Capítulo 28


Capítulo 28:

Ada.

La fraternidad está casi vacía.

Un silencio sepulcral me recibe cuando pasamos el umbral de la puerta. Pego un chequeo rápido al lugar, todo está como de costumbre excepto por la ausencia de gente. Will se sienta con Sofí en el sofá, seguro van a estar pegados toda la noche, aunque solo estén separados una semana, dos como mucho. En mi caso tengo sed, así que voy para la cocina. A decir verdad, me siento a gusto en esta casa vieja.

Al entrar en la cocina me encuentro con Peter. Él está sentado alrededor de la mesa redonda de los Argentos, con las manos apoyadas en las cienes, un lápiz en su oreja y un montón de apuntes, hojas, resaltadores, fotocopias y libros desparramados por la superficie plana del mueble.

─ Hola, Peter.

─ ¿Ah? Sí, hola- contesta.

Él se refriega los ojos por debajo de sus lentes, mientras yo me sirvo un vaso con agua. Me acerco a él y apoyo mi culo en una silla.

─ ¿Eres el único sobreviviente?

─ Algo así. Necesito aprobar todos los exámenes finales que me quedan en las mesas de febrero. Como sabes, ya terminé la cursada.

─ Claro, pero ¿no pasarás navidad con tu familia?

─ Obviamente que sí. Pero tengo seis hermanos a los cuales les encanta gritar a toda hora. No podría estudiar tranquilo. Igual vivo a veinte cuadras de aquí, así que no te preocupes, Ada.

─ Ok.

─ No andas comiendo ¿verdad? –dice Peter justo cuando intento levantarme.

─ Pues, tal vez.

─ Creo que bajaste una talla- dice apuntándome con su lápiz- Eso es grabe, ya estabas muy flacuncha- Resoplo al escuchar sus palabras- Sí Codi llega a volver ahora y te ve, estoy seguro de que te ataría a una silla y te obligaría a comer.

Tal parece que todo el mundo quiere solidarizarse con Ada Cooper. –Es que das lastima, chica- Otra vez tú- Peter tiene razón, me muero de hambre por tu culpa- Te callas ahora mismo.

Subo las escaleras en silencio, cuando salgo del baño empiezo a golpear las habitaciones de los cuartos. Pero nadie sale de ninguno. Abro cada una de las puertas, las cuales están sin llave, para asegurarme de quién está y quién no.

En efecto, solo Peter se quedó, los demás se fueron. Bueno, Will todavía está en la casa junto con Sofí. Llego al final del pasillo, la puerta de Codi, me paro en seco antes de poner mis dedos sobre el picaporte. Sé que él no está, pero ¿sería capaz de dormir en su cama? Y habiendo tantos cuartos vacíos ¿por qué justo su cama? Supongo que lo extraño. Como diría King; "Si hoy no puedes amar a nadie, procura al menos no hacer daño a nadie". No puedo amarlo. Al menos no como él quiere, si ni siquiera me amo ni a mí misma. Desde que me besó que quiero tenerle cerca, pero a la vez quiero alejarlo lo más posible de mí, no quiero dañarlo, no quiero enredarlo con mis demonios y mantenerlo preso en mi propio infierno. Jamás me interesó un chico como me interesa Codi, pero me veo incapaz de lastimarlo.

Cierro los ojos, soltando el aire de mis pulmones, abro la puerta. Me siento en la cama perfectamente tendida, a gatas me acomodo justo en medio de esta. Tapo mi cuerpo con el edredón azul, como una chiquilla abrazo la almohada sobrante. Inhalo inundándome del aroma menta que Codi siempre lleva encima.

El amor apesta. No, estar enamorado y no poder hacer nada al respecto, apesta.

Codi.

Soy tan imbécil que no me traje un bolso con ropa a casa de mi madre. En todo este tiempo no me preocupe por algo tan tonto, con que tenga dos chombas y dos shorts por mi perfecto, pero las señoras que viven conmigo me han insistido que busque ropa decente y bonita, además alegaron que es rarito verme siempre con lo mismo si tengo mucha ropa, pus que absurdo. Por ese motivo estúpido, he llegado a la fraternidad.

Abro la puerta, la casa está abandonada justo como la dejé hace tres semanas.

Paso por la cocina y veo a Peter durmiendo sobre la mesa, pobre. En ocasiones siento culpa por no estudiar tanto como él, pero luego se me pasa. Me arrimo y toco su hombro, Peter se despierta y comienza a mandar todo a la mierda porque sin querer babeo sus copias. Mientras mi amigo se despereza, decido poner la pava y hacerle un café. Bato energético la mezcla de café instantáneo, luego vacío el agua hervida dentro de la taza.

Conversamos un rato, todo normal hasta que me dice ─ Ada vino anoche. Y está en tu cuarto.

─ ¿Qué? ¿De verdad?

─ Sí. Ven que te muestro.

Subimos las escaleras. Como odio las escaleras, por eso adoro la casa de mi madre, no tiene escaleras, solo una planta. Llegamos a mi habitación, con cuidado abro la puerta. En efecto, ahí está, echa un ovillo en el medio-medio de mi cama, tapada hasta las orejas con mi edredón azul, abrazando a una almohada, descansando plácidamente en mi cama.

Doy un paso dentro y me siento sobre el colchón. Peter también entra al cuarto, sin embargo, permanece de pie.

─ Bajó una talla de ropa- dice Peter preocupado- ¿No me dijiste que iba al psicólogo?

─ Sí va. Ahítan me dijo que la acompañó hace una semana.

─ ¿Tú la quieres? Pues ayúdala. Supongo que a ti sí te hará caso- dice y se marcha cerrando la puerta.

─ Ada, pequeña idiota- le susurro mientras acaricio su mejilla con mis dedos- Quién me manda a enamorarme de alguien más destruido que yo.

Mientras ella duerme, bajo hasta la cocina y preparo un desayuno decente con las cosas que hay. Tampoco que hay mucho. Los hambrientos de la casa nos marchamos provisoriamente, y Peter cuando estudia vive a base de café y comida china. Una vez que termino coloco todo en una bandeja y subo hasta mi cuarto. ¿Cómo choto voy a abrir la puerta? Ya sé, con el codo. -Con cuidado Codi, no nos quemes- Ok, pero cierra el orto.

Suspiro aliviado de no haber tirado nada y ahora tengo la puerta la abierta. Dejo la bandeja sobre mi escritorio, cierro la puerta y me predispongo a despertar a Ada.

─ Princesa, despierta- le digo suavemente. Acaricio su hombro y le bajo un poco la colcha, pero nada, sigue durmiendo. ─Ada, vamos, despiértate. Es mi cama, la llenaras de olor a cría.

─ Más tarde- gruñe contra la almohada.

─ Mejor debería tirarte de las patas- digo.

Ella abre los ojos, me mira y asustada se tapa hasta la cabeza con el edredón.

─ ¿Se puede saber qué haces en mi cama? –le digo. Ella continua debajo de la colcha- No creo que un gato te halla comido la lengua.

Al ver que no contesta, comienzo a hacerle cosquillas. Como es de esperar, ella se ríe a carcajadas sin destaparse. Debajo del edredón, ella se retuerce como gusanito sin cabeza y su risa estrepitosa retumba por las paredes.

─ ¡Basta! ¡Por favor! –dice ella destapándose la cara.

─ Vamos Cachabacha. Arriba, el desayuno se enfría- Me levanto y tomo la bandeja acercándome a la cama.

─ ¿Me hiciste el desayuno?

─ No creo que esto- señalo con el mentón la bandeja- sea mierda de perro. En efecto, te hice el desayuno.

─ Pero yo no quiero comer- dice y se acurruca en la cama.

─ Más te vale comer. Me haces perder la paciencia, Princesa.

─ Me importa un culo tu paciencia. No quiero probar bocado. Entiéndelo.

No. Haber, no. Ella va a comer. No puede seguir haciéndose la boluda. Se está tirando a morir porque sí, y eso no va a suceder mientras yo esté aquí. Así que dejo nuevamente la bandeja sobre el escritorio, camino hasta estar en frente de mi cama y la observo de brazos cruzados.

─ O comes, o te ato a la cama y lo hacemos por las malas- le digo.

─ ¿Lo harás a lo Cristian Grey o a lo Cristopher Morgan? –escucho que se ríe por lo bajo.

─ Lo haré a lo Codi Elsher.

Al ver que le chupa un huevo todo, me doy la vuelta y husmeo dentro del ropero. ¡Bingo! Saco un juego de soga roja y delgada, la paseo frente a ella como advertencia. No se les ocurra preguntarme por qué tengo un par de sogas en mi armario. Preparo dicha soga en un nudo esposa; armo dos orejas en dirección contraria, luego las cruzo una dentro de la otra delicadamente, tiro un poco para formar bien el nudo e introduzco una muñeca por ambos agujeros, el resto de la soga la envuelvo en mi antebrazo.

─ ¿Lo hacemos por las buenas o por las malas?

Ada se ríe sin descaro mientras sigue ocupando gran parte del medio de la cama y dice ─ No serías capaz de amarrarme a la cama. Eres medio marica.

─ Creo que tomaste una decisión.

Trepo la cama con la soga amarrada a mi muñeca. Ada hace ademan de levantarse, pero aprieto la colcha de forma que no pueda intentar escapar. Me subo a horcajadas sobre ella manteniendo cierta distancia entre nuestros cuerpos. Sin cautela le pillo ambas manos y clavo los ojos en los suyos. Ella tuerce los labios en una sonrisa picarona y contemplo el fuego ardiente que tanto me gusta en sus ojos. Sí, podría atarla al cabezal de la cama y hacerle atrocidades como sus personajes de libros eróticos, pero hoy no. El plan de hoy es hacer que esta escuincla coma algo, y este es el método más fácil que se me ocurre.

─ ¿Vas a comer?

─ ¿Tengo cara de querer hacerte caso?

Con esto dicho, me quito la soga del antebrazo con cuidado de no desarmar el nudo, las muñecas de Ada son delgadas y puedo sujetarlas a ambas con una sola mano, paso cada una de sus extremidades por lo agujeros que dejé en la soja. En el rostro de ella se nota cierta desesperación, lucha, aunque con poca intensidad, está más débil que antes, puesto que hace tres semanas sus chirlos contra mi espalda dolían bastante y ella podía arrastrarme por todos lados como si nada, y ahora no es capaz de ejercer resistencia alguna. Sigo sujetando los huesos de sus manos y a medida que tiro del sobrante de la soga, la ato al cabezal de la cama. Una sonrisa de satisfacción decora mi rostro, mientras que Ada me mira tratando de hacer explotar mi cabeza mientras patalea bajo mi cuerpo.

─ Si sigues pateando también te voy a atar los pies- le advierto.

─ ¡Pendejo!

Me bajo de la cama bajo la atenta mirada asesina de Ada. Camino hacia el escritorio, ¡mierda! El café se enfrió. Suspiro derrotado. Agarro la taza y muevo mis pies hasta la puerta.

─ ¿A dónde vas? –gimotea Ada.

─ Se enfrió el café por tu culpa. Voy a buscar más o ¿quieres mate? Mmm, creo que te será más sencillo tomar mate. Talvez consiga una bombilla para el café- digo pensativo.

La verdad no me lo pensé tan bien a la hora de atarla, será difícil que beba algo en la posición que está.

─ ¿Me vas a dejar aquí atada? –muevo la cabeza para indicarle que sí- ¡Pedazo de mierda! ¡Vuelve, Codi!

Una vez que el agua hirvió, la coloqué en el termo y vuelvo a subir a mi habitación. Mate con tostadas untadas con mermelada de frutilla es un excelente desayuno, por lo menos en Argentina. Evité las miradas curiosas de Peter, Will y Sofía, quienes alegaron escuchar gritos y quejas provenientes de mi cuarto. Estoy en medio de un plan maestro, ellos no lo entenderían o quizá sí, pero malinterpretarían la situación si les digo que tengo atada a Ada al cabezal de la cama.

Ella me observa híper-enojada. Desde que entré en la habitación nuevamente, Ada dejó de forcejear y se mantiene semi-sentada en la cama. Unto mermelada en una tostada y luego procedo a cebar el mate. Acerco ambas cosas a ella, pero aprieta los labios y gira la cabeza. Un suspiro de derrota sale de mi cuerpo.

─ Ada, basta. No seas una cría- le digo dejando el mate en la mesa de luz- Podrías al menos decirme porque no quieres comer nada.

─ Porque no quiero y ya. No eres mi padre ni nada para obligarme a hacer algo que yo no quiero.

─ Lo sé. Pero también sé que, si no hago nada, pronto te visitaré en el hospital y no quiero eso.

─ Si como, ¿me desatas? –dice ella refunfuñando.

─ Obvio que sí- le digo acariciando su mejilla sonrojada.

─ Ok, pero desayunas conmigo.

─ Bueno- Acerco la tostada hacia su boca- Abre grande esos labios.

Obediente, ella abre la boca y muerde la tostada con mermelada. Sosteniéndole la mirada muerdo del lado contrario del trozo de pan. La verdad es que mucha hambre no tengo, ya desayuné, y desayunar en casa de mi abuela implica comer un desayuno continental, igualmente me predispongo a comer con mi Princesa.

Diez tostadas y un termo de agua después. Ada me mira como cachorro haciendo puchero y entornando los ojos. Tengo que desatarla, ya lleva rato atada, de seguro le duelen los brazos y tiene las muñecas enrojecidas de tanto jalar, aunque se supone que la soga no daña la piel y yo no la amarré tan fuerte. Me inclino, aflojo el nudo del cabezal y bajo con cuidado sus brazos pasándolos por delante de ella. Ada hace un gesto de incomodidad, antes de aflojar el nudo esposa, observo con detenimiento su piel bajo las hebras rojas. No tiene irritación o sangre, solo las muñecas levemente enrojecidas. Proceso a desatar por completo sus manos. Con mis pulgares sobo la zona sonrojada, luego enrollo la soga escarlata mientras ella sigue sobando sus muñecas y brazos. Me inclino para dejar dicho objeto sobre la mesa de luz que desborda de cagadas, y ¡pum!

─ ¡Auch! –digo sobándome las costillas- ¡¿Por qué me pegaste?!

─ ¿Tú por qué crees que lo hice?

─ ¡Auch! ¡Deja de pegarme! –Siento un chirlo en la espalda.

─ ¡Me ataste a la cama! ¡Pendejo artante! –dice y mientras me pongo de pie siento un almohadón revotar contra mi hombro.

─ ¡Lo siento! ¡Tenía que hacer algo!

─ ¡¿Y ese algo era atarme como un perro?! –otro almohadazo. Por suerte queda solo una almohada sobre la cama.

─ ¡¿Puedes dejar de revolearme almohadas?!

─ ¡No! ¡No puedo!

La ultima almohada choca contra mi brazo y cae al suelo. Ágilmente, abro la puerta del cuarto y comienzo a correr por el pasillo. Ada corre por detrás de mí. Bajo frenético las escaleras salteándome uno que otro escalón en el proceso. Dios, ella va a matarme. Y como si me leyera la mente grita;

─ ¡¡Voy a matarte, Codi Elsher!!

Rebolea algo, pero ni puta idea que, por suerte no me da y cae a un lado. Llego a la sala de estar, comedor, o como culo se llame. Posiciono mi existencia entre los sillones, ella se pone detrás de estos muebles. Está hecha una fiera, lo veo en sus ojos, quiere enterrarme tres metros bajo tierra. Toma la papelera junto a la escalera y la tira en mi dirección, los apuntes arrugados de Peter se desparraman por todos lados y el cesto me da en la pierna. Retrocedo un poco riendo a carcajadas. ¿Por qué me rio, si ella me está tirando lo que encuentra? –Porque eres masoquista- Cierto, con ella lo soy- también eres idiota-

Ada toma un cojín del sillón y lo lanza no muy lejos, este mullido almohadon apoya nalgas es bastante pesado para arrojar, pero a ella le importa poco y nada, así que repite la acción mientras aguanto las lágrimas que se forman alrededor de mi iris por tanto reírme.

Corro hacia la cocina. A este paso destruirá toda la casa. Pobre Peter, en que lo estoy metiendo. Él está sentado alrededor de la mesa tembleque naranja con una taza de café espumoso en sus manos. Ada y yo entramos a la habitación como un torbellino. Ella agarra un plato de plástico (uf, que suerte) y me lo revolea por la cabeza, luego hace lo mismo con un vaso con agua, pero yo estoy detrás de Peter por lo que él es quien queda empapado con agua mientras sigo divirtiéndome a lo loco.

─ ¿Qué mierda les pasa? –dice Peter.

─ ¡Ese imbécil, me ató a la cama! –dice Ada apuntándome con un tenedor.

─ ¡Fue por una buena causa!- me defiendo.

─ Ahora que alguien me explique ¿por qué culo estoy mojado?

─ ¡Fue su culpa! –Ada rebolea el tenedor, me agacho a tiempo y este choca contra la pared.

─ ¡¿Puedes dejar de rebolear cosas?! –grito.

─ Lo siento, Peter- dice ella- En cuanto a ti- me señala- ten por sentado que debes dormir con un ojo abierto.

─ Considéralo como una tregua- me encojo de hombros- La Princesita dibujó un pene en mi cara y yo aún no tenía mi venganza. Estamos a mano, preciosa.

─ ¡Eres insoportable!

─ ¿De verdad? –le digo acercándome a ella- No dices eso cuando me besas.

─ ¡Agh! –chilla.

Codi 1. Ada o.

-Yo no llevaría así el contador. Vas perdiendo, gil- ¡Cállate! Déjame disfrutar una victoria.

─ Espero que ambos limpien el desastre que hicieron- dice Peter secando sus lentes- Sino seré yo quien los mate a ambos.


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¡Hola, mi engendros bellos! ¿Cómo les trata la vida? Este capítulo va dedicado a mi nueva lectora que me dejó un tierno mensaje por privado, :3 I love you.

Y contestando la pregunta de AndersonRSMorales120, la verdad es que no tengo muy bien definido que fue lo que me impulsó o dio inspiración para crear ADOLECER, supongo que deseaba leer una historia romántica donde él no sea el traumado que se cura con amor, sino que sea un viaje emocional a través de ese sentimiento que hace crecer orugas en tu panza, jeje, quería crear algo con lo que pueda identificarme y que mis lectores también puedan decir; "Ah, ese soy yo, jaja".  Soy fanática de las historias tiernas con protas bellos de corazón, pero como habrán notado, también tengo mi lado oscuro que domina el noventa por ciento de mí, jeje.

Un saludo grande con aroma a café con leche y nos vemos el próximo Lunes.

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