21 | Celoso

Alicia se desplomó en la cama, era mucho más suave y grande que la suya, con un par de almohadas enfundadas en una tela azul suave al tacto. Colocó un brazo encima de su rostro, cubriendo sus ojos, la luz artificial del bombillo le molestaba y apenas era capaz de mantenerlos abiertos.

No se quejó cuando David empezó a quitarle los tacones, estaba demasiado cansada como para recriminarle el gesto y no sabía si sería capaz de hablar. Ver a Jacobo luego de haber besado a David... esas cosas solo podían ocurrir en las películas o en las vidas de otras personas, no en la suya. Debía de haber quedado muy mal, unos días antes le decía a cuanto quería estar con él de manera seria y en fin de año ya andaba con alguien más.

A veces pensaba que se merecía la reputación que tenía. Pero no era algo que la mantuviera en velo.

―Toma ―dijo David antes de que una camiseta la golpeara en el rostro.

Apartó el brazo para poder ver bien la ropa, una camiseta negra sencilla que le quedaría bastante grande. No tenía ni idea de por qué David guardaba algo así en su closet, teniendo en cuenta que no era muy grande, apenas era un poco más alto que ella y aunque era un religioso de gimnasio su musculatura era más tono que biceps gigantes.

―Gracias ―dijo, no había vuelto a tocar una cerveza en la madrugada y su cabeza empezaba a sentirse un poco más normal.

David se deshizo primero de la camisa y luego del pantalón. Alicia decidió imitarlo, entre ellos no había mucho pudor, habían crecido juntos, estado en una relación por demasiado tiempo y luego simplemente mantuvieron algo sexual. Su "amistad" podría ser la definición perfecta de toxicidad, de no ser porque no lo sentía de esa manera.

Aunque quizás lo era. Era difícil saberlo cuando se estaba en medio de todo el asunto.

La camisa negra le quedó a la mitad del muslo, se puso de pie para dejar el vestido encima del sofá. Era increíble que hubiese un sofá dentro de la habitación, una que ni siquiera era la principal, se encontraba contra la ventana que tenía vista perfecta a la piscina donde todavía continuaba la fiesta. Aunque la música sonaba un tanto apagada, al punto en que podía sentir el pitido en los oídos.

Se hizo un lugar entre los cojines y apoyó la mano en su mejilla, el mundo continuaba como si nada en un año nuevo, aunque el suyo parecía desmoronarse a ratos y reconstruirse a la fuerza para poder seguir adelante.

Suspiró. Podía ver a Jacobo con un vaso de vino en la mano, sonriéndole a cada persona que se le acercaba.

―Acosadora ―David se sentó al otro extremo del sofá―. De verdad que fue muy mal timing.

Alicia alzó una ceja.

―¿Tu crees? ―Dejó escapar aire, en una especie de jadeo―. La última vez que lo vi le estaba rogando que estuviesemos juntos y hoy... yo es que no puedo.

Se llevó ambas manos al rostro, la frustración se había vuelto un nudo en su pecho que empezaba a hacerse camino a su garganta. Aunque se rehusaba a llorar, no podía estar de esa manera por alguien con quien ni siquiera había tenido algo real.

―Le podemos echar la culpa al alcohol ―dijo―. Bebimos bastante y tenemos historia, así cualquiera se equivoca.

―No bebimos tanto ―Apartó las manos de su rostro y volvió a mirar hacia la piscina―. Pero es que estoy angustiada por nada, no es como que seamos pareja o algo.

David formó una línea delgada con los labios.

―Amo el karma.

Alicia le dio un golpe con uno de los cojines. Tal vez empezaría a tomarse un poco más en serio a los demás, a ver si el karma dejaba de acecharla.

―Gracias por dejarme pasar el día aquí ―dijo―, me voy a mi casa y me vuelvo una magdalena.

David sonrió, se le formaron dos hoyuelos en las mejillas.

―Un placer. Pero dudo que podamos dormir hasta que la fiesta acabe.

―No sé si pueda dormir ―susurró.

Se recostó por completo en el sofá, dejando las piernas apoyadas en el regazo de David. Le recordaba a las épocas de colegio, cuando pretendía que tenían trabajos para escabullirse por ahí, aunque probablemente sus padres siempre lo supieron todo.

―¿Por qué fue que terminamos? ―preguntó―. La primera vez.

David pasó una mano por su pantorrilla, con delicadeza.

―Creo que yo me había vuelto insoportable ―dijo―, entre celos y demás.

―A la final si voy a tener un tipo definido de hombre ―No fue capaz de sonreír―. A veces ni sé cómo terminé con Nikolay, ¿te puedes creer eso? Me siento re estúpida, casi me mata.

David frunció el ceño.

―Alicia...

―Sí, sí, no fue mi culpa. Eso le puede pasar a cualquiera. ―Cerró los ojos―. Me avergüenza eso, ¿sabes? No importa lo que digan, no soy capaz de quitarme ese peso de encima. Tal vez me persiga toda la vida.

―No digas eso ―susurró―, ¿sigues yendo a terapia?

―No ―La voz se le cortó―. Pero debería volver, luego de escucharlo en esa fiesta... las pesadillas y todo eso volvió. Pero no me había sentido tan sola como hasta hace unos días.

David extendió ambos brazos, invitandola. Se enderezó y se corrió hacia él, acomodándose entre sus brazos. Olía a cerveza, colonia y sudor. No era nada agradable, pero por lo menos resultaba familiar. Quizás por eso casi siempre volvía a él, era una comodidad incómoda de la que ninguno se quejaba.

―No estás sola.

Le dio un beso en la cabeza.


Despertó luego de escuchar su celular sonar varias veces, en algún momento David la había dejado sola en la habitación. Se deshizo de las sábanas y cobijas, le palpitaba la cabeza y la luz que se dedicaba a iluminar el cuarto fastidiaba mucho más de lo que recordaba. No debía beber.

Tomó como pudo su celular, marcaba casi medio día. Tenía un par de muchas notificaciones de gente deseando un feliz año, otro par de Karen y las llamadas perdidas le pertenecían a nada más y nada menos que Jacobo.

Una sonrisa se escabulló en su rostro.

Le marcó. Mientras sonaba el tono de llamada su estómago se hizo pequeñito, lleno de retorcijones. Si contestaba iba a morir, y si no contestaba el resultado sería probablemente el mismo.

―Alicia ―Su estómago dio un vuelco al escucharlo.

―Me estuviste llamando, ¿necesitas algo?

Hubo silencio al otro lado. Alicia era capaz de sentir el corazón golpeando contra su pecho tan rápido que podía llegar a detenerse, intentó respirar profundo, controlar un poco los nervios.

―¿Eso fue un intento de ponerme celoso?

Alicia frunció el ceño. No pudo evitar reírse.

―¿Perdona? ―Se llevó una mano a los labios―. ¿Por qué querría ponerte celoso?

―No lo sé.

―No, Jacobo, ni siquiera sabía que estabas en la misma fiesta ―dijo, los nervios se habían vuelto una especie de fuego.

―¿Me vas a decir que no buscaste al hijo de mi mejor cliente como una forma de venganza? Te creía mejor que eso.

―Auch, ¿cómo puedes pensar algo así? ―Apretó la mandíbula―. Hasta este momento crei que la había cagado yo, ¿pero tu? Solo dices cosas ridículas.

―Lo siento ―dijo―. Creo que estoy borracho.

―Si, claro.

―Alicia... ―Su voz se fue por unos segundos―. Me haces falta.

Colgó. Se quedó mirando la pantalla del celular, no estaba de humor para soportar lo que había sido eso. De no ser por el frío contra su piel, el dolor de cabeza y el dolor en el pecho, Alicia estaba dispuesta a creer que todavía estaba soñando.

Se masajeó las sienes, iba a necesitar como mínimo un remedio milagroso contra la resaca. Deshizo la trenza luego de ponerse de pie, el cabello marrón quedó lleno de ondas contra su espalda, debía tener un aspecto maravilloso.

Empujó la puerta, en las habitaciones se escuchaban ruidos y murmullos pero no era capaz de determinar que decían. La escalera se encontraba al otro lado del pasillo, empezó a andar muy despacio, cada paso parecía aumentar su dolor de cabeza; pero quizás era solo la sensación del movimiento y unas ganas bastante grandes de vomitar.

―¡No! ¡Vuelve aquí! ―El grito de David la tomó por sorpresa.

Los pies se le clavaron a la madera cuando vio a Jacobo casi tropezando mientras terminaba de subir las escaleras. David lo tomó con fuerza de un brazo y lo empujó contra la pared, Jacobo intentó zafarse del agarre pero estaba demasiado borracho como para realmente hacer algo.

Ninguno pareció percatarse de su presencia.

―¿Qué piensas hacer? ―Alicia empezó a retroceder despacio―. ¿Ir donde ella luego de esa llamada tan patética?

Jacobo hizo otro intento por quitarse a David de encima.

―Tu no entiendes ―Apenas y fue capaz de escucharlo.

―¿No entiendo qué? Jacobo, por favor, deja que te pida un taxi. No puedes seguir cagandola así.

―Apuesto a que tu estás feliz de mis cagadas ―Lo empujó con fuerza. Alicia dio un pequeño salto hacia atrás―. Después de todo corrió directo a ti, ¿no?

―Venga, para abajo.

Alicia avanzó en puntitas de vuelta a la habitación, agradeció haber dejado la puerta abierta por completo. Se apoyó contra la pared, tenía el corazón a mil. Pasó ambas manos por su rostro, de verdad tenía que estar soñando.

Se dejó caer al suelo. El Jacobo que acababa de ver no se parecía en nada al hombre tranquilo, seductor y demasiado bueno que conocía; aunque ese había sido un Jacobo borracho, ido en alcohol... ¿era por eso que no tomaba?

Un escalofrío le recorrió el cuerpo.

Buscó su celular.

―¿Aló? ―La voz de Karen sonaba aperezada―. ¿Alicia?

No fue capaz de responder, lo único que salió fue un llanto suave.

―¿Alicia? Me estás asustando.

―¿Puedes contarme cómo fue tu noche? ―susurró―. Por favor.

―Está bien, pero luego tienes que contarme qué te tiene así. ¿Vale?

Tomó aire.

―Vale.


David empujó la puerta con suavidad, traía un batido en las manos que tenía el aspecto menos apetitoso del mundo.

―¿Estuviste llorando? ―preguntó, dejó el batido encima de la mesa de noche.

―Algo así ―susurró―. Creo que fue más un ataque de ansiedad.

―¿Alguna razón?

Alicia se miró las manos, luego desvió la mirada hacia el batido.

―Creo que primero me tomo eso ―dijo―. Debe estar asqueroso.

―Pero funciona de maravillas.

Alzó una ceja, seguramente, como todos los supuestos remedios milagrosos para la resaca. Casi ninguno funcionaba de verdad. David se lo entregó, estaba helado. Tomó una gran bocanada de aire antes de beberse todo el vaso de inmediato.

Luchó por mantenerlo en su estómago.

―Ahora, ¿qué pasó?

―Los vi ―dijo―, a ti y a Jacobo cuando él subió... ni siquiera sabía que seguía aquí y verlo, joder, verlo fue como ver a Nikolay cuando se emborrachaba.

―Jacobo no es Nikolay, Alicia ―La voz de David se volvió suave―. No tienes porque preocuparte, ¿vale? Se pone más adorable de lo normal cuando está así.

―Claro, por eso básicamente me trató de puta.

David la miró, casi como una confirmación.

―Lo siento ―susurró.

―¿Qué quería?

David sonrió.

―En sus palabras, no las mías: mostrarte que él besa mejor que yo.

Alicia no fue capaz de contener la risa.

―Bueno, eso suena más a él.

―Yo creo que es su orgullo el que no le deja aceptarte ―dijo―. Así que no todo está perdido.


Espero les haya gustado el capítulo, recuerden dejar un voto y si gustan un pequeño comentario :3

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