Capítulo 14

Capítulo 14:

[...]

~Siete semanas después~

Ada.

Me vais a matar.

¿Por qué te mataríamos, Ada? Déjame que te explique. Han pasado siete semanas desde mi ataque de ira, y estuve trabajando mucho con mi terapeuta, acerca de mi manera de liberar esa ira, aunque solo tengo pequeños progresos. El punto bueno, es que no me he agarrado a piñas con nadie, el punto malo, es que sigo siendo la idiota de siempre.

En una de las sesiones, me dijo que debía aceptar todos mis sentimientos, los malos y los buenos, porque no puedes reprimir lo que sientes eternamente, sino te vuelves loco y explotas. Así que caí en cuenta de que siento muchos sentimientos de odio hacia muchas personas, pero a su vez, quiero que sigan en mi vida. Lo sé, mi mente plantea dicotomías muy extrañas.

Cabe destacar, que solo he ido a visitar a Sofía una sola vez. Hicimos las pases, pero aún me duele. Verla, solo me recuerda que soy una pendeja a quién nadie aguanta, lo acepto, pero eso no significa que tiene que gustarme. Por eso, solo hablamos por teléfono. Mi terapeuta está de acuerdo con eso.

También me he acercado mucho a Emma –la chica que besé, por si no lo recuerdan─, empezamos a salir de vez en cuando, no me divierte ir de compras, pero hacer compras en el centro comercial con Emma es bastante divertido. De vez en cuando ella lleva a una amiga, la cual no me cae bien ─ ¿Quién te cae bien a ti? ─ y a la parejita conformada por Jake y Cristal. Me caen bastante bien, son el tipo de persona que no se angustia porque mande a la mierda a la vendedora, tampoco les molesta hacer una que otra locura. Descubrí que Jake en realidad no hace ningún deporte, solo es fanático de vestir ropa deportiva y equipos de entrenamiento de fútbol, aunque jamás en la vida metió un gol.

Y sí, tuve que contarle a mi psicólogo sobre la existencia de Codi, teniendo que aceptar que algo me pasa con él, tal vez no sea nada importante, pero es un sentimiento, que sigo tratando de negar. Jamás en la vida aceptaré que él puede llegar a gustarme. Tal vez solo siento gratitud.

No se equivoquen, Codi me puede atraer físicamente, pero eso no significa nada más. Solo me gusta su exterior, solo eso, no terminaremos en la cama ni nada por el estilo, y mucho menos me voy a enamorar de él. Sin embargo, me invitó al cine, ¡como amigos! Y voy a ir. Le debo una y está es su manera de cobrarme. En estos momentos, me estoy arreglando para ir –para él─, cállate cerebro, o te doy unos madrazos.

Ya saben, no me gusta arreglarme demasiado. Maquillaje, obvio que sí llevo. Me termino de aplicar la sombra para ahumar mis parpados, para ir a buscar la ropa en mi armario. Te resumo mi look, una calza negra, que se ajusta bien en las nalgas, una camiseta de tela viscosa con un estampado de Tarantino, mis botas bucaneras y una chaqueta por si hace frio, no quiero que Codi se haga el caballero y me dé su chamarra, ni de coña, vamos como amigos, nada de hacerse el romántico.

Codi.

¡Y aquí estoy de nuevo!

Sé que me adoran.

Hice algo realmente bueno. ¡Invité a salir a Ada! Como amigos (inserto revoleo de ojos), no quería ni mierda como amigos, pero voy a usar todas mis tácticas de conquista para que esta salida "de amigos", sea una cita con todas las letras.

Primer paso. Invitarla a salir. Listo.

Segundo paso. Ir al cine. En proceso.

Tercer paso. Hacerla ver una película de miedo, se asusta y se pega a mí.

Cuarto paso. El beso.

Ven que fácil es. Siempre me funciona. Nada va a salir mal.

Termino de echarme perfume en el cuello, y me lave los dientes tres veces, no quiero que note si sudo por los nervios, o si me huele a mierda la boca cuando intente besarla.

Hace bastante calor, espero que Ada se ponga un short bien cortito, tal vez un crop top, pero pensándolo bien, es posible se suicide antes de ponerse algo así, su armario es muy similar al mío. Me importa muy poco su ropa, pero tiene un cuerpo muy atractivo, al cual no le saca provecho, ¿Cómo lo sé? Fácil, la noche en la que oficialmente la conocí, traía un vestido ajustado, no le ceñía demasiado, pero se apretaba bastante a su piel desnuda. Después de eso, la vi vestida con ropa dos tallas más grandes a la suya, en su mayoría oscura, y sí no anda así, parece que va por la vida en pijama.

Como vamos a salir "como amigos", no me pongo nada elaborado –traje o algo así─, opto por una manga corta y unos jeans. Simple. Tengo que ser sutil en hacer parecer esta salidita, en una cita. No solo se va a enojar si descubre que quiero hacer que sea una cita, sino que es probable que me tire del auto mientras está en movimiento.

─ ¿Quién apesta? –dice Will cuando paso a su lado.

─ ¿Crees que apesto? –pregunto afligido.

─ Como que te echaste todo el bote de perfume –dice Peter tapándose la nariz.

─ Se pueden ir bien a la mierda.

─ Codi, como mujer y amiga tuya, te sugiero que te cambies de remera. Apestas a perfume─ protesta Emma.

─ Tu opinión no cuenta, Emma. A ti no te gustan los chabones─ le contesto.

─ Con más razón deberías escucharme. –dice ella, posando sus manos en mis hombros─ Últimamente he salido mucho con tu niña, y sí, me gustan las chicas, conclusión, se lo que les gusta, pedazo de imbécil.

Luego de eso, me volví a duchar para sacar los litros de perfume que traía encima. Al final Emma eligió mi ropa, un oufit no muy diferente al anterior, solo que ahora mi remera es blanca, no amarilla chillón. ¿Quién va como semáforo a una cita? Pues yo, y no es una cita. Ya quisiera que fuese una cita.

[...]

Mi Princesa va vestida muy sexi. Todo el trayecto hasta la sala de cine, no he podido evitar mirarle el culo. ¡Por fin se pone algo de su talla!

Elegí una película que, a juzgar por su tráiler, es muy sangrienta y tiene al menos cinco demonios aterradores. Ella no protestó, sigue creyendo que me debe algo por ir corriendo tras de ella aquella noche. Si supiera –o entendiera─ que estoy dispuesto a correr tras de ella todas las noches de mi vida, no pensaría que me debe nada.

Al momento en que me distraje por mirar su culo enfundado en tela negra, Ada se compró un par de bebidas, unos nachos para ella, y pochoclos azucarados para mí. Tuve que pedirle que le agreguen sal encima, ya saben, para equilibrar el sabor. Deberían ver la cara de asco que puso "mi amiga" al ver que echaba a mis pochoclos, tanto sal como azúcar.

Me siento a su lado en las butacas de la sala, frente a nosotros se despliega una gran pantalla blanca, aunque a mí ver, siempre fue amarillenta. Por una vez en la vida, odio los apoyabrazos de los asientos. Si dichos apoyabrazos no se interpusieran en mi camino sería más fácil abrazarla. ¡Malditos trozos de plástico! Me hago el de bostezar de manera exagerada, al mismo tiempo, trato de pasar mi brazo por encima de sus hombros.

─ Si lo haces, vas a quedar estampado en la pantalla blanca, y todos queremos ver la película─ dice Ada sin apartar los ojos de la tela amarillenta, mientras come sus nachos con queso.

─ Bueno─ digo rebuscándome en mi asiento como perrito herido.

Ya han pasado cuarenta y cinco minutos de película, y para que mentirles, no vi un culo de la cinta, todo por mirarla a ella y esperar alguna reacción suya. Pero nada, no se inmutó en ningún momento ni lo hace ahora, al contrario, sonríe amplio cuando destripan a alguien, o cuando aparece algún ente maligno ¿qué carajos pasa? Eso no es normal, tiene que asustarse ¿no? Un momento. Desvío la mirada al frente pensativo. Tengo que pensar que ocurre, jamás me pasó esto, siempre se asustan y me abrazan como locas, ¿por qué Ada se limita a disfrutar la película? ¡Pero que idiota! Por pensar en la dichosa salida, me olvidé que; ella lee a autores maestros en el terror y terror psicológico, su color favorito es el negro azabache, pelea a muerte con cualquiera que le responda mal, posee una navaja en su bolsillo, tiene de fondo de escritorio a Back Widow acuchillando a un tipo, ¡y está usando una remera de Tarantino! Yo burlándome de Will, diciendo que él piensa con el pito, y soy igual. Mil señales me dejaron, para que por lo menos asimilara que le gusta el género de terror o acción en su defecto, pero yo no juzgo a un libro por su portada, tal vez tiene una remera de Tarantino porque su crush literario es Jack Ross, tal vez solo lee terror y no lo ve, tal vez su fondo de pantalla es porque le gustan muchos los personajes de Los Vengadores, tal vez... soy más estúpido de lo que pensaba.

─ ¿Te aburriste, Molesto? –dice pinchándome el brazo con un dedo.

─ ¡Carajos! ¡Casi me matas! –le contesto al borde de la muerte.

─ Ni que fuera la loca que está destripando gente.

─ Pues te pareces bastante─ al decir esto me proporciona un golpe en el brazo─ ¡Auch! Lo siento, Princesa─ Otro chirlo me da─ ¿y ahora qué?

─ Me dijiste Demonio y luego Princesa, por eso.

─ Que va, eres ambas cosas.

El suelo alfombrado de la sala de cine, está lleno de mis pochoclos híbridos, ni cuenta me di que se habían caído, supongo que cuando mi "cita" me asustó accidentalmente se me calló el balde. Amaba esos pochoclos, y ahora están en la alfombra.

─ Tiraste mis pochoclos, que mala─ le digo haciendo puchero mientras miro mi balde vacío.

─ Te hice un gran favor. Eran un asco.

─ ¡Qué no! ¡Eran una delicia!

─ Ponerle sal y azúcar a algo no es una delicia, es querer arreglar un desastre.

─ ¿Tú qué sabes? Comes nachos en lugar de pochoclos, aquí entre nos, tú eres la rara.

─ ¿Empate? –me dice mostrando su mano para estrecharla. En sus labios una bonita sonrisa se dibuja.

─ Empate, ambos somos raritos─ digo estrechando su mano.

─ Bueno, ahora terminemos de ver la película, que ya me perdí de tres muertes.

Al terminar la película –que no vi en realidad─, nos dirigimos al área de comida del centro comercial. Quién sabrá por qué todos los cines de este país están pegados a los centros comerciales, o dentro de ellos.

Ada rechaza mi idea de comer algo, según ella, está demasiado llena y tantas escenas de destripamiento le revolvieron el estómago. Por otra parte, yo puedo ver tranquilamente escenas de The Walking Dead donde los protas destripan a un caminante para cubrirse con las vísceras, y comer hamburguesas al mismo tiempo sin ningún problema. Pero bueno.

Mientras pienso boludeces, ella toma de mi brazo con puro entusiasmo, comenzando a tirar de mí. Sus ojos posen un brillo magnético que me hacen sonreír como un idiota. Ada es pequeña, pero posee bastante fuerza, la suficiente como para arrastrarme por todo el lugar sin esfuerzo alguno. Nos detenemos frente a un lugar lleno de niños, luces de colores, música de carnaval, y gritos descomunales por la diversión. Conozco bien este lugar, aunque no recuerdo como se llama. Venía de pequeño con mi mamá, subíamos a todos los juegos, ganábamos tickets en los juegos para derribar cosas, de vez en cuando juntaba suficientes tickets para canjearlos por algo, elegía un pequeño dinosaurio de goma con un corazón entre sus pequeñas garras, y se lo regalaba a mamá. Cabe destacar, que ella los ponía en una repisa de la sala, y aún permanecen en ese lugar.

El corazón se me hace un nudo al recordar eso. Quién sabe cuánto tiempo tendré con ella. En este último tiempo, la he visto poco y nada, siempre saca el tema de querer poner sus cosas a mi nombre, y como imbécil que soy, me niego para luego marcharme. Reteniendo las lágrimas, veo como Ada sacude una tarjeta delante de mis ojos. En ella se ve un color azul marino y un diminuto unicornio.

─ ¿Jugamos, Molesto? –dice ella, sonriendo con dulzura y perversidad.

Una sonrisa amplia se dibuja en mis labios, travieso, tomo de su mano y nos adentramos al pequeño salón lleno de máquinas y juegos. No me esperaba este giro, tenía planeado ver una película, besarla, comer algo, besarla otra vez, y cada uno a su casita. Pero claro, Ada Cooper tiene mejoras cosas para sorprenderme y dar en el clavo conmigo. Adoro demasiado a mi Princesa Cruel, adoro como me conoce sin saberlo, pues tenemos muchas cosas en común que me digno a ocultar porque soy mezquino. Es inútil que ella se entere del gran parecido entre ambos y como me deslumbra con su manera de ser, pues estoy llegando al punto de creer que solo yo me estoy enamorando, y enamorarse solo es una sentencia de muerte para el corazón.

Como no ─*inserto revoleo de ojos*─ el primer juego que elige es un simulador apocalíptico, donde con pistolas láser, tienes que apuntar en la pantalla y matar monstruos. ¡Qué puntería! Mientras ella apunta y no erra, yo apunto y me matan. Que desgracia de la vida, la chica que me gusta me gana en un jueguito con pistolas. Mierda, que suerte Codi.

Así estuvimos por al menos una hora jugando a jueguitos riendo a lo loco, de vez en cuando me hacía el despistado y "accidentalmente" rosaba mis manos con las suyas, me pegaba a ella, o le corría algún mechón rebelde del rostro. Todo bien, mucho más que bien, perfecto. Decidimos canjear los tickets, la deje elegir a ella, claro está, para mi sorpresa, escogió un pequeño dinosaurio rosa de goma con un corazón entre sus pequeñas garras, y... me lo regaló. Ustedes saben que no me gusta mentirles, pero si les cuento las ganas que me agarraron de abrazarla por la cintura y llorar contra su pelo, es probable que me tomen como un extremo sensible, y yo no lloro en público, por lo que vamos a omitir esa parte.

[...]

Al mirar el techo de mi habitación, las melodiosas notas y letras resuenan en los auriculares inundando mis sentidos, no puedo sacarla de mi cabeza, con el pequeño dinosaurio entre mis manos, me doy cuenta que he firmado sentencia de muerte; Me he enamorado solo.

Yo, que me ligaba a una chica diferente todas las semanas, yo, que me gustaba sentirme a gusto en mi cama vacía, yo, que no quería volver a enamorarme y darle el poder a alguien de romperme en mil pedazos, yo, que deseaba romper el ego de Ada, yo, que quería molestar a esta enana caprichosa solo por diversión, yo, que no quería pensar en ella. Y aquí estoy, odiándome por querer a una chica capaz de destruir todo a su paso, incluyéndome a mí.

¿Por qué te cruzaste en mi vida, Ada Cooper?

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