4

Sin darse cuenta, pasó una semana y media. El colegio no era tan malo, después de todo.

Simplemente era terriblemente insufrible.

Dos horas de mates, aburrido. Nadie le prestó atención al profesor Kunikida, y salieron del salón alegremente cuando sonó el timbre.

Chuuya los ignoró de nuevo. Ya se había hecho costumbre.

Sin prestar mucha atención a eso, Dazai, Fyodor, Sigma y Gogol se fueron a sentar donde siempre para comer. Gogol se puso a hacer payasadas, tirando sus manís al cielo y tratando de atraparlos con la boca, mientras Sigma y Dazai intercambiaban comida.

—Hey, Sig-chan abre la boca —Pidió el castaño.

—¿Eh? ¿Y para qué?

—Solo hazlo, vamos. Muéstrame los dientes.

Sigma le abrió la boca, un poco desconfiada, y le enseñó los dientes.

—¡Waaah! —Exclamó Dazai— ¡Tienes unos dientes preciosos!

La chica cerró la boca un poco cohibida y se llevó los dedos a sus labios.

—Tampoco es para tanto. Además, pronto me pondrán aparatos, o brackets, algo así.

—¿No te das cuenta? ¡Tienes colmillos naturales!

—¿En serio? —Preguntó Gogol de metiche— Quiero ver.

Sigma le enseñó su dentadura al ucraniano, y efectivamente, sus caninos terminaban en una punta afilada.

—¡Wao! ¡No me había dado cuenta! —Exclamó Nikolai.

—Sig-chan, cásate conmigo y tengamos diez hijos —Pidió Osamu.

—¡¿Haaah?! ¡Claro que no! ¡¿Por qué haría eso?!

—Por la combinación de genes obvio —El castaño sonrió con arrogancia—. Si nos casamos y tenemos hijos, ellos tendrán mi fabulosa inteligencia y tus preciosas cualidades físicas. ¡Imagínate! Niños brillantes y hermosos.

—Eres ridículo, Dazai. Además, yo no voy a casarme nunca con nadie.

—¿Ah, no? —Preguntó Gogol, con expresión dolida. Sigma tragó saliva.

—Eh, yo... ¡No, no voy a casarme! ¿Para qué debería hacerlo? La única diferencia entre un noviazgo y un matrimonio es un anillo costoso y un contrato que me obliga a compartir mis bienes materiales con la otra persona. No necesito casarme, sólo necesito alguien que me ame tal y como soy, con eso me basta.

—Bueno, con lo del contrato tienes razón —Apuntó Dazai—. Es algo muy comunista.

—¡Eh! —Protestó Fyodor.

—Bueno, si eso es lo que piensas —Suspiró Gogol decepcionado.

Siguieron hablando de cosas triviales, pero un sonido que emitió el albino llamó su atención.

—¡Akgjh!

Abrieron mucho los ojos y lo miraron. Sin poder contenerse, Sigma se echó a reír.

Resulta que uno de los manís que Gogol había tirado le había caído justo en la garganta, y se le había atorado. Por lo tanto, se empezó a ahogar y la cara se le puso roja. Eso le causó gracia a Sigma, quien se carcajeó sin poder evitarlo, y su contagiosa risa hizo que Gogol se riera también, haciendo que se ahogara aún más, y se pusiera más rojo.

Sigma se reía, Gogol se ahogaba riéndose y Dazai y Fyodor estaban congelados entre la risa y la preocupación.

—¡Ugjvgh! —Resolló Nikolai, tratando de vomitar el maní.

Sigma se reía, Gogol se ahogaba y Dazai y Fyodor empezaron a golpear la espalda del albino para sacarle el maní.

—¡Ghwak!

Emitiendo sonidos estrangulados, Nikolai se terminó de tragar el maní, y agarró la botella de jugo de Dostoyevski y se lo tomó entero para poder tragar bien.

Sigma estaba llorando de la risa, y ocultaba su rostro con los brazos. Gogol tosió y se rió también, y Dazai y Fyodor suspiraron y el absurdo de la situación los hizo reír también.

—¿Estás bien? —Preguntó Fyodor, cuando se hubo calmado.

—Sí, sí —Murmuró Gogol, para luego tener otro ataque de risa—. ¡Casi muero!

—Ja, si —Se burló Osamu—. Ey Sigma, deja de reírte, me estás preocupando.

Pero ella no podía parar de reír, aunque ya le dolía el estómago y las costillas. 

—Gra-gracias p-por su ayuda —Tartamudeó el ucraniano, conteniendo la risa.

—No pasa nada, Kolya —Lo tranquilizó Dostoyevski—. Tú sabes que todos nosotros compartimos neuronas.

Sonrieron, y Dazai se levantó.

—Bueno, iré a dar una vuelta.

—¡Yo te acompaño! —Pidió el ruso, y se levantó también.

—Vale. Gogol, Sigma, ¿vienen también? 

Sigma no contestó, seguía cagada de la risa. Gogol se rió también.

—No, gracias, vayan ustedes.

—Bueno, ustedes se lo pierden.

Caminaron juntos, Osamu escondió las manos en los bolsillos y Fyodor lo imitó.

—Ey, Fyo-chan...

—No me digas así —Protestó el pelinegro.

—¿Dosty?

—Así tampoco.

—¿Y entonces cómo quieres que te llame?

—De ninguna forma, sólo Fyodor.

—¡A-bu-rri-do! —Protestó el castaño— Oye, he escuchado que Nikolai a veces te dice "Fedya", antes de llamarte Dos-kun, y tú a él lo llamas "Kolya".

—Ah, eso... —Fyodor se sonrojó— Es un especie de apodo ruso, ya sabes. Nikolai, Kolya. Fyodor, Fedya. Aleksandr, Sanya o Sasha. Así funciona.

—Bueno, entonces te llamaré Fedya —Dijo Dazai sonriendo. Fyodor se puso aún más rojo.

—Ni se te ocurra —Advirtió.

—Muy tarde, Fedya. Oye, ¿por qué estás tan rojo!

—¡Por nada! —Chilló el ruso, en un tono más alto que de costumbre— ¡Es que hace calor! ¡Eso no es asunto tuyo! ¡Cállate!

Osamu rió, divertido. Estaba haciendo un gran día, no recordaba haberse reído tanto en un solo día.

—Hey, Fedya, vamos a comprar paletas de agua —Sugirió—. Aún falta un cuarto para que se acabe el receso ¿no?

—Ajá...

—¿Crees que haya mucha fila?

—Tal vez...

—Bueno, da igual. ¡Vamos allá!

De imprevisto, le agarró la mano al ruso y lo jaló hacia sí mismo, para guiarlo.

—¡Hey! ¡No me tomes de la mano!

—¡No seas "pipirisnais"! ¡Vamos!

—¡Waaah! ¡Dazai, detente, que no me gusta correr!

—¡Pues camina rápido, que se acaban las paletas!

Desde lejos, Chuuya observó al castaño con pesar, y con muchos celos. Odiaba que le tomara la mano a Fyodor y no a él. Jamás lo había tomado de la mano. ¿Por qué lo hacía con Fyodor y no con él? ¿Por qué Fyodor era mejor que Chuuya?

—Ugh, qué asco —Comentó Shirase.

—¿Eh? ¿Qué cosa? —Preguntó el pelirrojo.

—Estabas en las nubes ¿eh? —Comentó Shirase con gracia—. Ese amigo tuyo, Dazai, tomó de la mano al ruso ese. Qué asco, parecen maricas.

Chuuya tragó saliva, y chasqueó la lengua.

—Ya te dije que no es amigo mío.

Miró con pesar al patio. A pesar de los comentarios homófobos de su nuevo "amigo", no podía evitar pensar en Osamu de esa manera.

Y aunque Shirase lo odiara, sabía que era verdad, y que no podría cambiar sus sentimientos.

Porque Chuuya Nakahara amaba a Dazai Osamu.




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Haaaaaaa

Hola!!!

La parte del maní la saqué de mi vida real. ¿Saben por qué?

Resulta que ayer, en medio de la clase de Lengua Castellana, me puse a comer manímoto disimuladamente, sacándomelos del bolsillo, cuando me meto el maní a la boca y se me va entero a la garganta y se me atora ahí.

Y yo solté un quejido así, y mi amiga me mira y se kga de la risa porque según ella me puse roja. Y su risa me dio risa a mi y me reí también, y me atraganté aún más.

Y casí que no me trago ese maní, el profe hasta nos regañó dos veces por estarnos riendo durante la clase. Y yo ahí, muriéndome.

En fin, todo salió bien, no me morí. Por cosas como estas amo el colegio.

Ya tengo una anécdota chistosa que contarle a mis futuros gatos.

En fin, moraleja: no coman en clase.

Gracias por leer!



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