9: La tarde del 31 de diciembre
No falta mucho para que baje el sol. Me encuentro tan frustrada, estoy atrapada en una casa con un asesino y va a descubrirme esta noche. ¿Por qué? No puedo fingir que no lo recuerdo mientras tenemos relaciones. Voy a llorar, no hay manera de evitar que se dé cuenta.
Odio que cuando estaba amnésica nunca lo he rechazado, así que no tengo ningún ejemplo de cómo hacerlo. No sé si en realidad estaba interesada en él, solo comprendo que realizaba lo que Ezra quería porque no conocía otra cosa. No cuestionaba la situación, me aferré a ese falso marido porque nunca he tenido nada. Toda mi infancia estuve sola, entonces cuando ese desconocido me habló y me dijo que nos amábamos, le creí. Creí en esa fantasía, lo ignoré por completo, acepté la manipulación en un estado de vulnerabilidad y desconcierto, pero ya abrí los ojos, es la horrible realidad.
Veo que Ezra termina de acomodar la mesa en el balcón.
―Qué bueno que no hace frío ―comenta―. Aunque tú y yo sabemos cómo calentar los motores.
Trago saliva.
―¿No es muy temprano para ir preparando todo?
―Quiero que sea perfecto. ―Me da un beso en la mejilla―. Y lo mejor es que esta habitación, nunca la usamos.
Me giro al dormitorio que da al balcón. Es vacío, casi ni muebles tiene. Me doy cuenta de que agregó un colchón a la cama de una plaza, sábanas limpias y hasta tiró pétalos. Estaba tan distraída, que no me había percatado del pequeño detalle.
―¿Arreglaste el cuarto? ―Enarco una ceja.
―Pequeños cambios hacen la diferencia ―repite la frase de esta mañana―. Este fin de año será distinto.
No tendré algo para escapar por el balcón, pero Ezra puede usarlo para matarme, lanzándome de este. Me voy a desmayar.
―Supongo.
―¿Nos sentamos? ―consulta, refiriéndose a las sillas.
―Es temprano, hagamos otra cosa.
―Insisto. ―Agarra mis hombros y me empuja para que vaya al balcón, entonces no me queda otra que sentarme, luego él hace lo mismo del otro lado de la pequeña mesa―. Brindemos.
―Ni siquiera ha oscurecido, ¿por qué vamos a brindar? ―comento mientras miro los globos del champagne―. Se va a naturalizar, ¿para qué lo serviste?
―Estoy impaciente. ―Se ríe.
―Hoy tu jefe no te llamó.
Pone su mano sobre la mía.
―Le dije que estaría con mi chica. ―Vuelve a tocar su copa―. ¿Brindamos?
¿Por qué? ¿Tiene veneno?
―¿Por qué estás tan apurado?
―Te diste cuenta, ¿cierto?
―¿Qué...? ¿Qué cosa? ―Mis labios tiemblan.
―De lo que dije el 29, que después de brindar te haría mía.
―Creí que eso lo realizaríamos a las doce, como todos los años.
―Tú querías festejar de forma diferente, así que cambiamos el patrón. El orden de los acontecimientos no alterará nuestro disfrute.
―Hay que brindar a las doce ―aclaro―. Es tradición.
Se ríe.
―Ahora quién es la aburrida. ―Levanta la copa.
Suspiro y choco mi vaso con el suyo, me tomo la bebida de una sola vez. Cuando el vidrio sale de mi campo de visión, veo que Ezra se ha levantado y me ofrece su mano.
―Vamos ―dice.
Dejo el recipiente, entonces acepto su gesto. Lo acompaño hasta la pequeña cama. Nos sentamos allí, entonces miro a un lado y otro. Ezra se aproxima a besarme, así que me paralizo. Mientras su boca se mueve, me inclina, terminando encima de mí. Cierro los ojos con fuerza, sintiendo sus besos en mi cuello. Voy a llorar cuando sus manos recorren mi cuerpo y, de repente, comienza a reír.
―¿Cómo lo haces? ―susurra en mi oído―. Eres muy buena actriz.
Lo sabe... ¡Oh, cielos, sabe que lo recuerdo!
―¿Fue el candado en la cochera? ―murmuro.
Doy un respingo cuando levanta la cabeza y me encuentro con sus ojos celestes.
―¿El candado? ―Se desata la corbata, no reacciono, y lloro cuando ata mis manos con esta―. Lo sospeché cuando entraste al sótano.
―No, todavía no te recordaba allí.
Sonríe.
―Lo que digo, una gran actriz.
Y ahora esto se puso peor 😱
Aunque ya era hora 😂
Saludos, Vivi.
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