04
Era un hombre intrigante.
De esos que con su aura te atraen, y aunque con su apariencia podías crear un perfil básico de su persona, anhelabas acercarte más, mucho más, hasta que con certeza conocías cada uno de sus hábitos, de los gestos más insignificantes como rascarse la barbilla cuando estaba nervioso o relamerse los labios en cada pausa mientras hablaba.
El Jungkook de dieciséis años no tenía ni idea de lo que este hombre causaría en él, y de haberlo sabido, no hubiera actuado como lo hizo.
ㅡ¿Estás satisfecho con nuestros servicios?
ㅡNo hay algo de lo qué quejarse.
El aire era pesado en la habitación, sólo un asiento de distancia entre ambos cuerpos. Mis dedos tamborileaban con impaciencia, más allá de ser alguien cínico y realista, mi edad precoz no evaporaba el miedo de ser descubierto en el paripé que había creado con un motivo incierto. Una farsa que me permitía disfrutar de los lujos de la gente adulta, sólo que en vez de disfrutarlos me dedicaba a observarlos, analizarlos, dibujarlos. Si analizaban mis facturas, podían notar con claridad que predominaban los pedidos de jugos y refrescos, sándwiches y algún que otro postre helado.
Aún respetaba algo de las normas que me impedían actuar como un adulto.
ㅡSeguro estás curioso por el motivo de mi visita.
Claro que sí.
ㅡNo realmente.
ㅡTe ves tranquilo.
ㅡ¿Debería estar nervioso?
Una risita y pequeñas arrugas adornaron el rostro adulto del señor Kim.
ㅡNo te asustes, sólo quería conocer a uno de nuestros clientes más frecuentes. Dado que eres nuevo, quería saber quién había elegido nuestros servicios.
Ah.
ㅡMe gusta mucho este lugar.
ㅡ¿Ah sí?
Asentí.
ㅡNo soy de frecuentar este tipo de lugares, así que hasta yo me sorprendí. Pero hablaban tanto de él que... tuve la necesidad de comprobar si era tan bueno como decían.
ㅡMe alegra escuchar eso. El personal está a tu disposición, tratamos de ser lo más cordiales posibles.
No el bartender que vi la primera vez, puedo asegurarlo.
ㅡTe ves joven, ¿qué edad tienes?
ㅡDieciocho, señor.
Una expresión de asombro opacó mis sentidos. Casi, casi pude compararlo con un niño sorprendido, de no ser porque sus facciones permanecieron maduras.
ㅡTengo un hijo de tu edad. Apuesto a que se llevarían bien.
Ah, su hijo.
Días más tarde me enteraría de que dicho hijo asistía a mi mismo colegio, envuelto en el vandalismo estudiantil que caracterizaba a casi todos los de último año. Y claro, con un poco de análisis no es difícil averiguar que un chico callado, estudioso y con mirada mordaz era el blanco de muchas de sus burlas.
Ese chico era yo, salvo que nunca me topé con Jungkseok. Aliados, perros falderos eran los encargados de molestar mi día a día, siendo lo suficientemente discretos como para no dejar evidencia de sus actos e imprudencias. El director sabía de todo eso y aún así mantenía la vista en otro lugar, incluso si mi padre era uno de sus inversores.
Kim Jungseok lideraba la cadena alimenticia de mi preparatoria y nadie sabía por qué.
¿Espíritu de líder? ¿Contactos importantes? ¿Amenazas de alto grado?
No, era la respuesta a cada una de esas preguntas. El señor Kim tenía mucho que ver en esto, un empresario que había salido de las sombras cuando el mundo se puso en pausa, con una cadena de bares en ascenso, el más importante siendo el Octavus Vitium. Un hombre con el que nadie se quería meter por los constantes comentarios que permanecían adheridos a su nombre y que se mostraban orgullosos en las páginas de la prensa amarillista.
Rumores, estúpidos rumores.
ㅡEspero algún día poder conocerlo, si es tan agradable como usted.
Oh, lo conocería, de hecho. Salvo que las circunstancias serían diferentes, y el motivo detrás de ese juego que comenzaría a jugar alrededor del hijo del señor Kim, bastante predecible, si tenemos en cuenta lo que he contado hasta ahora.
Mi primer encuentro con el señor Kim no duró más de treinta minutos, en cuanto terminó su copa de vino, gloriosa copa de vino bendecida con el tacto de sus labios, se despidió cordialmente y su figura desapareció detrás de esas puertas que me refugiaban de un mundo al que no estaba preparado, pero me esforzaba por entender.
Su mirada se mantuvo clavada en mi pecho hasta que la sensación se hizo asfixiante, y yo me preguntaba por qué, por qué no dejaba de pensar en sus finos gestos, en su porte despreocupado, en su traje arrugado, en sus labios brillantes con el dulzor de aquel vino del cual no era fan, pero oh, si no lo pensaría dos veces para probarlo directo de su boca, esponjosa y húmeda.
Para un adolescente de dieciséis que nunca había sentido atracción hacia algo más que no fuera el dibujo era un pensamiento contradictorio, casi enfermo. El señor Kim era un hombre en todo el sentido de la palabra, pensar en él de otras formas era inapropiado.
Y aún así fluían como la corriente de una cascada, deslizándose por las piedras hasta caer sin miramientos y quedarse en calma, relajada y paciente. Era confuso y estresante, así que tuve que acudir a la ayuda de un profesional.
ㅡJimin-ssi, tú eres gay, ¿no?
ㅡ¿Te doy esa impresión?
ㅡMe lo confesaste estando ebrio.
En el café regular al que siempre íbamos, Jimin alzó una ceja estupefacto, como cuestionando mi comentario a pesar de que era verídico, con evidencias digitales incluso. Así que en lo que su pequeña cabeza procesaba que sí, que me lo había contado, bebí de la soda que comenzaba a sudar su baja temperatura.
ㅡCierto... ¿por qué la pregunta entonces?
ㅡ...
ㅡ¡Vamos! Cuéntale al tío Jimin qué te tiene intranquilo.
ㅡEs perturbador que te refieras así de ti mismo.
ㅡ¡Mira! Hasta te sonrojaste.
ㅡ¡Hyung!
ㅡYa, ya. ¿Qué querías saber?
ㅡ¿C-Cómo supiste que eras gay?
ㅡ...
ㅡ...
ㅡOh Dios mío, eres gay.
ㅡ¿Qué?
ㅡHe leído mucho y no soy estúpido. Siempre cuando el protagonista pregunta eso es porque se siente confundido y siempre termina siendo homosexual.
ㅡRecuérdame por qué somos amigos.
ㅡ¡Te presté mi tarjeta de crédito, bastardo!
Bien, toda la cafetería lo había escuchado.
ㅡTodos nos están viendo gracias a ti.
ㅡPerdón...
ㅡResponde por favor.
ㅡMira Kooㅡla cuchara con la que Jimin comía felizmente su helado de coco con almendras me apuntó y parpadée ante la vista del cubierto manchado con el heladoㅡ, te diría que desde siempre lo he sabido y toda esa mierda, pero no. Fue duro y jodido y tuve que caer mucho para darme cuenta que de verdad no quería encasillarme en la creencia de que el hombre es para la mujer y viceversa. ¿Sabes cómo fue mi primera vez?ㅡhizo una pausaㅡ. Fue con una mujer y me sentí malditamente mal luego de hacerlo. Sucio, sucio, sucio por todas partes. Y luego estaba este chico que me gustaba y con el que tuve la oportunidad de intimar y todo se volvió correcto, como un ave volando libre desde lo más hondo de mi pecho.
ㅡOh...
ㅡSí, oh.ㅡJimin se veía agitado, claramente hablar de su sexualidad yo sabía que no era algo que hiciera a menudo o con lo que se sintiera cómodo, exponer su experiencia debió haber sido agotadorㅡ. Te aconsejo que lo que sea que estés sintiendo por quien lo estés sintiendo está bien, somos humanos y amamos, cometemos errores, aprendemos de ellos o los empeoramos, defraudamos y dejamos que nos defrauden. Sólo no debes dejar que algo te influya para toda la vida, aprende de eso y déjalo ir. Ese es mi secreto para vivir una vida saludable.
Había cierta razón en las palabras de mi mejor amigo. Las guardé en lo más profundo de mi corazón con la promesa de que aprendería de ellas y las utilizaría siempre, sin embargo no podía dejar de sentir el nudo en mi garganta imposibilitando que pudiera responder con claridad al monólogo de Jimin.
¿Qué pensaría si le decía que el motivo de mis desvelos era nada más y nada menos que un hombre que podía fácilmente ser mi padre?
Pedofilia, eso decía Internet.
Pero si él no sentía lo mismo que yo no había problema, ¿no?
Salvo que muy dentro de mí, el deseo de ser correspondido cobró vida, un monstruo alimentándose de la imagen de Kim Taehyung que gloriosa reinaba en el adolescente que era, una enfermedad terminal que pronto agravaría los síntomas como una advertencia de que el camino peligroso se acercaba, de que la luz al final del túnel quizás no significaba paz, sino problemas, caos.
¿Qué eran veintidós años de diferencia, después de todo?
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