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Sus ojos se posaron en la chica que estaba frente a ella, el rostro de esa hermosa mujer reflejaba dos cosas principalmente y esas eran lo inocente que puede llegar a ser una persona de 20 años y lo seductora que puede ser con una sola mirada, parecía que dentro de la pelinegra se encontraba un acertijo el cual debía descifrar porque si no lo hacía sentía que se iba a morir y es que esta parecía que le está insinuando algo más allá que una simple contratación para ser la nueva ama de llaves.
Sana sacudió la cabeza alejando esos pensamientos que no parecían ser lo mejor del mundo, tenía a su esposa al lado y todavía no podía evitar sentir como su pecho iba a estallar por lo rápido que iba además de como su respiración pasó de ser normal a una pesada por el ambiente que las envolvía a las tres.
Eso le trajo recuerdos de las tantas veces en las que complacía los fetiches de su mujer, acostarse con una persona mientras esta las veía o un simple trío en el que las tres sabían que no iba a haber nada más pero que pasaba en esa noche y sobre todo no se iban a volver a ver a la vida.
Ellas seguirían siendo la pareja perfecta y las personas que pasaban por su cama las que mantenían la chispa encendida.
Habían dejado eso claro en toda la relación hasta que se casaron y decidieron que lo mejor para mantener un matrimonio sano era no volver a hacer esa clase de cosas porque no estaba bien, además las personas iban a comenzar a darse cuenta de cómo entraban y salían las chicas de su casa, no querían dar una mala imagen y sabía que debía andarse a respetar porque era la única pareja homosexual en el vecindario.
Así que no habían hecho nada de eso por mucho tiempo y Sana no lo extrañaba, es más lo recuerda con alegría y sabe muy bien que eso la condujo a donde está, en un matrimonio feliz en el que ambas se aman y en dónde la chispa no se ha apagado.
Pero, como siempre hay un pero, esa chica que estaba frente a ella que mantenía la vista fija en ambas y que las observaba de pies a cabeza era alguien en quién debían temer.
"Quisiera saber algo". Su voz salió ronca algo que sorprendió a la japonesa a su lado. "¿Por qué con tan poca edad quieres dedicarte a esto?". La pelinegra se arremangó las mangas y sonrió.
"Porque necesito el dinero para pagar algunas cosas". Su voz destilaba miel pero a su vez algo que hacía que Sana se sintiera incómoda pero extrañamente no en el mal sentido, se acomodó mejor y desvió la mira lentamente observando las piernas tan blancas y limpias de la menor.
¿Qué se sentiría tenerlas alrededor de su cara?
Se mantuvo con ese pensamiento por un largo rato hasta que Momo la sacó del trance.
"Entonces...". La rubia hacía acto de presencia con su voz demasiado delicada y refinada, Hirai venía de una muy buena familia lo que la llevó a tener comportamientos un poco extraños para su esposa pero que poco a poco se habían vuelto normales. Uno de ellos será contratar a una persona para que les limpiara la casa.
"Te lo diremos en estos días". Fue demasiado tajante pero sutil, algo que la caracterizaba y que a la rubia a su lado la hizo sonreír, tenía un pensamiento erróneo acerca de la situación por lo que no comprendía muy bien lo que estaba pasando.
Creía que Sana actuaba de esa manera para marcar territorio sin saber que realmente estaba actuando así porque necesitaba un momento para pensar y alejar ese extraño pensamiento que perturbaba su mente.
Cogerse a alguien que no fuera su mujer no parecía ser demasiado normal o lo que ella había estado buscando, por tanto tiempo hizo hasta lo imposible para que los tríos fueran acabando poco a poco hasta desaparecer por completo y ahora es ella la que tiene esa clase de impulsos.
Trago saliva al momento en el que la chica que estaba frente a ella se levantó, era más alta de lo que creyó y permanecía firme con una posición demasiado recta para los tacones que llevaba puestos, no parecía molestarse por los mismos y su sonrisa demostraba el carácter oculto que tenía.
Me parecía extraño que una mujer que destilaba elegancia estuviera trabajando para ellas, había algo que no le cuadraba pero tampoco iba a ser demasiado invasiva porque lo único que quería era tener a alguien que le ayudara con la limpieza o que la hiciera por ella.
Así que no debía quejarse tanto o eso fue lo que le dijo su mujer con la mirada, Momo era muy dominante y sus ojos tan oscuros como la noche lo demostraban.
"Bueno te acompaño hacia la salida". Una mano señalando hacia la puerta y la otra en la cintura de Sana, esta le sonrió en respuesta por la acción que acaba de cometer y las acompañó hasta que poco a poco vio como la peli negra se alejaba de la casa.
Antes de entrar a un auto que estaba bastante dañado y viejo, se volteó y con una sola mirada fue suficiente para que la castaña sintiera como si sus piernas se desestabilizaran al igual que todo su cuerpo, su mente salió volando a no sabe dónde y eso solamente se lo había hecho sentir una sola persona.
Su esposa, Hirai Momo.
Alguien que para mucho será y la única que le había hecho pasar por todas las emociones que existen, una persona que la conocía de pies a cabeza y la entendía sin importar que no dijera una sola palabra.
Se habían complementado de tal manera que la japonesa no creía que alguien más pudiera tener la fuerza necesaria como para poder hacerla sentir exactamente igual, por esa razón se sentía suertuda porque muy pocas personas logran encontrar a su verdadera media naranja.
"Es muy adorable la chica". Momo lo soltó de la nada y fue cuando Sana reaccionó, estaba frente a la cocina observando a la antes mencionada quién agarraba un poco de agua para tomar. "¿Tú qué dices?".
Minatozaki balbuceó y asintió, dentro de ella había un gran torbellino de emociones que no lograban tranquilizarse lo que le hacía desvariar o ni siquiera tener la posibilidad de poder hablar.
"Es alguien...". Aclaró la garganta y alejo el pensamiento que tenía impreso en su mente el cual eran las hermosas piernas que portaba la persona de la que estaban hablando. "Muy educada y se nota que necesita el trabajo". Murmuró lo último, estaba tratando de hacerse entender a sí misma que esta había llegado única y exclusivamente para el trabajo no para otra cosa o sus andanzas antiguas las cuales habían erradicado, ya no existían y no daban para más.
Ella misma había hecho eso, ni siquiera fue su esposa, fue ella la que decidió que eso no sucediera más y es que aunque le encantaba no era algo que le apasionaba o la hacía sentir al 100% bien, por lo que tomó una decisión que considero en ese momento que era la perfecta y se ha estado dando cuenta en el transcurso de todo el tiempo que ha estado de esposa con Momo que fue lo mejor porque desde ese momento la chispa del amor que se había mantenido dormida explotó a su máxima expresión.
Entonces si todo está saliendo también y parece que están llegando un punto en el que están comenzando a considerar formar una familia o más bien incluir a una personita ¿Por qué es hasta este momento en el que una persona le comienza a aparecer atractiva y comienza a tener esos pensamientos?
Está condenada a ser una persona que siempre dice que no a algo y al final termina cayendo en lo mismo o es que ella misma se privó de algo que de una u otra manera ayudaba a la relación.
"Bueno bebé, me voy al gimnasio". No dijo nada porque dentro de ella misma había un lío mental que iba a llevar a una de las peores temporadas pero a su vez las mejores temporadas que ha pasado en su vida.
Algo que las haría cambiar y comenzar a darse cuenta de cada una de las cosas que pasaron, pasan y pasarán dentro de la relación porque no todo es completamente estable como uno cree que es sobre todo cuando se prefiere mantener en silencio lo que uno siente y piensa antes que romper con lo que se considera que está bien.
Momo y Sana tenían ese defecto y Mina iba a llegar para hacerle saber cada cosa que estaba mal pero también como solo una persona puede provocar toda una explosión.
Porque esto es más que un simple amorío, esto es la construcción y demostración de lo que es la adicción al placer y al gusto.
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