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Jimin mantuvo su mirada fija en el espejo, la suave tela acariciaba su piel con suavidad, mientras sus cabellos eran peinados por su mejor amigo. El menor se hallaba totalmente ansioso por la cita nocturna que su alfa había planeado para su cumpleaños, sabiendo que aquella noche sería especial para ambos.

Con un suave maquillaje y la pequeña corona de flores que su alfa había mandado para él, su imagen quedó totalmente impecable y bella. Sus cabellos caían sedosos y suaves, mientras en su rostro se evidenciaba lo feliz que se hallaba.

- Te ves hermoso, Minnie - halagó el mayor.

- ¿En verdad lo crees, Tae? - Sus manos temblaron por el nerviosismo que carcomía su cuerpo al saber que solo faltaban minutos para reunirse con su pareja y disfrutar de la hermosa velada que había organizado para ambos. - ¿Crees que me veo bien para mi alfa, esta noche?

- No existe momento en el que no te veas hermoso, Jimin. El alfa Min es verdaderamente afortunado por tenerte como su pareja. Créeme cuando digo que te ves espléndido esta noche, estoy seguro de que tu alfa pensará lo mismo.

Jimin le dedicó una pequeña sonrisa de agradecimiento, mientras mantenía el sonrojo en sus mejillas. Hacia tan solo días se había entregado al mayor, sus caricias aún seguían estando grabadas en su sensible piel, al igual que el recordatorio de sus besos y palabras. La cama de su alfa debía llevar su aroma aun impregnado, dándole un pequeño recordatorio, al pelinegro, de que su omega ya había llegado a su edad adulta y que podría ocupar ese espacio en su cama que le resultaba vacío y solitario.

Ambos omegas salieron de la habitación para dirigirse a la entrada del pequeño palacio, donde Hoseok los esperaba con una sonrisa. Como era de suponer, al primero que saludó fue a su pareja, quien sonreía cariñosamente en su dirección y buscaba el calor corporal que sus brazos le brindaban cada noche. Jung besó su cabellera con ternura, rodeando la cintura del menor con los brazos y manteniéndolo contra su pecho.

- El alfa Min ha pedido que te traslade hasta el pequeño lago que visitaron la vez pasada, - informó el mayor - todo ha sido preparado para ti, omega Jimin.

- ¿No vendrá a verme hasta aquí?

- Él ha preferido que te llevemos en el caballo que los transportó en la anterior visita. Está deseando que sea una grata sorpresa para ti y que, por esa razón, coloquemos una venda en tus ojos. Te guiaré en todo el camino, solo tienes que confiar en mí.

Jimin asintió ante sus palabras. Observó como el mayor se despedía de su pareja y le pedía que aguardase por él hasta su llegada. Por supuesto, Taehyung asintió y besó sus labios de manera corta y suave, deseándole un feliz corto viaje. Sus deseos fueron plasmados en la suave caricia de aliento que dejó en las manos del azabache, sus palabras fueron un incentivo para que Jimin se propusiera disfrutar de la hermosa y dulce velada que compartiría con su alfa.

Mientras salían al exterior, Jimin se preguntó si podría con todo lo que vendría. Antes era apenas un niño que debía ser atendido por los sirvientes del lugar, sabiendo que sus responsabilidades no eran numerosas. Sin embargo, todo cambiaría una vez que fuera declarado oficialmente la pareja del alfa de la manada Min.

Sus responsabilidades crecerían de intensidad y rango. Tendría que dirigir a todos los omegas que trabajaban en el palacio para mantener un cuidado especial en su hogar. Tendría que asistir a varias reuniones, ayudar como consejero en las decisiones de su pareja, estudiar sobre la historia dentro de la manada de su esposo y conocer las leyes que regían el pueblo. También, debía acompañar al mayor en cada salida y obedecer a lo que este le pidiera, sin dejar de manifestar su opinión sobre ciertos temas. Eran muchas responsabilidades los que recaerían sobre sus hombros, pero todo estaba tan equitativo y justo que no se quejaba de absolutamente nada.

Existían manadas que consideraban a los omegas como máquinas para procrear cachorros o simples cuidadores del hogar. Nunca consideraban sus opiniones como importantes y siempre eran censurados por su propio pueblo. Omegas marginados que no eran considerados igualitarios a los alfas y debían obedecer todo lo que ellos dijeran.

Sin embargo, y para suerte del menor, la manada Min no se regía de esa manera. Los omegas eran muy importantes, tanto para el pueblo como para sus líderes. Los omegas no eran marginados, eran tratados con devoción y respeto, pues ellos eran capaces de encargarse del cuidado de los cachorros recién nacidos y de su propio hogar. Los omegas eran fuertes y valientes, a pesar de que su naturaleza lograba doblegarlos la mayoría del tiempo, siempre encontraban la manera de hacerse escuchar y aconsejar a sus parejas. Aquel trato era lo que convertía a la manada Min como una de las mejores manadas dentro de la región.

Para Jimin, el trato era igual. Él se encargaría de escoger el desayuno, el almuerzo y la cena que se realizaría en el día, se encargaría de mantener impecable, el lecho que compartiría con su alfa y de los quehaceres del hogar, siendo ayudado por las comadronas u omegas que residían dentro del palacio. Tendría que visitar el pueblo y ver el estado en el que se mantenía, dar cualquier observación a su alfa y tratar de buscar una solución por medio de diálogos y debates. Técnicamente, Jimin debía aprender a ser el segundo gobernante dentro de la manada.

Y, por mucho que sonara aterrador, el menor estaba dispuesto a tomar todas aquellas responsabilidades y cumplirlas, si eso le permitía enorgullecer a su pareja.

Debatiéndose mentalmente, Jimin se halló con el dulce sonido del viento y el sonido de los grillos alrededor de ellos. Podía sentir la naturaleza rodearlo, mientras el caballo trotaba. Estaba seguro de que habían llegado al hermoso lago que los había recibido de manera efímera el día de su secuestro. No había tenido oportunidad de disfrutar la vista y la paz por mucho tiempo, pero, en esta ocasión, estaba seguro de que lo haría.

- Hemos llegado, omega Jimin.

La voz de Hoseok era suave y parecía ocultar cierta sonrisa en sus labios. El rubio tomó la mano que le era ofrecida y fue bajado del caballo con suavidad. Sus pies tocaron el suelo, pudiendo sentir la suave hierba recibir sus pasos.

- ¿Mi alfa está aquí? - preguntó con timidez mientras era guiado por el pasto hasta el lugar donde se hallaba el mayor.

- Está tan ansioso como tú. No dejó de parlotear sobre su sorpresa en toda la mañana. Ambos han logrado estar preocupados por el otro sin ser conscientes de ello. - Hosoek soltó una pequeña risita. - Sí que están enamorados el uno del otro.

Jimin acompañó la pequeña risita de Hoseok y siguió su camino a oscuras. Confiaba plenamente en el mayor, pues este siempre había velado por su bienestar, tratándolo como un miembro más de aquella familia real que nunca pensó integrar. Se quedó de pie cuando el mayor se detuvo y dejó escapar sus manos, no sabía que esperar en aquel momento, se sentía con cierto miedo de ser abandonado en aquel lugar, siendo azotado por la brisa nocturna.

- ¿Hoseok?

- No deberías llamar el nombre de otro alfa cuando el tuyo está justo detrás de ti, Minnie. - Grandes manos tomaron su cintura mientras su cuerpo se estremecía paulatinamente, al sentir el aliento de su alfa chocar contra su cuello. - Harás que me ponga celoso.

- A-Alfa...

- ¿Me has extrañado, Minnie? - sus brazos rodearon por completo la cintura del rubio, dejando un dulce beso en el lunar de su nuca.

- He deseado verlo en todo el día, alfa. Tenía la intención de escabullirme en su habitación y permanecer un rato más contigo. No quería seguir sintiendo esta agonía por encontrarnos separados.

- Falta poco para que seas mi esposo y el único dueño de mi vida. Ansío tanto el día en que pueda tenerte en mi cama y amanecer junto a ti.

- Lo ansío también.

La suave brisa nocturna los abrazó por un momento, Yoongi mantenía su vista fija en el lago y el hermoso reflejo de la luna en la cristalina agua. Era un paisaje verdaderamente digno de admirar.

- Quiero que veas lo que he preparado para ti, Jiminnie, ¿me lo permites?

- Estoy ansioso por observarlo.

Una sonrisa se plasmó en los labios del pelinegro antes de retirar la venda de los ojos contrarios. La tela se deslizó por sus ojos, terminando en el cuello del menor, dándole la posibilidad de abrir sus ojos poco a poco. Park abrió sus ojos de manera lenta, mientras se acostumbraba a la luz y se maravillaba con la sorpresa que le había preparado su pareja.

Una hermosa tienda de colores suaves ocupaba la orilla, totalmente a la intemperie y con un banquete sumamente delicioso esperando por ambos en el interior de la tienda. Una hermosa alfombra en el suelo, acompañado de una mesa de madera larga (la cual era ocupada por el banquete) y un sofá cama lo bastante amplio para que ambos pudieran ocuparlo. Aquello le hacía recordar a las tiendas que usaban los árabes en el desierto, gozando de la comodidad necesaria para pasar un tiempo relajado y feliz, al lado del tan ansiado oasis.

El suave sonido de la naturaleza y la hermosa vista al lago no hacían más que agregarle la tranquilidad que tanto habían estado buscando los últimos días. Todo era tan bello y conmovedor, que el menor no dudó en soltar pequeñas lágrimas de felicidad. Min era un hombre demasiado detallista y romántico, llenándolo de hermosos momentos y detalles, como aquel.

- Gracias, Yoonie... - le dijo con una sonrisa avergonzada, pues eran pocas las veces donde se permitía llamarlo de esa manera. Jimin se giró para quedar frente a frente con el hombre que amaba - en verdad, gracias, muchas gracias.

- No quiero que agradezcas por esto, era lo que te merecías y lamento no haber hecho algo mejor que esto, amor. Necesitaba tiempo para organizar todo y solo esto logró calmar mis altas expectativas.

- En verdad, está hermoso, alfa.

- Quería encontrar un lugar donde nosotros pudiéramos olvidarnos de las responsabilidades y mantenernos juntos toda la noche. No puedo decir que este sea nuestro pequeño oasis, debido a que no estamos en el desierto, pero si podría ser nuestro pequeño lugar secreto. Porque solo puedo considerar esto como un oasis, si tú estás, aquí, conmigo.

El menor rodeó con sus brazos el cuello del mayor, mientras dejaba pequeños besos en sus labios como agradecimiento. Min recibió gustoso cada beso, sabiendo lo tierno que era su omega. Sus miradas chocaron y una linda sonrisa apareció en sus labios.

- Feliz cumpleaños, Minnie - musitó mientras besaba, una vez más, los labios de su omega.

Aquella noche, se había jurado el alfa, sería inolvidable para ambos.

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