Capítulo Extra-1-Will.

EXTRA 1: WILL.

Acaricio la fría lápida de cemento gris y coloco por encima un ramo de rosas rojas.

Ah. Cuanto le echo de menos.

No es fácil olvidar a alguien a quien amaste con tanta fuerza. Durante todo este último año me he encomendado la tarea de dejarla ir, pero cómo se me es posible eso si cada pequeño detalle me recuerda a ella. Dejé de comer frutillas solo porque eran sus favoritas, y le encantaba comerlas en el parque, cuando el sol estaba ardiente, bajo la sombra de una mora goma, enrolada en mis brazos.

Soy un idiota. ¡¿Por qué diablos tuvo que matarse ella?! También yo de imbécil, con su amiga demente, le curábamos las heridas en secreto. No queríamos que la vuelvan a encerrar en un centro de salud mental, ella sufrió demasiado en aquel lugar, era injusto que vuelva, además no le había servido de nada, seguía cortándose en todos lados.

Recuerdo aquella vez cuando hicimos el amor en mi habitación.

Ah, como lo recuerdo. Soy tan morboso que me pongo duro de solo recordar sus bellos ojos mirándome con ansias y miedo. Besé su cuello y continué hasta llegar a su escote y deslicé su musculosa de tirantes. Sofí se impactó y me confesó nerviosa;

─ W-Willy.

─Sí, lindura. ─dije, acariciando su piel con mi nariz.

─Soy- yo soy virgen. Bueno, ya sabes lo que me ocurrió de niña, p-pero te juro que no he hecho nada con nadie a voluntad propia.

Aún recuerdo la sensación que me invadió, deseaba apretujarla hasta que sus trozos se unan de nuevo, sin embargo, fracasé, se fue y no pude detenerle.

─No pienses en esas cosas, Sofí. ─le dije ─No es necesario que hagamos nada. Podemos ir abajo y ver una película.

─No. Quiero- quiero hacerlo. Solo no tengas asco de m-mí. ─susurró y puso su cabeza gacha.

Tomé sus pómulos con mis palmas y dando pequeños mimos con mis pulgares, le besé la frente. Luego hablé muy bajo, solo para ella; ─Mi niña, eres lo más hermoso que mis ojos han visto. ¿Cómo podrías darme asco? Si eres perfecta.

Me observó con los ojos bien abiertos y los iris cristalinos, se veía tan bella.

No vale la pena contar lo que sucedió después, ya se deben dar una idea. Solo diré que su piel era tan suave como el algodón, sus labios sabían a fruta fresca, y sus leves gemidos ingresaron en lo más profundo de mis siquis, a tal punto de permanecer aún allí sumergidos y me causan insomnio.

Desde hace doce meses exactos, estuve escapándome de la banda y visité la tumba de mi novia muerta todos los días quince. Soy patético. Tengo que dejarla ir, pero no puedo.

─Uy, lo siento. No vi por donde iba. ─digo al sentir un impacto contra mi pecho.

Me encuentro tan apenado y sumergido en mi mente que no me he dado cuenta de que una persona se encontraba delante de mí.

─No te preocupes. Yo también ando distraída.

Ella se encoje de hombros, suelta una risita leve y ajusta su morral al cuerpo. Acomoda un mechón rojizo de su cabello y lo sitúa por detrás de su oreja izquierda.

─Bueno, si me disculpas voy a visitar a alguien especial. ─me dice.

─Lo siento. ─comento, y suelto el agarre de mi mano. No tengo la menor idea del momento en que tomé su brazo, seguramente ocurrió cuando nos topamos.

─Te disculpas mucho, ¿no es así? ─Eso solía decirme Sofí. ─ ¿A quién vienes a visitar?

─A mi novia.

─ Oh, lo siento tanto.

─Tranquila, pasó hace un año.

─ ¿Y aún la visitas? Debes haberla amado mucho. Pareces buen chico, ¿quieres ir por un café luego?

─La amo demasiado. No se tendría que haber ido... ─susurro.

─ ¿Aceptas?

─ ¿Qué cosa? ─Al oír mis palabras, ella comienza a reír.

─El café, tontito.

─Ah, sí claro. ─digo rascando mi nuca. ─Vamos. ─Le tomo por el antebrazo y comienzo a guiarla, pero ella planta los pies y me dice;

─Espera que debo ir a ver a mi hermano.

─Bueno, te acompaño. Me llamo Will, por cierto.

─Soy Morena.

Comenzamos a caminar hasta toparnos con una tumba que en teoría no tiene mucho tiempo de construcción. Morena saca de su morral una bolsita llena de gomitas rosas y la coloca por encima de la placa.

─A mi hermano le encantaban las gomitas, en especial estas, pero son muy difícil de conseguir. ¿A tu novia le gustaba comer gomitas?

Ignoro lo decaída que ella se ve. ¿A Sofí le gustaba ese dulce? Claro. Si era yo quien le regalaba todos los lunes una cajita llena.

─Sí, le gustaban.

─Pues vamos a llevarle algunas, tengo más en mi bolso.

─Bueno, vamos.

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