10

Fue a mediados de abril, cuando recibí una llamada del señor Kim.

De Taehyung.

ㅡJungkookie~

ㅡ¿Taehyung? ¿Se encuentra bien?

ㅡVen a buscarme, porfaaaaaa.

ㅡSon las once de la noche. ¿D-Dónde está?

ㅡNo tengo idea.

ㅡPuede mandarme un mensaje directo con su ubicación. ¿Sabe cómo hacerlo?

ㅡ¡Oh! ¿Cómo no lo pensé antes?

Ver por primera vez a Taehyung borracho era sin dudas gracioso y hasta cierto punto alarmante. Y ahí estaba Jeon Jungkook, ayudando al hombre por el que caía cada vez más a cruzar el salón de una casa que por años deseó visitar, tropezando con cada pisada porque joder ese hombre era más pesado de lo que alguna vez imaginé. No que mi cuerpo no pudiera soportarlo, pero hacía difícil el trabajo si se volvía un peso muerto.

¿Cómo debería describirlo?

El alcohol era algo que yo aborrecía, podía consumirlo pero sus efectos eran una mierda, a pesar de que me ayudaba a olvidar también me ridiculizaba a extremos impensables. Pero nunca hubiera imaginado que unas copas de más en el cuerpo de este hombre lo volverían un desastre de emociones e ideas.

Kim Taehyung borracho era fascinante. Con el cabello enmarañado, su traje un poco desacomodado y cualquiera que lea esto podría pensar que no había ninguna diferencia con el Taehyung naturalmente atractivo incluso desaliñado. El punto clave era su rostro. Ese rostro endulzado por la bebida, relajado de cualquier preocupación con las mejillas suavizadas en un tono rojizo casi combinando con sus labios húmedos y picantes. Y si habían cientos de estrellas en sus ojos estas no le hacían justicia al brillo que ahora los adornaba, sus pupilas eran estrellas en sí mismas que iluminaban la oscuridad de aquel salón, opacaban cualquier otro objeto que pudiera transmitir un poco de luz artificial e iluminaban mi corazón conmovido por lo vulnerable que se veía Taehyung en este estado.

Y Dios, yo deseaba tanto que existiera alguna palabra que pudiera apegarse a él de la misma manera que yo lo había hecho.

ㅡRecuéstese, le traeré agua.

Se había vuelto un niño, uno que necesitaba cuidado y protección.

ㅡNo, quédate, no me gusta estar solo.

Haciendo esos pucheros, atacando mi cordura y mi estabilidad emocional.

ㅡSólo iré a la cocina.

ㅡ¿Por qué?

ㅡPorque quizás hidratarse lo ponga un poco sobrio.

ㅡNo quiero estar sobrio.

Yo era débil. ¿Ya lo he mencionado? Por eso no contuve el suspiro que salió de mis labios cuando tomé asiento en el suelo, encarando el rostro del señor Kim quien acostado de lado me observaba con una de sus manos sosteniendo mi muñeca, una de sus mejillas de pan aplastadas por el material del afortunado sofá que podía ofrecerle algo de comodidad a su cuerpo alcoholizado.

El tacto había mandado escalofríos hacia todos los lugares de mi cuerpo por los que circulaba la sangre.

ㅡEstar sobrio es malo, Jungkook. Sólo puedo fingir cuando no estoy borracho.

No había que ser muy inteligente para saber a lo que se refería. Una figura de influencia nacional e internacional que a ojos de la prensa y el mundo no tenía vida personal a menos que esta contara con un rumor lo suficientemente escandaloso como para estar en cada portada de las revistas de prensa amarillista. Un hijo problemático, por ejemplo. Motivo suficiente para hostigar, insistir y quebrar cualquier muro entre la privacidad de una figura pública y los medios de comunicación.

Era increíble la fuerza descomunal que había que tener para poder levantarse cada día, cargar con el peso de una gran empresa y sonreír hacia las cámaras que aún luego de dos años atacaban a Kim Jungseok por un crimen que seguía pagando. Un crimen del cual el señor Kim no tenía la culpa, y aún así era quizás el más afectado.

Todo gracias a la adrenalina de un adolescente oprimido.

ㅡ¿Quiere hablar de eso, señor Kim?

ㅡNo me llames así, por favor.

ㅡ¿No le gusta?

ㅡNo.

ㅡ¿Por qué?

ㅡSiento que nos separan kilómetros cada vez que me llamas así.

Fueron unos segundos, y varios parpadeos. Durante ese tiempo pude admirar el revoloteo de sus pestañas cada vez que parpadeaba.

ㅡEstoy cansado de ignorar que estoy solo, Jungkook. Me siento tan vacío como esta casa. Incluso pensé en adoptar una mascota pero mis horarios no son lo suficientemente flexibles. ¿Puedes creerlo?

ㅡEs una mierda.

ㅡLo es, de hecho. Con Jungseok no era tan diferente de ahora, pero al menos sabía que tenía un poco de compañía, que alguien compartía mi oxígeno.

ㅡEstoy seguro de que todo se resolverá. Quizás no ahora, pero en el futuro, podrá encontrar una solución a todo esto. Es muy inteligente.ㅡvarias palmaditas fueron a parar a su espalda, tratando de reemplazar las palabras de consuelo que tenía atascadas en la garganta.

ㅡNo lo sé.ㅡde nuevo otro de esos pucheros peligrososㅡ. Ya ni siquiera sé para qué estoy trabajando. Tengo cuarenta años y ya hice una fortuna, ¿no debería estar disfrutando de mi adultez?

ㅡ¿Es eso lo que en verdad desea?

Él asintió, lindo y enfurruñado, como un niño pequeño al que quería amar por toda la vida.

ㅡ¿Qué haría? Si se retirara ahora.

ㅡHm, supongo que salir con amigos, adoptar una mascota. Visitar a mi padre. Ir de excursión, ir a una cita. Quizás conocer a alguien y empezar algo lindo. No un romance de novelas pero algo especial, ¿sabes?

ㅡ¿Eso le gustaría?

ㅡMh...

ㅡYo puedo ayudarlo.

ㅡ¿Tú?

ㅡSí, ¿no me cree?

ㅡ¿Cómo podrías?

Era como una bomba, una de esas que vienen con temporizador incluido. Una bomba instalada en mi pecho que estalló finalmente, la onda expandiéndose por todo mi cuerpo, quizás no llegando lo suficientemente rápido a mi cerebro pues cuando estuve consciente, mis labios habían encontrado su lugar en el templo que los del señor Kim eran.

Picantes y esponjosos, de hecho.

Y se sintió nada igual a lo que había imaginado por tanto tiempo, o a algún beso que alguna vez haya dado.

Este era real. Los otros se redujeron a simple arena fina, polvo que se desvanecía con el viento, escapes para entrar al mundo de Kim Taehyung. Un beso que contenía algo de juventud y anhelo, también un poco de alivio y gozo. Un beso que encerraba todo lo que sentí y todo lo que desbordaba de mi pecho directo a los labios del señor Kim que se amoldaban a los míos como si hubieran sido hechos para besarme. Me sentía agradecido, de ser un espécimen con labios, con la habilidad de pensar, lo suficientemente evolucionado como para convivir con este hombre y más, como para compartir algo más que oxígeno con él.

Y fue la gloria materializada, cuando el señor Kim no se alejó, sino que tomó todo lo que yo estaba dispuesto a darle y vino en forma de un jadeo sorprendido, luego manos en mi cabello, en mi mejilla, en mi mentón, en todas partes. Me nubló el juicio y quién podía adivinar cuál de los dos se encontraba más borracho en aquel momento. Yo estaba drogado, ebrio de las sensaciones que un simple beso podía ofrecerme.

No era un simple beso, sin embargo.

Fue algo rudo y torpe, un poco sucio y las manos que estaban en mi rostro bajaron hasta mi pecho, y más abajo, hasta mi cintura, y mucho más abajo hacia lugares que nombrar sería una falta de respeto.

Fueron los mismos toques que me estaban elevando al cielo los que me trajeron de vuelta a la realidad. Y cuando mis ojos se conectaron con los de Taehyung, la oscuridad se tragaba los iris de ese marrón tan hermoso, y sus labios entre abiertos me incitaban a continuar y quizás terminar, lo que yo mismo había comenzado. Sus manos suspendidas en el aire movían los dedos, agitándolos, quizás cosquilleando ante la falta de piel que tocar y oh, sus mejillas. Sus hermosas mejillas rosadas brillantes completaban la vista etérea de Kim Taehyung borracho y confundido.

ㅡ¿Qué...? ¿Qué fue... eso?

ㅡUn beso. ¿Nunca ha besado?

ㅡNo- digo sí. Pero-

ㅡ¿No le gustó?

Quería lanzarme hacia él y perderme por fin en el laberinto de sus cabellos, pero me contuve. Tenía que hacerlo, él estaba en un estado no apto para todo aquello. Todo él estaba perplejo, aún procesando que acababa de corresponderle un beso al hijo de su socio, a quien le doblaba la edad y un poco más.

ㅡEs que- tú eres- ¿por qué...?

No podía hacernos eso. Yo no era tan desconsiderado como para esperar algo más de este hombre. Me conformaba con lo poco que podía pasar a su lado, para mí era más que suficiente.

ㅡDuérmase. Traeré agua y pastillas para la resaca.

ㅡPero nosotros... nos besamos.

ㅡUsted es la prioridad ahora. Acomódese, le traeré unas mantas también, ¿puedo ir a su habitación a buscarlas?

ㅡComo gustes, Jungkookie. Pero mañana hablaremos de esto.

Yo sólo pude suspirar cuando fui a su habitación, suspirar cuando le llevé una botella y algunas pastillas y suspirar cuando tomé asiento en el sofá a su lado mientras lo sentía murmurar contento bajo las mantas luego de tomar agua, y cuando la inconsciencia me atrapó pude soñar miles de veces con ese beso que ahora me sabía a deseo, un deseo incontrolable que tuve que retener en lo más profundo de mí porque el señor Kim no se merecía estar siendo usurpado por un simple muchacho como yo. No merecía ser infeliz de esa manera tampoco, vivir en la melancolía, envuelto en la nada de un hogar vacío y hueco, quizás como su corazón que se oxidaba con el paso del tiempo.

Todo se resolverá, pensé.

Y de repente quise sostener al señor Kim por siempre.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top