05. Rosie

Giselle

—¿Así que tu padre tuvo una hija fuera del matrimonio? —pregunta Ariadne cuando estamos en la entrada de la casa donde vive mi padre.

—Al parecer mi madre nunca fue suficiente para él y la engañó cuando yo tenía dos años. Conoció a la madre de Rosie y tuvo a mi media hermana, luego dejó a la señora y volvió con ella otra vez.

—¿Tu madre quiso seguir con él? Eso sí que es patético —comenta Zaek con aire aburrido.

—Como sea —lo ignoro—, cuando cumplí once años nació mi hermano Sebastián, pero tres meses después mi papá volvió a dejar a mi madre por la madre de Rosie.

—¡Es un descarado! —dice Ariadne frunciendo el ceño—. Dime que tu mamá no volvió con él esta vez.

—No, no lo hizo y comparte mi custodia y la de Sebastián, bueno... Ahora solo la de él. Todos los días me iba a buscar al colegio como parte del acuerdo y me dejaba en casa.

—¿Y cuál es el problema con esta tal Rosie? —cuestiona Zaek.

—¿Qué problema va a haber? —digo, confundida.

—Si está en la lista es porque tú estando viva ni siquiera te llevaste bien con ella —sube los hombros en su usual gesto aburrido—, solo suponiendo.

—¿Y cómo llegaste a esa suposición?

—Debe haber motivos para que alguien esté en una lista de asignaciones, quizás hiciste o no hiciste algo y por eso Rosie aparece. Recuerda que hay razones por las que eres una Inconclusa. Si nunca te llevaste bien con ella entonces no tuviste amor para darle a tu hermana menor y eso no es muy bien visto ante los ojos de Dios —explica Ariadne y me cruzo de brazos.

—No es mi hermana.

—Independientemente lo quieras aceptar o no, fallaste —Ariadne me mira de manera cautelosa y luego recita—: ''Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.''

—¿Es un mandamiento? —pregunto preocupada y ella asiente.

—Está en Juan 13: 34-35 —responde Zaek—. No, no es uno de los 10 mandamientos establecidos, pero es uno que debe respetarse según la Biblia —señala la puerta de la casa de mi padre—. Esa chica es tu hermana, así que comienza a ver que haces —asiento de mala gana.

Tenía tanto sin visitar el hogar de mi padre, años para ser exactos. Es una casa situada al centro de la ciudad en una residencia privada, solo es de una planta, pero es linda, se ve que su mujer es muy limpia y ordenada ya que la casa luce impecable. Con los mellizos caminando por toda la estancia y yo buscando alguna señal de vida logro ver a Rosie en la cocina sentada en el piso revisando un álbum de fotografías, trae audífonos puestos y pasa las páginas con cautela como si el álbum fuera a romperse.

—¡Encontré a Rosie! —grito para que los chicos sepan y me siento al lado de ella viendo todos sus movimientos—. ¡Demonios se parece mucho a mí! —vuelvo a gritar al ver a mi hermana.

Pequeña, piel ligeramente bronceada, cabello castaño entre liso y ondulado, labios medianos, nariz perfilada y facciones idénticas a las de Sebastián y las mías.

—¡Y yo encontré a tu papá, está en su cuarto durmiendo! —avisa Ariadne a lo lejos.

—Tu madrastra está en el patio trasero leyendo la Biblia, lo cual es bastante irónico ya que esa mujer se entrometió en un matrimonio y tuvo una hija producto de un engaño —comenta Zaek apareciendo de la nada en la cocina—. Le dejaré una nota pegada en la nevera para que lea Marcos 10: 1-12 —dice burlonamente y luego de no recibir un comentario por mi parte se acuclilla hasta quedar a mi altura—. ¿Esta es Rosie?

—La última vez que la vi era muy pequeña, ahora debe tener dieciséis años —digo al observarla de reojo.

—¿Qué está viendo? —dice acercando su cabeza al álbum de fotos—. ¿Fotos?

—Eso parece —comento acercándome y veo como pasa otra página y reconozco las fotos. —Esas son de mi séptimo cumpleaños, está viendo mi álbum de fiestas —sueno más allá de sorprendida.

—¿Álbum de fiestas?

—Ya sabes, las fotos de cada cumpleaños que he tenido.

—Ah.

La veo tocar las fotos con sus dedos y pasar la página.

—¡Rosie Mattwes! ¿Dónde está el álbum de Giselle? ¡Te dije que no podías tocarlo!

—¡Mierda! —decimos Rosie y yo a la misma vez y ella se quita los audífonos cerrando el álbum y levantándose del suelo.

—Tu papá ha despertado —dice Ariadne detrás de él cuándo se acercaba a Rosie, furioso—, puede que yo lo haya hecho despertar por una pesadilla.

—¿Puedes hacer eso? —pregunto, sorprendida, y ella asiente con una sonrisa.

—¿Qué haces con eso? —le arrebata el álbum a Rosie—. No puedes tocarlo.

—Solo quería observarla. No es un delito ver el álbum de mi hermana muerta.

—¡No vuelvas a decir eso!

—¿Decir qué? ¿Qué está muerta? Pues lo está y gracias al cielo ya no tendrá que lidiar con un papá tan molesto como tú. ¡Por algo te odiaba!

—Vaya, hasta en lo chillona se parece a ti —dice Zaek al contemplar la escena con diversión—. No entiendo como no eran amigas.

—¡Rosie, estás castigada!

—¿Por qué? Eres muy injusto, papá.

—¡Ve a tu habitación!

—Y la pobre solo quería conocer a su hermana porque ella jamás se dignó a hablarle —Zaek usa su tono burlón y sé que quiere hacerme sentir mal, pero no va a lograrlo. Por lo menos no todavía.

Miro a Ariadne y ella sube los hombros sin saber que decirme, mi padre suspira y deja el álbum sobre la mesa. Toma asiento en una silla, camino hasta él sin saber qué decir.

Ni estando muerta puedo hablarle. ¡Qué fastidio!

—¡Di algo, no puedes dejar que sea así con Rosie! —Ariadne intenta animarme.

Tomo valor.

—Ella no tiene la culpa de esto —digo en su oído, pero él no se mueve de su posición desgarbada y con mirada perdida—. No seas un cobarde y ve a pedirle disculpas. ¿Quieres perder otra hija?

Mi papá abre el álbum de fotos y comienza a ver las de mi primer año, sonrío con nostalgia y luego lo veo derramar unas ligeras lágrimas. Eso me sorprendió muchísimo, nunca lo vi llorar en mi vida, nunca, ni siquiera en el funeral de su propia madre hace unos años.

—No puede ser —susurra—, esto tiene que ser mentira, mi niña...

Veo sus facciones pintarse de dolor y lágrimas, algo se revuelve en mi sistema. Ver a mi padre así me hizo darme cuenta de que quizás, solo quizás, él me quería más de lo que alguna vez demostró y ahora ninguno de los dos puede hacer algo al respecto.

—Rosie y Sebastián seguirán teniendo un terrible padre si algo no cambia, Giselle —susurra Ariadne.

Observo a Zaek, sus ojos me están viendo con mucha atención.

—Mis palabras no sirven, menos cuando no tengo algo bueno que decir —admito—. Necesito tomar aire, lo siento.

Salgo de la casa y llego a la carretera vacía viendo el cielo azulado brillar sobre mí. Estamos en otoño, aunque el cielo está precioso la brisa es terrible.

—Que vista tan triste —dice Zaek detrás de mí, burlándose seguramente de la ironía. No volteo a verlo, no tengo ganas de discutir.

—Estoy intentando hacer algo.

—No es verdad. Solo huiste.

—Estoy... Estoy tomando valor para intentarlo.

—El tiempo no es algo que te sobre, así que apresúrate con la captura de ese valor y termina con tu asignación.

Aun sin voltear a verlo escucho como sus pasos se alejan lentamente, así que con la mirada fija aún en el cielo digo en voz alta—: ¿Cómo lo haces?

—¿El qué? —se detuvo.

—Ser así, tan frío e indiferente —volteo a verlo, una distancia marcada nos separa—. Sé que no te importa, pero estoy pasando por uno de los momentos más difíciles de mi vida estando muerta. ¿Cómo se supone que ayude a que mi padre sea mejor con mi hermana? Esto duele, ¿él debe ser bueno ahora que no existo más? Debió ser un buen padre para mí también... —niego—. Zaek, no te pido que lo entiendas, pero por lo menos un poco de empatía.

Ante su silencio le paso de largo, pero antes de entrar a la casa él dice—: En mi boca no hay una dulcería.

Más que nada por la confusión regreso mi vista a él.

—¿Qué?

—¿Quieres palabras dulces? De mi boca no van a salir. Sí, estoy para ayudarte, pero eso no significa que voy a tenerte lástima ya que llamarlo ''empatía'' no lo disfraza. Mi trabajo también es mantenerte aferrada a la realidad y si aún te cuesta asimilarlo entonces lo voy a reiterar —señaló la casa—. Necesitas hacer algo y necesitas hacerlo ya.

No hay mayor enojo que el que obtienes cuando debes darle la razón a un arrogante. Reanudo mis pasos y voy directo al lugar donde mi padre había quedado.

—Mis hijos no me quieren —escucho que sigue susurrando entre lágrimas.

—¿Por qué será? ¡Ve a disculparte con Rosie! —grito, mostrando mi frustración.

Y como si fuera un robot recibiendo órdenes se levanta. Comienza a caminar conmigo y los mellizos detrás de él. No sé qué va a suceder y tengo curiosidad.

—Rosie... —dice asomando su cabeza por la puerta.

—Vete de aquí, necesito estar sola.

—Hija, algo tiene que cambiar, no puedo ser igual que con Giselle —cruza la puerta y se sienta en la cama de la castaña que tiene lágrimas en sus ojos—, pero debes entender que trabajo mucho... Si, sé que con traer comida a la mesa y pagar tus estudios no es suficiente para ganar tu amor, aunque una parte de mí creía que sí.

—Jamás me preguntas cómo estoy o qué pasa en mi vida, eres cortante y ni siquiera sé porque mi mamá sigue contigo. No me permitías ver a Giselle ni a Sebastián y ahora que por fin podré verla será en su ataúd.

—Lo sé, lo sé y lo siento tanto, pero no quería que hubiera confrontaciones por...

—¿Por ser la hija fuera del matrimonio? Producto de la infidelidad.

—Rosie.

—Que estés con mi mamá ahora no cambian las cosas, pero está bien.

—Seré un mejor padre, linda.

—Más acciones, menos palabras, papá.

—De acuerdo. ¿Qué tal si más tarde buscamos a Sebastián y nos vamos por un helado? El pobre la está pasando muy mal y no sé cómo hacerlo sentir mejor, Giselle era muy importante para él.

—Lo solucionaremos —dice Rosie y yo sonrío sin poder evitarlo.

Zaek saca la lista de su chaqueta y me enseña como un gancho rojo se coloca al lado de la asignación número dos.

—Supongo que ya podemos irnos al número tres —digo saliendo de la habitación y los mellizos también.

—¿Cuál es la tercera asignación? —pregunta Ariadne.

—Tres: Animar a Chloë para que logre graduarse y no cometa una locura —responde Zaek leyendo el papel y guardándolo en su chaqueta nuevamente.

—Andando —señalo la salida.

—¡Dos asignaciones en un día, esto se pone cada vez más emocionante! —Ariadne chilla de la emoción y yo la rodeo con mi brazo por los hombros para salir de la casa.

En Marcos 10: 1-12 básicamente encontrarán la famosa frase ''Lo que Dios unió que no lo separe el hombre'' y Zaek hace referencia a cómo la madrastra de Giselle se entrometió en un matrimonio y aunque también es esos versos se habla de que los fariseos resaltan que Moisés permitió el divorcio, Jesús está de acuerdo, pero también señala que la excepción fue por causa de la "dureza de corazón" (Mateo 19:8), reiterando que el divorcio nunca fue el plan original de Dios.

¿Entendida la referencia? jaja. Zaek y Ariadne tienen mucho conocimiento de las sagradas escrituras y eso no debería sorprenderlxs.

-Cute.

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