20.-Emociones
Varios días más tarde.
—no te preocupes mi bombón—dijo comprensivo Kardia a su esposo que lo abrazó agradecido—el cubito junior necesita que estés cerca más cerca...
—no paraba de llorar los primeros días—comentó preocupado el galo—temo que caiga en depresión y yo no sé que haría si le pasa eso.
Kardia conocía de primera mano la situación con Camus, el adolescente cuando regresó a la casa era un manojo de nervios y casi no quería salir, ni para caminar con los caninos de la casa por lo que Dégel recurrió a un psicólogo quién acudía tres veces por semana a la casa y gracias a las sesiones, el adolescente superaba poco a poco su pánico de salir y tropezarse con su madre que sin reparo alguno pretendía llevárselo a la fuerza.
—aunque Milo ronca...—bufó el griego, Dégel alzó sus finas y exquisitas cejas por lo dicho.
—no lo creo, Milo es adorable...
Si claro, no sabía que al dormir era peor que si tuviera un bicho hiperactivo en el cuerpo.
Esa noche Dégel se mudó a la recámara de Camus que silencioso le ayudó a acomodar sus cosas, mientras Kardia se quedaba solo en la que compartía con su esposo.
—no tenías que hacerlo papá—dijo el puberto—estoy bien...
La usual frase que se dice cuando uno está mal internamente pero dibuja una máscara de confortabilidad que se terminará de caer cuando otro golpe más fuerte y terrible la destroza...
—¡mírame!—le ordenó, Camus bajó la mirada—no lo estás, lo sé...te conozco desde que naciste y sé que no estás bien mom petit...
Camus no aguantó más y se acurrucó a un lado de la cama, Dégel se inclinó para rodearlo con sus brazos como un bebé que necesita calor, no obstante en vez de encontrar lágrimas vio rabia y frustración en esos zafiros sombríos. Asustarse, ya fue advertido de esa reacción y sólo él era el llamado a que no se convirtiera en resentimiento.
—recuerda lo que hemos vivido—dijo a su vez que sacaba una foto de él, en sus tiempos de bebé—quiero que vuelvas a ser ese bebé y niño lleno de vida que sonreía a pesar de que yo a veces ya no podía con mi paternidad temprana. Tú me salvaste y ahora te salvaré del resentimiento, por ti camino en todo, te sostengo en mis hombros, pero vuelve a ser mi amado pequeño...
Su pulgar derecho fue apresado por la mano derecha de su hijo.
—¡ayúdame papá!—los ojos de Dégel se aguaron ante esa conmovedora petición—no quiero quedar mal por errores pasados...
—te protegeré de todo mal, pero déjame ayudarte y solucionar para que puedas compartir tu tiempo con tu madre y conmigo...
La inocencia de sus orbes regresó, aliviado Dégel lo acomodó en su lugar mientras él tomaba posesión del suyo, cuando la oscuridad los cubrió, Camus sintió una inmensa paz y por primera vez desde aquel feo episodio pudo dormir tranquilo.
********
Mientras El Cid distraía a su padre, él miraba por la ventana del avión el panorama de Atenas que a lo lejos se veía como un antiguo tesoro recién descubierto. Tanto tiempo fuera de su patria, tanto tiempo lejos de su madre.
Su padrastro lo recibiría, así se lo comunicó la noche anterior en que apurado empacaba sus cosas en su habitación de hotel donde él y sus compañeros moraban durante el transcurso de la competencia la cual había finalizado hacía cuatro días, pero los organizadores del torneo les otorgaron como premio por su logro siete días con seis noches en la ciudad para que la conocieran.
Saga y Kanon de fisgones juraban que no dirían nada, en especial el menor ya que como era super amigo de Aioria, este corría con el chisme a Sisifo y se armaba el problema.
Partió a Atenas a primeras horas de la mañana de ese día.
Había odiado a su padre cuando luego de aquel juicio por su custodia lo sacó de Grecia más rápido que inmediato, se había sacudido en sollozos lastimeros cuando el avión despegó y lloró aún más cuando pisó otra tierra y Sisifo culpable le pidió perdón por separarlo de su madre.
" Te odio, te odio Sisifo"—le escupió mientras corría dentro de la casa y su hermanito consternado veía la expresión de dolor de su progenitor.
Fueron años de tiras y jalas, para él no existía ley paterna, solo procuraba que su hermano no viera sus enfrentamientos con Sisifo quién jamás se rindió para ganarse su cariño de nuevo. Luego vino el alcohol a mares, su depresión, pero nunca probó drogas a pesar de que le ofrecieron. El recuerdo de su madre le impedía drogarse , la separación y la batalla legal de sus padres lo había roto y aún ciertos pedazos andaban a la deriva y él pensaba que la presencia de su madre los acomodaría en su lugar.
Al aterrizar en tierra, sonrió feliz, la felicidad al máximo. Cuando pudo bajar caminó apresurado hasta la sala de espera del aeropuerto donde su padrastro lo recibió entre apretones de mano y palmadas a su espalda.
—eres todo un hombre—dijo él que ya contaba con ciertas canas en su cabello y barba, Aioros sonrió, la genética de su padre era fuerte a la vista.
—¡llévame a ver a mi madre! ¡ muero por verla!
Unas manos suaves le taparon la visión, conocía ese perfume. Nervioso como un novio que va a casarse con su hermosa novia, Aioros quitó con delicadeza las mismas para voltearse y contemplar a la única mujer que amaba con su vida, sus ojos amables y su sonrisa de diosa.
—¿madre? ¿eres tú?
—si, mi príncipe—abrió sus brazos para recibirlo con devoción materna—creí que no te vería más...
La fortaleza de Aioros se fue al piso ante esas palabras, su antiguo dolor quedó expulsado y sin esperar más se fundió en su toque que desde hacía años añoraba, ella lo llenó de besos tal como en su niñez, agradecía silenciosamente a su ex-esposo por haberlo criado tan alto, hermoso y buen chico.
—tu papá sabe cuanto tiempo estarás acá—dijo a modo de pregunta, Aioros tragó grueso.
—¡claro mamá!—dijo tan efusivo que ella sospechó que habían más mentiras que verdades—además el viaje me dejó cansado, ¿ podemos irnos a casa?
Otón, la pareja de su madre alzó ambas cejas por el nerviosismo del muchacho, pero le ayudó a cargar su equipaje. Madre e hijo tenían mucho de qué hablar .
********
Sus pequeños dedos jalaron un mechón de cabello suyo, siguió realizando su tarea de colegio en tanto el infante en su cuna buscaba su atención.
—auch...
—pa...—dijo ganando su atención—am...am...
Horrorizado comprobó que la hora de comer del niño ya era historia, tan concentrado se hallaba que la sopita que Elia preparó para Camus al mediodía estaba por demás fría. Eran las dos de la tarde.
—¡papá me va a colgar!—dejó su tarea a medio hacer y tomó a su hijo que le embadurnó de saliva su cabello.
Después de media hora de malas caras y escupitajos de parte de Camus, la comida terminó. Se dedicó a jugar con él para luego asearlo y acostarlo a dormir su siesta de la tarde. Le parecía tan pequeño y frágil que simplemente no concebía su vida sin él.
Terminaría su tarea después, al fin y al cabo era para dos días después por lo que se lo acomodó en su pecho y se acostó en su cama quedándose dormidos hasta las seis de la tarde.
Ya tenía su estatura, pero su alma era de un niño que caminaba por un sendero de espinas. Limpió sus lágrimas mientras dejaba que se acurrucara en su regazo, cuando notó que se tranquilizó, le mostró una hoja y un lápiz que el adolescente tomó y comenzó a escribir.
Era parte de la terapia para que superara ese episodio, él también tenía sus sesiones, había sido padre adolescente y la vulnerabilidad de Camus revivía la suya en esos tiempos por lo que para ayudarle a entender a su hijo, debía sanarse él primero.
—¿dónde está Milo?—preguntó mientras trazaba varias líneas.
—esperándote para comer su pay de manzana.
—¿ ella no vendrá verdad?
Se esperaba esa pregunta. El psicólogo ya le advirtió que se la haría por lo que debía responderle con seguridad y sin frases sesgadas ni rencorosas.
—hablaré con ella para que lleguemos a un acuerdo. Mientras tú vuelve a sonreír para mi.
—está equivocada... me quiere pero actúa mal porque...
—shhh—lo cortó conciliador—déjame eso en mis manos. Ahora termina tu dibujo y vamos a comer el postre de Milo.
Asintió más tranquilo. Culminó su labor y con semblante aliviado salió a lado de su padre rumbo a la sala donde un contento Milo se abalanzó a abrazarlo y llenarle el rostro de besos, eso si evitando darle en la boca. Este le correspondió a la vez que en su pecho de nuevo aparecía ese dulce calorcillo cada vez que Milo le hablaba o tocaba.
—ya, ya mocoso—Kardia separó a su hermano de Camus que ocultó su sonrojo con su cabello—ni a mamá ni a la abuela das besos así...
—idiota...
—¿qué dijiste mocoso del infierno?
—que te quiero Kardia—imitó su voz, consiguiendo ganarse un zape por chistosito.
El postre fue servido por Dégel que aprovecharía la distracción de Camus para junto a Cid poner la demanda por la custodia de Camus ya que Charlotte días anteriores se negó a un acuerdo verbal e informal en la que él le permitiría ver al adolescente cuatro veces por semana y durante tres horas en un lugar neutral.
Precisamente el español arribaba al lugar donde esperaría al galo que muy seguro interpondría la demanda aduciendo abandono de parte de la familia materna de Charlotte ya que ella era menor de edad en esos tiempos agregado a uso de mañas para quitárselo a la fuerza. Kardia no lo acompañaría, no deseaba problemas con Charlotte.
Unos besitos por aquí, nalgadas por acá y Kardia le deseó que todo le saliera como deseaba. Milo le hacía conversación a Camus que con calma comía su porción de pay de manzana con poca azúcar, la familia DuPont quedaba reducida a raíz de que Elina, la hermana de Dégel se marchó a convivir con su novio en un departamento de una zona exclusiva de la ciudad.
Krest lo interceptó antes de salir.
—procura ser prudente, no quiero que él salga más lastimado de lo que ha pasado. Presiónala, hasta que ceda y vea que lo mejor para Camus es compartir su tiempo con los dos.
Dégel se sorprendió por la reflexión de su padre, él era el principal que se oponía a que ella lo viera, al parecer cambió de parecer.
—lo sé padre, por eso iniciaré la demanda...
En eso Cid lo llamó. Apresurado por poco se le cae su dispositivo por la urgencia.
—dime Cid...
—la madre de tu hijo está aquí—la voz fría y pausada del español le indicó que no bromeaba—dice que quiere negociar...
—mi hijo no es una cosa, si quiere un trato, que cese sus intentos de llevárselo sin mi permiso y podemos sentarnos a hablar, si no que se prepare para el juicio.
Así se lo hizo saber. Charlotte aceptó las condiciones luego de tener conocimiento de lo que Camus atravesaba.
No sería fácil.
o-o-o-o-o-o-o
Hay ciertas partes de este capítulo escritas basadas en una situación que atravesé desde los catorce hasta más allá de los 18 años, no es nada fácil pasar la adolescencia sin ver a uno de tus padres o los ves contadas ocasiones y te sueles preguntar ¿ porqué se fue y te dejó?...
En fin no sé que piensen del cambio de actitud de Charlotte, ¿ es real o fachada?
Muchas gracias por sus lecturas, votos y comentarios, que el Supremo las bendiga siempre mis queridas :D
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