ella, después de todo el cielo casi había oscurecido.

—Hola, Afrodita ¿Cómo estas? —le preguntó una mujer cubierta por una capa poniéndose frente a ella— Cierto no puedes hablar —dijo como si sintiera pena por la pelirroja, pero ella no se lo creía— Lo siento por eso, es que los guardias que han ido por ti me han dicho que estas al tanto de tus habilidades y no puedo correr riesgos.

Afrodita la miro fijamente sin mostrar una emoción por sus palabras más que molestia por estar secuestrada de nuevo.

—Verás, esto no estaba planeado —confesó la mujer— Pero necesito que entiendas que lo que haré es por tu bien.

¿Secuestrarme es por mi bien? se preguntó en su mente queriendo reírse de la ironía por las palabras de la mujer frente a ella.

—Lo sé, no lo parece, pero mi jefa necesita esto... Yo lo necesito —susurró acercándose a la pelirroja antes de alejarse.

—El lugar esta repleto de khat y rosas de hawai. Ambas plantas traídas desde fuera para lograr lo quiero contigo —le dijo la mujer con una sonrisa— Quizá no lo creas, pero nuestra intención no es matarte.

Claro que no, solo piensan torturarme o herirme de gravedad.

—Lo que queremos es que te unas a nosotros y como muestra de nuestra buena fe te daremos un regalo. Te obsequiaremos la verdad sobre quien eres.

Yo sé quien soy loca pensó Afrodita mientras la veía caminar alrededor suyo.

—Hera te ha ocultado la verdad durante años por miedo —dijo con una mueca— Aunque no es que esperara algo más de la reina de los dioses.

¿Dioses?

—¡Oh! Cierto, aun no lo sabes... Hera, esa chica a la que consideras tu amiga, es en realidad la verdadera diosa Hera de Grecia.

El pensamiento de loca y demente se repetía en la pelirroja que estaba asustándose con cada segundo del monólogo maléfico de mala calidad que presenciaba, pero que la hacía cuestionarse la cordura de la mujer con ella.

—Al igual que todos los demás a tu alrededor son dioses —continuo hablando— Ustedes son los originales dioses griegos. La primera encarnación humana total que han tenido y en la cual no puede interferir nadie para ponerlos a prueba y salvarlos más que ustedes. Tú, mi querida, eres Afrodita, la diosa de la lujuria.

La pelirroja negó involuntariamente. Eso era demasiado, ella no era una diosa, para nada.

—Pronto me darás la razón —aseguró sacando una daga de su capa— Tranquila, solo será un momento. No te dejaré morir, no aún—le dijo en su oído antes de alejarse unos centímetros, cortar ambas palmas de sus manos.

El dolor del corte fue malo, pero lo peor fue la quemadura que sintió cuando la loca con ella tomó sus manos empezando a susurrar incoherencias.

En ese momento Afrodita empezó a temer de verdad por lo que podía pasarle. Sabía que podría curarse de un corte, había sobrevivido a una tortura de electrocución, pero también se dio cuenta que la mujer estaba utilizando magia en ella, magia que había descubierto era real, su amiga la practicaba, por lo mismo era consciente del peligro que corría.

Un dolor en su cabeza que la hacía sentir que se partía en dos la hizo gritar agonizantemente.

Voy a morir. Ese fue el ultimo pensamiento de Afrodita, obviamente no iba a creer en las palabras de una loca que estaba causándole daño. Ella iba a morir y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.

***

Abre los ojos. Abre los ojos, Afrodita. Las palabras se repetían cerca de ella, pero no podía reconocer la voz de quien se lo decía. 

Su mente estaba adormecida, como si hubiera estado en coma y recién estuviera despertando de ese sueño.

—Mírame, diosa nacida del mar —habló la voz y la pelirroja abrió los ojos, pero a diferencia de lo que creyó no era a ella a quien le estaban hablando.

Frente a Afrodita estaba la mujer más hermosa que alguna vez ella hubiera visto, que además estaba desnuda, estaba rodeada de varios seres extraños que le causaban temor.

—Afrodita, hija de Urano. Diosa del amor y la lujuria, bienvenida a este nuevo mundo —dijo de nuevo ese ser feliz de cada palabra que decía a la mujer frente a él que miraba a todos con una sonrisa encantadora antes de dar un paso fuera del mar haciendo aparecer inmediatamente un vestido rojo casi transparente que se ceñía a su cuerpo perfectamente.

Ella se acercó a ellos y le dedico una sonrisa de la que la joven Afrodita no pudo escapar mientras caía en el hechizo que se rompió inmediatamente cuando la imagen de la mujer se distorsiono y cambio a la de su madre.

***

CHAN CHAN CHAN... MOMENTO DE LOS RECUERDOS CON AFRODITA. 

Bueno, como siempre solo escojo alguno de todos y los adapto un poco pensando en que pudo haber sucedido en esos mitos.

Espero que les haya gustado <3 Recuerden dejar sus votos, comentarios y compartir la historia ;)

La saga poco a poco está creciendo y es gracias a ustedes <3 

Los quiero!!!

Au revoir!!!

Pd: Si les gustan las historias de romance o ciencia ficción pueden pasarse por mi perfil donde tengo algunas que pueden gustarles.

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