A Daniel (mi madre)

Nos cuidaste práctimente sola,

siempre sonreías

mientras las lágrimas

por tu mejillas caían.

Nos decías que debíamos ser fuertes

que la vida es difícil,

sin embargo nunca supimos cuanto

hasta que te perdiste.

A veces aún te visito,

pero es duro 

muy duro

porque me doy cuenta 

de que tenemos algo en común

nuestros ojos ya no irradian vida,

están muertos

incluso más que nuestros sentimientos.

Jamás superaste 

que nos abandonara

y nunca entendí por qué,

aún ahora no lo comprendo.

Cuando te hundiste me decepcionaste

pero ahora te miro

y veo que tenías razón 

cuando nos hablabas de la vida.

Es muy dura mamá

muy dura

te 

echo 

de 

menos.

Siempre serás la más fuerte.

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