Capítulo 3
Esa noche de lunes tuve el propósito de que fuera distinta, desde que llegó. Salí a recibirle nada más entrar y cerrar la puerta, le abracé y besé sus labios, como cuando bailamos el vals. Se alegró y yo también, aunque estaba sorprendido:
- ¿A qué viene esto?
-Porque te echaba de menos.
-Eres y estás encantadora.
-Gracias, Seve.
-Por favor, no me llames así, María José.
Me congeló la sangre, pero no quise darme por vencida. Contraatacaría tras la cena, sentados en el sofá, tomando té con canela. Mamá me contó esa mañana que la canela excita.
Me arrimé apoyando mi brazo en su hombro, acerqué mis labios a los suyos, mirándole a los ojos. No percibí ninguna oposición, me animé a besarle y acariciarle. El se dejaba hacer, sin corresponder. Me sentí como una fulana, mas no quise rendirme. Comentó:
-Me gusta este té, sabe distinto.
-Tiene canela.
-Puedes seguir haciéndolo así.
No me desconcertó, seguí con mis arrumacos hasta que el deseo me avisara. Pregunté:
-Cariño, ¿vamos a la cama?
-Será un placer.
Eso me animó y fuimos sonriendo y cogidos de la mano. Me desnudé sin pudor y me puse el mismo camisón. Él se quedó en calzoncillos. Teníamos frío y me sirvió como excusa para arrimarme, volví a demostrar mi deseo.
Sin embargo todo fue inútil. Tampoco perdí mi virginidad. Ni el martes, ni el miércoles. Mamá volvía cada mañana y estaba enterada de todo con pelos y señales.
-Hija mía. Ten resignación y castidad. Dios no quiere que tengáis hijos.
-Sí, mamá.
El jueves, estando mamá conmigo, sonó el teléfono:
-Dígame.
- ¿Pepita? Soy Fernando.
-Se ha confundido de número.
-Entiendo, no estás sola. Llamaré más tarde.
-Adiós.
Colgué y mamá preguntó:
- ¿A quién llamaba?
-A una tal María, dudo que seas tú, era un hombre.
-Tal vez sea un amante.
Respondió riendo, nunca he sabido si lo dijo en broma o en serio, no volvimos a hablar de esa llamada.
Fernando volvió a llamar a las 11, mamá ya se había ido.
-Dígame.
-Hola, Pepita. Sé todo de ti y mi hermano. Lo contó a mi madre por teléfono y lo escuché desde otro.
- ¿Para qué llamas?
-Para hacerte feliz, mi hermano no te merece.
-Olvídame, soy una mujer casada y devota.
-Eres una mujer que sufre y que merece a alguien mejor.
-Voy a colgar.
-Hazlo y perderás tu ocasión de ser feliz. Mañana estaré toda la mañana en la estación de autobuses de Cádiz, esperándote.
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