Capítulo 37

Capítulo 37:

Codi.

Me arde el cuerpo.

Siento como la piel se me incendia. Necesito apaciguar esta sensación. Ya estoy en bóxer, aunque no es suficiente, me sigo ardiendo.

Necesito agua. ¡Quiero agua en este momento!

Buceo en el inmenso salón en busca de agua. Camino a zanjadas hasta donde se encuentra una mesa de decoración con un florero encima, lleno de flores artificiales.

¡Dios! No estoy pensando con claridad. ¿Qué rayos me ocurre?

Y sí, hago lo que piensan en estos momentos. Tomo el jarrón de vidrio entre mis manos, con flores de plástico y todo, me lo pancho saciando mi sed. Pero como soy idiota, no bebo la agüita de manera discreta, sino que vierto la mayor parte del líquido sobre mi torso desnudo y el suelo de la pista de baile.

Parte del fuego se apaciguó.

Un momento, ¿dónde se fueron todos? Apuesto a que me perdí. Igual es fácil desorientarse en esta casa, es gigante y se encuentra hasta el culo de personas. Muevo la cabeza como lechuza buscando alguna cara conocida, pero nada, me abandonaron. Pongo cara de perrito triste, me siento en el suelo, todos bailan eufóricos a mi alrededor, mientras yo tomo una florcita de plástico y le arranco los pétalos solo porque pintaba.

Un chico me toma del brazo. Me pongo de pie un tanto bruto. Dicho chabón me arrincona contra la mesita de decoración y no me queda de otra que sentarme sobre el frágil mueble, ahora estoy a la altura del menudo chico. Él arrima su rostro al mío, siento su respiración en mi boca, me toma por la nuca y planta un beso en mis labios. Y bueno, como por alguna razón me encuentro fallado en estos momentos, le sigo el juego. El pibe entrelaza su lengua con la mía. Ya me gustó esto. Pongo una mano en su mejilla acomodando mi posición. De pronto se aleja, toma mi muñeca y me guía a un grupo grande de personas sin decirme nada. Noto que el pibe va disfrazado de indio con hambre, no puedo distinguir los disfraces de sus acompañantes, a él sí lo distingo con claridad puesto que los colores que lleva pintados sobre su piel son muy chillones. También porque él llamó mi atención con su lengua. Pero tengo novia, ¿qué me pasa? No puedo ir besando a todo el mundo así porque sí.

El chico y sus amigos me sacan a rastras hasta el patio. El césped bajo hace cosquillas a mis pies desnudos cuando entran en contacto, me río suave –o eso creo yo─. De pronto me hace calor, mucho calor. Veo como el chico disfrazado de indígena se lanza a la pileta, así como está, con ropa y todo, los demás cercanos a él le imitan. Relamo mis labios sospesando la tentadora idea de seguirles. Una gota de sudor se desliza por mi frente, mi respiración se acelera, mi cuerpo tiembla. Estoy paradito al borde de la piscina repleta de agua fría, mi cuerpo se encoje mientras convulsiona histérico. Quiero lanzarme, lo único que me detiene es la poca conciencia que retumba por las paredes de mi cabeza, la cual me ruega que me quede quieto y no me tire.

Cierro los ojos, tomo un poco de aire y me dejo caer al agua.

La sensación helada se instala en mis poros, mi sentido auditivo se desvanece, un ardor se adueña de mis iris cuando abro los ojos, seguro más de uno meo el agua, de eso no tengo dudas. Pequeñas burbujas se escapan por las comisuras de mis labios, me estoy quedando sin aire, pero no me importa, aquí está tranquilo, sin ruidos, no hace calor, yo me quedo debajo del agua.

Aquí no debo huir de nadie, no tengo que cuidar a nadie, no debo ser un adulto, no debo trabajar y estudiar a la vez, no me veo obligado a esconder cosas, no tengo de escuchar y callar, no tengo que ser responsable, en su lugar puedo flotar, ser libre, y morir sería muy conveniente, las presiones se irían al carajo y yo sería el centro de atención por un instante.

Es un hecho, el oxígeno ha escapado de mis pulmones.

Si muero ahora, lo haré feliz.

El involuntario movimiento de querer recibir aire me invade. Toso al ser envuelta mi tráquea por el agua. Mis ojos comienzan a cerrarse y todo se va tiñendo de negro.

Solo sé que soy feliz.

[...]

Mi pecho duele. Siento frío y calor al mismo tiempo. Un fluido se junta en mi garganta con intenciones de salir al exterior, sin moverme, le doy libre albedrío a mi cuerpo para que deshaga de lo que tenga que salir.

Sigo tosiendo de manera involuntaria con intenciones de sentarme. Una silueta que no diviso bien se aleja un poco. Trato de abrir un poco más los ojos. Una chica me abraza con mucha fuerza y comienza a gritarme cosas que para mí no tienen sentido alguno. Estoy aturdido.

─ ¡Codi! ¡Dios mío! ¡Qué imbécil eres! ¡Si te morías, te revivía y te volvía a matar, pedazo de estúpido! ¡No hagas pelotuces, por favor, que eso es lo mío!

Ella me besa la mejilla y acaricia mi pelo mojado. Me doy cuenta de lo empapada que va, el agua le chorrea de la ropa y el pelo renegrido se le pega a la cara.

La chica continúa hablando─ ¡Te odio por ser tan bruto! ¡Yo no sirvo para rescatarte! ¡Si no hubiera estado este chico que estudia para doctor, tú te mueres! ¡La próxima dejo que te mueras para el pingo! ¡¿Me escuchaste bien?!

¿Qué le pasa? Oh, ya me acuerdo. Me tiré a la pileta y quería ahogarme. ¿Qué me pasa a mí? Soy tonto, pero no tanto.

─ ¿Me sacaste del agua? –murmuro mirándola a los ojos.

─ ¡Pues sí, imbécil! ¡No iba a dejarte!

─ Sabes que te quiero, ¿verdad?

Ada sonríe y deposita un beso casto en mis labios. Luego me ayuda a levantarme para marcharnos y dejar de ser el centro de atención.

Una vez que llegamos hasta la calle, donde se encuentran aparcados el auto de Will y el mío, se desata una lluvia de miradas por parte de nuestros amigos.

─ ¿Qué pasó? –consulta Sofía.

─ Es-ste idiota s-se lanzó a la pileta─ contesta Ada, sus brazos rodean su torso pegando aún más la ropa a su cuerpo. Es obvio que tiene frío, pero yo estoy cagado de calor y eso que también estoy empapado y solo cargo ropa interior.

─ Oye, Emma, pásame mi campera. Ada se congela del frío.

─ ¡Estoy ocupadísima, Sofí! –dice Emma desde el auto en tono molesto─ ¡No sé qué es peor, si los ronquidos de Peter o los pedos de Adrián!

Sofía, por su parte, se inclina dentro del auto dejando medio cuerpo afuera, el vestidito de ángel se le levanta un poco, ladeo mi cabeza contemplando curioso el retazo de tela que lleva entre las nalgas. Un chirlo aterriza en mi nuca, giro mi cuerpo para encontrarme con mi chica un tanto enojada, se me arrima y susurra;

─ Vuelve a mirarle el culo a mi amiga y te ahogo yo misma en la pileta.

─ Ok, va. Pero me hace mucho calor─ digo mordisqueando mi labio inferior.

El chupín se aferra a los muslos de Ada como un guante, su pequeña musculosa color carne desaparece debajo de su chaleco empapado en agua. Ella se retira dicho accesorio de jean para ponerse la campera seca de su amiga. La tela es más oscura que su piel pálida, pero aun así mi mente recrea todos los momentos en los que mis ojos vieron sus senos, recuerdo como se sentían debajo de mis palmas.

─ Te hace calor porque estas drogado.

Esperen ¿qué?

─ ¿Qué dijiste?

─ Qué te drogaste con éxtasis─ dice Ada colocando su chaleco mojado sobre mi entrepierna, sin darme cuenta se me puso duro, que vergüenza.

─ Yo no me drogué─ digo a la defensiva, y sujeto el chaleco sobre mi ropa interior hasta que se calme mi asunto.

─ ¿Recuerdas la jarrita con sangría?

─ Sí.

─ Bueno, tiene disuelto éxtasis─ alega Sofía.

─ Mierda─ mascullo.

A las corridas aparecen Will y Jake a la escena.

─ ¡Dicen que un chico casi se ahoga en la pileta! –comenta Jake.

─ ¿Cómo se puede ser tan pelotudo? –pregunta Will.

─ Aquí tienes a tú pelotudo─ dice Ada señalándome con el pulgar.

Yo sonrío nervioso.

La boca se me empieza a resecar, muevo la lengua dentro de su cavidad notando como el deseo de beber agua se apodera de mí, otra vez. Dejo caer el chaleco al piso. Quiero salir corriendo para ir dentro de la casa y buscar algo para beber. Pero Will y Jake me sujetan impidiendo que hulla.

─ ¡Quiero agua! ¡Por favor, quiero agua!

─ Tranquilo, amigo. Ya iremos por agua.

─ ¡No entienden! ¡Me quemo! ¡Necesito beber algo!

Las lágrimas comienzan a resbalarse por mis mejillas, me arde cada extremidad de mi cuerpo. Necesito agua, o cualquier cosa bebible.

─ Por favor─ susurro.

Me hundo en el suelo, arrodillándome y agachando la cabeza, mientras mis amigos me sujetan, comienzo a temblar. Mis lágrimas se mezclan con mi sudor.

─ Al menos no vomita como Adrián─ murmura Will.

[...]

Recostado en la cama de mi cuarto de la fraternidad sucumbo ante los mimos proporcionados por mi gruñona favorita. Ella sin brindarme demasiada atención bucea en su celular información para ayudarme en mi estado. Sus dedos se enredan en mi cabello y de vez en cuando, desliza su mano para acariciarme la mejilla. Me he puesto duro con el tema de ir al hospital, ni mierda voy a llegar y decir; "Hola, disculpen. Me drogué por accidente. Ah, y casi muero ahogado por pendejo. ¿Me pueden atender?" Ni en pedo voy. Por eso, Ada busca información.

Bebo agua desde el pico de una botella de deporte, la cual tenía archivada entre mis cosas desde que dejé el gimnasio.

─ Ada.

─ ¿Mmm? –responde ella sin alejar la vista de su celular.

─ Te hice aca.

─ ¡¿Qué?!

Le miro con ojos de perrito. Su mirada me reprime en mi lugar como mirada de madre enojada por alguna cagada que te mandaste.

─ Me besé a un indiecito─ respondo tratando de fijar la vista en cualquier cosa menos en ella.

─ ¿Cómo? No te comprendo.

─ Me besuqueé con un indio.

Ada pone una expresión indescifrable, que seguro alega a una mezcla de emociones.

─ Traductor, por favor.

─ Ok─ digo─ Me chapé a un chico disfrazado de indio fluorescente.

─ Ah.

─ Di algo, por favor. Rétame, no sé, tírame alguna cosa.

─ ¿Por qué haría eso?

─ ¡Porque te metí los cuernos!

Ella comienza a reírse con tantas ganas que parece dolerle el estómago. Una lágrima se resbala por su cara mientras las comisuras de sus labios están alzadas. Yo la miro confundido desde su regazo.

─ Te besaste a un chico mientras estabas drogado. Es muy divertido.

─ ¿Puedes dejar de reírte? Es algo serio.

─ No, no puedo. ─Luego de unos minutos se calma y agrega ─Pensándolo bien, sería una imagen muy sensual, tú y un chico besándose. Qué pena que no estuve allí. Pero, sabes algo, considera que estamos a mano, Molesto.

─ ¿Por?

─ Una vez me hiciste besar a Emma para tu regocijo, ahora tú besaste a un pibe. –Solo aguardo en silencio. ─Esta vez es tregua, pero trata de no besuquearte a medio mundo ¿ok?

─ Ok.

Unos gritos provenientes del pasillo nos alarman.

─ ¡Ah! ¡Ayuda!

─ ¿Ese es Jake? –pregunta Ada aun sentada en mi cama.

─ Creo.

─ ¡Basta, Adrián!

─ Sí, es Jake.

Nos asomamos desde la puerta hacia el pasillo. Jake anda de aquí para allá esquivando a Adrián, quien no se encuentra muy en sus cabales.

─ ¡Ayuda, Adrián quiere besarme! ¡Alguien que me lo quite de encima!

─ Deberíamos intervenir ¿no? –sugiere Ada.

─ Eso creo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top