19.- Temor.

Casa de los Halamandis.

9:00 AM.

—¡hermano tus zapatos no entran!—Aioria luchaba con la maleta de Aioros que en esos momentos afuera de su habitación, escribía un mensaje al novio de su padre diciéndole que ya salía para su universidad, que lo espere ahí.

—deberían entrar—dijo el joven mientras enviaba el último mensaje.

—pos no—dijo aplastando la ropa del joven que en esos momentos entraba a su habitación para carcajearse por lo que veían sus ojos.

Aioria de buena voluntad se ofreció ayudarle en su equipaje, el padre de ambos como no podia ir porque debía quedarse cuidando al " huracán Aioria". Aioros en vista del entusiasmo de su hermano aceptó su ayuda sin imaginar que el muchachito metería su calzado con caja y todo.

—¿ de qué te ríes?—se cruzó de brazos indignado.

Sin dejar de reírse sacó los zapatos para colocarlos en un espacio libre que dejó su ropa, Aioria se ruborizó por la facilidad en que su hermano mayor lo hizo mientras él se hizo un completo lío.

—¿ ves no es nada del otro mundo?

—¡qué vergüenza!—dijo el león con las orejas rojas por no ocurrírsele aquello.

—ya aprenderás—se acomodó su abrigo gris con letras negras de su equipo—por cierto... a Kanon le caes muy bien a pesar que ignora que eres un caso perdido.

—¡envidioso!—atacó sacándole la lengua—ya quisieras que te regalaran camisas y souvenires como a yo...

—como yo, se dice, sé culto—corrigió su hermano.

—es mi boca y yo hablo como me de la gan...¡ no, no me mires así que me asustas hermanito lindo!—se encogió al ver los ojos relampagueantes de Aioros que así era una versión de Sisifo cuando se enojaba—era una bromita nada más...

Sisifo los llamó a desayunar, algo que destaca Aioros de su padre era que sabía mantener el orden en su casa a pesar de que trabajaba como jefe de un departamento y tenía múltiples responsabilidades como tal. Se enterneció al ver el brillo en sus ojos, un brillo de orgullo.

—¡gracias papá!—dijo con evidente emoción.

En Grecia su madre esperaba ansiosa su regreso a sus brazos, si su plan saldría bien estaría de regreso con su padre y hermano a inicios del otro mes, pero Aioria tenía un desayuno especial, digno de dieta para tragones, glotones.

—¡puaj!—arrugó la nariz, Aioros le dio un manotón por lo dicho—¿parece que me odias papá?

Cumpliendo su amenaza, Sisifo que levantaba su taza de café le mostró lo que haría con su boleto de concierto de rock del mes siguiente. Sumergirlo en un vaso con agua si seguía así. Acto seguido Aioria comenzó a beber su batido verde y a mordisquear su tostada con mermelada.

—¡que lindo te ves obedeciendo!

—¡quiero donas!

—en tres meses—respondió su progenitor—ahora comerás todo lo que yo te dé. ¡ está claro!

Como un cachorrito reprendido por su dueño, Aioria siguió comiendo su desayuno light mientras su hermano finalizaba el suyo y procedía a lavar la vajilla y dejarla seca. Su padre feliz pero a la vez ansioso porque no lo vería por muchos días tenía en sus manos temblorosas una pulsera roja que según él lo protegería de todo mal.

—¿ estás temblando padre?—preocupado presionó sus palmas contra las del mayor.

—no seas tan formal—murmuró  aferrando con firmeza la muñeca izquierda para colocar el objeto—sabes que soy papá para ti, no más padre ni Sisifo...

—¿porqué yo no tengo una?—la vocecita inconforme del menor de los hermanos se manifestó, Aioros rodó los ojos.

Y sin que ellos lo pensaran, el castaño menor sacó de su bolsillo un trozo de algo que parecía un cartón, Sisifo ya iba a reprenderlo porque pensaba que era otra de sus jugarretas cuando vio la foto que ambos se tomaron cuando Aioria tenía unos siete años aproximadamente y que era el tesoro más valioso para él.

—sé que no tienes fotos de nosotros en tu carcachita...

—¡oye! por lo menos el mio toma mejores fotos que el tuyo—atacó Aioros pero suavizó su expresión ante la risa de su padre—¡ven campeón!

Los tres eran casi de la misma estatura por lo que no  había problema alguno en abrazos, Aioria aunque tuviera esa edad aún a los ojos de su padre era su amado cachorro de león el que había curado en parte ese corazón que quedó destrozado al haber dejado atrás a su primogénito.

Aioros guardó la foto y se ajustó la pulsera, ya era hora de marcharse a su aventura. El bus que lo trasladaría junto a sus compañeros a la ciudad donde se disputaría el torneo esperaría en su universidad, pero antes debía verse con El Cid para que le envié el código de su pasaje de avión.

—los quiero a los dos—dijo sonriendo, más para Sisifo esa sonrisa no le agradó, no sabía porqué, sentía como Aioros le ocultaba algo muy delicado.

—no me gusta esa sonrisa—musitó serio, Aioria que agitaba la mano despidiéndose de su hermano arrugó las cejas, su padre y sus teorías locas.

*******

—¡ oye niño!

Milo enredó la correa de su perro que gruñó al percibir la presencia que llamaba a su amo. El adolescente enserió su expresión al reconocer a la madre de Camus parada cerca de un edificio antiguo. Miró temeroso a todos lados, su celular descansaba en su bolsillo en modo vibrador por si tenía una emergencia.

—¿ eres Milo niño?

—errrr...

—no te haré nada, ven acércate—dijo ella en tanto lo esperaba.

Krest habia tomado medidas para salvaguardar a Camus eso incluía a Milo, pero el huracancito azul protestó aduciendo que los perros no tendrían quién los saque a estirar sus patitas por lo que el abuelo accedió pero con tiempo limitado.

Camus aunque se había tranquilizado tenía una mirada triste.

—¿ Qué desea señora?

Charlotte estudió a Milo y lo halló difícil de sonsacar algo, pero lo intentaría.

—¿quiero saber como está mi pequeño?

En eso su celular vibró, quién llamaba era Krest, suspiró aliviado.

—lo siento señora—le mostró la pantalla del celular nuevo que su madre le envió apenas supo del desperfecto del suyo—tengo que regresar...

Charlotte dibujó una mueca de fustración, los DuPont se la estaban poniendo difícil, su esposo le había dicho que si quería la custodia de Camus debía ser más sutil, si ellos no aceptaban, entonces se recurriría a la demanda.

—¿quieres que te deje cerca niño?

Milo negó reiteradas veces, desde que era un mocoso su abuela y hermano le inculcaron que no debía irse con gente desconocida ni aunque sea la mamá de Camus. Sin perderla de vista caminó hasta la parada de bus y ahí esperó uno.

Ella no deseaba aún contactar a Dégel al que por cierto detestaba ver con ese tipo que se parecía a Milo, no podía negar que fue  una tonta al delegarle toda la responsabilidad a él.

Ya en casa Milo fue directo a donde Krest que no era nada tonto, había tomado sus precauciones. Ya sabía que Charlotte intentó acercarse al jovencito y las alarmas estaban encendidas ante un probable intento de ella de burlar el cerco.

—¡buenas tardes!

—¡buenas tardes Milo!—cerró la  portátil para mirar largamente al muchacho que justo tomaba unos caramelos que Krest tenía dentro de una bombonera—te van a salir caries...

—ya me saqué tres—dijo sin pena alguna para mostrarle su linda boquita—¿donde está Cam?

El aludido se hallaba en el patio dibujando a un gato gris que dormía sobre una de las ramas del árbol donde su papi y él cuando era más pequeño dormitaban en la tarde. La pena de no ver a su madre y como ella actuaba con él lo tenían algo melancólico por lo que para aliviar aquel sentimiento optó por tomar lápiz y papel y plasmar todo aquello que le parecía hermoso.

No obstante su mayor secreto era que tenía un boceto del rostro de Milo al que un día dibujó luego de una apuesta tonta con Aioria quién le instó a escribir o dibujar su mayor secreto.

Ahora que recordaba, su amigo guardaba reposo luego del festín grasiento y de dulces que se dio.

Sonrió cuando una madrugada de un fin de semana se dispuso a plasmar el rostro de Milo gracias a una foto que tenía en su celular, faltaba pintarlo y era un retrato del muchacho.

Algo en el fondo de su pecho le decía que sentía una fuerte emoción cuando veía a Milo.  Pero no podía decirle a nadie eso, estaba prohibido.

Con Milo se habían dormido abrazados en la pillamada en la casa de Aioria mientras este dormía en el suelo como un gato de vida libertina y vagoneta, si Aioria sospechaba de sus sentimientos para con Milo no diría nada porque aunque era un goloso y dramático, el chisme no le iba. Era discreto en las cosas de sus amigos.

—¿ y si no está bien?

—¿ qué no está bien  Cam?—dijo su voz de gallito a medio madurar mientras lo rodeaba con sus brazos, Camus se paralizó por ese gesto.

—errr, yoooo

El gato despertó por las voces, se estiró y se bajó al patio vecino. Milo ignorante de lo que despertaba en Camus tomó su rostro entre sus manos y comprobó el sonrojo en las blancas mejillas del francesito . Posó una mano en su frente, no tenía fiebre ni tampoco hacía sol..

—estoy bien Milo—dijo apartándose para recoger sus materiales—solo quería un momento a solas...

Herido por esas palabras Milo replicó.

—perdona si te interrumpí, es que vi a tu mamá hace poco y quiso hablar conmigo pero se me hacía tarde y no pude.

Se mostró interesado.  Más sin embargo el interés se esfumó como el agua entre los dedos.

—¿no te dijo algo?

—nop, se me hizo tarde, pero creo que ella quiere verte—se sentó en el suelo mientras fruncía el ceño—huy creo que  me dormiré...

De repente oyeron los ladridos de los perros y las voz exaltada de Krest. Una voz de mujer ligeramente irritada se imponía sobre la de Krest, ambos reconocieron la voz... Charlotte.

Ella había aparecido en la puerta buscando a Camus y Krest ni loco le permitiría el paso. Camus nervioso cruzó el patio velozmente hasta llegar a la sala topándose con la discusión de su abuelo y mamá. Charlotte al verlo burló la seguridad de Krest y lo alcanzó.

—vámonos mi amor!—lo jaló con brusquedad, Milo al darse cuenta lo retuvo pero ella fue más fuerte y terminó por salirse con la suya.

—¡nooooo Cam! ¡ no puedes irte....!

Aturdido, el adolescente caminó como un robot a lado de ella, mientras Krest atónito se sentaba en uno de los sofás, sin saber qué hacer. Dégel no soportaría estar sin Camus.

*********

El Cid en pocos minutos arribaría a la universidad de Aioros,  ya tenía el boleto de ida y vuelta de Paris-Atenas, Atenas-Paris. El joven de cabellos castaños caminaba detrás de Saga y Kanon quienes charlaban ajenos a su plan loco.

En medio de la charla  Saga reparó en el semblante dubitativo de su amigo castaño.

—¡ hey Aioros!  ¿ pasó algo con tu hermano estrella?

—él es un buen muchacho—intervino Kanon—no es como tú que me pones ratas disecadas en mi almohada.

Aioros casi se echa a reír por la ingenuidad de su otro amigo, si supiera que Aioria todas las noches dejaba pelos de gato por los pies de la cama de su padre, pelitos que recolectaba al acariciar peluditos ajenos o que veía echados por las veredas. Eso significaba una cosa...

Aioria quería un gato. Pero Sisifo no porque no tenía como mantener a una criatura revoltosa, suficiente con él.

—necesito su ayuda chicos—dijo mientras los jalaba de los puños de sus buzos en dirección a una de las puertas del centro de estudios. 

—¿vamos a beber luego del partido mañana?—Kanon resultó que no era un santito después de todo, Saga le dio un pellizco—solo bromeaba tonto. Además el alcohol está prohibido para mi.

—ignóralo  a veces es tarado...

—¡oye!

Comenzaron una maratón de diez minutos de dimes y diretes, aburrido Aioros los dejó pelear mientras divisaba al novio de su padre que le hacía señas a varios metros. Caminó seguro, sin soltar su equipaje hasta donde el azabache quién buscaba en su celular el código para que Aioros comprobara el boleto el cual entregaría en sus manos.

Estrechó su mano, El Cid sonrió apenas al darse cuenta que el muchacho tenía las manos frias. Nervios, normal en él que viajaría a Grecia sin conocimiento de su padre.

—eres responsable de tu propia vida y actos—le dijo una vez cumplida su parte—Sisifo no sabrá nada y por mi silencio te pido sepas cuidarte Aioros...

—lo sé. Por eso le pido que cuide de mi hermano y padre—guardó el boleto y recibió el código.

Su madre le había escrito preguntándole cuando estaría en suelo ateniense, él le respondió que en una semana. Guardó el celular y procedió a despedirse el español que le deseó buen viaje.

Saga y Kanon habían terminado de sacarse los cueros al sol y enfurruñados hacían fila para embarcarse en el bus que los trasladaría a su destino. Aioros suspiró, tendría que soportar sus quejas.

Les contaría de su plan cuando ya estén de mejor humor.

*********

—¡no, no no quiero ir contigo así!—se soltó de su agarre mientras se plantaba con los brazos cruzados, se hallaban a varios metros de un parque que frecuentaba con Milo y sus mascotas, cuya distancia de la casa era mucha.

Charlotte fastidiada marcó en su celular el número de su esposo para que apareciera lo más pronto posible para llevarse a Camus antes que aparezca la policía y la detuviese por intentar llevarse a un menor de edad sin permiso de su representante legal.

—no me hagas enojar niño—lo zamarreó—ven conmigo por las buenas...

—¡no! mi papá no te autorizó a llevarme mamá...¿ porqué me lastimas así? ¿ qué pasó entre mi papá y tú?

Ella quedó desarmada por las palabras, Camus tenía los ojos húmedos, no entendía porqué ese tira y jala de sus padres. En la casa DuPont, Krest se contactaba con Cid el cual le indicaba los pasos a seguir.

—eso no te incumbe. Yo soy tu mamá y conmigo estarás mejor...

Camus decidió huir antes que ella concretara su plan. Visualizó un auto que él conocía bien... era del esposo de su madre y sin pensarlo corrió para refugiarse en un local de artículos para mascotas. Con lágrimas en los ojos se acercó al dependiente del establecimiento  que se alarmó al verle así.

—¡ayúdeme, necesito un teléfono!

Las Vegas.

Dégel abrió la llamada aunque desconocía el número algo le dijo que debía contestar. Kardia reía de un mal chiste de Manigoldo, las dos parejas moraban en uno de los hoteles más impresionantes de la ciudad pagado por el bolsillo de Albafica.

—¡papá!—la voz acuosa de Camus, su petit quién rompió a llorar.

El llanto desconsolado de Camus le heló la sangre.

—¡papá!—su corazón comenzó a palpitar aceleradamente, aterrado miró a su esposo que al advertir su brusco cambio se acercó alarmado—ma...má... qui...

—no llores... cálmate...

—mam..ma quiso llevarme a la fuerza y me escapé...aho...

—¿donde estás?

En eso el celular de Kardia sonó. Cid llamando.

—¡demonios!—masculló el griego.

Dégel cerró la llamada y sin decir nada atravesó el sitio donde se hallaban, iría a su habitación a recoger sus cosas para regresar a Paris esa misma noche, a través del teléfono instruyó a Camus  ordenándole que fuera hasta la casa de  Sisifo, ya que era probable que Charlotte intentara llevárselo si lo veía cerca de la casa DuPont. Él llegaría a Francia para iniciar la batalla legal por la custodia de Camus.

En cuanto a Krest este intentaba no sentirse mal, su nieto a sus palabras estaba desaparecido mientras Milo nervioso daba vueltas, no había nadie más en casa a esa hora.

—va a regresar abuelo—consoló el puberto, Krest no respondió, en cambio una pequeña lágrima se deslizó por una de sus mejillas, si no hubiese abierto esa puerta...

Un mensaje a su celular. Dégel.

" No es tu culpa padre, está en una tienda de artículos para mascotas. Es probable que Charlotte intente llevárselo si lo ve por la misma ruta, por lo que Sisifo lo tendrá hasta que yo llegue para iniciar la demanda... "

" Ya es hora, te lo dije... te espero apenas llegues para reunirnos con el amigo de Kardia para dar el siguiente paso"

o-o-o-o-o-o-o

Perdón por actualizar recién esta historia desde noviembre del año anterior.

Espero haya sido de su agrado :D

Les deseo un feliz carnaval, acá feriado por lo tanto habrán actualizaciones de diversas historias.

Abrazos y nos leemos :3

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