17


El viento agitó despacio a su alrededor, la música suave se escuchaba entre las ondas del mar, mientras ambos cuerpos reposaban, uno junto al otro, en aquella inmensa y espléndida carpa, observando como la noche daba un espectáculo sereno y suave. 

Yoongi rodeó la cintura de su omega y atrajo la espalda contraria a su pecho, ambos descansando en el cómodo sofá-cama que se encontraba dentro de la carpa. Sus manos recorrieron con gentileza la suave tela que cubría el cuerpo de su pareja, mientras reposaba su cabeza en el hombro contrario, aspirando del dulce aroma que el menor poseía. 

— Hace unos días, cuando me hallaba en manos de nuestros enemigos, recordé aquella noche mágica entre ambos. — Jimin observó el lago con total admiración, recordando un escenario similar al anterior. — Cuando escuché tu declaración y acepté la petición de ser tu omega. 

— Aquella noche tenía tanto miedo de tu rechazo, que no supe cómo mantener mi corazón sereno. Latía con desenfreno mientras observaba tus ojos y me preguntaba si era alguien merecedor de tu amor. 

Dulces recuerdos embargaron al menor, la manera tan atenta y cariñosa en la que Yoongi lo trató desde que ambos se conocieron y la gentileza que demostraba al tocar su mano o brindarle un simple beso en la mejilla. Min había sido paciente, conteniendo su propio sentimiento de posesividad y dándole la libertad de escoger por él. Si alguien se sentía afortunado de tener al otro, seguramente era Jimin. Nunca encontraría a un alfa tan atento e igualitario como lo era su pareja.  

— Mi lobo te eligió mucho antes de presentarse como tal, Yoongi. — Giró su cabeza, ambos rostros quedaron cerca, evidenciando, en sus miradas, el gran amor que se mantenía dentro de sus corazones y la felicidad que ambos lobos profesaban. — Era un niño cuando te conocí, no sabía nada del amor, del mundo o de las guerras entre manadas. Me crié siendo el consentido de mi hogar y al cual siempre protegían del peligro, pensé en mantenerme en aquella nube de inocencia todo el tiempo, pero cuando me trajeron a tu manada, supe que no era como me lo habían pintado.  

Sus manos se entrelazaron, Jimin seguía divagando en sus pensamientos, pensando en todo el camino recorrido antes de que se hallaran en ese lugar, felices, y celebrando su amor.  

— Tu familia me recibió con total alegría, todos me brindaron su apoyo y protección, a pesar de que era un simple desconocido. Apenas tenía 10 años, creí que iba a quedarme aquí hasta que mis padres regresaran por mí, pero no fue así. 

— Llorabas por ellos...  

— Quería con tanto anhelo a mis padres y hermano que no pude apreciar la manera en la que me cuidabas y me hacías sentir bien. Siempre estuviste allí, tratando de que no me sintiera solo, aunque te ganaras el regaño de tus padres.  

— Nuestras reglas me mantenían lejos de ti al anochecer, pero no podía quedarme con los brazos cruzados cuando escuchaba tu llanto y veía esa tristeza en tu mirada. No me importaba si mis padres me regañaban por ello, siempre procuré ir a tu habitación y quedarme contigo hasta que terminaras dormido. 

— Fue desde allí donde comencé a verte de otra manera. —Una suave risa salió de sus labios, sus ojos desaparecieron en dos finas líneas, dejando encantado al mayor. — Cuando ibas a mi manada, siempre procuraba vestirme y verme bien para recibirte. Eras... mi amor platónico. 

— ¿Un niño de diecisiete años siendo el amor platónico de uno de nueve? — sonrió de medio lado — era un rompecorazones sin saberlo.  

Ambos rieron mientras se recostaban en el sofá, sus sonrisas eran grandes y sus ojos no paraban de observar la belleza exorbitante que el otro poseía. En aquel pequeño oasis, eran solo ambos, teniendo aquel sentimiento puro en ambos corazones, sabiendo que su vida sería un sinfín de emociones, que los mantendrían unidos. 

— Eres mi primer amor, Min Yoongi. — Esta vez no quería pensar en la diferencia de edades, quería tener a su alfa consigo toda una eternidad, ambos como iguales y amándose infinitamente. — Y, también, el amor de mi vida.  

Min fue conmovido por aquellas palabras y por el brillo en los ojos miel de su omega. Tuvo la sensación de que se echaría a llorar en cualquier momento, pues siempre había esperado escuchar aquello, saber que toda su pequeña lucha por enamorarlo había funcionado. Pequeñas lágrimas se aglomeraron en la equina de sus ojos, las cuales fueron retiradas por Jimin, quien lo observó con adoración y ternura, robando un pequeño beso de sus labios. 

— Y-Yo...

— Gracias por esperar por mí, alfa. — Sus manos se enroscaron en el cuello del más alto, Yoongi lo recibió gustoso, al mismo tiempo que era besado por el omega. —Gracias por no estar con otros omegas en todo este tiempo, por esperar tantos años hasta que llegara el momento de que fuera adulto y por amarme, a pesar de todo. 

Sonrisas plasmadas y miradas llenas de amor. Sus labios se unieron en un suave ritmo, mientras sus cuerpos pedían algo más que una simple caricia inocente. La noche mostró una ventisca cálida para ambos amantes, quienes empezaron a recorrer parte de la pasión que días atrás los habían acompañado. 

— A-Alfa... — Jimin tomó la iniciativa esta vez, dejando en evidencia que ya no era aquel cachorro temeroso que ansiaba el día de su mayoría de edad, ahora se había transformado en un omega completo, uno totalmente dispuesto a tomar más de lo que su alfa, por medidas morales, le ofrecía. — Hazme el amor, por favor. 

Yoongi acarició la mejilla del menor, sus dedos sintieron aquella suavidad que resultaba embriagante para su tacto y la manera en la que el calor iba ascendiendo en ambos cuerpos, hasta quemar de anticipación. 

— Eres mío.  

Jimin asintió a sus palabras, no existía otra verdad, él le pertenecía, en cuerpo y alma.  

Cuando la noticia de su emparejamiento fue asimilada en su adolescencia, aborreció aquella unión con toda su alma. Él no deseaba que escogieran a su pareja en su lugar, Jimin quería tener total libertad sobre aquel asunto, quería unirse a quien en verdad amara. Sin embargo, después de conocer a Min y tratar con él, todo aquello había cambiado. Ya no aborrecía el compromiso, ya no aborrecía a la manada Min por haberlo obligado a dejar su hogar, ya no aborrecía a su destino. Empezaba a ver a la manada Min como su hogar, empezaba a querer a todos los que vivían en el palacio y empezaba a querer ser del agrado del pelinegro. Deseaba verlo constantemente, deseaba tenerlo con él, que fuera solo suyo y que nadie se lo arrebatara. Deseaba tener esa mirada amorosa solo para él, lo deseaba con tanto anhelo que no podía imaginar una vida sin haber conocido a Yoongi.

— Te amo. 

Yoongi fue el primero en mencionarlo porque fue el primero en sentirlo. El primero en adorar al pequeño omega y esperar por él. El primero que entendió que la luna los había unido a través de sus padres porque eran pareja destinada.  

— Te amo, alfa. 

Jimin lo siguió, como seguía sus pasos y seguía sus caricias y besos. Porque él había comprendido y aceptado el amor de Yoongi. Porque, ahora, él lo amaba mucho más o igual que el alfa.  

Ambos se desnudaron con lentitud, sin dejar que sus dedos acariciaran el cuerpo del otro, sin separar sus labios y tomando todo el amor que el otro le brindaba. Yoongi fue gentil, sus labios se pasearon por el cuerpo del rubio, su lengua recorrió cada porción de piel y fue causante de los dulces gemidos lanzados por el menor. 

Min lo adoró como solo puede adorarse a un ángel y lo tomó con la más profunda pasión y el más anhelante amor que pudiera sentir. Su piel se fundó con la piel del omega, sus cuerpos se unieron de manera íntima y todo dentro de ellos vibró al recibirse mutuamente. 

Jimin experimentó lo que era tener a su alfa sin ser influenciado por su celo. Experimentó el amor que le brindaba y el cuidado que utilizaba en cada movimiento. Los besos, las embestidas, las mordidas y caricias, todo fue maravilloso. Min era un amante excepcional, siempre pendiente de que ambos disfrutaran de aquel encuentro, sabiendo que el placer de su omega era lo primordial y que ambos llegarían al orgasmo esperado juntos. 

No fue rudo, no fue agresivo, ni forzado. Jimin siempre tuvo miedo de que algo así le pasara, de ser el objeto sexual de alguien. Sin embargo, como siempre, Yoongi era todo lo contrario. Era un alfa respetuoso y cariñoso, tierno, amable, justo y benevolente.

Yoongi lo era todo para él. 

Y él era todo para Yoongi.

Por esa razón, cuando Yoongi terminó por anudarlo y renovar aquella marca temporal, la propuesta fue dicha: 

— Cásate conmigo, Jimin. 

A pesar de que ya se hallaban comprometidos y de que su matrimonio era inevitable, Jimin sollozó al escucharlo, por sentir como el anillo de compromiso se deslizaba por su dedo anular y por recibir los besos en su rostro. La dicha lo abrazó y una sonrisa inmensa se dibujó en sus labios mientras asentía, aun con lágrimas derramándose en sus mejillas. 

No tuvieron que decir más palabras cuando sus miradas lo decían todo. Ellos se amaban y estarían juntos hasta el final de sus vidas. 

— Acepto. 

Yoongi sonrió y volvió a besarlo. 

Aquello era solo el comienzo de su felicidad. 

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