1: Colmena de abejas
"Y así como el macho en la colonia de abejas es un simple bicho que muere luego de cumplir su función con la reina, así como los machos de algunos otras criaturas se redujeron a especímenes ridículos, nuestros machos también lo hicieron."
La joven pelinegra se escabullía hacia la cerrada biblioteca, objetivo: tomar un libro prestado. Había salido de clase, último año de universidad. La escuela y los estudios superiores se habían unido, haciendo más dinámico el proceso, terminando las alumnas entre los veinte y veintiún años, la mayoría.
Su amiga rubia la seguía. Debía conseguir el libro, pues pronto visitarían al reconocido Edén, ícono de la ciudad, y santuario de la fecundidad. Les habían dado aviso de que al finalizar la visita tomarían un examen. Claramente recordaba lo que la profesora les contó sobre el lugar, a pesar de haberse dormido un par de segundos, en sus oídos todavía resonaban las palabras.
"Sin embargo no todo fue malo. Nos fuimos dando cuenta, con la disminución de ellos, de que los problemas en la humanidad decrecieron también. El movimiento feminista se fortaleció y celebró. Crearon la planta Edén alternativo, en el que nos podíamos clonar a nosotras mismas para tener a un bebé. Cosa que antes no se podía, nosotras lo hicimos posible."
Su amiga Kariba le tomó la mano para caminar. Muchas chicas formaban pareja con otras, sobre todo las que tenían una mejor amiga, y a Teresa, la verdad le daba igual. Mientras que la mayoría se acompañaban desde su infancia, ella solo le había acompañado casi toda su adolescencia, y aunque aún no le había dicho si quería ser su novia, no le iba a decir que no si lo hacía.
Por el momento, tenía cosas más importantes en qué pensar, ya que estaba por terminar la preparación, quería formar parte de «M.P».
«No tuvimos tiempo de guardar un buen código genético de un hombre, de uno como de hace siglos. Así que hoy en día tenemos el Edén, ese lugar exclusivo en el que solo las mujeres de mucho dinero pueden acceder a esperma de unos pocos "másculos" que mantienen ahí. Esos hombres no son como solían ser. Son seres pequeños, atrofiados, y sin inteligencia, tan solo existen por instinto.
Si una mujer fecundada por ese esperma da a luz a un macho, caso que rara vez se da, debe entregarlo a la asociación obligatoriamente. Se le dará un bono de poder ser fecundada otra vez.»
Muchas estaban sorprendidas, habían escuchado algo sí, pero no toda la historia, la mayoría de mujeres preferían no hablarlo a sus hijas, no era un tema importante para ellas. Hacía siglos que nadie se interesaba por ese género perdido.
Escucharon un grito y se detuvieron alarmadas. Una mujer corría detrás de las guardianas de M.P, siglas de «Mujeres al poder». Una llevaba un pequeño bulto envuelto en una manta mientras otra detenía a la señora, dos drones del Edén la aprisionaron con brazaletes magnéticos, haciéndola retroceder y arrojándola al suelo. Quedó llorando y abrazando sus rodillas.
Eso pasaba si alguna intentaba ocultar a su bebé, si este era un «másculo», como dijo la maestra, debía ser entregado. Lo llevarían a la colonia del Edén, ahí lo mantendrían usando su esperma, hasta que su ciclo reproductivo acabara y muriera.
La pelinegra sintió lástima por aquella mujer pero no por el másculo, total, carecían de sentido y consciencia, al menos eso decían... Al menos así también le parecía.
Les habían mostrado una muy antigua imagen de un hombre, sin movimiento ni en efecto 3D. Era alguien como ellas, pero con cabello corto, pecho plano al parecer. Lucía como una mujer alta y rara, vaya que era feo. Estaba de pie junto a un lago, ya veían que no era gran cosa. Si solo se requería de su esperma para reproducirse, no era muy necesario que existieran, así que la pelinegra pensó que lo que les había pasado era lógico e inevitable.
Las jóvenes terminaron ocultas tras unos contenedores de la parte posterior de la facultad. Kariba sacó un imán y confundió a la cerradura especial, abriéndola enseguida.
Fueron a la biblioteca y buscaron el libro con rapidez, en la zona de clásicos y antiguos. Teresa se empinó para alcanzarlo una vez que lo vio en uno de los estantes, y al jalarlo, le cayó otro en la cabeza. Tuvo que quejarse en silencio y aguantarse, su amiga le susurró que tuviera cuidado aunque ya era tarde.
Vio el libro feminicida abierto en el suelo mientras sobaba su cabeza, una de las imágenes le llamó la atención. Lo recogió para verla mejor. Una estructura de quizá no más de tres pisos de altura que parecía un huevo gigante semienterrado en el suelo, se presentaba ahí.
Una luz se encendió y la bibliotecaria venía en camino, lo supieron por el ruido de sus tacones en el piso. Cerró el libro, guardó también el que debía estudiar, y salieron con prisa y sin hacer bulla. Para ser sigilosas eran muy buenas.
Kariba dejó a Teresa en su casa y su vehículo magnético avanzó en silencio hasta la suya, que estaba a un bloque de distancia.
La pelinegra suspiró, la puerta se abrió deslizándose a un costado al reconocerla. Luego de entrar, su DOPy, nombre que incluía las siglas de: dron organizador personal, vino flotando y enseguida ingresó los datos de lo que había hecho en la pantalla que desplegó, marcando que ya estaba en casa. Era para conocimiento de gobierno, a ellas les gustaba saber que todo iba en orden a pesar de que siempre lo estuviera.
—Hola —saludó a su mamá con pesadez al entrar a la cocina.
Su vivienda estaba junto a la de ella y se conectaban tan solo por el salón principal, así que era independiente y a la vez se acompañaban.
El plato con comida siguió su línea de ruta magnética desde al lado de la hornilla a calor en donde su mamá había hecho que la máquina preparara la cena, a modo de celebrar su último día de universidad y exámenes, hasta quedar frente a la chica que se había sentado en la barra.
—¿Cómo te fue hoy?
—Bien, es solo que ya me gradúo, ahora no sé si ir a M.P. De seguro las demás hablarán que no tengo nada más que hacer con respecto a mi carrera, no como Kariba, que ya diseña ropa.
De hecho eso había estudiado: diseño, era una de las carreras más populares, aunque ella no diseñara ropa de diario, sino más bien otra especial.
—Bah. Bueno, tú tienes tu hermoso carisma y tus diseños especiales, qué importa si vas a M.P. No te van a comparar con Kariba y lo que haga.
—No has oído decir: «toda chica bonita tiene una amiga fea»? Bien, yo soy la fea, más con estas pecas, juntaré dinero y me las quitaré.
—Ay, qué dramática. Eres guapa, tu cabello negro es bonito...
—Común...
—Tus ojos grandes y marrones...
—Más común...
—No desde que el violeta se puso de moda.
—Meh.
—Ah. Tus labios tienen esa forma...
—No puedes decirme que no soy guapa, soy tu clon.
Negó y rio, no tenía opción. No eran del todo iguales, su mamá no tenía la nariz respingada y su cabello era en rizos, pudo modificarle algunas cosas a su hija antes de que se la incubaran. Pero a Teresa, su amiga Kariba, cuyo nombre también era exótico, le parecía muy guapa y hasta más femenina, algo que todas querían lograr.
Había tenido bastantes novias y ella solo una, sin quererla mucho. Por eso se burlaron de ella por mucho tiempo, diciendo que era de las frías, de aquellas pocas que quedaban solas. Luego dejó de hacer caso a los rumores, total no sería la primera ni la última. Ella no creía ser fría, solo quería que llegara la chica correcta.
Se había preguntado si Kariba lo era. Le encantaba ver cómo su cabello jugaba en el viento, le gustaba su voz, sus ojos violetas claros, pero la veía como amiga, a pesar de todo.
Por ahora se centraba en lograr ser fuerte para que la reclutaran con honores en M.P. Todo lo que alguna vez le hablaron sobre historia universal le había hecho querer entrar. ¿Qué mejor que el hecho de saber que las hembras estaban destinadas a gobernar el planeta tarde o temprano?
La naturaleza tenía interesantes formas de darle giros inesperados a la vida de la tierra. Era la mejor, y a ella, sobre todo, le fascinaba la evolución. Le acarició la cabeza a su perra que meneaba la cola, tomó el libro de su mochila y buscó la página en donde estaba esa extraña fotografía mientras comía de forma distraída su sopa proteínica. Encontró la imagen.
«El proyecto "supervivencia" intentó guardar a algunos jóvenes en cápsulas bajo hipersueño, con la esperanza de que la especie humana sobreviviera al calentamiento global, sin embargo, pudo ser detenido a pesar de que quedamos reducidos a un solo gran país, y el resto de pocas tierras, muy inhóspitas. Aun así la edificación "Futuro nuevo" se mantuvo.»
Pensó enseguida, ¿por qué no iban y usaban sus genes para clonar hombres? Llamó a su dron organizador y buscó sobre ese proyecto. La primera imagen le sorprendió. Era la edificación huevo, sí, pero semidestruida.
"Capital Hive. Noticias. Luego de que empezara a surgir la gran época del decrecimiento humano, las nuevas científicas del momento lanzaron su vista a aquel lugar antiguo del proyecto 'Supervivencia' y se preparó el equipamiento para entrar y despertar a los jóvenes, sobre todo a los varones, y conseguir sus genes para clonarlos, ahora que ya hemos aprendido a hacerlo.
Capital Hive. Noticia de última hora. Se lamenta informar que por causas de la tormenta, un incendio se produjo en la edificación del proyecto "supervivencia", las mujeres de M.P declararon que el fuego llegó a todas las cámaras y no hay sobrevivientes.
Lamentamos profundamente este hecho, lamentamos estar viendo el posible inicio de la extinción humana.
Noticias Hive. La líder de M.P pide calma, y aclara que no todo está perdido, tenemos másculos aún, ellas y su Edén nos darán esperma a quienes queramos. La humanidad y las futuras generaciones estamos ante un cambio, una nueva era.
Última hora: luego de muchos años de debate, las ruinas de 'Supervivencia' serán demolidas, finalmente, para construir el nuevo centro comercial... "
Teresa tensó los labios y soltó un suspiro leve. Se había logrado mucho desde entonces, sin ellos, los hombres. Ya no había habido guerras, ya no había habido problemas, ellos habían dividido la tierra. Su sociedad hoy en día era estricta, pero cien por ciento segura. No había robos, que se decía antes era frecuente; no había matanzas, las mujeres siempre fueron más razonables que ellos, era obvio. Ellos estaban involucionando, ellas no.
Terminó de cenar, tomó una ducha y se puso su enorme camiseta para dormir. Al día siguiente visitarían el Edén y la curiosidad podía mucho.
Sacó una lámina translúcida que se tornó blanca y firme al contacto con la superficie de la tableta que jaló, sacó un palillo que usaba a modo de lápiz mientras se desplegaba una paleta de distintos colores al costado de la lámina, tocó con la punta uno de esos y el palillo tomó el color. Ella dibujaba así, era algo que la relajaba.
—Listas. Formación —Se pusieron en filas corriendo. La superiora las observaba sin inmutarse—. Iremos al Edén, será la única vez por ahora que podrán ver algunos de sus ambientes, ya que para entrar por completo, deberán haber sido reclutadas a M.P.
El Edén era propiedad del gobierno y de M.P., la líder, Carla Asturias era la presidenta. Ellas mantenían ahí a los másculos, era quizá como algo similar a una colmena de abejas en verdad, a Teresa le gustaba pensarlo así. Las guardianas M.P, aparte de vigilar y mantener el orden, rastreaban másculos que pudieran no haber sido entregados por algunas mujeres que iban a pagar ahí por ser fecundadas con esperma.
Las de recursos más bajos recurrían al Edén alternativo en donde les hacían una bebé «clon» con sus genes. Así había nacido la pelinegra.
—Vamos. Los buses están esperando.
Acomodó su cabello en una cola alta mientras seguía a su fila. Kariba la saludó feliz desde la columna de al lado. Le sonrió. Los nervios la atacaron, se acercaba el día, tomaría la prueba para ingresar al grupo de Mujeres al poder, y nadie sabía ni decían en qué consistía.
Los buses ovalados siguieron su recorrido magnético en silencio por la ciudad. Ya podía ver de lejos al Edén, siempre lo habían visto desde afuera, ahora entrarían. Una edificación alta con una forma especial, como la que apareció en aquel libro, motivo por el cual había llamado su atención.
Al entrar lo primero que hizo fue ver hacia arriba. Por su forma circular y de huevo, se podían ver los siguientes niveles que se alzaban sobre el hall central, una enorme rampa en espiral giraba uniendo los primeros niveles hasta el cuarto.
Su recorrido en este inició. Fue así como se dio cuenta de que quizá se había emocionado demás, pues la guía hablaba y hablaba las cosas que ella ya sabía. La fundación, la historia, las primeras líderes, etc. Tenían un museo pequeño en donde había cosas que usaban solo los hombres cuando existieron. Doble aburrido. Un almacén con algunas ropas. Triple aburrido. Kariba, entusiasmada como siempre, apuntaba todo, Teresa solo quería terminar ya.
Imágenes que mostraban el proceso de involución del hombre, y como especie de burla, una imagen similar antiquísima de cómo antes se explicaba su evolución de mono a hombre. Tanto la evolución como la involución fueron rápidas, siéndolo aún más esta segunda. Ahora eran inservibles si no fuese por su esperma.
Sí, sin duda la madre naturaleza había tomado una excelente decisión.
Receso. Se estiró y quitó la pereza sin importar que la vieran o lucir poco femenina. Sabía que ese detalle era muy importante para ellas.
—Teresa. —Paula acarició su cabello por atrás y la rodeó dándole la cara, era su ex novia—. Las chicas quieren ir a la cafetería. Luego de esto nos dejarán ver un poco uno de los ambientes en donde trabajan con los másculos, quizá nos dejen ver uno, ¿no quieres? —Parpadeó repetidas veces, batiendo sus pestañas falsas—. Estoy dispuesta a olvidar que me dejaste si vas conmigo.
—Descuida, estoy bien así.
Fue a la cafetería y se aproximó a Kariba que la llamó desde una mesa, la prefería, Paula la repelía de alguna forma, en general el acercamiento de algunas hacía eso, pero no el de su amiga.
—¿Recuerdas a Miriam? —preguntó la rubia—. Me ha invitado a su fiesta.
—¿Y es mi culpa?
—Necesito que vayas conmigo, ya sabes que es mi ex y no quiero que crea que aún me interesa solo por ir.
Rodó los ojos. ¿Por qué simplemente no se lo decía así como ella con Paula?
—Debo hacer mi tratamiento de uñas y cabello —se excusó.
—Es solo un rato. Luego me arreglaré las uñas contigo.
—¿No recuerdas que debo descansar para la prueba? Sabes que la tomaré. —Una bandeja flotante vino siguiendo su camino magnético y se posó en la mesa con sus pedidos. La pelinegra se distrajo tomando el sándwich para comer, pero al ver a la chica rogarle, resopló—. Bueno, te acompañaré.
Sonrió feliz y eso le gustó a la pelinegra, la vio más guapa. Quizá estaba empezando a gustarle más, y a ella nunca le había gustado nadie en verdad.
Su vehículo magnético, al que le llamaban Floter, avanzaba en absoluto silencio. Kariba iba intranquila porque no había encendido el GPS desde que salió de su casa, así no se darían cuenta de que había salido. Le preocupaba que eso manchara su perfecto record. Teresa sin embargo estaba normal, si las veían poco les iba a importar, solo iban a una pequeña fiesta, a la que la madre de Kariba no le había dado permiso.
La rubia empezó a morder sus uñas. Sin GPS, ella debía dirigir al aparato, ya que no seguía la ruta por sí solo.
—Tranquila, se te van a arruinar.
—Nos hemos perdido. Sin GPS no soy nada —se quejó—. Espera, creo que estamos cerca.
Se detuvieron en un estacionamiento de un centro comercial, cerca de un bosque de las afueras, de los cuáles siempre había, ya que limpiaban el aire. Irían a pie lo poco que supuestamente faltaba para llegar.
—No es extraño —escucharon que hablaban y se ocultaron tras unos contenedores. Dos guardianas estaban en las cercanías—, aquí hay huesos de hombre y más, por eso siempre que pasamos, a veces los sensores se activan indicando su posible presencia.
—Eso es verdad —comentó su compañera—. Aunque si son cenizas no deberían ser detectados. Pero bueno, quién sabe, ya mismo destruirán este lugar.
Las chicas se intrigaron, ¿acababan de decir «hombres»? Teresa se dio cuenta de que quizá estaban muy cerca de las ruinas de aquel antiguo edificio de Futuro nuevo, aquel que se había incendiado. Kariba empezó a temblar.
—Oh no, si nos ven aquí nos cargarán. Estamos en zona de cuarentena —empezó a sollozar en susurro—. No van a creerme si les digo que mi GPS no encendió, no van a creerme.
—Sshh ya. —Le tapó la boca y la calmó.
Las mujeres se alejaron caminado, aprovecharon eso y avanzaron cautelosas por un lado oscuro para que no las vieran. Los árboles se convirtieron en un lúgubre pasadizo, iluminando con sus teléfonos móviles, sin darse cuenta de que entraban a una especie de edificación, hasta que vieron niveles superiores completamente deshechos, incluso lo que alguna vez fue la recepción, tenía un «espacio de doble altura» hasta el final, pudiendo ver la luna, gracias a los derrumbes.
Llegaron a lo que parecía haber sido una cámara. Vieron cápsulas destruidas y quemadas, con plantas enredadas y secas, mucho polvo y telarañas. Sin duda alguna, estaban en las ruinas. Una vez hubo personas ahí, pensar eso le dio escalofríos, no quería acercarse a ver los cuerpos, o mejor dicho, esqueletos fósiles. Su pulso empezó a acelerarse.
—¿Sabes que con el tiempo que ha pasado, los que fueron puestos en esas cápsulas ya estarían casi ancianos o al menos mayores? —comentó Kariba—. Es que en esa época el hipersueño no estaba bien desarrollado, así que igual envejecían, un año cada doscientos o cada trescientos o algo así, no recuerdo.
—Interesante. —Se aproximó a una estantería caída de costado.
Kariba también lo hizo y empezó a hojear algunos libros del suelo. La pelinegra se aburrió al poco rato, tocó una capsula cercana mientras su amiga leía. Había una inscripción que indicaba que quien estuvo durmiendo en esa era una chica. ¿Qué le habría convencido de desperdiciar su vida así?
Regresó dispuesta a decirle a Kariba que quería seguir explorando y se percató de una extraña línea que apenas se veía por detrás del estante caído. Le preocupó al ver que quizá estaba obstruyendo algún pasadizo.
—Mira, sobre comportamiento de hombres —mostró la rubia el libro que había estado leyendo.
—Ayúdame a mover esto —pidió la otra sin hacerle mucho caso.
Lucharon para lograr mover la vieja cosa metálica. Usaron todas sus fuerzas hasta que se deslizó una distancia considerable, haciendo mucho ruido. Rogaron porque nadie hubiera estado andando cerca por afuera.
Una puerta se había revelado ante ellas. Para sorpresa, su cerradura estaba activa. Kariba le dedicó una mirada a Teresa y luego a esta, sacó su magneto especial y la cerradura se desbloqueó rápido por ser antigua y ya no tener casi energía. Una oscura escalera que bajaba se hizo presente, Teresa dio un paso y fue detenida.
—Oye no, da miedo.
—Ay vamos, todos están muertos —insistió—. Los zombis no son reales.
Avanzaron bajando a la oscuridad. La luz del móvil de Kariba hacía raros movimientos en los escalones, evidenciando que temblaba. Pasaron por más cámaras que formaban parte de la parte enterrada de la edificación, todas vacías. A pesar de los ruegos de la rubia, Teresa quiso seguir hasta llegar al final.
La última cámara, el techo había caído y aplastado casi todo, excepto una cápsula. Intriga.
Teresa quedó observándola, sintiendo que la llamaba, aunque fuera algo tonto de creer, y sabía que si se asomaba encontraría huesos. Sin embargo, una leve y pequeña luz en su base se hizo presente unos segundos para luego irse. Se sobresaltó al verla encenderse otra vez y apagarse.
—Funciona —susurró pasmada—. Aún funciona.
Kariba dio un paso adelante y esta vez fue ella quien la detuvo. Le hizo señales y avanzaron juntas con los móviles al frente para iluminar. Llegaron hasta la parte de la cápsula en donde se suponía estaba la ventanilla.
Vieron un rostro y se espantaron. Chillaron casi en silencio abrazándose por el miedo.
Se volvieron a asomar despacio, simplemente no podían creerlo. Enfocaron la luz de sus móviles. Parecía dormida dentro de ese líquido, con esa mascarilla puesta que le cubría medio rostro. Tenía el cabello hasta solo un poco más debajo de los hombros. Era agradable a la vista.
—¿Está viva? —preguntó la temerosa pelinegra.
—Obvio que sí.
—Hay que sacarla, hay que llamar a emergencias.
—¿Y que nos encuentren aquí? No gracias. Y tú peor, no te arriesgarías a que te boten de M.P sin haber entrado bien siquiera.
—Pero igual tenemos que sacarla —insistió con preocupación.
La rubia resopló y se apresuró a buscar las instrucciones en la cápsula, sacudiendo algo de polvo. Teresa miró atenta al joven rostro de esa extraña, era raro, pues una chica nunca le había «gustado» a primera vista, si se le podía llamar así. Pero había algo más raro.
—¿Que no debería estar casi anciana?
—Quizá tenía quince cuando la pusieron en la cápsula —respondió con naturalidad. Sin duda debía haber pasado con calificaciones perfectas el examen de historia—. Oye. —Su voz terriblemente temblorosa le hizo verla preocupada. Había empalidecido—. Aquí... dice que... es hombre.
La pelinegra abrió mucho los ojos, se le salió el aire de los pulmones. No. No podía ser un hombre. ¿Qué? Se aproximó al lado de su amiga y no creyó lo que vio. La placa con la palabra «masculino», esa palabra antigua, fuera de uso, como de las lenguas ancestrales.
Masculino...
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Copyright © 2015 Mhavel N.
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