中毒 09: The Forgotten Shadow
Un golpe seco resonó en la habitación, seguido de los lloriqueos de Momo. Su nariz comenzó a sangrar debido al brutal golpe propinado por su padre. Solo tenía 13 años en aquel entonces, pero ya había experimentado el dolor y la violencia que el mundo podía ofrecer.
-Papá...- las palabras salían atropelladas de la boca de la japonesa menor, debido al presente nudo en su garganta.
El señor la miró con desprecio, y Momo sólo sentía aún más ganas de llorar, su personalidad estaba basada en como sus seres queridos la miraban. Y Momo no soportaba el odio en los ojos de su padre-Hirai Momo... Cállate, empeoras todo.
"Ya lo sé" Momo hablaba de manera muda, y sólo se puso a llorar antes de salir corriendo de esa oscura casa.
El llanto no secó incluso cuando ya estaba lejos de su casa.
Momo suspiró, sintiendo cómo su cuerpo se debilitaba. Recordaba claramente aquel momento, el miedo que se apoderaba de su ser, la sensación de impotencia y la rabia acumulada.
Ese día decidió fumar por primera vez, buscando refugio en el humo para calmar su ansiedad y escapar de la realidad abrumadora.
La imagen de su "amiga" Sana se proyectó en su mente. Ella había sido su apoyo en aquellos momentos oscuros, prometiéndole que siempre estaría a su lado. Pero ahora, Momo veía esa promesa como una gran mentira. La decepción y la traición se apoderaron de su corazón, recordando cómo Sana se había convertido en otra fuente de violencia en su vida.
El recuerdo de aquel día atormentaba a Momo. Los golpes, los gritos, las lágrimas y los reclamos se entrelazaban en una escena caótica. Momo había perdido el control y había golpeado a su padre, sin poder contener su ira y frustración. En ese momento, parecía ser la única salida, pero ahora, con claridad, Momo se llenaba de amargura al recordar las manos de aquel hombre cubiertas su sangre, y cómo después la sacó de su casa arrastrándola.
La japonesa lloraba y gritaba, herida por toda la sobrecarga emocional que no podía contener, alimentada por el abuso de sustancias que había consumido. Momo deseaba poder retroceder en el tiempo, detener aquel torbellino de violencia y evitar que ambos cayeran en esa espiral autodestructiva.
Con el corazón cargado de dolor y remordimiento, Momo decidió compartir esta historia con Nayeon, su terapeuta. No era un tema fácil de abordar, pero Momo estaba decidida a enfrentarlo de una vez por todas. Había llegado el momento de superar su oscuro pasado y encontrar lo que se llamaba paz.
Nayeon escuchaba atentamente, brindando su apoyo y comprensión en cada palabra. Era testigo del dolor profundo que Momo cargaba consigo, pero también de su valentía al enfrentar esos demonios internos. La terapia se convirtió en un refugio seguro donde Momo podía expresar su dolor, su ira y su anhelo de sanar.
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