perros de la lluvia

Solo envidio la calma de los perros
de la calle
que no conocen de la inteligencia
de los hombres,
que no abusan de las fuerzas
de la tierra,
ni rebuscan arriba el cielo y abajo
el infierno,
ni de las calles conocen
la miseria,
ni de las gentes conocen
la vergüenza ,
ni en las mañanas de sol conocen
la jordana,
ni en las noches de bruma saben
del insomnio.
Solo saben los perros de lo que importa,
solo saben del pasto que crece en las vías del tren
y la suave humedad en la que duermen,
solo saben del agujero de las columnas
y del mármol partido;
saben de la carne de los escarabajos
y del agua de lluvia que se estanca entre el pavimento y las rocas;
saben de los caminos perdidos por donde no pasa la gente
y de los callejones saben el nombre de los que en ellos mueren;
saben de la gente que llora mirando al sol
y el color de las aves bajo la lluvia,
y no hacen distinción entre la aurora de la mañana
cuando nadie espera el tren
y la última hora del día cuando el tren no espera a nadie.
Son jueces imparciales sin voto ni voz,
y duermen tranquilos,
en el pasto mojado, donde no cae el polvo,
solo la lluvia.

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