7: La noche del 30 de diciembre

Me la pasé todo el día luchando con la cerradura de la cochera, aun así, no obtuve resultados. Aunque lo peor es que se nota. El candado está magullado, pero no logré romperlo. Me da miedo, pues es muy evidente, no puedo inventarme una historia creíble. La Kenya amnésica no hubiera peleado con un cerrojo.

Oigo la reja, Ezra ha vuelto. Me gustaría ver por cuál sendero viene, pero me descubriría. Además, hay tantos caminos que seguro me pierdo. Corro a poner varios objetos de limpieza delante de la puerta de la cochera, luego, en vez de ir a saludarlo a la entrada, subo las escaleras. Voy hasta el balcón.

―¡¡Ezra!! ―grito desde ahí.

Él no entra a la casa y alza la vista.

―¿Qué ocurre? ¿Qué haces allí? ―cuestiona.

―¡¡Sube, rápido!! ―Agito la mano.

Me hace caso y avanza. Una vez llega al piso en donde me encuentro, se para a mi lado en el balcón. Mira la noche, la nieve y los árboles. Busca lo que finjo ver.

―¿Qué pasa? ―pregunta.

―¿Lo ves? ―Señalo―. ¡¡Allá!!

―No veo nada.

―Hay una luz ―murmuro.

Enarca una ceja.

―¿Me haces correr porque deliras luces?

Ni siquiera corrió.

―Estoy preocupada ―agrego.

―De tu imaginación. ―Se ríe, luego se gira para irse, así que lo detengo, agarrándolo del brazo―. Hace frío, vámonos.

―¿No me regalaste nada en Navidad? ―intento sacar un tema.

―¿Y?

Lo suelto.

―De hecho, no me has regalado nada en estos tres años. Yo no puedo ir a comprar, pero al menos te cocino.

―¿Y estos desplantes? ―declara, aburrido.

―¿Te molesta? ―Enarco una ceja―. A mí también, me irrita que esta relación sea tan monótona.

Entrecierra los ojos.

―No suenas a ruego ―sugiere.

Cierto, le rogaba porque él era lo único que tenía. Ahora que recuperé la memoria, sueno a más como soy. Asustada, pero exigente.

―El... el tiempo pasa... ―Me tiemblan los labios―, y me doy cuenta de que todo el rato hacemos lo mismo.

Se ríe.

―Diría que la tele te metió esas ideas, pero no tenemos señal.

Estoy segura de que cortaste las antenas o ni siquiera pagas el cable.

―Ezra...

―Bien, tú ganas. ―Alza las manos a manera de rendición―. Mañana es fin de año, hagamos algo distinto.

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