18] r e a l l i f e

Habían pasado ya el resto de febrero y había comenzado a correr marzo desde que Olivia había llegado, exactamente 22 días de marzo. Nikki, la madre de Tom había sido la más dulce de entre todos, no diciendo exactamente que los demás fueran groseros, no lo eran, en lo absoluto. Sin embargo, pareció que Nikki estaba especialmente contenta por tener a otra mujer en casa. Tener siete hombres viviendo en su casa debía ser agotador, cualquiera podría impaginarlo, ella no sufría tanto aquel impacto con Hardin, tal vez por el hecho de que su hermano dejaba que le hiciera lo que ella quisiera desde que tiene memoria.

    La compañía de Nikki era como el de una madre propia, sin llegar precisamente a serlo, ella poco sabía de su madre o la de Hardin, ella amaba a su padre, pero conocía su reputación a la perfección, uno de los playboys más conocidos de todo Hollywood. «Tal vez por eso quiero a Jacob, siempre buscas que tu pareja se parezca a tu padre», pensó y en la cantidad de veces que incluso había visto tiktoks, aunque en estos se referían exactamente en aspecto físico.

    Había escuchado mucho cotilleo sobre su padre incluso en los estudios en los que ella estaba grabando, era una falta de respeto, por supuesto. ¿A la gente le importaba? Por supuesto que no, sólo la observaban y de vez en cuando trataban de esconder una sonrisa burlóna; Olivia cuando veía aquello se enfrentaba y defendía a su padre. No solo por ser su padre y querer que la reputación, en casos de ambos, fuese dejada intacta, sino, que lo hacía porque no conocían a su padre. Tal vez era el playboy del que hablaban los medios, que tenía dos hijos posiblemente de distintas mujeres, pero lo que no contaban o sabían era que Felix Falcone siempre estuvo a la altura de ser un padre excepcional sin ayuda de nadie. A Hardin y a ella nunca les falto amor, apoyo  o alimento, además de que sabían que contaban con él para cualquier cosa que ellos desearán, no por nada su hermano mayor había logrado ser quien era y ella estaba construyendo, poco a poco, su camino a la cima. 

    Conocía a una potencia extrema el amor de un padre, pero el materno no lo conocía. Cuando era pequeña siempre se imagino en los brazos de una hermosa mujer siendo abrazada mientras le decía "Mamá" o jugando con ella al té, que en aquellos tiempos Hardin se había encargado de suplantar. Ella no culpaba a su madre, que no conocía, ni siquiera pensaba mal de ella, la amaba a pesar de nunca haberla visto. Olivia sabía que hay veces que se tienen que hacer sacrificios, y no le importaba en lo absoluto lo que había ocurrido y el que ella terminara sola con su padre y hermanos, por bien del destino, había terminado en una buena familia.

    Sabía que el aprecio de Nikki, no llegaría a tal extremo, pero todo lo que la mujer emanaba era maternal y fue casi una aventura para Olivia ir descubriéndolo de a poco. Había momentos en los que la mujer decía "Es una lástima que no podamos salir, porque verdaderamente me encantaría ir de compras contigo", Tom de vez en cuando que escuchaba que su madre decía cosas por el estilo abrazaba a la rubia y decía que no permitiría que se la robara, su madre por supuesto reía y se alejaba dejando a "los tórtolos", como ella solía llamarlos, solos con una sonrisa dulce.

    Aquella mañana habían terminado de desayunar, Sam con un poco de ayuda de Olivia, quien se había ofrecido, habían preparado el típico desayuno inglés en el que se incluían: panceta, salchicha, huevo, alubias, croquetas de patatas y otras cosas para llenar el plato. Le sorprendía ver lo basto que la familia desayunaba, Hardin y ella comían bien, pero no sé esforzaban a tal extremo, sino, que incluso lo tomaban como un rato en el que pudieran jugar un rato.

    —Se nos han acabado los huevos—dijo Sam después de que él y Olivia terminaran de dejar los platos frente a todos y tomaron asiento.

    —Bueno, supongo que alguien tendrá que salir"—dijo Dominic comenzando a rebanar la salchicha.

    —Nosotros vamos—dijo Tom con una sonrisa—. Así aprovechamos llevamos a Tessa y a Mia—, dijo refiriéndose al pequeño poodle que Tom había insistido a Olivia que trajera con ella el tiempo que pasara en casa de los Holland—. Será divertido. Caminaremos. Hace falta salir de casa un rato, siento que me asfixio. 

    —Igual podemos revisar en mi casa. Debió haber quedado huevo de la vez pasada que compré.

    —Tonterías, Liv—dijo Nikki—. Que los chicos vayan. Nosotras podemos quedarnos y hacer algo juntas. Además no es necesario que traigan nada de tu casa, a menos que lo necesites.

    —Me vendría bien salir un rato—dijo casi en un susurro apenada, le habría encantado quedarse con Nikki, pero de verdad le vendría bien salir un rato. 

    —Bueno, entonces cambiemos. Dejen a Sam y llévense a Olivia—dijo Dominic.

    —Yo debo quedarme—, dijo Paddy con una pequeña mueca—. Tengo tarea.

    Tras terminar de desayunar y aquella pequeña conversación, todos se dirigieron escaleras arriba y se dirigieron a cambiarse por algo más apropiado para salir. Una vez listos, las cinco personas, con cubrebocas, y los dos canes salieron de la casa en dirección al supermercado. Al llegar, alguien debía quedarse con las mascotas, ya que no les dejaban entrar, Olivia y Harry decidieron hacerlo. Platicaban de cosas triviales mientras esperaban, como lo nada complicado que era para el joven hacer fotografías entre otras cosas, incluso le dijo que le encantaría fotografiarla a ella, que parecía ser una buena modelo, ambos rieron. 

    Algunos minutos después los tres muchachos habían salido del supermercado con bolsas llenas de chatarras y algunas cosas que Sam les había pedido para la comida, sin embargo, en ninguna de las bolsas se lograba asomar un cartón de huevos. 

    —¿Y los huevos?—preguntó Harry, notando la inexistencia de huevos en las bolsas de papel.

    —¿Y los billetes?—dijo Olivia, sin poder evitarlo, con voz varonil haciendo reír a Tom por la clara referencia del programa que realmente parecía ser el favorito de la rubia. 

    —Tom, te estoy hablando. Mira, que Sam y mamá te van a asesinar, especialmente Sam.

    —Vamos, Harry. Fue una buena referencia—se hizo silencio—. No  había huevo. 

    —Y decidieron suplantar el huevo por...—tomó algo de la bolsa—. ¿Walkers?—Tom arrebató el empaque de galletas de sus manos. 

    —Esas no son para ti, se las compré a Olivia. Y no suplantaremos el huevo con galletas. Mira, el asunto es que huevo... no hay, entonces, tendremos que ir a otro lado. 

    —Bien, entonces vamos a otro supermercado. 

    —No me entiendes, NO HAY HUEVO—hizo énfasis—. Como en el sentido de que está agotado. 

    —¿Y entonces que pretendes hacer?

    —Podemos ir a revisar a mi casa, de verdad que no me molesta si tomamos lo de ahí. He estado comiendo de sus cosas, sería lo menos que podría hacer, deben quedar algunos cuantos.

    —Bueno, asunto arreglado, ¿no?—preguntó Harrison encogiéndose de hombros.

    —¿Y si se acaba de nuevo el huevo?

    —La solución a largo tiempo yo la tengo, mientras vamos a casa de Olivia a recoger los huevos y si necesita más ropa u otra cosas, después vamos por lo otro.

    El grupo de amigos caminó a casa de la rubia, por fuera tenía el aspecto de ser una casa pequeña, sin imaginarse como era por dentro. Definitivamente tenía aquel ambiente de ser la casa de un soltero, pero era una casa de soltero bastante bien arreglada a causa del buen gusto de los hermanos. 

    Cuando Olivia abrió la puerta, Mia entró corriendo. Todos se quitaron el cubrebocas respirando aire fresco dejándolos en la barra de mármol blanco de la cocina. 

    —Siéntanse como en casa. Iré arriba por un par de cosas. Pueden tomar lo que vean conveniente de la alacena y el refrigerador, si Hardin regresa puede salir a comprar más o pedirla por teléfono. Estaré arriba un momento—anunció antes de desaparecer. 

    Los chicos fueron a la alacena, sacando un par de cosas de este y metiéndolo en la bolsa, por supuesto que sin vaciarla. Tom por su parte de manera sigilosa siguió a Olivia hasta su habitación, por supuesto la chica no lo notó y entro dejando la puerta abierta, como le era costumbre, y comenzó a sacar un poco más de ropa. Tom por su parte, se quedó recargado en el umbral de la puerta con los brazos cruzados, observando la habitación.

    La habitación era bastante amplia y daba vista hacia el jardín que tenían para sus mascotas, la decoración era une mezcla moderna y "chic" en tonalidades rosadas pálidas, grises y blanco. 

    —Me gusta tu habitación, es muy limpia y moderna a comparación de la mía.

    —¡Casi me sacas el alma del susto!—exclamó riendo mientras doblaba su ropa—. No sabía que estabas aquí, pensé que estarías abajo con los demás. 

    —Preferí venir a ver si necesitabas ayuda. 

    —Qué caballeroso, gracias. 

    —¿Y necesitas ayuda?—dijo aún sin entrar en la habitación mirándola con una sonrisa.

    —No realmente—carcajeó—. Puedes entrar, si así lo quieres—el muchacho agradeció en silencio, asintiendo con la cabeza—. Entonces... ¿te gusta mi habitación?—sonrió cuando el castaño se paró a un lado de ella en el amplio espacio que daba camino a su tocador. 

    —Si, es muy tú. Rosa, elegante, hermosa, moderna, dulce...—Olivia no pudo evitar sonrojarse. 

    —Eres muy atento conmigo, muy dulce—dijo mirándolo a los ojos. 

    —Solo soy honesto—esa palabra fue lo que bastó para que su estómago se estrechara. Honestidad, Olivia no había estando siendo honesta con nadie, ni siquiera ella misma. 

    Por las noches cuando pensaba de más, tras tener una fabulosa tarde con todos los Holland y sus amigos, estando sola en la habitación que le había acomodado, se decía a si misma que lo que sentía por el castaño no era nada, solo estaba cómoda y en confianza, con sus amigas se limitaba a decir que extrañaba su casa, aún cuando no lo hacía y respecto a Hardin no lo extrañaba mucho ya que constantemente hacían videollamadas que terminaban en el momento en el que él quería hablar de Tom. Su padre le mensajeaba de vez en cuando para asegurarse que estuviera segura, de vez en cuando también hablaba con su buen amigo Tim, quien le quería hacer ver realmente como estaba la situación con Tom y le contaba lo relacionado con Yeji, y terminando aquella conversación iba directamente a hablar un rato con Alex, solo para saber que había avanzado con Lana. Era casi rutinario todo eso.

    Pero aquella tarde, estando a solas en su habitación, mirándolo y escuchando sus dulces palabras, supo lo que estaba pasando, estaba comenzando a sentir cosas por él, cosas que no podría admitir, ni siquiera a su mejor amigo Timothée. Se acercó en silencio y tras dar una leve caricia a la suave piel de la mejilla del muchacho, unió sus labios de una manera tierna, sin apuro, disfrutando lo que estaba sintiendo, a pesar de que en el fondo de su cabeza una pequeña voz le quería hacer sentir culpable por lo que terminaría haciéndole. 

    Estaban tan absortos en el beso que no notaron cuando los tres jovenes subieron y se quedaron mirando desde el umbral en el que antes Tom estaba recargado. Tuwaine carraspeó con una sonrisa complice mirándolos, como era de esperarse ambos se separaron. Desde que Olivia había llegado, la más grande muestra de afecto que todos en la casa habían visto, eran besos en la mejilla o en las manos de parte de Tom a Olivia, nada más, verlos así les causaba una clase de entusiasmo inexplicable. 

    —Chicos, debemos irnos. Sam acaba de enviar un mensaje nos están esperando para preparar la comida. 

    —Bajamos en un momento—dijo Tom y entre empujones los tres bajaron a la sala de estar donde las mascotas estaban jugando—. Gracias por el beso, señorita, casi había olvidado como se sentían sus labios. 

    —¡Oh, vamos, caballero!, no seas tan exagerado, no ha sido tanto tiempo. 

    —Casi un mes. Pero no importa, gracias




—¿Esa fue su solución?—preguntó Nikki mirando las aves con los brazos cruzados y los ojos casi desorbitados por la extraña decisión de compra de sus hijos. 

    —Fue idea de Tom—aclararon todos. 

    —Es una idea brillante. Ahora mismo tenemos huevo gracias a que la dulce Olivia decidió que podíamos tomar el huevo de su casa, y eventualmente si seguimos sin huevo, las gallinas nos van a dar de a montón. 

    —Además en caso de que el supermercado se quede sin comida podemos comérnoslas—bromeó Paddy. 

    —Eso fue algo macabro, ¿no crees?—comentó Harrison. 

    —Tal vez, pero no por ello deberíamos descartar la idea—se encogió de hombros. 

    —Opino igual que Tom, me parece que ha sido una gran idea, aunque el asunto de comerlas después realmente no llama mucho mi atención—todos rieron ante el comentario de la chica. 



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