sin puertas

Hay lugares sin puerta de los que nunca salimos,
porque para eso fueron creados,
nos enseñan todo lo que hay afuera:
el sol y las fieras,
las flores y las fieras,
el pasto y las fieras,
las nubes y las fieras;
y por más que nos esforzamos
todo lo que vemos al final
es una manada de colmillos
esperándonos.
Por eso hay lugares sin puerta,
hechos especialmente
para mantenernos encerrados a voluntad.
Es difícil cruzar el umbral sin saber
qué nos espera al otro lado,
pero es imposible hacerlo a sabiendas
de lo que hay.
Por suerte para nosotros,
conozco a un buen carpintero
y tendré madera de sobra
cuando desmonte mi cama
para hacernos una puerta.
Entonces todo habrá valido la pena,
porque al otro lado de la cerradura
nos espera algo más que fieras.

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