20. ¿Por segunda vez?

Giselle

—Tú no pides nada —Zaek pone una mano a la altura de mi estómago haciendo que me detenga—. Tessabeth, hermana, ¿qué haces?

Su atención se posa en el animal salvaje, digo, su hermana transformada en león y solo entonces es que aquel halo de luz que la invadió cuando la vi por primera vez siendo un lobo vuelve a aparecer convirtiéndola en ella misma otra vez.

—¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué te ayudara? Oh no, pequeño hermano, eso no sucederá —responde Tess con amargura dando pasos hacia nosotros—. No puedo creer lo ingenuo que resultaste.

—Tess, ¿cómo puedes hacerme esto? —dice Zaek incrédulo todavía por lo que acaba de oír y yo ruedo los ojos.

Empujo el brazo de Zaek lejos de mí y camino rápido hasta ella. Quiero ahorcarla. Si tan sólo pudiera hacerlo con mis propias manos lo haría, quedamos frente a frente y de reojo veo que Ariadne está metida en un campo de fuerza, no lo había notado ya que no es como los otros que son luminosos, este es mucho más transparente podría decirse que casi invisible. Contando también que la lluvia no deja ver del todo bien.

—¿Eres idiota? —pregunto viéndola fijamente, a lo lejos oigo aquel sonido particular de burla de Jehiel y entonces todos los demonios que están a metros detrás de Tess y Ariadne comienzan a caminar hasta mí.

—No, déjenmela a mí —Tess alza la mano y hace que los demonios se detengan, mientras me mira igual de desafiante.

—¡Qué domados los tienen, chicos! ¡Miau! —grita Jehiel con sus manos en forma de megáfono y me giro para darle una mirada de enojo, lo que menos necesito son sus idioteces ahora—. ¡Perdón, Giselle! —grita otra vez.

—Tú lo has dicho... Miau —le responde Tess arqueando una ceja.

—No ganarás nada, solo que tus hermanos salgan perjudicados —le digo queriendo llamar su atención y funciona ya que me voltea a ver.

—¿A ti qué te importan mis hermanos? A ellos no les importas. Te diré algo que yo más que nadie sabe muy bien —se acerca otro poco a mí y susurra—. Esos dos solo se interesan por ellos mismos. ¿Crees que hicieron algo cuando mi padre me largó de casa? No. Se quedaron callados y siguieron su vida conmigo fuera de la imagen.

—¡Giselle, eso no es cierto! —grita Ariadne moviendo la cabeza repetidas veces—. No le creas nada.

—No hagas esto más complicado, tu existencia aquí no es necesaria y lo sabes, solo entrégate a las buenas y Ariadne es liberada —Tess comienza a caminar a mi alrededor lentamente.

Tessabeth puede ser muy intimidante cuando se lo propone.

—Si me entrego... ¿dejarás en paz a tus hermanos? —pregunto y Ariadne comienza a gritarme para que no lo haga.

—Claro que sí, lo prometo —Tess vuelve a quedar frente a mí otra vez y yo cierro mis puños para controlarme.

—Estás mintiendo —sonrío falsamente y ella rueda los ojos.

—¡SOLO DAME LA ESENCIA, MALDITA SEA! —entonces estalla.

La lluvia se detiene y por acto seguido todos nos agachamos al sentir el impacto de miles de pedazos de cristal volar por los aires. Zaek y Jehiel corren hasta mí, pero para este punto tengo a Tess encima tomándome por el cuello.

Ariadne pega gritos de horror e impotencia, los chicos gritan porque han sido acorralados por los demonios y no pueden llegar hasta mí, pero todo parece ir en cámara lenta mientras me quedo sin aliento.

Intento apartarla y hacerle sentir el mismo dolor que le he provocado a los demás, pero parece estar hecha de piedra. Me siento asfixiada como si me estuvieran metiendo la cabeza a un balde de agua fría una y otra vez.

El pecho me arde, como si me arrancaran el corazón con las manos.

Me siento cansada, quiero llorar, está matándome nuevamente.

—¡Zaek! Por favor, ayúdala, la está haciendo trizas, ¡haz algo! —grita Ariadne a lo lejos.

Tess sigue encima de mí presionando el cuello, pero en ningún momento dejo de mirarla, no dejo que me intimide, porque a pesar de todo sigo sin temerle.

—¿Ya no eres tan valiente no es así? —me dice entre dientes.

—Dile eso a tu noviecito, está en un campo de fuerza siendo devorado por arañas —respondo cínicamente y entonces siento como su agarre disminuye un poco al mirarme insegura.

—¿Q-qué?

Ese es el pequeño momento de ventaja que obtengo y la empujo lejos de mí para ponerme de pies rápidamente, corro hasta Ariadne y comienzo a golpear el campo que la tiene encerrada haciendo que este se rompa y ella cae al suelo.

—¿Por qué lo haces todo tan difícil, Giselle? —suelta Tess mirándome y en un parpadeo se transforma en una serpiente inmensa.

Comienzo a correr, pero el ruido de golpes me saca de balance y entonces veo como Zaek encierra a los demonios en campos de fuerza y Jehiel pelea a puño limpio con los que se le abalanzan. Si hay algo claro es que los dos son buenos peleando bajo presión.

¿Quién dice que dos no le pueden ganar a una multitud?

—Giselle, ¡cuidado! —Ariadne intenta correr, pero la serpiente se enreda en sus piernas haciéndola caer otra vez—. ¡Maldita bruja del demonio! —maldice a su hermana y se pone de pie para comenzar a correr hasta mí.

Toco mi cuello y una sustancia líquida escarchada color gris me llena la mano por completo y me duele. Es como si me desangrara por el cuello.

¿Qué es esto?

Tess vuelve a su forma humana otra vez y solo entonces Zaek, Jehiel y Ariadne llegan hasta mí, los demonios intentan liberarse de los campos de fuerza de Zaek sin mucho éxito y esto hace que él sonría con orgullo.

—No eres la única que ha estado practicando —dice como si leyera mi mente y suspiro, no porque quiera ya que desde que morí dejé de respirar, pero siento la necesidad de hacer aquel gesto.

—Vaya, son unos demonios inútiles, ¡al parecer el trabajo duro lo debo hacer yo! —grita Tess cruzándose de brazos mirando en dirección a los demonios encerrados—. Ineptos.

—Ya déjanos en paz. ¿No es suficiente? ¿Qué quieres probar? —pregunta Jehiel mientras respira con enojo y se limpia el sudor de la frente.

—Cállate, idiota —responde Tess mirándolo y él frunce los labios.

—Zaek... —digo con dificultad y me sostengo de su brazo—. Me duele, algo me está... pasando.

Sus reflejos son rápidos, gracias al cielo, porque al segundo de terminar de decir aquello me desplomo y soy sostenida por sus brazos. Miedo y confusión tiñen su rostro y la carcajada de Tess me hace entender que ella sabe lo que está pasándome.

—¿Qué es lo que sale de su cuello? —pregunta Ariadne con cautela inclinándose hasta mi altura en los brazos de su hermano.

—Tessabeth, ¿¡qué le hiciste!? —dice ahora Zaek mientras me sostiene con más fuerza.

Mis ojos comienzan a cerrarse, algo me duele, me asfixio y no sé cómo es eso posible, no sé qué me ocurre.

¿Moriré por segunda vez?

—Como si te importara lo que le llegue a pasar a esta Inconclusa, solo acepta que he ganado y entregala.

—Te equivocas... —Zaek traga duro y mis párpados se cierran lentamente—. Ella me importa, Me importa mucho.

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