14 | Normalidad
Alicia no era capaz de apartar la mirada de su celular, el impulso por escribirle a Karen y contarle, en mayúsculas, lo que había ocurrido dos días antes no se le iba. Pasó ambas manos por su rostro, seguía envuelta en las cobijas con los audífonos puestos y tan lejos como le era posible del celular.
Toda la situación del beso fue olvidada por Jacobo, en los mensajes que le envió después no se mencionaba nada referente a eso y Alicia no podía dejar de pensar en lo fácil que había sido enviar todo a una zona que no se debía tocar nunca. Suspiró, necesitaba volver a tomar un camino y concentrarse en su vida, luego podía fantasear sobre Jacobo.
El piso estaba helado, se restregó los ojos varias veces y cuando abandonó su habitación deseó volver a tirarse en la cama, envolverse en las cobijas y olvidar el mundo. Desde el beso con Jacobo sus pensamientos no habían revisitado, al menos no más de lo normal, la situación de Nikolay o la de Felipe.
De alguna manera agradeció la nueva preocupación en su vida, que opacaba las dos anteriores con su novedad.
Se sirvió una taza de café, todavía no tenía decidido que hacer de desayuno, pero no era la prioridad del momento; sacó su planeador y se quedó observando lo marcado para diciembre, la Alicia del pasado había planeado un diciembre tranquilo, de quedarse en casa buscando trabajo... aunque eso de tranquilo no tenía mucho.
Tachó algunas de las cosas que se había propuesto para ese mes, las reemplazó con tareas más sencillas, las reuniones con la familia de Jacobo y se anotó una visita al terapeuta unos días después de año nuevo.
Terminó de tomar su café cuando había llegado la hora de enfrentarse al año siguiente y ver qué había planeado su yo del pasado.
Dejó el cuaderno encima del comedor, el estómago le rugía con fuerza y si esperaba un poco más iba a terminar con naúseas y una sensación de quemazón que le quitaría todas las ganas de comer. Preparó unos huevos revueltos con pan y se hizo un milo con leche tibia.
El lapicero negro en su mano empezó a pesar cuando se enfrentó a los siguientes meses de su vida, ya tenían los cumpleaños y eventos grandes que sabía iban a ocurrir, pero enero se presentaba ante ella como una fuerza desconocida, ya no estaba la seguridad de un nuevo semestre, del estrés de clases y proyectos, su futuro deparaba una incertidumbre que encontraba un hogar en su estómago.
Pasó ambas manos por su rostro, tenía de dejar de pensar en el futuro como una masa gigante lista para aplastarla si no tenía un plan en mente para atacarlo; ¿pero de qué otra manera debía existir entonces?
Incluso Jacobo parecía tener un sistema de planeación bastante minucioso, pero no de la magnitud que el suyo. Suspiró, tomó los últimos tragos de su milo, necesitaba salir de la casa, comprar un par de regalos de navidad y depronto podía perderse en un bar durante la noche.
Cerró el cuaderno, solo necesitaba darse una ducha y tomar su billetera para aventurarse al demasiado lleno, demasiado incomodo mundo que era el centro.
Alicia se refugió de la lluvia en un restaurante, la hora del almuerzo la encontraba con tres bolsas en los brazos y más hambre de la correcta, también le dolían bastante los pies. Se acomodó en una de las mesitas de madera, el lugar empezaba a vaciarse, miró el reloj de la pared y la hora la asustó un poco: dos y media de la tarde.
El lugar tenía un aspecto de casa, aunque una bastante amplia pues la cantidad de mesas era abrumadora, todas eran de madera y las paredes se encontraban decoradas con imagenes de la ciudad en diferentes épocas, acompañadas también de varias suculentas.
Ordenó un almuerzo del día, se ató el cabello en una cola baja y sacó el celular para revisar los posibles mensajes.
Jacobo había empezado a mandarle fotos de vestidos, en un principio no entendió el motivo; pero luego empezó a hablar sobre lo importante y elegante que iba a ser la cena de navidad en la casa de uno de sus tíos. Suspiró, no terminaba de entender muy bien su familia o su dinámica y la verdad era que no tenía mucha intensión de hacerlo.
Le gustaban varios, parecía que Jacobo se había recorrido varias tiendas del centro y del victoria y probablemente del arboleda para conseguir las fotografías.
Jacobo: ¿Qué día crees que podamos ir de compras?
Se quedó pensando, mientras soplaba con suavidad la crema de ahuyama que tenía en frente. Primero quería seleccionar sus favoritos, definir de qué tiendas eran y que recorrido podían hacer; también iba a necesitar como mínimo un día de descanso luego del reciente ataque de locura por salir a hacer compras al centro.
Alicia: ¿Te parece el martes?
Jacobo demoró en responder, lo que le dio tiempo de revisar los mensajes de Karen y las nuevas fotos de su apartamento decorado con un gusto exquisito y moderno. Alicia no era capaz de no envidiarla, parecía tenerlo todo, y no solo eso sino también bajo control, con una facilidad que ya quería poseer.
Le envió fotos de lo que había comprado y su almuerzo de diez mil pesos, mientras terminaba los frijoles.
La lluvia parecía no tener ganas de acabarse fuera, Alicia usó una de las aplicaciones tipo Uber que tenía para pedir uno. Su plan para el resto de la tarde incluía un café, una película y luego volver a salir durante la noche para perderse un rato.
Era sábado, sus padres no preguntarían mucho para donde iba y un poco o mucho alcohol haría maravillas... hasta que llegara la mañana siguiente.
Corrió hacia el auto que había pedido cuando le llegó la notificación de cercanía, con una de las bolsas cubriendole la cabeza. El hombre que conducía no entabló mucha conversación, de alguna manera lo agradeció, a pesar de ser normalmente bastante lora, los últimos días no le apetecía.
Se pasó el viaje mirando su celular, respondiendo varios mensajes y pasando los diferentes vídeos de la aplicación de fotos que tenía. Estaba buscando una buena referencia de un bar, prefería evitar las discotecas y si podía acercarse a un lugar más tranquilo donde incluso tal vez podía conseguirse algo de comida sería genial.
Le agradeció al conductor luego de que el pago del viaje fuese asegurado y saludó al portero. La lluvia había terminado, lo único que quedaba era el olor a polvo, las gotas de agua en el pasto y las diferentes plantas del conjunto.
Dejó las bolsas en su cuarto, había pedido también algo de papel de regalo y necesitaba el tiempo para arreglarlo todo antes de que sus padres se pusieran a chismosear. Sacó una camisa diferente, prefería algo un tanto más escotado para las noches que salía, aumentaba un poco las probabilidades de terminar en la cama de algún extraño.
Aunque preferiría que no fuese un extraño.
Puso a hacer el café mientras se organizaba el cabello y mandaba los mensajes a sus padres anunciando que volvería luego, más tarde, quizás de madrugada, no tenía ni idea. Cambió su camisa, ahora tenía una apariencia mucho mayor, mucho más interesante; le sonrió al reflejo en el espejo.
La música inundaba el lugar, que olía a alcohol y comida frita. Alicia se hizo un lugar en la barra, dejó la chaqueta de cuero en el espaldar de la silla y pidió la primera cerveza de la noche.
El lugar todavía no se había llenado, era bastante temprano para que estuviera toda la gente que solía ir, pero eso le daba tiempo de tener un par de copas de más antes de conseguir lo que de verdad quería: olvidar a Jacobo y las últimas noches de su vida.
No sintió el paso del tiempo, entre cervezas, shots y de más. Bailó un par de veces algunas de las canciones que sonaban con varios extraños pero ninguno que lograra despertarle interés, nadie se veía tan bien, olia bien o con solo mirarla la hacía querer lanzarse encima.
Dejó la última cerveza casi intacta, frente a ella se había sentado un hombre un poco mayor, quizás su percepción de la belleza ya no existía; pero supo que necesitaba como mínimo algo, lo que fuera.
―No bebo más ―dijo luego de que él se ofreciera a comprarle otra bebida―; pero gracias.
A Alicia no le pasó desapercibida la manera en que la miraba, en otro momento le hubiese resultado repulsivo, pero no se encontraba en sus cinco sentidos y de haber estado sobría estaba segura de que tampoco le importaría, lo único que quería era una noche. Solo eso.
Y la consiguió.
El recuerdo de los besos, las manos, quedar desnuda ante él y luego la satisfacción que no había tenido en bastantes meses. Aunque la mayoría de su memoria estaba manchada por el alcohol.
Despertó en la madrugada, el reloj del hombre marcaba las dos de la mañana. Alicia se llevó ambas manos al rostro, más allá de la satisfacción física por ningún lado estaba la satisfacción emocional que buscó.
Se vistió en silencio, a pesar de que podía sentir los ojos clavados en su espalda.
―¿Te vuelvo a ver?
Alicia casi quiso reirse ante la pregunta, en el tono del hombre había cierta esperanza.
―No ―dijo―; pero gracias por el sexo.
Al día siguiente la culpa no la dejaba existir. Jacobo seguía enviando fotos de vestidos, ahora de unos que parecían de pinterest y ella no podía dejar de pensar en la noche anterior, en que no había sido con él. Por más falsa que fuese toda la relación.
Le temblaron las manos cuando tomó el celular para responderle.
Alicia: anoche salí.
Jacobo: eso me dijiste.
Alicia: y me acosté con alguien
Jacobo no respondió, los dos chulitos azules se quedaron ahí atacandola.
Apagó el celular, de haber sabido lo mal que se sentiría, se hubiese quedado con una película y sueños con él. Suspiró, necesitaba más distracciones que no incluyeran realmente otro hombre, más sexo o más alcohol.
Sonó una notificación, pero no era de Jacobo, en lugar de eso era un pedido de trabajo. Según parecía uno de sus compañeros la había recomendado y le estaban dando una oportunidad. Evitó gritar, ya había enviado hojas de vida, pero hacer algo que no le tomaría mucho tiempo y que le daba un inicio en la industria era una oportunidad caída del cielo.
Respondió inmediatamente.
Alicia decidió organizarse, en caso de necesitar algo más que correos para obtener el trabajo. Se colocó uno de sus vestidos favoritos, casi olvidando el hecho del mensaje inexistente de Jacobo. Casi.
Terminó acordando enviar una cotización luego de revisar los documentos de requerimientos básicos que tenían, aunque luego les haría más preguntas una vez le dijeran que la contrataban. Suspiró, el día iba mejor de lo esperado.
El mensaje de Jacobo llegó unos minutos después.
Jacobo: eso dolió más de lo que esperaba.
Alicia: tecnicamente estoy soltera.
Jacobo: tecnicamente.
Muchas gracias por leer, recuerda dejar un voto y comentar, ambas cosas motivan muchísimo.
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