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El pelinegro observaba de cerca.

Aquel tipo misterioso de cabello azabache salía de su casa en un automóvil.

-Ya se va...-Susurro con una media sonrisa.

-Nile... ¿Qué mierda haces?-La rubia se maquilló los labios-¿Sabes? Quisiera que me llevarás a un restaurante o a un motel de lujo, no a este lugar... No me agrada para nada-Cruzó sus brazos.

-Hitch solo quiero ver en esa puta casa... Aquel chico desaparecido debe estar en esa casa, vivo o muerto... O alguna pista de su paradero...-La miró-Esa familia están ofreciendo una jugosa recompensa para alguien que les dé el paradero de ese niño... Quiero ese dinero y obviamente llevarme el crédito del descubrimiento-

-¿Y si no está ahí?-Fruncio el ceño-¿Y si ese tipo que da miedo no lo tiene?¿Qué vas a hacer?-

-Pues haré pruebas falsas, con tal de que ese tipo quede en la cárcel... No me agrada-

-No siquiera lo conoces, idiota-

-Ya cállate... ¿Vienes o te quedas ahí?-Abrió la puerta.

-Voy contigo, amor...-Sonrió-Solo si dejas a tu mujer y compartes ese dinero conmigo-

-Como quieras, ya sale de ahí, tonta...-Cerró la puerta y comenzó a caminar.

La rubia lo seguía.

Rodearon la casa, vieron la ventana del sótano.

El pelinegro la golpeó con una patada, rompiéndola al instante.

La abrió y entró, ayudo a Hitch a bajar.

Se guiaban con las linternas de sus celulares y subieron las escaleras para llegar a la sala principal.

Todo parecía normal, pero el pelinegro no se iba a quedar con los brazos cruzados.

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