9
Craig se apoyó en la pared junto a la puerta de la clase de Addy y se deslizó hasta caer sentado.
Quedaban aun veinte minutos de clase y él había escapado de la suya con la excusa de ir al baño. Estaba a salvo siempre y cuando no lo descubriera el director. Quería acordar con Addy la hora y el lugar donde se encontrarían el sábado, el día de su cita.
Soltó un largo suspiro y sacó su videoconsola portátil de su mochila para matar el tiempo que tardaría Addy en aparecer.
― ¡Bu! ―se sobresaltó al ver como unas manos le arrebataban la consola y llevó sus manos a su pecho para calmarse mientras buscaba al causante de aquel susto.
―¡Mierda, Adelaida! Casi se me sale el corazón de su lugar, no hagas eso jamás ―reprochó―Y devuélveme mi consola ―estiró la mano indicándole colocar ahí la videoconsola. Ella lo ignoró y se sentó a su lado.
―¿Cómo se juega esto?―preguntó.
Lanzó un gruñido y apoyó su cabeza en el hombro de Addy para ver mejor la pantalla.
―Con este botón vas hacia la derecha, con ese a la izquierda y con este saltas ―señaló cada pequeño botón. Addy empezó a presionar cualquier tecla sin ver hasta que apareció una frase gigantesca en la pantalla que decía "game over"― Perdiste.
Tomó la consola entre sus manos.
―¿Qué? ¿Por qué?
―No naciste para los videojuegos ―se encogió de hombros―¿Por qué no estás en clase?
―Fui al baño.
Ambos se quedaron en silencio mientras Craig presionaba botones y pasaba los niveles del videojuego con facilidad.
Addy oyó pasos y alertó a Craig, que se encontraba concentrado en el juego. Él levantó la cabeza y agudizó el oído. Luego escucharon la voz de la autoridad del colegio tararear una ridícula canción y se miraron entre ellos, alarmados.
Craig se puso de pie rápidamente y tomó la mano de Addy para arrastrarla con él.
Visualizó el baño de varones a unos metros de ellos y se dirigió ahí.
―¿Qué haces? ―susurró Addy― ¿El baño de niños? ¿Estás loco?
―¿Quieres una suspensión?
―No entraré ahí, Craig.
―Es la única opción que tenemos. No es tan asqueroso como parece.
―No, Craig.
Craig rodó los ojos. Colocó sus manos en la cintura de Addy y la elevó del piso. Los brazos debiluchos del pelirrojo apenas soportaban el peso de Addy.
― ¡Craig, no!
Cuando terminó de decir eso, el pelirrojo ya se encontraba intentando cerrar la puerta de un cubículo del baño con ambos dentro.
―¡Craig, abre esa maldita puerta!
―El director está fuera, silencio ―posó su mano sobre la boca de ella para silenciarla.
―Si alguien nos ve saliendo de aquí juntos, será mi fin.
Oyeron el sonido del grifo abrirse y ambos se callaron.
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