El Fin
Han pasado dos años desde aquel terrible suceso.
—Jimin, me rindo, no puedo más.
Ya te dije que si no recuperas tu virtud de alfa, no me importa. Aún así, tenemos una vida sexual bastante activa, nuestros hijos te aman, mi amor. Mira, Jungkook jamás tendrá hijos, pero disfruta de los nuestros. No siempre se puede tener todo lo que se quiere.
—Jimin, no es fácil, los alfas estamos diseñados para complacer a los omegas.
Me complaces cuando me besas, me cuidas y me llenas de mimos.
—Suspiré pesadamente— Mira, Jungkook vino a ver a los niños.
Sí, todos los días viene sin falta.
"Lo siento, Jimin, pero sé que tú, por decisión propia, jamás me dejarías y no quiero tu lástima".
—Hola, cara de gato, vine a ver a estos pequeñitos.
Mi casa ahora parece ser la tuya.
—Golpe de guante blanco, Min.
Es broma, sabes que siempre eres bienvenido a nuestro hogar.
—¿Qué tienes? Luces muy mal hoy.
—¿Qué crees? Lo mismo de hace dos años.
—Quédate quieto, hombre. Jimin te ama y te acepta así.
—Tú sabes que Jimin tiene un muy buen corazón.
—Deja de pensarlo.
Iré de compras por unas cosas que me faltan para la barbacoa. ¿Cuidan a los niños?
—Sí, claro. Yoongi y yo podemos encargarnos de los niños. Vengan, pequeños, vayamos a jugar con el balón. —Saliendo con ellos al patio—
—Amor.
No me pidas mandarinas, yo no te mandé a comerte todas ayer.
Jalé a Jimin hacia mí y lo abracé con todas mis fuerzas y le di un beso. —Perdóname por todo el daño que te hice en el pasado.
—Amor, ¿a qué viene eso? Ya te dije que todo está olvidado.
—Solo quería recordarte que te amo y mucho.
—Todo por unas mandarinas.
—Tú sí que me conoces.
Ahora me voy antes de que esos dos vengan detrás de mí.
—Está bien, amor. —Luego de ver a Jimin irse, vi a Jungkook jugar con los niños, tomé las llaves de mi auto y empecé a conducir.
Fui a la cocina y vi que Yoongi y Jimin no estaban. ¿Se fueron los dos sin decirme? ¡Qué raro! —Llamando a Jimin.
—Dime, Kook. ¿Por qué se fueron los dos y no me avisaron?
—¿De qué hablas? Yoongi se quedó en casa.
—No, aquí no está.
Inmediatamente sentí un nudo en mi garganta y una presión en mi pecho. Colgué la llamada con Kook y empecé a llamar a Yoongi con insistencia.
"Perdóname, Jimin, pero tú mereces más y quiero que seas feliz", dije respondiendo la llamada.
"No, Yoongi, ¿qué estás haciendo? Amor, hablemos, por favor".
Horas después, en el noticiero:
Se acaba de confirmar que el CEO Min perdió la vida en un trágico accidente automovilístico. Según informes, él conducía a una velocidad impactante de 200 km/h cuando perdió el control del vehículo. El choque fue tan violento que el auto voló unos 30 metros y se estrelló contra una cabina de peaje en el kilómetro 47 del Acceso Oeste.
—No, no, ¡no es mi esposo, no! Por favor, dime que no es él.
Lo siento, Jimin.
Quédate con los niños, por favor. Salí corriendo y ya era de noche. El cielo, como si supiera de mi dolor, mandaba aquella lluvia torrencial que mojaba mis negros cabellos, permitiéndome gritar al viento para sacar todo mi dolor.
El fin...
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