18


Un pequeño murmullo se extendió entre los invitados, todos observaban el altar pulcro y lleno de flores que resaltaba entre todo el lugar, varios de ellos, simples pobladores, habían vestido sus mejores trajes para asistir a la boda del alfa y su pareja omega. Todos estaban invitados a la celebración, la cual sería hecha en la capilla más grande del pueblo, el cual daba aforo a más de 2 mil personas, una construcción magistral de acuerdo a los dioses que el pueblo adoraba. La diosa Luna se mantenía impregnada en el centro de la capilla, representada por el cuerpo de una mujer bella y esbelta, dispuesta a dar su bendición a las parejas de los alfas que lideraban aquella manada. 

Todos los pueblerinos ansiaban por la hora en que la bendición de la diosa Luna se posara en ambos amantes y los uniera de por vida. 

La tradición del matrimonio dentro de la manada Min era uno de los más aclamados y hermosos de todo el continente. Mientras que, en otras manadas, se unían por medio de votos frente a un beta que bendijera su amor, la manada Min llevaba lo religioso a un nivel fantástico y mágico. 

El pequeño altar estaba rodeado de pequeñas velas en forma circular, las cuales iluminaban el lugar donde los amantes de colocarían para que recibieran la bendición de la diosa, el techo era abierto en su totalidad, hasta que el astro se centrara en el lugar correcto, lanzando ráfagas de luz a los amantes, si esto ocurría, quería decir que eran pareja destinada y tendrían una vida larga, próspera y feliz. Por otro lado, si la diosa Luna, estando en su fase total, no mandaba sus ráfagas de luz, entonces el matrimonio no era viable para darse y, por consecuencia, tiempo después se disolvería. 

Ya habían ocurrido dos matrimonios fallidos anteriormente, debido a los matrimonios arreglados de diferentes manadas. 

Cuando llegó a la primera fila de invitados, saludó cortésmente a sus padres y demás familiares, además de los líderes de las manadas aliadas, los cuales habían sido invitados antes de que partieran a sus respectivos hogares.  

Finalmente, llegó hasta su mejor amigo y padrino de bodas, quien estaba con una sonrisa en el rostro, al ver al pelinegro, por fin, cumpliendo su sueño. 

 — Por fin llegó el día, Yoon. — Min sonrió tímidamente mientras asentía con la cabeza. — ¿Cómo te sientes?  

— ¿La verdad?  

— La verdad. 

— Me siento aterrado, — confesó — esperé tanto por este día que no puedo dejar de sentir ansiedad y miedo.

— Yo sentí lo mismo el día de mi boda. — Ambos caminaron hasta colocarse cerca del altar — Tenía miedo de que Taehyung no llegara por su misma decisión o por complicaciones en el camino. Lo único que quería era tener a mi pareja al lado mío, sin ningún rasguño o duda. Y me alegré mucho de que ocurriera de esa manera. 

— Entonces, ¿es bonita la vida de casado? 

— Es como el noviazgo, pero puedes mantener a tu omega en tu habitación. 

Ambos rieron ante las palabras de Hoseok, sabiendo que aquello era lo único que molestaba a la pareja. Los nervios de Yoongi se disiparon, llenándolo de una extraña calma después de toda la tensión acumulada. Esperó por varios minutos la entrada de su pareja, observando como el pueblo entero se había reunido para festejar la unión entre ambos, aquello haría feliz a Jimin y eliminaría todas sus dudas, con respecto al rechazo de los pobladores hacia él. 

Una música suave se escuchó de un momento a otro, mientras las puertas se abrían de par en par. Una pequeña niña ingresaba con un pequeño canasto de flores, repartiendo por el camino un poco de alegría y pétalos. Todos sonrieron con ternura, mientras se colocaban de pie para recibir a la pareja de su líder. 

Jimin ingresó con cierta timidez, su hanbok tradicional moderno era de una tela negra con adornos dorados y el pecho del hanbok descubierto, una soga de color roja simbólica en los matrimonios descendía de su cadera, su cabello rubio se mostraba con cierta iluminación gris, dándole un aire sensual y peligroso. Taehyung vino tras él, vistiendo con un hermoso hanbok floreado azulado, su cabello recientemente rojo ayudaba en su imagen, a pesar de ser uno de los padrinos, su belleza resplandecía al igual que la del novio. 

Jimin llegó hasta donde su prometido lo esperaba y le sonrió tímidamente, ambos se hallaban nerviosos por lo que ocurriría, no solo se trataba de la ceremonia en sí, también tenía que ver con la aceptación de la diosa Luna, la cual solía dar su bendición solo a las parejas que eran verdaderamente destinadas. 

— Alfa... — llamó con una pequeña sonrisa. Min tomó su mano con gentileza, atrayéndolo a su cuerpo.

— La espera ha valido la pena, — halagó — te ves hermoso esta noche. 

Jimin se sonrojó ante las palabras dichas. Yoongi se veía excepcional es anoche, estaba seguro de que existían omegas más bellos en el evento, pero su mirada solo estaba dirigida a él, sin ningún otro punto que no fuera su rostro. Park agradeció internamente aquella devoción y amor que su alfa manifestaba cada día. 

Ambos se internaron en el pequeño círculo de velas y se colocaron en el pequeño altar que los cubría. Bajo sus pies, dos medias lunas se dibujaban, representando que ambos eran almas gemelas y que necesitarían del otro para sobrevivir.  

El beta encargado de iniciar la ceremonia, hizo la pequeña apertura, indicando todos los ritos y el tiempo que se necesitaría para que la luna pudiera unirlos en matrimonio. Muchos de ellos escucharon atentamente las palabras del hombre mayor, incluyendo a Jimin, quien atesoraba cada tradición de la manada de su alfa y le guardaba sagrado respeto. Sin embargo, Yoongi, quien se sabía aquellas palabras de memoria, se dedicó a retratar el perfil de su pareja y apreciar lo hermoso que se hallaba aquella noche. 

Se sentía afortunado, tanto que cuando llegó el turno de los votos, no tuvo que pensar mucho, pues tenía las perfectas palabras para describir el amor que mantenía guardado dentro de su corazón. 

 — Te tomo a ti, Park Jimin, como mi único omega. — Manos entrelazadas y miradas deslumbrantes, ambos empezaban a sentir la bendición de la luna sin haberse presentado en su totalidad. — Prometo amarte hasta que mi amor se agote en mi último suspiro de vida, prometo guardarte la más absoluta fidelidad y siempre buscar tu bienestar. Si la vida nos traiciona y nos obliga a tomar otra, entonces te encontraré y, sin importar las dificultades, te enamoraré una vez más para regresar a este punto, donde por fin, eres mi compañero eterno. 

Tal vez requería de más palabras, más frases, más descripciones y promesas. Tal vez debía ampliar su discurso, pero no podía decir absolutamente nada más. No cuando sus palabras se habían atorado en su garganta y había caído, inevitablemente, ante la imagen perfecta de su pareja y la mirada llena de felicidad que le brindaba. Sus manos se tomaron con fuerza mientras Jimin se acercaba un poco más, acompañando a la luna, quien estaba cerca del punto medio entre ambos. 

— Yo, Park Jimin, acepto tu amor con honor y felicidad. Prometo estar a tu lado en todo momento, ser tu apoyo y el hombro donde puedas llorar, hacerte sonreír cada mañana y mostrarte siempre el lado bueno del mundo cuando no quieras continuar. Te he amado desde que supe lo que era el amor romántico y dudo que pueda querer a otro hombre como te quiero a ti. Sin importar las adversidades, me quedaré contigo y no te abandonaré, hasta que uno de los dos muera y el otro, lo siga. 

Dos anillos bañados en oro fueron deslizados por sus dedos, al mismo tiempo que los rayos lunares descendían en su dirección. Ambos fueron bañados por la luz de la diosa Luna, quien bendecía su amor y los abrigaba en su lecho. Ambas lunas parpadearon y se unieron, convirtiéndose en uno solo.  

— Socium mei semper. — Recitó Min.

Semper. 

La luz se intensificó unos segundos más, mientras parte del hanbok de Jimin era desprendido. Su hombro quedó desnudo ante la mirada de su alfa, sus manos se movieron con nerviosismo por el pecho de su pareja, al mismo tiempo que el mayor se acercaba a su cuerpo. 

Ambas miradas cruzaron y se aliviaron mutuamente. Yoongi paseó sus dedos por la piel suave y sensible de su cuello, sintió el estremecimiento del cuerpo adjunto, sabiendo lo nervioso que se hallaba el rubio. Acercó su rostro a la curvatura del cuello contrario, inhalando el aroma dulce que adoraba de su pareja, los espectadores observaban aquella escena con sigilo, contando los segundos para que por fin se diera la unión. 

Solo fue hasta que la luz de la luna fue descendiendo, que Yoongi mordió por fin a su pareja. 

El hilo de sangre descendió pos sus colmillos, mientras Jimin lanzaba un pequeño gemido de dolor.  La unión entre ellos fue dada, otorgándole al contrario todos los sentimientos que su pareja pudiera sentir, sus pensamientos y recuerdos. Todos se unieron y se mezclaron en uno solo, uniéndolos por fin, para toda una eternidad. 

La marca quedó plasmada segundos después. Min lamió la herida para que la sangre dejara de salir y pudiera cicatrizar. El resplandor de la diosa se desvaneció y solo quedaron ellos, mirándose con aquel deseo vivaz de poder cumplir con la promesa hecha y la anhelante euforia de saber que estaban por fin unidos. 

— ¡La luna ha bendecido la unión de esta pareja! — Volvió a decir el beta.— ¡Les presento a sus nuevos líderes!

La mayoría hizo una reverencia en torno a ellos antes de que se escucharan los aplausos. Yoongi sonrió ante las felicitaciones antes de besar a su pareja de manera casta y cubrir su piel desnuda nuevamente. Jimin rodeó con sus brazos el cuello del mayor, derramando pequeñas lágrimas de felicidad al saber que eran una pareja oficial, ante la sociedad y las otras manadas. 

— Felicidades — Taehyung fue el primero en acercarse a felicitarlos, regalándoles, a cada uno, una pequeña cajita hecha de madera, representativa en el matrimonio. — Que su vida sea larga y próspera.  

— Gracias, Taehyung.  

— Felicidades por su unión. — Hoseok les regaló dos pequeños brazaletes, los cuales contenían dijes de media luna en cada uno de ellos, representando su unión. — Espero que encuentren la felicidad, juntos. 

Ambas parejas sonrieron, Min tomó la mano de su omega y le colocó el brazalete que le pertenecía, los regalos abundarían después de aquella celebración y estaba seguro de que muchos de ellos serían usados y otros, tal vez guardados en su alcoba. Sin embargo, ningún regalo pudo ser más representativo que el de su amigo, pues sabía que aquel brazalete era similar a los collares que Hoseok y Taehyung usaban desde su matrimonio, el cual había brindado prosperidad y unión hasta la actualidad. 

Cuando ambos tuvieron los brazaletes en sus muñecas, entrelazaron sus dedos y se dirigieron a saludar a los demás invitados. 

Ambos estaban unidos por gracia de la diosa Luna y por el amor que se habían jurado años atrás. Jimin estaba seguro de que aquello solo sería el comienzo de su larga vida de pareja y de la familia que formarían más adelante. 

Y Yoongi agradecía a su paciencia por haber esperado tantos años hasta que ese momento llegara. Porque, sin duda, había valido totalmente la pena. 

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