11
Mientras el alfa de la manada Min se encontrara en estado crítico, sería mucho más fácil para Kim poder invadir el palacio y asesinar a Min con sus propias manos.
Se mantendría en su propia manada mientras enviaba a sus mejores hombres a invadir lo que restaba de la gran manada Min. Kim era inteligente, sabía que la mano derecha del alfa había convocado a todos sus aliados para rescatar al omega de su mejor amigo, por lo que nadie se quedaría vigilando el palacio real, más que algunos soldados. Tenía la ventaja de poder invadir en la noche y asesinar al pelinegro.
Oh, que equivocado estaba.
Los hombres de la manada Kim ingresaron sigilosos por los pasillos del palacio, habían herido a la mayoría de los guardias de la entrada hacia el pueblo y secuestrado algunos pobladores. El botín estaba justo en la habitación principal del palacio, donde, suponían, se debía encontrar el alfa de la manada.
El aroma era casi imperceptible, no podían olfatear algo más allá de las medicinas dentro de la habitación, además de ciertos ácidos que bloqueaban su olfato.
El comandante del escuadrón ordenó acercarse a la habitación, encontraron a dos cambiaformas resguardando la entrada, pero no tuvieron mucha resistencia a la hora de herirlos y dejarlos fuera de combate. Con la respiración agitada y la orden de su alfa en mente, ingresaron a la habitación principal, observando como un bulto se hallaba bajo las finas sábanas de seda.
El hombre al mando se acercó con sigilo, podía escuchar la respiración pausada del sujeto bajo las mantas y el como parte de su cabellera era visible bajo ellas. Se acercaron hasta quedar frente al cuerpo contrario, estaban a punto de incrustar el cuchillo en su cuerpo, pero decidieron cerciorarse de que en verdad se trataba del cambiaformas enemigo.
Retiraron las sabanas que lo cubrían y se dieron con la sorpresa de que no era Min quien se encontraba allí. Un dulce omega de cabello castaño y piel levemente bronceada se hallaba descansando profundamente. Su respiración era pausada y su piel era visible por la mala posición de la camiseta que usaba. El líder del escuadrón apretó los puños, totalmente colérico por el engaño.
— Este no es el alfa Min. — Dijo con obviedad antes de dirigirse a sus hombres. — Debieron prever que vendríamos a tratar de asesinar a su alfa y debieron esconderlo en algún lugar. Vayan a buscar en las otras habitaciones, debe estar cerca de aquí.
— ¿Qué hará usted, señor?
— Me quedaré a vigilar a este omega, si está aquí es porque alguien se lo mandó. En cuanto despierte, lo torturaré hasta que me diga donde se encuentra su alfa.
Los demás asintieron y se retiraron de regreso a los pasillos. El alfa se quedó observando el cuerpo indefenso del contrario, sus ojos se mantenían cerrados y sus labios se veían apetecibles a la vista de cualquiera. Nunca había visto a un omega así, siempre todos parecían tan repugnantes y sumisos que no causaban absolutamente nada en su interior, pero el hombre bajo esas sábanas tenía el porte de un omega fuerte y valiente. ¿Qué de malo tenía probar al dulce omega? Si lo habían dejado indefenso en ese lugar, tratando de distraerlos, significaba que estaban dispuestos a tomar las consecuencias.
Acarició el cabello recientemente castaño y paseó la yema de los dedos por su rostro. La piel del omega era suave y su aroma, delicioso. No podía esperar a saber que tan exquisito sería cuando pudiera tomarlo por fin.
Alejó las sabanas de su cuerpo, dejándolo completamente descubierto ante él. Su ceño se frunció al ver un bulto en su vientre y la marca de otro alfa sobre la parte no visible de su cuello.
— Tocar a un omega marcado y embarazado no es algo que se tolera en esta manada, ¿lo sabías? — la voz de Hoseok se escuchó desde la entrada de la habitación, sus ojos se mantenían rojos por la furia y su lobo se hallaba a punto de salir a la superficie, dispuesto a herir al hombre que había tocado a su pareja. — Y yo no soy un alfa civilizado cuando están cerca de mi pareja e hijo.
El hombre retrocedió asustado, reconocía esa mirada fulminante y sedienta de sangre de un alfa emparejado. Los alfas tenían una fuerza superior a cualquiera de su especie, tanto que una batalla entre alfas era un acontecimiento demasiado interesante de ver; sin embargo, cuando un alfa ofendía al omega de otro, éste multiplicaba su fuerza a límites inesperados, dispuesto a dañar de muerte al hombre que había herido a su pareja.
Y sabía que no saldría vivo de allí, por haber tocado a la pareja de un alfa tan territorial como era Jung Hoseok.
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Jimin corrió junto a su hermano hasta el final de los pasillos, el panorama fuera de lo que parecía ser el túnel hacia los calabozos, no era nada bueno. Una docena de cambiaformas rodeaban a cinco lobos de la manada Min, quienes se mantenían gruñendo y contrarrestando cada ataque dirigido a ellos, todos resguardaban a un gran lobo de pelaje castaño y ojos furibundos, quien asesinaba con la mirada al líder de la manada enemiga.
— A-Alfa... — Jimin observó a su hermano, tratando de buscar respuestas a lo que ocurría. Su alfa no parecía estar tan debilitado como había pensado en un principio.
— Los refuerzos de ese imbécil llegarán pronto. — Afirmó mientras observaba la batalla. — Debo cuidarte mientras Min lucha con los demás.
— P-Pero, Yoongi-hyung...
— Su prioridad eres tú y sus órdenes fueron que cuidara de su omega, sin importar absolutamente nada. Debemos confiar en su juicio y fuerza.
— Puedo pelear al lado de mi alfa. — Dijo con valentía, sorprendiendo a su hermano por unos segundos.
— Lo sé, — musitó con una pequeña sonrisa — nosotros seremos el ataque sorpresa.
Min arremetió contra los lobos contrarios, cuatro de ellos fueron a su ataque, tratando de clavarle los colmillos, pero el gran lobo castaño era más ágil y fuerte, evadiendo perfectamente los intentos de los contrarios. Sus hombres fueron tras el resto de los cambiaformas, una lucha verdaderamente fuerte entre alfas se llevaba a cabo a la vista de los demás espectadores. Pobladores y visitantes se escondieron en sus hogares para no ser blancos de los enemigos, ni involucrarse en peleas externas.
Un fuerte golpe fue en contra de Yoongi, quien no había previsto que el tramposo de Kim utilizara a los demás como una simple distracción. Ambos se arrastraron entre gruñidos y mordidas, golpes y miradas retadoras, midiendo la fuerza de cada uno.
Min gruñó fuertemente, utilizando su voz de mando, el cual afectó al otro, dejándolo quieto unos segundos, los suficientes para que el castaño pudiera separarse y respirar hondo.
Kim observó a su contrincante y fue cambiando a su forma humana, incitando al contrario a imitarlo. Yoongi hizo lo mismo. Ambos hombres desnudos y enojados se observaron mutuamente.
— Creí que estabas en coma, Min. — Su sonrisa era difícil de traducir, Min solo escupió la sangre de su labio y volvió a observarlo.
— ¿Crees que iba a descansar mientras tenías a mi omega secuestrado? Debiste prever que no me quedaría con los brazos cruzados después de saber lo que planeabas hacerle a mi pareja.
— Oh, el pequeño omega hijo de los Park, — relamió sus labios mientras observaba, al contrario — en verdad me divertí mucho con él.
Min dio un paso hacia él, pero contuvo su deseo por golpearlo, debía pensar con la cabeza fría y tratar de ganar tiempo, mientras los demás se internaban en la aldea y trataban de rescatar a su pareja.
— ¿Qué le hiciste, maldito bastardo?
— Lo que dije que haría. —Yong-Bum se mantuvo pensativo, tentando la furia del alfa y lo impulsivo que siempre era. — Le inyecté una pequeña droga para que pudiera adelantar su celo. No sabes lo necesitado que se encontraba y la manera en la que gemía cuando mis hombres empezaron a follarlo.
Yoongi trató de quitar esa imagen de su mente, no creía en sus palabras, pero tampoco podía dejar de pensar en su pareja siendo follado por otros hombres, siendo tomado por alguien que no era él, ese pensamiento era algo que aborrecía y trataba de evadir. Observó nuevamente a su enemigo, éste se burlaba de él internamente, sabía que fibra tocar para caer en sus impulsos y echar a perder la misión.
— Se jactaba de serte infiel hasta el final de sus días, pero gritaba como puta mientras lo follaban.
— ¡Cállate, maldito imbécil! — Gruñó, sus pupilas cada vez más dilatas por la ira. — No te atrevas a ofender a mi omega.
— Aunque te lo lleves de aquí, no podrás quitar el hecho de que fue tomado por otro hombre y dejó de ser virgen, Min. — Una sonrisa de medio lado se formó en sus labios mientras observaba alrededor. —No tendrás manada a donde retornar cuando todo esto acabe, ni omega a quien tomar.
— ¿Por qué estás tan seguro de eso?
— Mientras te mantienes aquí, envié a un escuadrón de hombres a invadir tu manada. Cuando esta contienda termine, todo dentro de tu pueblo estará en ruinas.
Varios lobos fueron apareciendo de entre los árboles, Min observó a su alrededor y se vio completamente rodeado. Sabía que era su fin, no iba a poder pelear con todos ellos. Sin embargo, no iba a echarse para atrás, mientras el plan siguiera su curso, daría la cara a sus contrincantes.
— ¿En serio creíste que viniendo tu solo con un puñado de hombres iban a vencerme?
— Pensé que no iba a ser tan difícil escabullirme en tu manada, tomando en cuenta lo pobre que es en seguridad.
— Desde el último intento de invasión, decidimos aumentar nuestra seguridad. Que ingenuo fuiste al creer que no lo haría.
— Sí, fui algo ingenuo. — El pelinegro se rió de sí mismo. — Pero, al menos lograré salvar a mi omega.
— ¿Poniendo tu vida en peligro?
— Es lo que un alfa con honor hace por su pareja.
El pelinegro regresó a su forma lobuna, yendo contra sus enemigos. Varios de ellos lograron inmovilizarlo por varios segundos, agotando su energía y sus fuerzas. Sus compañeros tenían sus propios problemas, la manada entera de aquel pueblo estaba luchando. No había sido buena idea venir con un simple puñado de hombres.
Recibió una mordida en su lado derecho, logrando que lanzara un gruñido lastimero. Su cuerpo se tambaleó hacia un lado y se preparó para el siguiente ataque.
Sin embargo, eso nunca llegó.
Otro lobo se colocó justo a su lado, luchando contra los demás y una espada fue directamente al cuerpo del lobo que lo había atacado anteriormente. Yoongi observó al hombre que lo había ayudado y vio a su omega con una espada en la mano, jadeante por el esfuerzo.
— ¡Alfa! — El menor corrió hasta su pareja, viendo como una mancha de sangre cubría su castaño pelaje. — E-Está herido, alfa...
Yoongi, aun en su forma lobuna, se acercó al cuerpo del contrario, olfateando su dulce aroma y tranquilizando la ansiedad que recorría su cuerpo. Jimin se mantenía con pequeñas lágrimas descendiendo por sus mejillas al ver herido a su pareja. Mientras Junghyun luchaba contra los otros lobos, no dejó que más de ellos siguieran hiriendo a su compañero. Acarició el suave pelaje castaño mientras le dedicaba una sonrisa.
— Gracias por venir a mi rescate, Yoongi-hyung. — El pelinegro solo observó los dulces ojos del menor y supo que todo estaba bien, que no debía preocuparse por nada, su compañero estaba seguro e ileso.
El menor tomó la espada nuevamente y fue al ataque. Yoongi siempre había admirado la valentía y fortaleza que su omega poseía. Nunca se dejaba llevar por las dificultades, siempre liderando con su propia convicción y luchando por las personas que quería.
Mientras él se mantenía combatiendo con alfas que le doblaban en tamaño y fuerza, supo que la diosa Luna había hecho bien en influenciar a sus padres para que escogieran a un omega de la manada Park. Aquello había estado predestinado y, a pesar de la diferencia de edad, sabía que el dulce rubio sería su pareja eternamente.
Respiró profundo y volvió al ataque. No importaba si más lobos empezaron a rodearlos, Yoongi se prometió a sí mismo que mantendría a su pareja segura.
Una gran contienda se desató en aquel momento. Todos luchaban contra un grupo pequeño de cambiaformas de la manada Min. Los refuerzos se mantenían ocultos en la oscuridad, esperando la señal que Yoongi mandaría para poder ingresar y arrasar con todo. Mientras Junghyun, Jimin y el pelinegro mantenían a raya a sus enemigos, Yong-Bum fue alejándose poco a poco, dispuesto a ingresar en su cabaña y sacar lo necesario para acabar con los contrincantes. Sin embargo, no pudo dar un paso más cuando se topó con la inminente figura del líder de la manada Wang.
— ¿Te dirigías a otra parte? — Su sonrisa se amplió, dándole un aire inocente.
Yong-Bum observó hacia los arbustos, viendo a todos los que se hallaban ocultos tras ellos. Sus palabras se atascaron en su garganta y solo pudo cambiar de forma y correr hacia el centro de la ciudad, donde se hallaban los demás combatiendo. Jackson lo dejó ir, sabiendo que no tendría escapatoria alguna.
Los lobos fueron disminuyendo hasta que pocos quedaron. A pesar de las heridas, Junghyun y Yoongi siguieron luchando, tratando de proteger al omega que ya veía sus fuerzas desvaneciéndose.
Cuando creyeron que iban a terminar con aquello, un gemido sonoro se escuchó a las espaldas del pelinegro y un exquisito aroma inundó sus fosas nasales. Su lobo cayó ante la dulce fragancia y reconoció el olor de su omega yendo a través del viento.
— A-Alfa... — Gimió mientras caía de rodillas al suelo.
— Mierda... — Junghyun volvió a su forma humana y observó a su hermano. — Esto no es bueno.
Jimin gimió nuevamente mientras observaba al lobo castaño, quien gruñía en su dirección y se preparaba para ir sobre su pareja. Su lobo lo llamó desde lo más profundo de su ser, alterando más al contrario, quien se acercó a paso rápido hacia él.
Los otros alfas reconocieron el olor del omega y también fueron hacia él.
Todo se iba a complicar si cualquiera de ellos llegaba a Jimin.
Yoongi observó a los otros cambiaformas y lanzó un fuerte gruñido, dejando a más de uno inmovilizado.
Min no iba a permitir que se le acercaran a su pareja en esas circunstancias.
No cuando su celo había comenzado.
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