Capítulo 12

Capítulo 12:

Codi.

~Dos meses antes, 2/2 ~

[...]

Quería volver a la casa/fraternidad improvisada, pero la pareja de tortolos no me dejó. Tuve que soportar, durante diez minutos de camino al cine, a Will diciendo que habían roto mi ego por primera vez en la historia. Pero no era cierto, bueno no del todo. Si bien me puso de la mierda saber que me plantaban por una fiesta, la realidad es que no conozco a la chica y, en primer lugar, yo no quería ir. Así, que me chupa un huevo. Pero, ahora que estamos en el cine, estos dos me dejarán en paz ¿verdad?

Hablé demasiado pronto. Mátenme. Alguien que saque una pistola y me dispare.

¿Saben lo odioso que es ser el tercero en discordia? Por lo menos vemos una película de terror, por cierto, es una excelente estrategia para llevar a una chica al cine, siempre funciona y termina acurrucándose sobre ti. Me gusta la peli y tal, pero en estos momentos, estoy suplicando que el demonio atraviese la pantalla gigante, me mire fijo, y decida matarme de la forma más cruel que exista. ¿Exagero? Em, no. A los cinco minutos de empezar la película, Sofía se pegó a Will, y ha permanecido así hasta ahora, ¡y falta media hora de filme! Eso no es lo peor. Durante todo este tiempo han estado hablando por lo bajo soltando risitas de vez en cuando.

Will me había pedido que observara la conducta de su novia, ¡pero si ella se lo está comiendo! Hasta el demonio de la película mira con asco. No se besan mucho, por lo menos no en público, pero vamos, todo este "toqueteo accidental" que empezó hace maso menos una hora, tiene que provocar algún efecto, por algo se inventó la estrategia "peli de terror". Los codazos que me pegan por succionarse el alma mutuamente, de seguro me van a dejar marca.

Y yo aquí, comiendo pochoclos salados mezclados con dulces –para equilibrar el sabor─, tomando gaseosa como si no hubiera un mañana, mirando de manera suplicante al demonio del filme, como si este pudiera ayudarme. Odio ser el amigo que sobra.

¡Por fin! Al terminar la película, nos vamos al patio de comida chatarra, ubicado de manera estratégica, junto al cine. Mis amigos salen tomados de la mano, al mismo tiempo, yo salgo corriendo hacia el puesto de McDonald.

─ Hola, Preciosa─ le sonrío a la chica de predominante busto.

─ Buenas noches, Señor ¿Qué va a ordenar? – dice coqueta a través de la caja registradora.

─ Dame dos hamburguesas dobles con queso...y tu número de teléfono. Por favor.

Will apoya una mano sobre mi hombro ─ Agrégale una ensalada y un sándwich de pollo.

─ ¿Quién come esa mierda teniendo hamburguesas? ─ frunzo el ceño.

─ Cállate.

─ Sin ofender amigo, pero tu novia no parece el tipo de chica que come ensaladas. ─él rueda los ojos, me limito a seguir molestándolo─ Creo que come lechuga solo porque en algún momento le dijiste gorda. Me sorprende que no te allá matado. Yo te hubiese matado si no me dejas comer hamburguesas.

Me ignora pagando la comida. La chica nos indica que esperemos el pedido, nos entrega un ticket y junto a eso un papelito con un número telefónico, acompañado con el nombre de María. Ella me mira, se sonroja y me giña un ojo. Codi Elsher conquistando mujeres de forma exprés, desde el año 2000.

─ ¿No sabes comer como una persona normal?

─ No, Will. Solo sé comer como un puerco marciano─ digo con la boca llena de comida─ ustedes no me dejaron volver a mi casita, ahora se aguantan mi persona.

─ Definitivamente, te llevarías de maravilla con Ada─ suelta Sofía con cara de asco.

─ ¿Quién culo?

─ Mi compañera de habitación, Codi.

─ Ah... Ya la odio, ¿sabes? ¡Me dejo plantado!

Si escuchan un ruido, tranquilos, que es mi ego rompiéndose en pedazos.

¡Qué porquería de noche!

Tomo los bordes de mi camiseta, tirando hacia arriba para sacármela. Una vez que la arrojo lejos, me tumbo sobre mi cama doble. Esperen, algo me falta. Mi libro de Maze Runner. Lo compré hace dos días, bueno, me compré toda la saga, los seis libros ¿felices? Soy comprador compulsivo, ahora lo saben.

Al pasar las hojas, me empiezan a pesar los ojos. Miro la hora, estas de broma, son las tres de la mañana ¿Cómo es posible? ¿en qué segundo pasaron cuatro horas? Thomas despertaba en el laberinto, mientras yo trataba de descifrar que culo es Cruel, se me ocurrió mirar la hora, Thomas se encontró con la chica de ojos azules y sus recuerdos de agua, ahora son las tres de la mañana y Thomas ya mató a su primer Penitente, uf qué difícil es ser lector. Por lo menos, tengo ideas sobre lo que es Cruel.

[...]

─ ¿Qué hay de desayunar? – pregunto frotándome los ojos y quitando lagañas.

─ Café. ─ suspira Jake mirando su taza.

─ ¿Y para entrarle, junto con el café?

─ Nada. Aquí nadie compra un pingo. Sí tenemos hambre, pedimos por delivery o llamamos al restaurante de tu madre. –rueda los ojos─ ¿Es que hay que explicarte lo mismo todas las mañanas?

Pongo una mueca indescifrable. Tengo hambre.

─ Ponte algo decente y llama a los demás. –le digo apagando la cocina, puesto que el agua está hirviendo.

─ ¿Por?

─ Dijiste que nadie compra un carajo... Bueno, nos vamos de compras─ le sonrío a Jake.

Minutos más tarde, aparcamos en frente del súper. Siendo sincero, no creo que esto salga bien. Nunca vamos a comprar nada, por lo general, quien trae la comida a casa es Emma –a la cual mandamos al súper con una lista─ o la chica que trabaja en la casa de los padres de Will. Pero hay hambre, y no podemos seguir desayunando café con pizas, nos vamos a morir de un ataque de hígado en cualquier momento.

Imaginen esta escena, cinco chicos veinteañeros, comprando en un gran supermercado, una escena normal ¿no? Es lo que hacen las personas, comprar comida. ¿Qué puede salir mal? –esta es la parte donde realizan un listado con hipótesis sobre los desastres que podrían llegar a pasar─

─ ¡Adrián, suelta el carrito! ─ lo empujo queriendo adueñarme de dicho carro de compras.

─ ¡No! ¡Yo lo agarre primero, idiota! ─ me lanza un codazo.

─ Fue mi idea venir a comprar─ le empujo con el culo.

─ Pero yo quiero llevar el carro.

─ No quiero que corramos el riesgo de contagio.

─ ¿Qué? ¿De qué hablas? –responde confundido, igual, no deja de empujarme.

─ Seguro te hiciste una paja mañanera, y no creo que te lavaste las manos antes de venir. ¡No vas a tocar la comida con tus manos!

─ Pendejo. ¿Qué te hace creer que hice eso?

─ ¿Crees que nunca entré a tu habitación? Tienes a todo PornoHub en tus paredes ─ le digo dándole un codazo.

Dicho esto, me empujo tan fuerte que mi culo está pegado al pavimento, y mi cara es la de un asesino. ¿Todo esto por un carrito? Sí, todo por ese puto carrito.

─ Chicos, parecen tener cinco años. Al menos hablen bajo, la gente nos mira─ habla la voz de la razón, Jake.

Recorremos los pasillos repletos de comida. No sabemos que vamos a comprar, por lo que fuimos metiendo lo que se nos antojaba en el carrito, que, por desgracia, lleva Adrián. Morocho del orto. Pero, me he metido dentro del carro, acostándome de manera triunfal en él. Si no me dejas llevar el puto carro, pues me llevas a mí.

Al pasar cerca de las góndolas, una señora nos mira raro, bueno todo el súper nos mira raro. Will, Adrián y yo, nos tomamos selfis con los productos raros que encontramos, además grabamos un video sobre mi paseo real en carro de súper mercado. Peter y Jake quieren matarnos, así de simple.

Bien. Dentro del carro tenemos hasta ahora; (adjunto lista improvisada del súper)

· Tres litros de leche.

· Galletas.

· Cereales de aritos de colores –ya vieron que tenemos cinco años mentales.

· Fideos, varios fideos. –no sabemos cocinar mucho.

· Un cartón de huevos.

· Pollo.

· Cervezas -como una docena.

· Salchichas pre-cosidas.

─ ¿Podemos comprar chocolate? –pregunta con voz tímida, Peter.

─ Eso no se pregunta─ dice Will metiendo unas cuantas barras de chocolate al carro.

Voy corriendo como nene pequeño, aprovechando la situación, y tomo una caja pequeña, haciendo puchero, le digo a mi amigo ─ ¿Podemos comprar condones?

─ Sabes que eso fácilmente lo puedes comprar en la farmacia ¿no? ─ enarca una ceja.

─ Puf, que aburrido.

Al llegar a la caja registradora, la chica nos sonríe curiosa de saber que han comprado un par de idiotas. ¿En qué momento metimos tantas cagadas al carrito? ¿Por qué necesitamos papas fritas con sabor a cebolla? Bueno, igual Will paga. Él se ofreció en el auto, nadie le dijo que no. No piensen que nos aprovechamos de pobre Will, al contrario, pensábamos hacer la vaquita entre todos y pagar, pero a él no hay que decirle que no.

[...]

¡Dios! ¿Por qué sigo pensando en la cita fallida de anoche? En especial ¿Por qué sigo pensando en esa chica? Ni que fuera perfecta.

¿Quería ir anoche? Em nop.

¿Me la pase bien? Sí y no.

¿Obtuve algo? Sí, el número de una chica, una peli de terror, y la panza llena.

¿Rompieron mi ego? Sí, y mucho.

Pendeja de mierda. ¿Cómo se atreve a entrar en mi cabeza y no salir? Sí yo no la dejé entrar. Carajo, ni se quién es. Sin embargo, no deja de cruzarse por mis pensamientos. Es absurdo, solo vi una foto de ella, revisé sus libros y vi su desordenada cama, no me puede gustar. Y como tengo mucho amor propio, si la veo en persona, haré que sienta lo mismo que siento yo. No podrá sacarme de su cabeza.

~Actualidad~

Cría molesta. Me tiró engrudo en la cabeza, ah, pero horas más tarde, golpeaba mi puerta como loca para que la perdone, e indirectamente me pidió dormir conmigo. No me quejo, estuvo perfecto, dormir con ella toda la noche acurrucados, sintiendo su dulce olor, frotando mi cabeza en su cuello. Podría acostumbrarme a eso. Un solo problema, mantener en calma a mi amiguito de abajo. Quería pegarme lo más posible a ella, pero si lo hacía, es más que obvio que notaría mi pequeño asunto, y me mandaría a rodar por las escaleras.

Un poquito me lo tenía merecido, (hablo del engrudo) de idiota borracho, les dije accidentalmente a mi grupo de amigos, que esa chica chiflada acabaría en mi cama. Se supone que Ada no se enteraría de eso, pero bueno. Todo se resume a una persona, Emma. Estoy más que seguro que ella le contó el royo, porque es mucha coincidencia que estuvieron juntas como media hora y posterior a eso, yo terminase como estudiante recibido, lleno de masa acuosa en la cabeza. También de flipado caliente, la reté a que se besaran, pero no me arrepiento, fue la escena más excitante de mi vida. Hasta podía imaginarla encima de mí, con sus brazos enrollados en mi cuello, tirando de mí para que nuestros cuerpos se junten en sintonía perpetua.

¿A quién le miento? Estoy hasta la madre por ella. Me gusta demasiado, y solo la conozco hace un mes.

Bajo por las escaleras. Me pasé todo el día encerrado en mi cuarto. Al despertar, Ada se había marchado, dejando mi cama vacía. Pero, son como las ocho de la noche, y ya me pica el bagre.

Emma está sentada en el sofá junto a Cristal, la noviecita de Jake. Desplomo mi cuerpo en el sillón individual del lado izquierdo. Como da pereza vivir.

─ ¿Quién está cocinando? ─pregunto al sentir un delicioso aroma proveniente de la cocina.

─ Peter─ me responde Emma─, dice que va a hacer sus famosos fideos con tuco.

─ ¡¿Peter está haciendo fideos con tuco?!

─ ¿Eres sordo o estúpido?

Me levanto, ignorando lo que dice mi amiga tortilla. Adentrándome en la cocina, percibo el exquisito olor a salsa. Con urgencia, busco pan. Si algo me ha enseñado mi abuela, es que, si hay salsa en proceso de preparación, tienes por obligación, mojar pan en ella. Mañero como siempre, aprovecho el momento en el que Peter se da la vuelta para desempañar sus lentes con una servilleta, para meter media tarja de pan en la salsa. Peter se da la vuelta, mirándome con ceño fruncido, me hecha de la cocina.

Por lo menos tengo mi pancito con salsa.

(Sonido de un portazo)

Will suspira pesado, deja las llaves del auto en la mesita de entrada, se pasa una mano por el pelo y se deja caer en un sofá.

Él volvía del loquero –centro de rehabilitación─ eso ya lo sabía. La tierna Sofía al parecer es suicida. Otra bandera roja amigo.

─ Que cara─ le digo con ironía, mientras termino de tragar.

─ Sofía se peleó con Ada.

─ ¿Qué? No sabía que permitan luchas de artes marciales mixtas en los loqueros─ bromeo. Las chicas se ríen por lo bajo, mientras cuchichean.

─ No fue ese tipo de pelea─ suspira ─ Sofí le dijo a su amiga que era una inútil, que estropeaba todo y no sé qué más... Ya sabes cómo es esa niña, Sofí tenía razón en decirle sus verdades, es una molestia, no va a madurar nunca─ dice negando con la cabeza─ En fin. Mi novia me comentó que es muy posible que ella explote o algo así, no se toma muy bien las cosas. No entiendo porque, bueno, sé por qué. Pero no la justifica.

─ ¿Por qué reacciona así? ─ digo curioso.

─ Te diré, solo porque esa loca te gusta.

─ Ella no me gusta─ frunzo el ceño.

─ Sí, claro...─revolea los ojos─ Su padre le dice esas cosas todo el tiempo, ósea, lo que Sofí le dijo hace rato. Según ella, reacciona mal cada vez que alguien cercano le dice esas cosas... Una pendejada. Igual, nadie conoce demasiado de Ada.

─ ¿Estas mamado? ¡Eso no es una pendejada! ¡Denigrar a alguien no es una pendejada!

Furioso, tomo las llaves de mi auto y salgo por la puerta del frente. ¿Cómo puede pensar eso Will? Entiendo que este del lado de su novia tierna y traumada, pero no es normal que un padre le insulte a su hija adolescente.

Se dice que, si le dices cosas hirientes a un niño, este termina creyéndolas, sean o no ciertas. No le puedes repetir cosas estúpidas a una persona que te quiere, eso es ser psicópata. Mi princesa demoniaca, debe estar pasándosela horrible, y de seguro, sola.

Conduzco hacia el internado. Ada reacciona mal al noventa por ciento de las situaciones habituales, supongo que debe ser un torbellino por algo personal. Además, ─no es por defenderla─ poniéndome en su lugar, también estaría cabreado. Si Will me dijera que mi existencia arruina la suya, es probable que le meta unos cuantos quesos. Y me chupa un huevo eso de una verdad que duela a una mentira que guste, porque en realidad no hay ninguna verdad, como mejores amigos siempre debes saber que piensa el otro sobre ti, no está bien que le sueltes, así como si nada, que no lo aguantas, entonces ¿para qué son amigos?

Subo las escaleras como un loco, pasando por los pasillos, para llegar a la puerta blanca que introduce a la habitación de Ada. Se escuchan unos gritos con facilidad. Es sorprendente que nadie trate de saber porque grita como una condenada.

Abro la puerta –que está sin llave─ para encontrarme con un escenario despedazador. Así que esto era "explotar". Una chica toda desesperada, con lágrimas cayéndole por las mejillas, lanza con furia toda su ropa al piso. Luego de echar un rápido vistazo, veo desparramados por toda la habitación, los almohadones que por lo general decoran su cama.

Tengo un momentáneo shock visual. Apoyado en la puerta veo la mismísima imagen de la desesperación. Como quisiera entenderla, saber porque es así, porque cree que el mundo la odia, porque vive a la defensiva queriendo hacer justica por todo.

Salgo del shock al sentir un fuerte golpe. Una carpeta está desparramada por todo el suelo, dejando sus hojas a la intemperie. Tengo que detenerla, en cualquier momento va a lanzar algo de vidrio y se va a lastimar. Corro posicionándome detrás de ella, la sujeto por la espalda, rodeándole sus brazos con los míos. Llora como si se limpiara de adentro hacia afuera.

─ ¡Basta! –le grito─ ¡Eh dicho, basta!

Al parecer no me escucha, está en un momento irracional. Vuelvo a hablarle, esta vez más tranquilo.

─ Basta. Por favor, Ada. Tienes que tranquilizarte. Vas a hacerte daño─ susurro pegando mis labios a su oído.

Relajo un poco el agarre, convirtiendo mi posición de defensa, en un abrazo.

─ Todos me odian─ dice sollozando.

─ ¡Eso no es cierto! ─ ¿De verdad le han hecho creer que todos la odian?

─ ¡Que sí! – empieza a llorar de nuevo─ Mi padre me odia. Con mi mamá no me hablo, porque me considera una fracasada. Mi hermana me evita. Tengo solo dos amigos, y uno de ellos me acaba de decir que estropeo todo en esta puta vida... ¡Me estoy quedando sin personas alrededor!

─ ¡Que no!

─ ¿Por qué culo sigues en negación? ¿No lo ves? ¡Me estoy quedando sola! – grita tratando de escapar, pero no lo logra.

Ni en pedo dejo que se suelte, aprendí lo loca que puede llegar a ponerse, si la suelto va a destruir toda la habitación.

─ Me tienes a mí. Y yo no voy a ir a ningún lado, Princesa.

Sorprendida, se gira entre mis brazos, clava sus ojos en los míos. Sus pupilas están un poco dilatadas y una capa vidriosa le cubre el color oscuro de su iris. Tiene los labios rojos e hinchados. Con cuidado, suelto el agarre de uno de mis brazos, pasándole el pulgar por la mejilla. Limpio sus lágrimas con mis dedos, ella sigue en shock, creo que no se esperaba que quién apareciera en su cuarto, para frenar su ataque de ira, fuera yo.

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